💔Prólogo💔
Dato curioso: Esta canción le pega más a Michael en su violentómetro, pero quería enseñárselas a ustedes porque está bien perrona.
Cuando Jeremy empezó a superar sus problemas personales creyó que lo que le esperaba de ahora en adelante era un futuro brillante y feliz, con traspiés pequeños pero siempre levantándose para seguir adelante.
Las cosas iban bien desde hace un tiempo.
El psicólogo era una ayuda maravillosa, y a pesar de sus recaídas había aprendido a no abusar de su medicación. Su padre se había vuelto a casar a sus once años, trayéndole una madrastra amorosa y un hermanastro agradable. Su vida social había aumentado un poco desde que empezó a salir con Brooke Lohst, una de las chicas más bellas de la escuela, pues sus amigos lo habían incluido a él y a Michael en el grupo tras haberse metido a clases de teatro y estar obligados a trabajar como un equipo.
Eran amigos de verdad, lo sabía porque seguían estando juntos incluso después de que Brooke y él terminaran. Ella fue comprensiva al respecto y no se guardaban rencores por nada ¿Cómo hacerlo luego de haber tenido un noviazgo tan bonito? Aun así, con todo lo bueno que tenía, ambos creían que era mejor acabarlo al estar empezando a sentir cosas por personas distintas. Ella por Rich, él por quien era su mejor amigo de la infancia.
Jeremy no había crecido muy feliz. Sin madre que le aconsejara, con un padre distraído, sin amigos más que Michael, con una depresión comiéndole las entrañas desde que tenía memoria... Pero todo sería diferente de ahora en más.
Claro, no siempre tenía las energías para mostrar su nuevo humor y hoy era un ejemplo perfecto para señalar su pésimo humor mañanero. Iban a ir con su profesora de literatura a recorrer unas cuantas universidades cercanas para considerar sus opciones. Ella les había comentado que conocerían profesores, alumnos, y ellos les expondrían sus trabajos. Sería una "experiencia de aprendizaje" cual por cierto no le serviría de mucho.
No le entusiasmaba, él ya tenía decidido estudiar algo así como diseño de videojuegos, y conociendo a los adultos... Las opciones que les ofrecerían a todos serían las típicas, como abogacía, medicina, etc. Ya saben, esos oficios detrás de un escritorio que son aburridos o muy complicados como para que su cerebro de alfeñique los comprendiera. Después de haber confundido al páncreas con el apéndice no veía mucho futuro para él siendo un doctor.
Aun así, jamás había ido a una universidad. Su hermanastro estudiaba botánica, y su novio iba a una de arte, pero no hablaban mucho al respecto más que para quejarse de los proyectos, de que no dormirían en una semana por los exámenes, y de los asquerosos baños públicos. Esta experiencia sin dudas le serviría... Pero para alimentar su lado curioso y prepararse para sufrir.
–Muy bien. Creo que ya todos han de estar muy cansados... Así que tienen una hora libre. –Anunció la señorita Sawyer. Nadie tenía las energías para gritar de alegría, así como no las tuvieron para quejarse cuando la esposa de la señorita Sawyer empezó a repartirles unas hojas y explicó a continuación.
–Estas son pruebas de personalidad. Complétenlas con las opciones rellenando completamente los círculos y entréguenmelas después. No espero que sepan qué carrera seguirán para la universidad aún, pero esto tal vez les ayude a decidir.
Jeremy se limitó a guardar silencio mientras algunos murmuraban repetidamente que estaban exhaustos. No los culpaba, habían estado recorriendo universidad tras universidad y todavía no terminaban. Ya iban por la tercera este día y no se habían detenido a descansar, por su parte podía decir que le pesaba el cuerpo y se moría por tirarse en el césped del patio de la universidad como los demás hasta que tuviesen que partir.
Todos se dispersaron por distintos sitios. Su grupo de amigos y él se dirigieron directamente al patio y se acomodaron juntos bajo un árbol que pudiese darles sombra a todos. Desde ahí podían ver la enorme institución y a varios alumnos sentados en las mesas, estudiando o charlando. Casi parecía un engañoso comercial de la tele-tienda que se repite constantemente en la publicidad después de la medianoche, prometiéndote que si llamas en ese momento obtienes beneficios como cliente y un descuento, solo para que te entreguen una mierda de producto comparado a lo que viste en la televisión.
