Capítulo 7


Keldarion gritó de dolor cuando cayó contra la roca sobre la que estaba Legolas por la fuerza del impacto y extendió la mano para no perder el equilibrio, sujetándose de la mano sangrante de su hermano. Legolas le devolvió la mirada, aterrado y consternado. Repentinamente sin fuerzas, Keldarion se deslizó al suelo lentamente.

"L... Legolas..."

"¡¡No!! ¡Kel! –gritó Legolas a través de la mordaza cuando se le escaparon los dedos de su hermano-. ¡KEL!"

El príncipe mayor se dejó caer al suelo boca abajo con un gruñido, con la flecha todavía encajada en el pecho.

"¡Te tengo! –entonces apareció Dior, sonriendo alegremente. Se quedó mirando el cuerpo tendido de Keldarion con satisfacción antes de exclamar-. ¡Ahí tienes, príncipe! ¡He ganado esta ronda!"

"Todavía... no... demonio..." –dijo Keldarion débilmente. Con mucha dificultad se puso en pie para hacerle frente al elfo sonriente, pero al ver esto, Dior se inclinó para agarrar la flecha y la sacó de la espalda de Keldarion de un tirón.

El grito agónico del príncipe se escuchó por toda la caverna mientras caía una vez más. Legolas se encogió al escucharlo, sollozando al ser testigo del sufrimiento de su hermano. Lo siento, Kel. Si te hubiera escuchado no nos habríamos visto metidos en esto. Lo siento mucho...

Dior se rio al ver las lágrimas de Legolas.

"Oh, qué bebé –canturreó el elfo. Entonces se inclinó cerca de la cara de Legolas y contempló las lágrimas con interés-. Me pregunto a qué saben."

Luego, para horror de Legolas, Dior sacó la lengua y lamió su ensangrentada mejilla. Legolas intentó alejarse, pero Dior tenía su barbilla bien sujeta.

"Hmm, salado –murmuraba Dior-. Pero tu sangre sabe tan dulce."

"Aléjate de él... quienquiera que seas..." –Keldarion estaba en el suelo pero seguía consciente. Había cogido su espada sin hacer ruido e intentó levantarla para enfrentarse a él otra vez.

Dior soltó a Legolas y volvió a centrarse en Keldarion.

"¿No me reconoces, primo?"

Keldarion entrecerró los ojos. Este elfo no se parecía en nada al Dior que recordaba, sobre todo por la oreja cortada y la cicatriz en su rostro. Sin embargo, no se sorprendió al averiguar que se trataba de él.

"Dior" –logró decir con los dientes apretados.

"¡Oh! ¡Me reconoces! Bien. ¡Eso hace mi trabajo más fácil! –Dior bajó la mirada hacia la mano con la que Keldarion sostenía su espada y se burló-. Ahora terminaré lo que hemos empezado."

Sin previo aviso, sacó su daga y apuñaló la muñeca del príncipe. Debilitado por el dolor y la pérdida de sangre, Keldarion no pudo evitarlo, así que gritó y perdió el agarre sobre su espada.

Eso hizo que Dior se riera aún más. Le dio una patada a la espada del príncipe, alejándola unos metros y entonces puso la punta de su daga contra el cuello de Keldarion.

"¿Sabes cómo se siente morir desangrado?" –preguntó, apretando más la daga.

Keldarion no se atrevió a responder al notar la daga cortándole la piel. Sobre la roca, Legolas protestaba intentando evitar lo que Dior estaba a punto de hacerle a su hermano mayor. La expresión de Dior cambió de repente.

"¡Oh, me encantaría matarlos a los dos de inmediato! –clamó-. Pero falta alguien; vuestro padre –se enderezó y miró a los dos hermanos-. Lo traeré, ¡y así podréis ver morir a los demás!"

"¡No te atrevas...!" –gruñó Keldarion. Alejando la daga que seguía contra su cuello, el príncipe se lanzó a por su primo, pero Dior se alejó un paso antes de propinarle una patada.

"¡Kel!" –Legolas vio con consternación cómo su hermano aterrizó de espaldas por la fuerza del golpe y luego se quedó completamente inmóvil.

Con la mirada fija en el príncipe inconsciente a sus pies, Dior negó con la cabeza.

"¿Por qué no te rindes de una vez?"

Tras coger un rollo de cuerda de su mochila, Dior se inclinó y ató las manos de Keldarion a su espalda. Legolas todavía seguía murmurando incoherencias. Dior volvió a sonreír.

"No te preocupes, pequeño. Tu hermano sigue vivo, aunque no por mucho tiempo. Recemos para que tu padre llegue antes de que pase a Mandos" –con eso, Dior recogió su mochila y la espada de Keldarion. Luego se dio la vuelta y se metió en el túnel... dejando a los dos príncipes del Bosque Negro desangrándose.

"¡¿Cómo que no está en su habitación?!" –gritó Thranduil, enfurecido.

Los dos guerreros que habían estado vigilando a Keldarion tragaron saliva y se removieron inquietos bajo la mirada de su rey.

"Acabamos de descubrirlo, mi señor –explicó uno de ellos-. El príncipe Keldarion ha desaparecido y se ha llevado su espada. Creemos que se fue por voluntad propia ya que no vimos señales de lucha en su habitación."

Los dos guardias se habían quedado atónitos al descubrir que el príncipe heredero se había escapado al bosque a través de su balcón. Se dieron cuenta cuando entraron para comunicarle que Estrella Roja, el caballo de Legolas, había encontrado el camino a casa para sorpresa de todo el mundo.

"Y encontramos esta nota sobre su almohada, mi señor" –dijo el guardia, dándole el pergamino al rey.

