Capítulo 9
A pesar de la oscuridad nocturna, vio la amplia puerta del balcón de la habitación de Keldarion abierta.
¡Por fin! Pensó Dior con una sonrisa y su mente trabajando para planificar su próximo movimiento. Había observado el palacio durante varios días, intentando salirse con la suya, pero la seguridad del gran edificio era mucho más fuerte que antes. Los guardias estaban por todas partes y todos los accesos estaban cerrados.
Pero mi larga espera ha valido la pena. Finalmente han bajado la guardia.
Sujetando la rama que tenía encima, Dior se lanzó al siguiente árbol hasta llegar al abedul que estaba cerca del balcón de Keldarion. Aterrizó en el suelo de mármol sin hacer ruido y se agazapó, esperando para ver si había alertado a alguien.
No pasó nada, así que se acercó a la puerta con cautela. La habitación estaba a oscuras, pero pudo ver a los dos príncipes en la cama.
¡El pequeño Legolas está aquí también! Dior casi se rio en voz alta, sin creerse su buena suerte. ¡Los hijos de Thranduil en la misma habitación! ¡Esto hace mi trabajo más fácil! ¡Los mataré a ambos a la vez!
Y por fin entró en acción. Desenvainó su espada y se acercó a la cama sigilosamente. Los dos príncipes del Bosque Negro dormían tan profundamente que no percibían su presencia. Al llegar al lado de la cama, Dior miró a sus primos más jóvenes y se burló:
"Me lo he pasado muy bien haciéndoles sangrar. Ahora es el momento de morir –Dior levantó la espada sobre su cabeza, preparado para cortarles el cuello a la vez-. Hasta la vista, primos. Divertíos en Mandos. Pronto os enviaré a vuestro padre."
"No lo creo."
Dior se dio la vuelta al instante, en estado de shock. Sus ojos se abrieron como platos al ver a Thranduil emerger del rincón más oscuro de la gran sala.
El rey del Bosque Negro había estado allí sentado durante horas, esperando la inminente llegada de Dior. Había sido consciente de su aterrizaje en el balcón gracias a sus agudos sentidos, asegurándose de ocultar su propia presencia.
Dior se quedó en silencio por un momento.
¡Una trampa! ¡Y he caído fácilmente en ella! Se reprendió a sí mismo. Luego recuperó poco a poco la compostura y le envió al rey una sonrisa torcida.
"Bueno, nos encontramos de nuevo... querido tío."
Thranduil estaba rígido.
"No soy el tío de nadie, y menos de un pedazo de basura como tú" –respondió Thranduil en voz baja, desenvainando su propia espada.
Dior no pudo evitar tragar saliva con nerviosismo. Había entrenado mucho con la espada desde que se había unido a los mercenarios, pero sabía que no podía competir con Keldarion, y mucho menos con el mismo rey del Bosque Negro. Thranduil era un héroe de la Primera Guerra y tenía que haber una razón para que sobreviviera ileso cuando nadie más de su familia lo hizo.
"¿Estás seguro de esto, viejo rey? –preguntó Dior, aparentando valentía-. ¿Estás ansioso por cruzar la espada con alguien más joven que tú?"
"El hecho de que seas más joven no significa que no puedas ser más fuerte o más inteligente" –Thranduil sonrió al decir esto, pero la sonrisa no llegó a sus ojos. Empuñaba su espada con firmeza, manteniendo la calma.
"¿De verdad quieres luchar aquí? Puede que matemos a los mocosos en el proceso, aunque no me opongo a ello."
"Estoy muy por delante de ti, muchacho –respondió Thranduil sarcásticamente antes de llamar-. ¡Linden!"
Casi al instante, la puerta se abrió y Linden y varios guerreros del Bosque Negro entraron con espadas y escudos. Sin perder tiempo se colocaron entre Dior y los hijos de Thranduil. Incluso dos de ellos se colocaron en la puerta del balcón, eliminando por completo cualquier posibilidad de escape por parte de Dior. Ahora los príncipes estaban protegidos y Dior no tenía por dónde huir.
Los ojos de Dior se estrecharon.
"Así que esto es una trampa. ¡Me atrajiste con tus hijos como cebo!" –escupió.
"¿Sorprendido? –Thranduil alzó una ceja-. No eres el único que puede hacer planes de este tipo, Dior. También puede hacerlo un padre cuyos hijos han estado a punto de morir a manos de un asesino demente. Y este padre no te dejará ir. ¡Prepárate! Todo acabará esta noche."
Dior resopló.
"¡Si tú lo dices, viejo rey!" –luego, con un grito, levantó la espada y cargó.
Thranduil lo esquivó hábilmente, impasible. Se puso a la defensiva y dejó atacar a Dior, estudiando los movimientos del elfo más joven y buscando puntos débiles.