Jeremy observó con curiosidad ¿Así se la pasaban Evan y Connor los días de semana? Pobres almas en desgracia.
–Uh... Chicos, no tengo ni idea de cómo contestar este examen. No estudié. –Murmuró Rich, golpeteando su hoja con un lapicero y una expresión de "No entiendo ni una verga". Estaba que sudaba de los nervios y trataba de espiar la hoja de Jake para copiarse.
–No tienes que estudiar para esto, Rich. Es un examen de personalidad. –Explicó Christine, completando vagamente la encuesta. Ella no se preocupaba por el resultado, ya tenía decidido que seguiría una carrera de actuación o de cine.
–¿O sea que puedo poner lo que yo quiera y aprobar? –Los ojos de Goranski se iluminaron. Michael fruncía el ceño con los dedos sobre el puente de la nariz y rezaba mascullando a Atenea, agobiado ante la estupidez de su amigo. Eso le dio gracia, el filipino no le tenía mucha paciencia a Rich cuando hacía esas preguntas ignorantes que insultaban el sentido común de cualquiera.
–Sí, Rich, pon lo que quieras, pero cállate que me desconcentras. –Se quejó Chloe. Ella sí se tomaba en serio la prueba, estaba muy dudosa sobre lo que haría en la universidad puesto que todavía se estaba debatiendo seriamente entre elegir contaduría o lanzarse de lleno y con todos los riesgos a la carrera del diseño de modas.
–Uh... No sé ustedes, pero yo no puedo responder este examen con el hambre que tengo. Mi cerebro no funciona sin energía. –Michael exageró posando su mano sobre su frente fingiendo un desmayo dramático digno de Romeo y Julieta en la escena final –Pésima actuación por cierto– y murmuró. –Necesito comer, aaaaagh.
Jeremy se rió por lo bajo junto a Brooke y Jake, y prosiguió a levantarse dispuesto a buscar algo con lo que alimentar a su bobo amigo. Por mucho que tuviese gracia verlo desfallecer lentamente no quería retrasar las pruebas de personalidad cuando tenían tanto tiempo libre por delante. –Relájate, hipotenso. Yo te traeré algo de una máquina expendedora.
Instantáneamente Michael "se recuperó" y se incorporó con una sonrisa descarada. –¡Gracias, Jeremy! Sabía que podía contar contigo.
–Sí, sí, lo que tú digas. Demonios, eres un vago. –Rió entre dientes antes de partir. Ya iba a cobrarle este favor a futuro.
La universidad era inmensa, tenía pasillos interminables, casilleros grandes, salones enormes con asientos como los que se ven en teatro y pizarras extensas en la zona baja que hasta un miope como Michael podría haber visualizado. Lo único que no revisó fueron los baños, tanto por falta de curiosidad como también por un picoso presentimiento que advertía que no le gustaría nada lo que iba a ver.
La señorita Heather había dicho que allí tenían variadas carreras, pero solo recordaba la de abogacía, maestría y psicología. Y pensar que en unos dos años él también estaría en la universidad... Y estaría junto a Michael, siendo geniales y destacando por su amor a los videojuegos entre muchas otras personas con las cuales se entenderían ¿El tatuaje serviría para impresionarlos? Esperaba que sí, o sentiría que habérselo hecho fue medianamente un malgasto de dinero.
Trató de memorizar el recorrido, estaba seguro de que vio una máquina expendedora por ahí, pero no estaba seguro del pasillo por donde fue ¿En el millonésimo quizá? Estaba tan cansado de caminar por establecimientos educativos que empezaba a perder la cuenta.
Si yo fuera una máquina expendedora ¿Dónde estaría instalada?
Agudizó sus inexistentes sentidos de explorador y eligió un pasillo al azar. La universidad sin dudas era un mundo diferente de la secundaria, pues podía admirar pinturas hechas por los estudiantes en cada pared, estampas y adornos sobre algunos casilleros, papeles de inscripciones a créditos extra y experiencias laborales. Este último le llamó la atención, en especial por aquella paradoja interminable donde te piden experiencia laboral para trabajar.
No seguiría ninguna carrera de aquel sitio, pero todo le parecía tan interesante que se distrajo lo suficientemente como para no ver por dónde iba.
