1. Bromas hirientes/Chantajear


 Las cenizas del tabaco caían en la piel melocotón sin serle demasiada molestia, tal vez un leve cosquilleo que no lo sacaba de su meditación con su nueva situación. Nuevamente tenia a un nuevo grupo de marginados que obedecían ante él, fieles perros sedientos de venganza y de imponer la anarquía que el de púas verdes deseaba crear con su orden y deseo.

Habían viajado días en busca de un echidna albino, poseedor de anillos poderosos que serían la clave para el erizo, el primer paso para armar su imperio violento y para iniciar su propia venganza con su contraparte. Oh, esperaba con ansias, tan solo eso le daba fuerzas para seguir día tras día con el grupo de delincuentes que le jodian el culo con quejas y reproches, finalmente llegando a su destino luego de varias semanas.

El costo había sido alto, difícil de pagar con tal de obtener los anillos del echidna de ojos alquitrán. Todos sabían que lo que se aproximaba seria grande, serian bien recompensados con sus esfuerzos, todos ansiaban con lograr el objetivo de Scourge, por ello seguían ciegamente al erizo verdoso, siempre besándoles los zapatos para tener aprobación de él, todos menos una zorra, dudando ya de los principio con los que Scourge había comenzado, retorciendo sus propias ideas y tratando de extorsionar los de la chica que poco a poco había perdido la confianza del líder.

- ¡Hey! – Ladro, llamando a un par que había llegado con unos cilindros metálicos - ¿Esta todo completo? ¿Lo pesaron?

- Si, Scourge, lo pesamos. Son diez litros cada uno... Levante el culo y ayúdenos – Dijo un gran gorila, dejando dos de los cilindros en una pila.

- Oh, con gusto lo haría, pero si vez que tengo manos ocupadas ¿No? – Mostró un farro de billetes siendo mostrados como un abanico, agitándolos con burla al mobiano más grande – Vamos, no me pongas esa cara de chimpancé regañado, dijiste que podías, y apostaste varios rings por ello ¿Qué acaso me jugaste al monito?

Un quejido molesto salió del hombre, torciendo los ojos antes de dar media vuelta y seguir trayendo más carga dentro de aquella guarida. Scourge se sintió satisfecho con colocar al gorila en su lugar, hubiera sido divertido hacer el reto si se hubiera tratado de velocidad, pero por peso era algo de lo que no le tomaba importancia.

Termino de contar la paga y guardo el dinero en una caja fuerte, girando el cerrojo rápido de muy mala gana, chasqueando los dientes, impaciente para que tuviese suficiente dinero para poner en marcha su plan.

Hacer tratos con el gordo Eggman del universo de su contraparte había sido una buena idea, no confiaba en ningún Robotnik, pero por eso contaba con apuñalarlo en la espalda antes de que el robusto doctor lo hiciese primero, sería un plan magnifico y una venganza aún más dulce, solo ansiaba impaciente a que eso sucediese pronto.

Vio a lo lejos de su asiento a su compañera y pareja, caminando a hurtadillas y con perfil bajo entre todo el grupo de trabajadores, pasando rápido a las espaleras para llegar a los dormitorios. Scourge sintió una leve provocación por el comportamiento cauteloso de la zorra. ¿Acaso ocultaba algo? ¿No quería verlo? Como fuese, estuviese ocultando algo o evitándolo, más era incitado a ir por ella y averiguarlo.

Corrió tan rápido que mando a volar los papeles en el sucio mueble donde estaba, llegando rápido a la habitación de la zorrita, colocándose en el marco para evitar cualquier salida de la chica que soltó un gemido exaltado al verlo.

- Hola, mami... ¿Qué pasa? ¿Asuste a la zorra en el gallinero? – Dijo con una sonrisa repugnante, pasando rápido su lengua entre sus filosos dientes.

La chica no hizo más que tomar aire profundo, obligándose a no poner mala cara a los típicos chistes y comentarios del verdoso que había sido lo menos que le hizo atraer de él.

