El instituto del pueblo no era famoso por ser un edificio ostentoso ni imponente, pero sí lo era por su nuevo director, Albert Cross, quien gracias a su trayectoria en la docencia, había conseguido que aquel centro se convirtiera en uno de los más vanguardistas del mundo.

Los docentes hablan con sus alumnos y se preocupaban por ellos y es que según la filosofía del director, la escuela debía ser un refugio y un lugar seguro para todos los estudiantes, pero a partir de ese día, todo estaba a punto de cambiar y es que en cuanto Jenna y David se acercaron a la verja del instituto, una voz femenina comenzó a llamar a la chica, lo que hizo que esta se volteara para ver quién era la persona que la estaba llamando y es que se trataba de su prima Elaine.

Elaine, era una mujer joven de estatura media, atlética y con una media melena castaña, la cual siempre estaba recogida con una coleta, pero lo que caracterizaba aún más a la inspectora era un lunar que tenía en el extremo superior izquierdo de su labio, lo que según Jenna le hacía parecer una mujer misteriosa.

-¿Qué estás haciendo aquí, Elaine?- quiso saber la chica.

-Ha pasado algo- respondió sin más.

La adolescente estuvo a punto de preguntarle qué era lo que ocurría, pero antes de que pudiera hacerlo, el timbre comenzó a sonar haciendo entender que las clases estaban a punto de comenzar.

-Ya lo sabréis en la asamblea- contestó antes de entrar en el edificio.

Ambos adolescentes se quedaron mirando cómo la mujer entraba por la puerta antes de mirarse el uno al otro intentando saber a qué se refería.

-¿Crees que habrá pasado algo grave?- preguntó David.

-Tiene que haber sido algo realmente gordo para que mi prima no me cuente lo que ha pasado.

-¿Es que te cuenta todos los pasos que realiza en una investigación?

-No, pero nunca la había visto tan...desencajada.

En cuanto llegó al vestíbulo, Elaine se encontró con su compañero, Connor Simons, quien también era inspector, pero a diferencia de ella, él llevaba unos pocos años más en el cargo y conocía a todo el pueblo.

-Veo que has llegado puntual- le sonrió a su compañera.

-Me he encontrado con Jenna.

En cuanto la familia de Elaine se mudaron al pueblo, él fue el primero en darles la bienvenida y no sólo se había ganado el cariño de los tíos de Elaine, sino también de Jenna, quien le pareció una joven con un gran talento para la investigación criminal en cuanto empezó a ver su canal de true crime.

-No le habrás dicho nada, ¿verdad?- quiso saber el agente, aún sabiendo la respuesta.

En lugar de responderle, Elaine giró los ojos para hacerle entender que no era ninguna novata y que no era tan estúpida como contarle a su prima los casos en curso.

-Vale...tenemos que ir a ver al director para contarle lo que ha pasado.

No tardaron mucho en llegar al despacho de Albert Cross, quien al verles les sonríe y les invita a pasar.

-Me alegra mucho de que hayas venido, Connor- dijo el hombre al inspector con confianza.

Ambos se conocían desde el colegio y cuando Albert se graduó de la universidad y Connor de la academia, ambos terminaron volviendo a su pueblo natal donde, al encontrarse de nuevo, decidieron retomar su amistad.

-Me gustaría que algún día vinieras a charlar con los chavales para animarles a ser policías- decía mientras les daba la espalda para preparase un café.

-Tendrá que ser en otra ocasión- contestó serio.

-Entonces, ¿por qué habéis venido?- quiso saber el director un tanto confuso.

-¿Conoces a una alumna llamada Kate Hayden?

-Sí, es alumna del último año- contestó tranquilo, pero al ver los rostros de los inspectores se percató de que algo no iba bien-. ¿Le ha pasado algo?

-Se ha suicidado- respondió Elaine.