treinta y seis


Lautaro, tengo una confesión que hacerte.


No eres Lautaro.


Se sentó al lado mío de las bancas. Ahí por donde saltó y te hizo perder la vida. 


¿Quién soy entonces?


Ella tomó tu mano. Repasó la nueva cicatriz, aquella por intentar hacer lo mismo que tú. ¿Queda totalmente fuera regalarle el oso de madera? Posó sus ojos sobre los míos. Su mirada, Lautaro, de haber posado sus ojos los habría tenido que sacar y para escenas así de tétricas está el infierno.

Trató de encontrarme. Trató de quitarte la piel, estoy, nuevamente, hablando metafóricamente. Trató de sacar lo que sea que hay dentro nuestro.

Perdona mi atrevimiento, Lautaro.

Le tomé el rostro con mis manos.

¿Te has dado cuenta de lo bonitos que son sus ojos?


¿Quién soy?


Acerqué su frente a mis labios, lo había visto en una de esas series que le gustan a Aura, eso de poner los labios en piel ajena es curioso, como si millones de rayos diminutos lo atravesaran a uno, pese a todo, me quedé ahí un momento y cerré los ojos. Sentí su temperatura, olí su cabello, escuché su respiración.

Quise reír, Lautaro.

¿Cómo iba a creer nuestro pacto? 

Jamás podría decirle que tú eres yo y que yo soy tú. Esa es la realidad. Podrían pasar mil años acá arriba y ella seguiría viéndote a ti. Este es tu cuerpo, yo soy tu prisionero. Esta es la vida que no quisiste. Aquella a la que me obligas a saborear. Aquella que quiero robarte. 

Lautaro, que haya besado a Nina no es mi confesión.

Mi confesión es que la quiero, y sospecho, Lautaro, que la quiero mucho más de lo que tu puedes quererla.

La quiero mucho más de lo que alguna vez tú la pudiste querer.

No te preocupes. Creo que ella también puede llegar a quererme más de lo que ella te quiso a ti. Y así será. Cuando regreses, también te encontraras con estos ojos extraños con los que me mira. Porque cuando regreses tú tampoco serás Lautaro. 


Aún siendo este extraño en tu cuerpo, se quedó abrazada a mí.

A mí.




¿Te has dado cuenta de cómo suena mi corazón allá abajo? Ni yo ni los cuervos podemos escucharlo. Tal vez tú lo logres.

-Atentamente, Lautaro falso. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top