- ... Estoy tranquila ¿En qué te ayudo? – Dijo tratando de mantener calma, colocando su mano en su cintura.

- Ooh, nena, si realmente ayudaras no estaría aquí teniendo que buscarte como un perro hambriento – Entró en la habitación, cerrando la puerta tras suyo.

- Jaja... ¿Disculpa? – Obviamente había sido molestada, posicionándose sus orejas abajo de forma hostil - ¿No he ayudado lo suficiente? ¿Qué más mierda quieres, Scourge?

- Sabes que quiero muchas cosas, pero me tiene molestando una pequeña, diminuta, estúpida cosita... - Se acercó un poco más, estando frente a la chica que no se dejó intimidar y mantuvo su mirada siempre en alto y viendo a los ojos del otro desafiante – La mierda que siempre traes de cara cada vez que te escabulles fuera de nuestras reuniones y conversaciones – Tomó el mentón de la zorra con firmeza, logrando ponerla nerviosa – Nena... Dímelo. No me hagas tener que sacártelo con una cucharilla – Acercó su rostro al de ella, sonriendo siniestramente y entrecerrando sus ojos - ¿Qué tramas?

- ¡Ja! Mira, dulzura, que paranoias traes – Se soltó al alejarse de él, viéndole despectivo con una sonrisa confiada - Qué estaría tramando... ¿Qué tan chiflada crees que estoy?

- Uh, lo suficiente para estar con este sujeto – Se señaló con el pulgar. Paseo por la habitación, aun manteniendo su mirada sobre la chica por un momento antes de detenerse en un cofre sobre el escritorio de Fiona – Y lo suficiente para verme la cara de estúpido, así que escúpelo.

Hubo un corto silencio, donde fue interrumpido cuando el erizo saco del cofre un ring... Tomándolo y viéndolo de cerca un momento.

- ¿Qué ocurre?... – Fiona trato de no sonar alterada al dejar esa pregunta, pero un pequeño tono nervioso sonó al final, traicionándola el miedo que incrementaba en ella - ¿Ya no puedo tener nada para mí?

- Para ti – Escupió con desprecio, dándose la vuelta y recostándose del escritorio – Jajaja, las zorras como tú solo deben de tener un bozal para que no se le salga mierdas como las que dices ahora – Guardó el ring en el bolsillo de su chaqueta, volviéndose a aproximar a la chica - ¿A dónde planeas ir?...

Fiona trago saliva, apretando sus puños a sus costados, ya no permaneciendo su mirada férrea ante el de ojos zafiros que la tenía en la orilla de la cama, apenas dando otro paso para hacer retroceder más a la chica, terminando en perder equilibrio y caer sentada en la cama.

- ¿Y bien?

- Dices puras estupideces, Scourge – Golpeó la cama, tratando de retomar coraje donde no lo había - ¡Necesito mucho más que un ring para escapar de este lugar! Uno solo me serviría como mínimo un sobre con cocaína.

- Jajajaja, ay maldita – Mostró una sonrisa torcida, llevándose las manos a sus bolsillos, resoplando casi con gracia por ver las excusas de la zorra que improvisaba por el miedo – Con un solo ring de estos puedes escapar fácil de este lugar... Pero no de mi... - Giró a ver la habitación - ¿Tengo que adivinar donde tienes ocultando el resto o...? ¿Podrás hacer de una buena perra y me los buscas por mí?

- ... Desgraciado... - Masculló con rabia, apretando las sabanas bajo de ella, bajando la mirada con rencor.

- Jajaja soy menos desgraciado que tu – Alzó los hombros, viéndola insignificante, siéndole en parte satisfactorio verla así de impotente. Siempre le gustaba estar sobre los demás, le era delicioso hacer lo mismo con su pareja, amaba ser así en la cama como en la vida cotidiana – Tengo curiosidad del por qué el repentino cambio. Aún recuerdo como me ayudaste a salir de la zona, aún sigo agradecido, y creo que he sido muy condescendiente contigo al permitirte estar a mi lado y darte todos los lujos que necesita una buena perra como tú.