Esa torpeza le costó el chocar con alguien a mitad de camino. Se ve que este seguía su ejemplo leyendo unos apuntes, pues al chocar las hojas se desperdigaron por el suelo y el chico soltó una maldición.
–Lo siento. No me fijé por dónde... –Jeremy se apresuró a disculparse, quedándose atónito cuando alzó la mirada hacia el joven.
Mierda, era de lo más lindo.
–Uh... No te preocupes, yo tampoco vi por dónde iba. –El chico le sonrió con amabilidad, agachándose para recoger las hojas. Jeremy reaccionó segundos después, ayudándole con algunas por mera educación y remordimiento al habérselas desordenado de este modo. Lo menos que podía hacer era juntarlas. En ello no evitó leer algunas, descubriendo así que ese lindo chico estaba en la carrera de psicología.
Es decir... Generalmente uno lee Sigmund Freud y ya sabe qué esperar.
–Uh... Psicología. –Murmuró, terminando de entregarle las pocas hojas que recogió. No eran tantas, pero desconocía el orden de las mismas y seguían causándole una leve curiosidad que no pudo contener. –¿Es tan interesante como dicen?
–Lo es para mí. La mente humana es todo un desafío ¿No crees? –Comentó, sonriendo ladinamente. Jeremy rogó para no verse como todo un idiota con su gesto nervioso, rubor sin disimular y sonrisa de tonto.
Joder, que era guapísimo. Tenía cabello negro ondulado tirado hacia un costado, gabardina negra sobre una camisa blanca, pantalones negros, cinturón, ojos azules fríos y directos, y un porte de elegancia y superioridad. Podría ser el hijo perdido de Keanu Reeves, hombre que por cierto fue su crush pre adolescente.
Era imposible no tener las piernas como gelatina luego de haberse topado con alguien así.
–¡T-Totalmente! Digo... No estudio eso pero... He ido al psicólogo y siempre me sorprenden.
Él ladeó la cabeza alzando una ceja. –Tú eres de medicina, supongo. Tienes cara de doctor.
¿Cara de doctor? Jeremy se anotaría eso a "Las cosas más raras que me han dicho los extraños" y luego le preguntaría a Michael al respecto ¿Tenía que sentirse halagado? Probablemente sí, pues algo le decía que sería el elogio más cercano a "Eres inteligente" que oiría.
Oh Dios, hasta se sentía tonto por tener que corregirle ese detalle. –N-No, no. No estudio aquí.
–Ah, eres uno de los estudiantes de secundaria que vino de visita ¿No? –Se le veía algo de decepción, pero tal vez solo era una idea suya. Lo único que se le cruzaba en la mente como una opción era que deseaba que fuese recurrente allí para poder matarlo más tarde por tirarle sus preciadas hojitas, no obstante n o podía sospechar de un rostro tan amable y una actitud tan apaciguada.
–Sí, uh... Soy Jeremy, Jeremy Heere.
–Yo soy Will... William, pero puedes llamarme Eric.
–¡Will! Mi segundo nombre es Will. –Inmediatamente se sintió un estúpido ¿Por qué eso sería interesante de comentar para un extraño?
Eric lejos de mostrarse extrañado, sonrió con cordialidad. –Curioso ¿No? Quizás es el destino.
Jeremy asintió sin saber qué responder a continuación. Le sudaban las manos y su cerebro se sentía como una inútil masa de carne en su cabeza que no servía para otra cosa más que para ocupar espacio y añadir peso ¿Qué demonios le ocurría? ¿La falta de sueño le quemó algunas neuronas acaso?
–Dijiste que conocías psicólogos ¿Es por los profesores?
–No, yo... Tengo depresión diagnosticada. Voy al psicólogo de vez en cuando y eso. Me ha ayudado bastante. –No le incomodaba mencionarlo, después de todo ya le habían asegurado que su condición no era algo raro, y aunque era algo complicado, muchas personas con ese diagnóstico habían salido adelante. En otras palabras: No era algo de lo cual debía avergonzarse.
–Interesante. –Eric alzó una ceja, notoriamente sorprendido. En sus ojos fulguraba interés que Jeremy decidió pasar por alto. –Voy a una de mis clases ahora ¿Quieres colarte conmigo? Puede que te resulte entretenido.
El pecoso sentía pena de decirle que no. No todos los días un chico lindo lo invitaba a una clase universitaria incluso después de que le tirara al demonio los apuntes y casi le quebrara la nariz con la frente. –Oh, este... Lo siento, tengo que volver con mis amigos.
