꧁ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈 ꧂

Robbie estaba en la sala de espera, necesitaba saber que habia pasado con el joven que fue arrollado, aunque su novio no parecía muy contento cuando llego.

—¿Qué diablos haces aquí?— dijo visiblemente molesto —¿A caso no me quieres ver triunfar?—

Ella le tenia miedo, vaya cambio que habia tenido el con el paso de los años. Tratando de que el chico se calmara se levanto y lo tomo de las manos.

—Dani, ¿no lo entiendes? parece que no va a despertar— lo miro a los ojos —¿No seria una buena idea intentar con nues.. tu invento?— 

El hombre lo pensó un momento, asintió lentamente y miro a su novia, era tentador no lo iba a negar, así que hizo las llamadas correspondientes y claro, la autorización en caso de que no volviera despertar.

El proyecto era simple, proporcionaba la capacidad de vivir una vida normal aquellas personas que habían sufrido de accidente, los cuales quedaban en estado de parálisis. Mientras el cerebro de la persona siguiera funcionando, era posible enviarla a esta realidad virtual y claro Daniel no iba a desperdiciar una oportunidad como esta de probar su nuevo invento.

Con ayuda de Robbie, terminó de pulir los últimos detalles de su invento, y aunque alguien de día probarla antes de usarse Daniel no era un hombre muy ético por lo tanto días después de mucho trabajo médico tratando de salvar al pobre chico del accidente al fin tuvo la autorización para poder probar su experimento en el.

Lo llevaron en la ambulancia hasta el lugar, con ayuda de su prometida, Daniel le colocó todos los dispositivos para conectarlo. Una vez en línea se le daba la oportunidad al usuario te escoger tanto su físico como el mundo al que iría. Podría elegir desde una utopía hasta un mundo hiperrealista tal como en el que vivía antes de la accidente. Mientras Daniel parecía un loco conectando desconectando y haciendo mil cosas a la vez, Robbie  sólo lo miraba triste a veces se preguntaba dónde había quedado el hombre del que se enamoró alguna vez. 

Una vez que el joven quedó conectado, Daniel lo hizo oficial: había sido todo un éxito. Después de aquel arduo trabajo el hombre ni siquiera se preocupó por su chica, simplemente tomó sus cosas y se fue. A diferencia de Daniel, Robbie se quedó mirando las máquinas trabajar mientras se preguntaba si había sido una buena idea acudir a su novio para hacer su proyecto realidad. Ella sólo quería ayudar a las personas y hacerlo sin un fin de lucro aunque Daniel lo había arruinado.

Rendida completamente la joven que en un principio había sido alegre se dio cuenta qué subida comenzaría a descender en picada. Al llegar a casa no le quedaban ganas devolver a su tan amado hobby. Lo único que hizo fue darse un baño y tumbarse en la cama. Mirando el techo la cabeza le daba vueltas.

— Dios, es que no entiendo por qué, ¿Qué hice mal?— suspiro mientras se frotaba la cara —Joder, mi madre tenia razón... Pero no, la señorita quiso seguir con su mejor amigo—

por tercera vez en la semana Robbie se quedó dormida llorando, pensaba en lo diferente que sería su vida si hubiera escogido a otro hombre sí tan solo hubiera esperado un poco mas.

En la mañana siguiente se levantó como de costumbre se preparó de desayunar se dio un baño y salió un rumbo al trabajo. Al llegar a su oficina le sorprendió que Daniel no estaba ahí pero no le toma mucha importancia después de todo parecía estorbarle. Trabajaba en mejoras para el invento que habían hecho y también se percató de que había una larga fila de personas queriendo probar aquel servicio. Realmente no tenía muchos amigos en la empresa, así que le tocaba ver sola todo lo que sucedía. 

Y así pasaban los días las semanas hasta que un día una pequeña falla comenzó a presentarse en uno de los sistemas haciendo que claramente Daniel recurriera a su novia.

— Amor mío— dijo Daniel muy feliz —necesito que mi cerebrito me ayude es algo muy importante— se le hacía muy extraño que por primera vez le dijera algo lindo.

—Dime, ¿en qué te puedo ayudar?— la voz de la chica denotaba decepción y un poco de impaciencia —creí que tenías todo bajo control Dan—

—Lo tengo, sí, claro que lo tengo— suspiro —solo que son cosas, tú sabes, de cerebritos— le dio un brusco toque en la frente y sonrió .

—Claro—

De mala gana se levantó de la silla y llegó hacer el centro de operaciones; reviso detalladamente cada máquina, cada sistema, cada computadora, cada servidor; pero no encontró nada. La única manera de encontrar el error que se le ocurría era entrando en el sistema, no mirándolo por encima o a través de computadoras, sino literalmente entrar en el sistema. Nunca habían metido a una persona plenamente consciente dentro de los servidores, pero lo harían esta vez y claro quién mejor que la creadora para poder descubrir que era lo que sucedía dentro. 

Sin ayuda de nadie, Robbie se conectó al sistema rezando porque su incompetente novio pudiera hacer algo desde los controles. Cuando por fin entró pasó por aquel serpenteante camino entre realidades, cayó en una bastante colorida. Algo aturdida notó su alrededor volverse borroso.

Una voz la asustó, miro hacia los lados, pero captó qué era aquel guía que había diseñado para los principiantes en ese servidor. Había llegado a la parte dónde se diseñaba así misma como sólo iba a reparar una falla se escogió tal y como había llegado una vez seleccionado su nombre y su físico por fin vio el mundo en el que estaba. Ahí estaba una Robbie confundida pero asombrada de su creación fue entonces que una peculiar voz la sacó de su asombro.

—¿Eres nueva?— era una voz masculina.

—Eh, si algo— cuando se giro a verlo su sorpresa fue mayor —Tu...—

—Si bueno, creo que por fin te puedo dar las gracias— el contrario sonrió y la miro —Me gustaría saber el nombre de mi salvadora—

—Ro...Robbie— apenas pudo articular.

 Frente a ella se alzaba un chico alto de cabello medianamente largo, ojos claros y una ligera sombra oscura donde iría su barba. Lo reconoció al instante, y le devolvió la sonrisa.

—Y ¿tu? Me gustaría saber el nombre del chico al que salve— 

—Soy Joseph, un gusto— 

La joven sonrió, le habia gustado, quizá fue amor a primera vista para ella.

Y tal vez, solo tal vez, para el también.

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