- ¡Eres un hijo de puta irremediable! – Se levantó de golpe de la cama, enfrentándose a Scourge quien permaneció con su sonrisa fanfarrona sin inmutarse – Ignoras lo que te he dicho estos últimos meses, estas tan viciado en tu venganza que deseas completarla primero antes de siquiera ponerte de pie como un oponente digno para Sonic.

- ¡JAJAJAJAJAJA! ¿Crees que no lo soy? – Carcajeó echando la cabeza hacia atrás, observando entretenido la discusión que quería montar la chica.

- No, ni siquiera parecieras ya su contraparte, solo pareces una versión más patética de él, buscando forma y manera de demostrar lo contrario. No eres ni la mitad del erizo del que me enamore cuando decías que ibas a ser el rey del mundo.

Scourge zapateo el suelo con fuerza, silenciando de golpe a la chica que trato de retener un grito, permaneciendo su mirada molesta ante el erizo verde. Los ojos zafiros se oscurecieron, ya desapareciendo esa sonrisa que había permanecido hasta ese momento, soltando un largo suspiro, viendo la habitación antes de agitarse su cuerpo a una gran velocidad, levantando polvo y creando una pequeña ráfaga de viento, deteniéndose para mostrar en sus manos los rings que habían estado ocultos en la habitación, solo quedando de evidencia el inminente desorden que había dejado en la habitación al buscarlo con su velocidad.

- Algo en tu tono de voz suena extraño... ¿Enamorarte de mí? Ppfff ¡Jajajajajajaja! – Los anillos enredados en los dedos del erizo se desaparecieron, absorbiéndolos sin dejar uno solo – Realmente... Estas chiflada, chiflada por Sonic.

- ¿Qué? ¡Deja de decir basura! – Gruñó, erizándose su cola furiosa – Tú sabes que ya no siento nada por ese estúpido erizo patético. ¡Yo misma le patee su trasero con mucho gusto y lo haría cuantas veces fuesen con tal de matarlo!

- Jajajaja, pero aun así estas atraída aun por él. Vaya, y yo pensé que Rosy era la que estaba mal de la cabeza – Rodeó a Fiona, caminando lento, clavando su mirada en su cuerpo – No digo basura cuando digo que anhelas volver a estar con él, porque se lo que te gusta Fiona, te conozco.

- Ya quisieras conocerme en realidad, Scourge – Mostró una mueca de repudio, moviendo lento sus piernas para tratar de alejarse del erizo y con la tonta idea de escabullirse lejos de él.

- Sé muy bien quien eres. Solo yo sé que eres una maldita zorra traidora adicta al poder, tanto así para querer volver como la perra inocente de Sonic y tener toda esa ventaja que trae su fama – Sacó el celular de su chaqueta, desbloqueándolo y comenzando a teclear en la pantalla, más centrado en este que en la chica – Anda, preciosa, solo admítelo. Pídeme lo que quieras como a mí me gusta.

La chica de ojos color semejante al erizo que la mantenía acorralada no tuvo otras opciones en las que pensar. Había cambiado a un erizo por otro, creyendo que la mantendría por siempre a su lado como su reina, llena de fortuna y poder, algo que no duro por mucho tiempo para su desgracia. Ella no era lo suficientemente paciente y devota para esperar a que el plan de Scourge triunfara, deseaba tener sus segundas opciones en caso de no ser así, a pesar de que quería que eso solo fuese al lado del verdoso, no deseaba más de la humillación de vivir en las sombras y de tener que soportar al estoico erizo que solo la buscaba para desahogarse con malos tratos y sexo rudo. No se sentía merecedora de eso con todo el esfuerzo gastado.

Decidió hacer caso a lo que pedía él, pensando que lograría convencerlo de sus ideas, tal vez finalmente salir de ese agujero y buscar la manera de sacar al otro, solo tenía que usar las palabras adecuadas.

