treinta y siete
Lautaro, Aura estaba peleando con el pez.
Nina vino.
Miró la ventana en silencio por demasiado tiempo. Luego te recordé a ti intentando saltar por ella y temí que ella también quisiera hacer un pacto.
Dijo que tuviera cuidado contigo, que hay algo extraño en ti. Es tonta y no se ha dado cuenta. Lo que teme es que puedas hacerte daño.
Lo intuía. Nina no se ha dado cuenta de nada, Lautaro. Nina no. Sus sospechas no tienen que ver con nuestro pacto. Sus sospechas tienen que ver con otro demonio, el que sea que hayas tenido dentro de ti. Aquel que te empujó al filo de la ventana.
¿Pero si se da cuenta qué vamos a hacer?
Hice como si no la hubiera escuchado y no le contesté. Me senté en tu cama y comencé a buscar calles absurdas en el aparato ese de la lluvia artificial. (Ahora siempre procuro que la cajita de la batería siempre esté llena). Seguía esperando una respuesta incluso después de tres minutos de silencio, así que le dije que dejara de decir tonterías.
Sé que no eres Lautaro, porque a Lautaro no le gusta lo dulce.
¿No te gusta lo dulce? ¿Cuándo ibas a comentarme eso, Lautaro? ¿No se te ocurrió decírmelo el día que me dejaste las instrucciones para el estúpido pez? ¡He estado escribiéndote tantas cartas hablando de la mermelada! En vez de estar quejándote de cómo son las cosas allá abajo deberías de haberme advertido.
Sé que no eres Lautaro, porque dijiste que no te acercarías nunca más a Nina para que nadie la lastimara.
Aura lo sabe.
Mamá no lo sabe aún. Creo que nadie. Nadie aparte de mí.
Sí, Aura lo sabe.
Y sospecho, Lautaro, que siempre lo supo. Hay ciertas cosas que puedo hacer aunque no tenga mi cuerpo conmigo. Puertas que puedo abrir, criaturas que puedo traer. Las mentes humanas no son difíciles de manipular, Lautaro. Así que no me preocupa.
Le pregunté si quería saber dónde estabas tú.
¿Está bien?
Nadie está bien allá abajo. Pero no iba a decirle eso, no quería verla llorar. Es Aura, se queda pensando por días acerca de la muerte de un personaje ficticio que aparece en los libros que tanto le gusta leer. Además, Lautaro, estás tan bien como puedes estarlo, ¿verdad?
No te preocupes, no le haré nada a Aura, nada que la lastime porque realmente me agrada. Todo estará bien, nuestro pequeño secreto estará a salvo.
¿Todavía tienes tus ojos o ya te los sacaron los cuervos?
-Atentamente, Lautaro falso.
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