–Es una pena. Pero... Hey, dame tu teléfono un momento.
Aquel pedido le confundió, pero no se negó y le entregó el celular. No era lo más sensato entregarle tus pertenencias a un extraño, sin embargo era un estudiante de bien ver, no podía desconfiar de un tipo así por mucho que conociera el dicho "No juzgues un libro por su portada". Además, dudaba de que algún universitario fuese tan idiota al robar algo tras haber dado su nombre ¿Sabría lo sencillo que era acusarlo con algún profesor para que tomaran cartas del asunto y lo lincharan?
Segundos después de que Eric tecleara un par de cosas, le tiró el teléfono y se empezó a alejar hacia su salón dejándolo ahí haciendo malabares con el celular para que no se le cayera luego de ese inesperado lanzamiento.
–¡O-Oye, espera! ¡¿Qué se supone que...?!
–Te hablo luego, ricitos de cobre.
Y ahí quedó Jeremy, parado como un idiota en medio de un pasillo vacío. Lo único que pudo hacer fue mirar hacia su teléfono, y sentir su cara ardiendo cual metal al rojo vivo al leer entre sus contactos "Eric ❤".
Oh por Dios, le había dado su número.
Le había dado su puto número, lo agendó con un corazón y le dijo "ricitos de cobre" ¿Qué se supone que debería pensar ante eso? No le desagradaba la insinuación como pasaba normalmente, el tipo era guapo y a juzgar por las anotaciones de datos en sus apuntes era de primer año, así que solo era un par de años mayor.
¿Tendría que darle chance? Michael no parecía que se la fuese a dar a él, y Eric era atrayente, tal vez no era mala idea.
Jesucristo, tenía que contarle a sus amigos sobre esto ya mismo.
. . .
Resulta ser que no les contó a sus amigos nada sobre lo que pasó con Eric.
Créanle a Jeremy cuando dice que intentó hacerlo. Es solo que no encontró el momento adecuado, y por ciertas preguntas que lanzó indirectamente a sus amigos no creía que la edad de Eric les hiciera mucha gracia.
–Entonces... ¿Realmente sabes tocarla? –Jeremy preguntaba, curioseando la guitarra acústica de su acompañante al igual que un niño que acaba de descubrir algo. Él nunca había tocado algún instrumento en su vida aparte del aflauta dulce en tercer año de primario y un triángulo, así que de cierto modo le parecía divertido hacer vibrar las cuerdas del instrumento, a pesar de que no estaba logrando tocar ninguna canción.
–Era de un primo de mi padre. –Explicó, aparentemente tranquilo con que su cita jugueteara con su guitarra.
Es que le parecía demasiado tierno ver a Jeremy concentrado en ella, apoyándola sobre su regazo como haría con una persona pequeña. La poca efectividad de sus dedos en las cuerdas, fallando por hacer alguna melodía, le hacían pensar en un niño inexperto.
Eric adoraba la inexperiencia ajena.
–Mira, su firma está en el reverso. –Indicó, a lo cual el pecoso alcanzó a leer "Earl Hunterson" en letra cursiva.
–¿Él te la obsequió? –Pensar en ello como algo emotivo de su parte para apoyarlo con sus hobbies le calentó el corazón, pero entonces su acompañante bufó molesto y con ello esfumó las nubes de esa fantasía.
–Bueno, más bien la desechó cuando su esposa lo dejó. –Negó con la cabeza, como decepcionado. –Earl insistía en dedicarse a la música en vez de seguir con nuestro linaje familiar, y no le fue muy bien.
Jeremy alzó su mirada con curiosidad ante aquellas palabras, devolviendo la guitarra a Eric. No evitaba pensar que esa forma de expresarse era la misma que usaría alguien de la edad de sus abuelos. –¿Linaje familiar? ¿Todos ustedes siguen la misma profesión?
Eric soltó una risa divertida a la vez que se colocaba la guitarra y ajustaba la correa, probando la entonación de las cuerdas. –No todos somos psicólogos si a eso te refieres. Simplemente todos nos dedicamos a la medicina y a la salud física o mental. Mi abuelo era cardiólogo, mi madre es neuróloga, casualmente mi padre resultó ser ginecóloga... Y yo seré psicólogo, como puedes ver.