Se aproximó, llevando sus manos en un abrazo alrededor del cuello del erizo, provocando que un rostro de incertidumbre adornase el rostro de Scourge mientras ella sonreía coqueta, entregándole un beso en sus labios, algo que él otro no pudo rechazar, enredando su lengua en la de la chiquilla que trataba de seducirlo, durando un poco por la interrupción de las bajas risas del erizo que no pudo contener a causa de aquellas suplicas de besos.

- Tengo una brillante idea. Solo imagínate, mientras tú trabajas aquí arduamente, yo estaría trabajando a escondidas en Moebius, consiguiendo las esmeraldas y también las de otros universos para ti, amor. Uno por uno, solo para que tú seas el rey de todos – Sus dedos iban peinando las cortas y despeinadas púas de Scourge, apenas en crecimiento por su corte en la prisión. Scourge escuchaba atento, viendo inexpresivo a la zorra como iba contándole su plan – Solo tienes que confiar en mi cariño ¿Acaso te he dejado mal alguna vez?

- Jejeje, lo siento, no creo una basura de lo que dices – Empujó a la chica, dejándola perpleja por su respuesta grosera – Lo único que escucho son lloriqueos de una perra que ya está esperando para huir con el rabo entre las piernas apenas veas como las cosas no resultan como quieres. Pues déjame decirte, nena... Que no te iras a ningún lado a jugar a los compas con los malditos traidores de Moebius, ni siquiera te daré la oportunidad de estar en mi lista negra, cariño. Juntos salimos de esa prisión, ahora no te vas a ir dejándome con toda la mierda.

- No tengo por qué. No eres mi responsabilidad – Respondió, mirando la puerta tras Scourge.

- Ooohh... Yo creo que sí. Apenas te relacionaste conmigo, eres totalmente responsable de mí.

Mostró su celular, reproduciendo un video donde la zorra se veía infiltrarse en la prisión de la Zona y saboteaba las computadoras para liberar a los prisioneros. Pasó al siguiente vídeo, donde ella salía junto a él y robaban una base militar para tomar todas las armas. El siguiente fue de un tiroteo en un ayuntamiento, asesinando a varias personas junto al grupo de Scourge, acabando el vídeo y reproduciéndose el siguiente.

Gemidos lascivos femeninos empezaron a escucharse del aparato, mostrando la pantalla a la misma zorrita recibiendo las envestidas del erizo de forma bruta y salvaje, escuchándose los golpes que recibía su trasero magenta por la pelvis de Scourge.

- ¿De quién eres, mami? – Habló Scourge en el video.

- ¡Tuya, papi, tuya! – Desafinó junto con un gimoteo largo y adolorido - ¡Ah! ¡Dame, más! ¡Por favor!

- ¡Uhrg! Eres tan buena que pareces actriz porno – Las penetraciones aumentaron aún más, desenfocándose la cámara al ser movida y volviendo a enfocar al cambiar a la cámara frontal, mostrando a Scourge bañado en sudor con algunas mordidas en sus labios – Así se domestica a las malas perras ¿No es así, mami? – Tomó el mentón de la chica, lográndose mostrar su rostro perdido en la cámara.

- ¡Si! ¡Si! ¡Si! ¡Así es, papi! ¡Soy una perra mala! – Balbuceó, siendo arremetida a un par de envestidas más, terminando con un fuerte grito de placer, siendo tumbada contra la pared mientras el verdoso se revolcaba dentro de ella antes de salir de su coño – Aahh... Ah... Gracias, papi.

- ¿Gracias qué? ¿Crees que me basta? Eres buena para la cámara pero mala para hacer un vídeo de dos horas. ¡Levántate!

El vídeo termino, escuchándose ahora las risas del verdoso carcajeando al ver el rostro pálido de Fiona.

- Jajajajaja, ups. Se me había olvidado borrar eso. Bueno, tú decides... ¿Cuál de estos vídeos subo a la red universal? Tú decides antes de que los suba todos – Dijo egocéntrico entre risas mientras veía el ceño fruncido de la chica que gruñía irradiando furia.

