Capítulo 5
Legolas se estremeció al notar el frío acero cortándole la piel.
"Dior..."
"¡No digas nada! –gritó Dior, frunciendo el ceño-. ¡Mi vida ha sido una pesadilla y vas a pagar por ello! ¡Si no fuera por los mercenarios que me rescataron ahora estaría divirtiéndome torturando a tu madre en las Salas de Mandos!"
Legolas se enfureció. Gruñó y tiró de sus ataduras para alcanzar a Dior con los puños, pero era inútil y solo causó que su primo se riera.
"¡Sí, a tu madre, querido primo! He aprendido a torturar lenta y dolorosamente. Los mercenarios me adoptaron como a uno de ellos y más tarde descubrí que eran enemigos del clan que me había atacado. Me enseñaron habilidades de combate, el arte de matar y todo lo necesario para sobrevivir. Me he convertido en un asesino, uno de ellos, y me gusta muchísimo. Y aun así, el pasado sigue molestándome, ¡así que he vuelto para librarme de él!"
"¡Estás loco, Dior! –gritó Legolas-. ¿Por qué tenías que matar a Luthwen y a su familia? ¡Eran inocentes! E intentaste matar a mi padre también, ¡¿verdad?!"
Dior soltó una carcajada.
"¡Me declaro culpable, primo! ¡Me declaro culpable! –entonces se quedó mirando al príncipe inmovilizado-. Entonces sigue vivo, ¿eh? ¡Tú y tu maldita habilidad manyan! Lo curaste. ¡Debería haberte matado primero!"
"¡Entonces hazlo y acaba de una vez!"
"¡Oh, lo haré, Legolas! ¡Claro que lo haré! –exclamó Dior-. Esa es mi intención. Vas a morir. Pero prefiero divertirme un poco contigo primero."
Legolas lo miró con ansiedad cuando su primo levantó un paño húmedo para que lo viera.
"¿Qué haces?"
"¿Recuerdas cómo te sentías cuando te ahogabas en el arroyo esa vez? –preguntó. Levantó la otra mano y le mostró un gran odre que tenía-. ¿Te apetece repetirlo?"
Legolas abrió la boca para decir algo, pero Dior puso el paño rápidamente en su rostro. Con eso solo ya tenía problemas para respirar.
"Dior –jadeó-. ¡Para! ¡Estás...!"
Sin previo aviso, un chorro de agua cayó sobre él, inundando su nariz y la boca. El paño húmedo se volvió pesado y sofocante. Legolas dio una sacudida cuando se le cortó la respiración y movió la cabeza frenéticamente de derecha a izquierda, pero la tela no se movió.
Como si estuviera muy lejos, Legolas pudo escuchar a Dior preguntando:
"¿Quieres un poco más?"
Legolas entró en pánico. ¡No! ¡Me ahogo! Lo siguiente que supo fue que más agua cayó sobre su rostro.
Keldarion miraba fijamente el árbol en el que habían encontrado a Felagund y Daerion. La sangre estaba por todas partes. En el suelo, la corteza y las hojas. Era la firma del asesino que había matado también a Laiél y su familia.
El príncipe se estremeció. Temía por el destino de su hermano. ¿Dónde estás, enano? ¿Cómo estás?
Keldarion había salido a buscar pistas de su hermano, acompañado por el comandante Linden y una tropa, pensando que el asesino no podía habérselo llevado muy lejos. Pero horas después, ya cerca de la medianoche, seguían sin encontrar nada. El asesino era eficiente. Había ocultado a Legolas cubriendo todas las pistas.
Keldarion llevaba toda la noche en silencio. Su pánico y ansiedad se habían transformado en una furia terrible.
"¿Su alteza?" –Linden contempló la expresión estoica del rostro de Keldarion y se estremeció ligeramente al ver cuánto se parecía a Oropher, su difunto abuelo.
Keldarion giró la cabeza ligeramente hacia el comandante.
"¿Alguna pista?"
Linden negó con la cabeza.
"Ninguna. El asesino es bueno."
Apretando la melena de su caballo con los puños, Keldarion puso una expresión más severa.
"Pero no es perfecto. Comete errores. ¡Tiene que haber dejado algo!"
"Pero hemos comprobado el área tres veces, alteza."
"¡¿Entonces sugieres que lo abandonemos?!" –le espetó Keldarion.
El comandante no se ofendió por su reacción. Entendía completamente lo que Keldarion estaba pasando. Legolas era como su propio hijo y Linden haría cualquier cosa para recuperarlo.
"Sugiero que sigamos las huellas de los caballos en lugar de buscar pistas directas del asesino. Puede que nos acerquen a su hermano."
Suspirando, Keldarion se pasó una mano por la cara, cansado.
"Perdóname, Linden. No estaba pensando correctamente."
El comandante sonrió ligeramente.
"Lo entiendo."
"Pero nuestros guerreros han seguido las pistas de los caballos, ¿no? ¿No deberían haber encontrado algo ya?"
