Ira y Pereza

La gente alejo y un hambre se apodero de mi,  mientras el duendecillo me pedia que lo siguiera dentro de una casa, no lo pensé dos veces y le mordí el cuello, hasta comerme sus dientes, que sabían a maíz dulce, a maíz de las ferias.

Y me metí a la casa donde el señalo. La casa no tenia luz y de repente me hice tan grande entre tanta oscuridad.

Y un dolor tan intenso me sobrevino en el pecho, como si fuese un infarto.

Hasta vomitar, pariendo de mi estomago dos bebes.

Uno enorme, con gran cabeza, nariz afilada y caminando por si solo. Partiendo mis pies y escupiendo mi rostro.

Otro mas pequeño y la cara dulce, se acostó y no lo vi volver a moverse. 

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