- ¿¡Estas intentando chantajearme!? ¡Eres más idiota de lo que pensé! – Se acercó a pasos fuertes y rápidos, jalando la chaqueta del erizo hasta tener su rostro frente a ella - ¿Crees que puedes controlarme así? Tengo muchos más vídeos donde tu asesinas a sangre fría a gente inocente y desarmada, vídeos donde robas, torturas y rompes más de una ley, además de incluir que en uno de tus vídeos tu también sales.

- Oh, vaya, me siento alagado. Sé que soy famoso pero no tienes que idolatrarme al recolectar mis hazañas en vídeo – Burló con total narcisismo, esperando que la chica respondiera igual de molesta.

- ¡Si me quieres hundir! ¡Te hundirás conmigo! ¡Maldito! – Gruñó, viendo eufórica la aun tonta sonrisa del de verde.

- No, Fiona. Yo ya estoy hundido desde hace tiempo – Tomó las manos de la chica, apretándolas con fuerza – Tu sola te has venido al lodo conmigo...

La sonrisa del erizo se amplió más, siendo horriblemente retorcida al ver de forma siniestra a la pobre zorrita que iba perdiendo el coraje por conocer que tan poderosa eran las influencias del erizo, y sus capacidades para conseguir lo que quisiera.

- Todos en este universo y en otros me conocen, por eso me escondo en este basurero. En cambio tú, solo eres una criminal más que escapo esa noche por mera casualidad, nadie sabe de nuestra relación, menos Sonic al ver como todos me traicionaron en nuestro último encuentro. Por eso nadie tomaría importancia de ti si te llegases a aparecer en algún lado, y tú lo sabes – Jaló fuerte a la chica para pegarla a su pecho, sujetándola tras suyo al tomarla de la cintura - ¿Quién demonios eres? Solo eres una más de mis perras que fue desechada ¿A quién le importa?... En cambio... - Apretó más fuerte su agarre, acercándose a la oreja de la chica para susurrarle casi de manera seductora, sin dejar de ser terrorífico su tono de voz – Si todos ven que estuviste conmigo, sabrán que eres una amenaza y te mataran.

Estaba arruinada. Meses de planificación inútiles con tan solo saber que el erizo verde ya tenía sus manos cubiertas para cualquier daño hacia él, sobre todo contra ella. Apretó sus manos sobre el cuero del traje del chico, bajando la mirada con impotencia, sintiéndose horriblemente usada.

Había subestimado al erizo, y obviamente él había corregido ese error suyo al subestimar a cada uno de sus enemigos y aliados, su paranoia lo había convertido en un experto extorsionador y estratega, ya no permitiendo oportunidad alguna de que lo volviesen a ver la cara.

- Necesito una respuesta, nena – Susurró con un tono juguetón, haciendo irritar a la pobre chica en sus brazos – Sabes que no te voy a detener, a las únicas mujeres que oprimo son con las que no me acuesto – Acarició la espalda de la chica, tomando la atención de ella para dedicarle una mirada molesta - ¿Subo todos los vídeos?

- No... - Musitó decaída, agachando la cabeza.

- Bien, así te quiero ver – Se apartó, satisfecho con aquella respuesta – Se una buena zorra domesticada y tal vez te mantenga aun con tus joyitas y ropa de calidad.

- Si... - Apenas respondió, tratando de mantener su mirada en el suelo sin revelar dolor o signo de debilidad.

- Si, pero ahora... - Se detuvo en la puerta con mano en el picaporte, viendo tras él para ver el gesto de la zorra – Quiero que me convenzas de que eres una buena puta obediente. Te quiero en mi cuarto a las nueve con una bonita lencería, suplicándome que no te mate mientras te coja esta noche.

Fiona solo asintió decaída, ocultando su mirada con los mechones de su cabello que cubrían su rostro, siendo suficiente para el erizo y salir de la habitación, cerrándola y largarse con pasos lentos que resonaron por el pasillo. Solo esperando a que dejasen de escucharse, comenzó a llorar en voz baja, ahogando su lamento por sus decisiones que la habían arrastrado hasta ahí, hasta el borde de sentirse como una prisionera.                  

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