"Han estado siguiendo las de los caballos de Felagund y Daerion, su alteza, no las del príncipe Legolas. Así fue cómo los encontraron colgados del árbol –explica Linden-. Como esperábamos, tu hermano escapó de ellos y siguió su camino a solas."
Keldarion se animó un poco.
"Entonces solo tenemos que encontrar las huellas del caballo de Legolas para averiguar a dónde fue."
La lucha de Legolas se debilitaba según desaparecían sus fuerzas. No podía respirar ni gritarle a Dior que se detuviera. Había tragado mucha agua y más seguía llenándole la nariz. Su primo se reía con ganas, disfrutando de lo que hacía.
Cuando Legolas pensó que continuaría para siempre, el agua se detuvo. Sin embargo, el paño mojado seguía sobre su cara, ahogándolo.
"¡Ah, eso fue muy divertido! –dijo Dior riéndose entre dientes. De repente quitó el paño y sonrió al ver la cara pálida de Legolas. El príncipe tomó una bocanada de aire al instante, tosiendo y jadeando desesperadamente en busca de aire fresco-. Siento haberte mojado, primo –continuó con una mueca-. Pero me temo que voy a mojarte otra vez. Esta vez con tu propia sangre."
"D... Dior... -jadeó Legolas, mirando a su primo con los ojos llenos de dolor-. Para... te has vengado... bastante..."
"¡No es suficiente! –gritó Dior-. ¡No hasta que hayas muerto! ¡Y antes de que lo hagas quiero que conozcas el dolor por el que he pasado! Entonces estaremos a mano."
"Estás loco..."
"Gracias por el cumplido, Legolas."
Dior sacó su daga y empezó a desgarrar la túnica de Legolas. No mucho después, la parte superior del cuerpo del príncipe estaba expuesta ante la cruel mirada de su primo. Dior inclinó la cabeza mientras reflexionaba.
"Hmm. Demasiado perfecto –dijo, tocando el vientre plano de Legolas-. ¿Qué tal algunas...? ¿Cómo les llamaste antes? ¿Decoraciones?"
Legolas lanzó un grito cuando la daga cortó sobre su ombligo. Dior siguió con lo suyo, creando una X en el abdomen del príncipe. La sangre fresca brotó al instante de los cortes. Dior sonrió y pasó al pecho de Legolas. Para entonces el príncipe ya había empezado a insultarle, pero a él no le importaba. Siguió con su trabajo, haciendo más X en las palmas de las manos y sus plantas de los pies.
"¿Por qué haces esto? ¡Deja de jugar conmigo!" –gritó Legolas, encogiéndose por la agonía mientras su sangre goteaba hasta el suelo.
Dior tenía una sonrisa enorme en el rostro y a continuación, colocó la punta de la daga cerca de la entrepierna de Legolas.
"Sabes que he castrado a Laiél. ¿Quieres que te haga lo mismo? Sería un placer para mí."
"¡Kel y mi padre te matarán si lo haces, Dior! –respondió Legolas con convicción-. ¡Te perseguirán hasta matarte!"
"¡Y yo estaré esperando! –gritó Dior-. Mejor aún, haré que vengan a buscarte para que veas cómo los mato. ¿Qué te parece?"
Legolas palideció aún más.
"¡No, Dior, no! Soy yo al que quieres, así que déjalos fuera de esto."
Dior se rio.
"Ya veremos, primo. Ya veremos –ya estaba empezando a romper la cintura de los pantalones de Legolas con la daga cuando se escuchó el relincho de un caballo por toda la cueva. El elfo hizo una mueca de desagrado-. ¡Ese caballo tuyo me está dando dolor de cabeza! Tendría que haberlo matado o haberlo soltado como a los otros caballos, pero es demasiado magnífico como para dejarlo ir."
Legolas se sintió aliviado cuando su primo se alejó de él, llevándose la daga.
"Disculpa. Tengo que encargarme de ese caballo –decía Dior mientras recogía la túnica rasgada de Legolas, que estaba tirada en el suelo-. Mientras tanto puedes gritar todo lo que quieras, pero por desgracia nadie vendrá" –tras eso lo amordazó con la tela que acababa de recoger.
Al salir, Dior cogió la antorcha de la pared.
"Creo que no necesitarás esto, principito. He oído que 'te gusta' la oscuridad. Será como el interior de un armario. Y esta vez, incluso dejaré a nuestros pequeños amigos haciéndote compañía –Dior miró a los murciélagos que colgaban del techo sobre ellos-. ¿Sabes que este tipo de murciélagos adora beber sangre? ¿Ves? ¡Ya han olido la tuya!"
Riéndose, Dior se fue. Y Legolas quedó envuelto en la oscuridad.
Los ojos rojos de los murciélagos brillaban cada vez más, mientras miraban al príncipe atado con avidez.
Que levante la mano quien quiera cargarse a Dior :3 Yo me apunto
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