Dior, por su parte, estaba disfrutando de la batalla y se rio con ganas cuando Thranduil tuvo que dar un paso atrás al bloquear un poderoso golpe.
"¡No eres tan fuerte como crees! –se burló, balanceando su espada hacia la cabeza de Thranduil-. ¡Ríndete!"
Thranduil se agachó y rodó por el suelo alejándose un poco antes de recuperar la posición. Miró hacia la cama y vio que Legolas y Keldarion se habían despertado con el escándalo. Ambos príncipes estaban abrazados mientras observaban a su padre, incrédulos.
Thranduil tuvo que sonreír al ver sus expresiones aturdidas. Volviéndose hacia Dior gritó:
"¡Nunca!"
Y entonces, el rey cambió su táctica. Pasó de estar a la defensiva a atacar agresivamente. Su vieja espada zumbó maravillosamente cuando la hizo girar sobre su cabeza en dirección al cuello de Dior. Sorprendido por el movimiento repentino, reaccionó demasiado lento y la hoja de Thranduil le hizo un corte en el hombro izquierdo.
Con un grito cayó torpemente al suelo, pero se recompuso rápidamente y se enfrentó a Thranduil una vez más. Pero el rey ya se había movido otra vez y rozó el muslo derecho de Dior. El joven elfo tropezó y cayó de rodillas, con un grito de agonía.
Intentó levantarse otra vez pero Thranduil ni siquiera se lo permitió, apuñalándolo en el estómago. A continuación, lo tiró sobre su espalda con una fuerte patada en la cabeza. Dior se quedó retorciéndose y gimiendo de dolor en el suelo. Intentó alzar su espada, pero Thranduil le pisó la mano, haciendo que la soltara.
Tras alejar la espada de Dior de una patada, Thranduil dijo:
"¿Sabes cuál es tu problema? Que no eres tan inteligente como crees."
Colocando la punta de la espada contra la garganta de Dior, Thranduil hizo más presión. Dior se encogió cuando la sangre fresca brotó de su carne desgarrada.
"Por mi pueblo y por mis hijos, no te daré una muerte fácil –continuó Thranduil con el rostro sombrío-. Te sentencio a morir desangrado en las mazmorras. También se te dará una copa de veneno como el que me diste. Es tu decisión de qué forma vas a morir. Sea como sea, tu tiempo en Arda ha llegado a su fin."
Dior lo miró, pero no dijo nada. Sabía que había perdido.
"¡Lleváoslo y limpiad este desastre!" –ordenó Thranduil.
Mientras los guerreros del Bosque Negro obedecían, Thranduil se dirigió hacia sus hijos. Keldarion y Legolas seguían mirando a su padre, sorprendidos por lo que acababa de pasar. Ni siquiera fueron conscientes de cuando se llevaron a Dior. Sonriéndoles mientras le entregaba su espada a Linde, Thranduil les preguntó.
"¿Estáis bien, chicos?"
Con la boca y los ojos muy abiertos, Legolas asintió, sin habla. Su rostro seguía de color grisáceo y los pequeños cortes que llenaban su cuerpo no estaban completamente curados, pero por lo demás iba a estar bien.
Keldarion sonrió débilmente.
"Estaremos bien, padre. Pero me debes un espejo nuevo" –bromeó, señalando el gran espejo hecho pedazos.
Thranduil se rio, se sentó en la cama y abrazó a sus hijos con fuerza.
"Ya se ha acabado, hijos míos. Se ha acabado –dijo-. Dior no os molestará más, lo juro."
Y esta vez Legolas creyó completamente en sus palabras.
*************************
Legolas estaba increíblemente molesto. Estaba sentado en la bañera de su habitación, sumergido hasta el pecho, mientras su padre le ayudaba a lavar la sangre y suciedad de su cabello que llevaban allí desde el día que lo habían traído al palacio.
"No puedo creerlo –se quejó el príncipe, mirando las burbujas que flotaban en el agua-. ¡No soy un niño! ¡No necesito que mi padre me lave el pelo!"
Keldarion, que estaba observando desde el sofá en el otro lado de la habitación soltó una carcajada. Luego hizo una mueca.
"Urgh, eso no fue una buena idea –gimió, agarrándose el pecho-. ¡Recordadme que no me ría durante otra semana!"
Thranduil se rio entre dietes y cogió más champú para lavarle el pelo a Legolas.
"Ya no eres un niño, Legolas, pero eres mi hijo. Además, seguro que no puedes hacerlo con las manos heridas. Y a decir verdad no soporto más el olor. ¡Tu pelo apesta!"
Legolas abrió los ojos como platos y se dio la vuelta para mirar a su padre.
"¡No lo hace!"
"Ya no, antes sí –dijo Thranduil, girándole la cabeza otra vez hacia adelante-. Todos esos excrementos de murciélago y la arena y... y la sangre..."