–Oh. –Se limitó a soltar, un poco incómodo. Ahora mismo recordaba cuando Eric le confundió con un estudiante de medicina y se vio entusiasmado por ello. Le desalentaba imaginar que ese detalle lo molestaba. –Debe ser triste que tu familia no apoye lo que quieres hacer. –Murmuró por lo bajo, sin esperar que Eric dejase su labor para mirarle de reojo.
Incluso siendo Jeremy alguien que recibía todo el apoyo de su familia y amigos para todo lo que se propusiera, entendía perfectamente que no todos contaban con la misma suerte y debían resignarse a ver sus sueños hechos pedazos bajo el poderoso pie de la economía.
–Créeme, Earl dependía de su mujer para pagar las cuentas, y ella solo era una camarera. No me sorprende que lo haya dejado. –Se alzó de hombros sin interés alguno, haciendo sonar un par de notas musicales más para luego sonreír con autosuficiencia. –Era un abusivo asqueroso... Además la conquistó con una canción que ni siquiera escribió él. –Se quejó sin demostrar mucho fastidio, empezando a repetir una misma melodía rápida, pero notoriamente romántica.
El pecoso alzó una ceja y esbozó una sonrisa encantada cuando la música llegó a sus oídos. –¿Y quién la escribió?
–Tu servidor aquí presente, ricitos de cobre. –Respondió él galantemente, apenas acercándose para asegurarse de que notara su gesto pícaro al guiñarle un ojo. Y sí, Jeremy notó eso y de paso se ruborizó un poco. –Pero no la toqué antes, porque me dije que no lo haría hasta que conociera a alguien especial. Nunca había tenido la oportunidad de cantársela a nadie... Hasta ahora.
Jeremy sintió que el corazón le retumbaba hasta el cuello y que sus manos sudaban. Oh por... ¿Esto iba en serio? ¿Eric quería cantarle una canción tan especial como esa a él? –¿Ahora?
–Pensé... Que en el futuro en que tenga una familia, podría volvérsela a cantar y todo tendría sentido. Y... Lo cierto es que he conocido a muchas personas antes, pero creo que eres diferente, Jeremy. –Le sonrió dulcemente, solo eso bastó para desmoronarlo en aquel instante y apretarle el pecho con un extraño tipo de dolor. Mierda, quería llorar. –Eres algo nuevo para mí. Estás fuera de este mundo. Eres tan fresco, tan peculiar... Estoy seguro de que no me arrepentiré de volverte a cantar esto en el futuro.
Jeremy le escuchó carraspear la garganta antes de continuar, entornando su atención hacia las cuerdas de la guitarra para cambiar el rumbo de la melodía.
Se sintió en las nubes, incapaz de poder soltar palabra. Salir con Eric era todo un sueño y no llevaba tanto tiempo haciéndolo ¿Cómo es que este chico era tan maravilloso? Era lindo, caballeroso, detallista, inteligente, cursi... Era casi perfecto.
Casi... Él no es...
Interrumpió sus propios pensamientos negando con la cabeza y auto-regañándose. No valía la pena seguirse lamentando por un amor unilateral que no llegaba a ser algo más que eso, no podía seguir esperando por alguien que lo veía como solo un amigo ¡No tenía que sentirse culpable! Debía seguir, tenía que dejarse llevar por la atracción magnética sobrenatural de Eric, lo que a su parecer era bastante fácil de hacer. No retrocedería, no después de lo mucho que le costó acudir a las primeras citas por aquel remordimiento comiéndolo por dentro.
Él podía superarlo. Podía dejar a Michael enterrado en su corazón si se dejaba embriagar por aquella melodía y por la atrayente y masculina voz que entonaba su canción, casi como un tritón.
–¿Recuerdas cuando tenía la cara afeitada? Antes, en nuestros viejos tiempos ¿Cuándo apenas nos atrevíamos a besarnos? Tenía mi guitarra, y tú tenías tu cosa propia. Aunque no recuerdo qué era. –Cantaba sin desafinar, mirándole a él cuando no necesitaba pensar tanto en lo que sus dedos hacían. –Te escribía canciones de amor y te gustaba esa triste ¡Y yo la tocaba todo el tiempo! –Fingió confusión por un instante, para luego dirigirle una mirada juguetona. –¿Cómo era esa línea? Algo sobre la luz del sol. La cantaba todas las noches. –Se detuvo. Jeremy pensó que quizá necesitaba afinar las cuerdas de la guitarra, no obstante Eric empezó a tocar de nuevo. –Donde el sol no brille... No, ese no era... Cuando el sol no brille... ¿Cuál era, bebé?