Thranduil cogió la nota y la leyó, notando crecer su temor con cada palabra que leía.

"¡Ay, Elbereth! ¡Ha ido a rescatar a su hermano!"

El rey miró a Linden que estaba a su lado y vio el mismo horror que sentía reflejado en los ojos de su comandante.

"Pensaba que Legolas era un cabezota –dijo Thranduil con la voz temblorosa-. ¡Pero mi hijo mayor es aún peor! ¡Valar! ¿Por qué nadie lo vio salir?"

"Porque nadie esperaba que se comportara como su hermano, mi señor –respondió Linden, releyendo la nota-. Aunque al menos nos dejó algo con lo que seguirle."

Legolas pensó que llevaba bastante tiempo inconsciente, porque lo siguiente que vio fue la cara de Keldarion sobre él.

"¿Legolas?" –lo llamó el príncipe mayor en voz baja mientras lo miraba con tristeza, consternado al ver toda la sangre que cubría el cuerpo inerte de Legolas.

Gimiendo, Legolas intentó responder, pero no podía. Miró con temor la herida que todavía sangraba en el pecho de Keldarion y la herida en su cabeza tampoco se veía bien. Apoyado con fuerza contra la roca, Keldarion se tambaleó al perder rápidamente sus fuerzas, con el rostro pálido y demacrado. Legolas no tenía ni idea de cómo había logrado levantarse y llegar a donde estaba.

Con movimientos obstaculizados por el dolor, Keldarion se inclinó y le quitó la mordaza.

"No te preocupes... enano. Voy a... liberarte."

Legolas respiró profundamente al tener la boca libre.

"¿C... cómo... te soltaste?" –preguntó con la voz tomada.

Keldarion sonrió débilmente.

"La daga... en mi bota" –dijo mostrándole la cuchilla a su hermano.

"Bien... por ti –respondió Legolas, sonriendo. Entonces su expresión se desmoronó cuando empezó a llorar seriamente-. L... lo siento, Kel... de... debería haberte escuchado..."

"Déjalo, enano... no es tu culpa –lo calmó Keldarion, secándole las lágrimas-. Yo... lo siento, también. No debería haberme descuidado al venir. Ahora... te soltaré... y volveremos a casa."

"¿Crees... que padre querrá matarnos?"

"¿Apostamos? –Keldarion sonrió débilmente cuando empezó a cortar la cuerda de la muñeca derecha de Legolas. No era una tarea fácil con la herida de arma blanca en la mano izquierda y la grave lesión en el pecho, pero ignoró la agonía. Frunció el ceño con disgusto al ver las pequeñas marcas sangrantes por todo el cuerpo de su hermano-. ¿Qué te hizo... exactamente? –preguntó, apretando los dientes de furia.

Con la voz entrecortada, Legolas le contó su horrible experiencia a merced de su primo. Keldarion podía sentir cómo temblaba todavía por el miedo.

"Lo peor fueron los murciélagos... -dijo Legolas mientras Keldarion se movía lentamente como un anciano hasta los pies atados de su hermano-. Pensé... que iban a comerme vivo."

Keldarion miró hacia el techo, vio a los mamíferos voladores y no pudo evitar estremecerse. Pensaba que no podía estar más enojado, pero podía. Dior no solo era cruel, estaba loco. El príncipe mayor miró la gran cantidad de sangre que había perdido su hermano. No solo estaba loco, ¡era la maldad personificada!

Cuando Legolas estuvo completamente libre, los dos hermanos se encontraron con otro problema; cómo bajar a Legolas de la roca sin que ambos se estrellaran contra el suelo.

"Me siento tan débil..." –gimió Legolas mientras abría y cerraba los puños, intentando recuperar la sensibilidad.

"Lo mismo digo –respondió Keldarion, envolviendo un brazo bajo los hombros de Legolas para ayudarlo a levantarse-. Pero no podemos quedarnos... tenemos que salir."

Legolas asintió y se apartó de la roca con toda la fuerza que le quedaba. Pero la débil condición de ambos no mejoró las cosas, ya que no pudieron detener el impulso que los arrastraba hacia el suelo. Cayeron uno encima del otro, maldiciendo y gruñendo de dolor.

Legolas miró a su hermano cuando empezó a toser con fuerza.

"¡Kel!"

Sonriendo débilmente, Keldarion bromeó.

"Eso fue... elegante" –entonces se retorció de dolor al sufrir otro espasmo. Legolas entró en pánico cuando la herida en el pecho de su hermano empezó a sangrar más fuerte.

"¡Kel!"

"Vete... mientras puedas... -consiguió susurrar Keldarion mientras se le cerraban los ojos-. Yo no..."

Su cabeza cayó hacia un lado y se quedó completamente quieto. Legolas estaba aterrorizado pensando que acababa de morir.

"¡No! –gritó-. Kel... ¡por favor! ¡Despierta!"

Al no obtener respuesta, puso los dedos temblorosos en el cuello de Keldarion y encontró un pulso débil. Sin pensar en cómo iba a afectar eso a su propia vida, Legolas puso rápidamente una mano sobre la herida de su hermano y utilizó toda la energía curativa que tenía. Pero el proceso de curación no era tan eficaz como siempre debido a sus propias heridas graves. Se las arregló para detener el sangrado pero le resultaba difícil cerrar la herida por completo. Al sentir sus fuerzas desvaneciéndose, Legolas sollozó desesperado.

"Por favor... no... -a través de sus lágrimas vio sus manos empapadas con su sangre y la de Keldarion-. Elbereth... ayúdanos..." –sus ojos se cerraron y se desplomó al lado de su hermano.

La antorcha siguió ardiendo y los murciélagos observando... mientras que los dos príncipes seguían desvaneciéndose.

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