5: Tu paz desapareció...
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Mi vida iba en picada. Las pesadillas y los sueños de parálisis aumentaban. Esto no tardó mucho en traducirse en un pésimo desempeño en la universidad. Me dormía en clases, no llegaba con las lecturas y desaprobé varios parciales. ¡Esto nunca me había pasado! A pesar de las dificultades y del esfuerzo extra, siempre tuve buenas calificaciones; mi meta era graduarme a como diera lugar, pero ahora sentía que perdía control sobre mi vida.
Mi estado mental era deplorable. Comencé a tener lagunas en mi memoria sobre eventos de mi vida y hasta me confundía las fechas. Ya no sabía lo que era real y lo que no.
No me sentía segura ni en mi propia casa. Sentía miradas sobre mí en todo momento. Las pinturas, las fotos familiares y los posters de mis artistas favoritos, los souvenirs y hasta los adornos me vigilaban. Al pasar cerca de alguna de ellas, de reojo podía ver que sus ojos se movían, incluso sus facciones cambiaban y me miraban con desprecio; y cuando yo volteaba, volvían en su posición original.
Llegué a un punto en el que no daba más. Iba a explotar. Estaba cansada y estresada, necesitaba que todo eso terminara. Sabía que era producto de mi mente porque necesitaba descanso, pero eso no me detuvo de descolgar cada cuadro o póster, y levantar cada adorno y ponerlos todos en una caja, la que dejé en una habitación vacía y cerré con llave.
Más tranquila, sin todos esos ojos que me juzgaban, me fui a dormir, y a través de un sueño descubrí la solución para terminar con mis problemas.
Soñaba que estaba limpiando una casa, y la dueña me regalaba todo lo que había dentro. Yo volvía feliz a mi casa, que estaba vacía como cuando me mudé, y empezaba a decorarla a mi gusto con todo lo que me regalaron. Y cuando terminé, cada mueble y objeto de decoración cobraba vida, se levantaban en contra mía y me atacaban. La primera línea de ataque estaba compuesta por muñecos de acción, su comandante era la muñeca de porcelana que me miraba con malicia y superioridad. Todos se me tiraron encima y no me soltaron hasta matarme. Pude verme desde arriba, blanca como un papel, la vida se escapaba de mis ojos y en mi rostro reinaba el pánico.
Me desperté y la desesperación me embargaba. Solo pensaba en que debía deshacerme de todo lo que mis patrones me regalaron. Y, de repente, tuve esa extraña sensación de déjà vu; recordé que días atrás había tomado todos esos objetos y los quemé, pero de alguna forma volvieron a casa. ¡¿Cómo pude olvidarlo?! Eché un vistazo a mi habitación, todo estaba en su lugar, incluida la muñeca de porcelana, que se encontraba sentada sobre la silla del escritorio, mirándome. Esto también lo viví antes. ¿Sería cierto que estaba enloqueciendo?
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