Jeremy parpadeó por reacción. La perfecta y espontánea voz de Eric había conseguido idiotizarlo por lo menos unos diez segundos después de que él dejase de cantar para preguntarle aquello.
–U-Uh... Yo...
El mayor se rió con simpleza. –Descuida. Solo trata de cantarla conmigo ¿Listo?
El de rizos asintió estando más tranquilo, decidiendo ponerse atento a la letra. –Hasta que el sol no brille... –La voz de Jeremy era un murmullo a su lado, pero Eric seguía mirándole de vez en cuándo con paciencia y cariño para indicarle que lo hacía perfecto. –Seguirás siendo mío.
–¡Así es! –Él soltó enérgico, volviendo a su solo. –Hombre ¿Eso fue un remolino? Están pasando muchas cosas y la gran mayoría de estas a mí. Hemos recorrido un largo camino, sin arrepentirse ahora, bebé ¡Eres mi familia!
Jeremy atinó a cubrir su cara hasta sus ojos, sintiendo cómo sus manos se calentaban al tocar sus mejillas rojas. No estaba nada acostumbrado a los halagos todavía ¡Menos si eran serenatas de tu amante! Esto era demasiado. Eric era más dulce de lo que podía soportar.
–Ahora prométeme. Hasta el fin de los tiempos, estos lazos que nos unen... ¡Canta, cariño!
Con la indicación dada y la letra sabida, Jeremy trató de empujar su voz temblorosa hacia afuera, entonando dulcemente el final. –Hasta que el sol no brille... Seguirás siendo mío...
Eric continuó, cada vez más lento y distraído de la guitarra. –Mío... Mmmhh, mío... Mío.
Y con ese acorde llegó todo a su fin, dejando a un Eric muy sorprendido observando a su pecoso novio, el cual internamente se preguntaba muerto de nervios si esa mirada significaba algo malo o bueno.
–No sabía que tenías una voz tan...
Jeremy se adelantó, mirando hacia abajo con vergüenza. –Lo sé. Trato de mejorar para hacer musicales con Christine pero...
–Tan bonita.
Su mirada se volvió a levantar, encontrándose con el guitarrista frente a él. Había bajado de aquella pared destruida, quedando perfectamente a su altura y quizá un poco más arriba.
Jeremy casi muere. Todavía no podía creer lo alto que era este tipo y cómo el más simple halago lo dejaba aturdido.
–¿Lo dices en serio?
–Tienes una voz muy dulce y suave, Jeremy. Me gusta eso en los chicos.
En ese momento nació en él una pizca de incomodidad. No por el elogio, sino por lo último mencionado.
No sabía con exactitud si Eric era gay y salía solo con "ciertos" chicos que no eran de su tipo.
Tal vez debía mencionarlo.
–Uh... Eric, sobre eso... Hay algo que no te dije. Y creo que deberías saberlo si vamos a salir. –El mayor alzó una ceja y se quedó en silencio. –Verás, yo antes no me... B-Bueno, no me llamaba Jeremy y no me veía así, yo...
El dedo índice ajeno se posó en sus labios, acallando sus palabras y volviendo a acelerar su corazón ante esa sonrisa enternecida.
–Eres Jeremy y eso es lo único que me importa ¿De acuerdo?
Con el corazón en la garganta casi estallando de felicidad, Jeremy asintió suavemente y respondió efusivamente el beso que Eric le dió, abrazándose fuertemente a sus hombros.
Jeremy pensó que no habría podido tener una quinta cita más hermosa que aquella, y que no dió un beso más maravilloso que ese, ignorando que su celular vibraba entre el tono de llamada que había asignado a Michael.
Pensó que podría ser muy feliz, pensó que finalmente amaba y era amado.
Como siempre, estaba equivocado.
Lamento haberme tardado en editar este capítulo :( Pero... ¡Finalmente está listo! Y espero poder actualizar pronto, aunque no creo que sea en estos días 👀 será mi cumpleaños el martes, y estaré ocupada con eso y las tareas.
De todos modos veré cómo actualizar pronto 💕 Gracias por esperar, los amo.
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