7: ...y no descansará hasta arruinar tu vida para siempre.
.
A pesar de dudar sobre lo que nos dijo la adivina, fui a casa a comprobar lo que ocurría con la muñeca. Miriam me acompañó, aunque me confesó que no recordaba haberla visto nunca, a pesar de que fue ella quien la entregó en mis manos.
Cuando entramos, la muñeca de porcelana estaba sentada en el sillón individual que mira hacia la puerta de entrada, como si estuviese esperando que alguien cruzara el umbral, ya no lucía tan inocente.
—¡Ay, por Dios, ya me acuerdo! —dijo Miriam al verla—. ¡Perdóname, no sabía lo que te hacía!
Tomé coraje y metí la muñeca dentro de una bolsa de consorcio. Antes de ir a la casa, habíamos indagado en Internet y encontramos testimonios de personas que alguna vez padecieron lo mismo que yo, y que daban posibles soluciones. Algunas de ellas eran formas disfrazadas de resignación, pero yo no estaba dispuesta a sufrir el mismo destino que la madre de mi amiga, intentaría todo con tal de librarme del ente que habitaba en la muñeca.
Uno de los rituales consistía en exorcizarla, pero lo descartamos porque necesitábamos pedir una orden y no teníamos tiempo para eso. Otro consistía en llevarla a un curandero. Lo hicimos, y este salpicó a la muñeca con agua bendita, y luego nos hizo beber de ese mismo agua; nos limpió con sahumerios y nos pidió que tiráramos a la muñeca apenas saliéramos. Pero al regresar a casa, la muñeca estaba sentada en el mismo sillón y ahora nos sonreía. Con el tiempo, la expresión de su rostro se fue tornando cada vez más diabólica.
Estábamos a punto de rendirnos cuando Miriam me habló de una vecina que asistía a una iglesia evangélica. Ella le contó mi problema, y la señora le dijo que ahí hacían liberaciones, algo parecido al exorcismo, pero sin tanta burocracia. Fuimos. Todo era muy lindo, la gente era alegre y cantaban, hasta que empezaron a gritar y a sacudirse en el suelo. Nos dijeron que no tuviéramos miedo, que se estaban manifestando, y que lo mismo iba a pasar conmigo cuando me liberasen. Salí corriendo de ahí sin mirar atrás, esa gente me dio mucho miedo.
Luego de eso, seguimos otros métodos que tampoco funcionaron.
* * *
Al final, no pude vencer la maldición de la muñeca, pero no dejé que ella me venciera a mí. Cuando supe que no sería posible deshacerme de ella, me mudé. Volví con mis papás, solo hasta que me recupere completamente. La muñeca de porcelana quedó en la vieja casa, y espero que nadie alquile jamás ese lugar y padezca lo mismo que yo. Sin embargo, sé que la maldición no me siguió porque ya ha pasado un año desde que la muñeca comenzó a atormentarme, y finalmente recuperé la paz. Todavía me asalta el pánico cuando recuerdo por lo que pasé, sigo durmiendo con la luz encendida a causa del miedo, tomo medicamentos psiquiátricos para esos ataques, pero de a poco estoy volviendo a la normalidad. Sigo limpiando casas para vivir, me gusta ser independiente, sin embargo, jamás voy a aceptar de nuevo nada de lo que me regalen ¡ni aunque me rueguen!
[FIN]
*******
Bonus: en realidad la chica quedó así:
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top