Cuando la voz de Thranduil se desvaneció, Legolas se giró una vez más y vio la mirada sombría en los ojos de su padre, así que le apretó la mano.
"Padre, no le des más vueltas. Como dijiste, ya todo pasó. Dior está muerto ¡y Kel y yo volveremos a las andadas como siempre!"
"¡Estoy de acuerdo!" –anunció Keldarion, sonriendo ampliamente.
Thranduil sonrió ante eso.
"¡Claro que sí!"
Dior había muerto en su celda a la mañana siguiente de ser apresado. Parecía que a opción de morir desangrado le resultó insoportable, por lo que se tomó la copa de veneno que estaba junto a la puerta de su celda con el deseo de una muerte rápida. Lo que no tuvo en cuenta era que el veneno era tan cruel o más que la otra opción. Al igual que Thranduil esa noche, Dior había tosido sangre sin cesar. Habían encontrado su cuerpo casi flotando en su propia sangre, con la boca y los ojos abiertos.
A pesar de todo, Dior tenía razón en algo, reflexionó Legolas. La venganza es dulce.
"¡Ay Elbereth y todas las estrellas!" –gritó Thranduil detrás de él, consternado.
Legolas se sobresaltó.
"¿Qué? ¿Qué pasa, padre?"
Keldarion había dado un salto y se precipitó hacia ellos. Le echó un vistazo al pelo de Legolas, se quedó sin habla y entonces se dobló soltando una carcajada histérica.
"¿Qué? –volvió a preguntar Legolas, frenético, mirando a su hermano que se estaba quedando rojo de tanto reírse-. ¿Pasa algo malo con tu cerebro, Kel?"
Keldarion se rio todavía más fuerte, por lo que solo quedó Thranduil para explicarle la situación a su hijo menor.
"Bueno... eh... creo que he cometido un pequeño error."
"¿Qué error? ¿De qué estás hablando?" –Legolas frunció el ceño mientras Keldarion se dejaba caer al suelo sin dejar de reírse.
"Creo que cogí... la botella de champú equivocada" –contestó Thranduil, bastante disgustado.
"¿Qué quieres decir? Puse la botella justo ahí –Legolas señaló la mesta que había cerca de su armario, donde seguía estando la botella. Sus ojos se estrecharon al instante-. Si nos has usado esa botella, ¿cuál estás usando...?"
Thranduil le enseñó la botella que tenía en la mano.
"Err... ¿esta?"
"¿De dónde la has sacado?" –dijo Legolas, temiendo la respuesta.
"De la mesa de al lado" –respondió Thranduil, a punto de huir.
Legolas abrió los ojos como platos.
"¡¿De la mesa de noche?! Pero eso es..."
Allí era donde había guardado la botella de tinte de henna responsable de dejar el cabello de su padre de color rojo hacía unas semanas. Había pensado en tirarlo a la basura pero se había olvidado.
Hasta hoy. Y ahora era su turno.
"¡PADRE!" –gritó Legolas. Se tocó la cabeza frenéticamente y sus dedos salieron todos... rojos.
Thranduil ya estaba en la puerta.
"Le diré a los criados que traigan un poco de limón para quitar el... err... ¡color!"
"¡No! ¡Vuelve aquí! ¡No puedes dejarlo así!" –Legolas empezó a salir de la bañera pero luego se dio cuenta de que estaba desnudo, así que volvió a sentarse y miró haca la puerta. El rey del Bosque Negro había huido con éxito de la escena.
Maldiciendo sin descanso, Legolas se giró hacia Keldarion que seguía sin poder parar de reír.
"Estás disfrutando de esto, ¿no?"
"¡Por supuesto!" –respondió Keldarion entre jadeos.
Maldiciendo y despotricando, Legolas cogió la botella y lanzó el contenido sobre la cabeza de Keldarion.
"¡Ja! ¡Ahora estamos iguales!"
"¡Por qué tú...! –farfulló Keldarion, frotando la mancha a toda prisa-. ¡Esto es la guerra, hermano!"
El agua de la bañera salpicó por todos lados mientras los dos hermanos intentaban asfixiarse el uno al otro. Con toda la emoción habían conseguido olvidarse por un momento de sus heridas y del color rojo de su pelo. Pero algo estaba claro, nunca olvidarían a la persona que los había desangrado casi hasta la muerte.
Pero por ahora disfrutarían de sus travesuras habituales.
Otra historia que se termina, queridos lectores. Aplausos por la muerte de Dior :) Thranduil se enfadó como es debido. Muchas gracias por todos los comentarios y a todos los que han leído. Pronto tendremos nueva historia.
Próximamente: Humanos Desagradecidos - Legolas y la pandilla se gastan bromas unos a otros. Pero cuando los humanos entran en escena, está claro que alguien acabará gravemente herido.
¡Hasta la próxima! :)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top