50 | sabini agarra a tessa
Darby Sabini sabía como ganar el juego que Thomas Shelby había estado jugando.
Había participado durante más tiempo que muchas personas, y sabía qué piezas quitar del tablero y cuáles poner a disposición para los sacrificios. Es por eso que, mientras estaba sentado escuchando el caos a su alrededor, se volvió hacia uno de sus hombres, gesticulando para que se acercara, y le susurró instrucciones al oído.
—Necesito que encuentres a alguien —dijo Sabini—. Hay una mujer. Una mujer con cara de ángel pero con el ingenio del diablo. Algunas personas dicen que ella es la única mujer que Thomas Shelby alguna vez amó, y que si quieres lastimarlo, la mejor manera de hacerlo es lastimarla a ella.
—¿Cómo se llama? —preguntó su compañero.
—Tessa James —respondió Sabini—. Una belleza de mujer. Ella está aquí, en alguna parte. Encuéntrala y tráela. Rápido.
Los hombres de Sabini encontraron a Tessa caminando sin rumbo, quien se había perdido, insegura de qué hacer consigo misma mientras estaba sola. Mantuvo la vista en el reloj, y cada vez se acercaba más a las tres. Sus ojos viajaban a todas partes, pero no podía ver a su hermano, a Arthur o a John en ningún lado, y estaba cada vez más preocupada. Poco sabía ella que en otra parte, Tommy Shelby estaba cometiendo el crimen más audaz de su carrera hasta la fecha, y Lizzie Stark se vio obligada a someterse a los avances de los hombres como un medio para conseguir que el hombre que Tommy iba a matar estuviera solo.
Cuando dos hombres caminaron hacia ella y la agarraron bruscamente, Tessa dejó escapar un grito de protesta, pateando automáticamente sus piernas—. ¡Déjenme!
—El señor Sabini quiere verla, señorita James —le dijo uno de los hombres al oído.
—¡Déjenme! —gritó Tessa, y a pesar de su agitación, las personas a su alrededor eran ajenas a lo que pasaba—. ¡Por favor!
Tessa fue arrastrada a medias a una habitación privada en algún lugar entre el laberinto de tiendas y edificios que formaban las pistas de carreras de Epsom. Los hombres la soltaron y la empujaron dentro de la habitación, de pie frente a la puerta para evitar que escapara. Tessa se dio la vuelta para mirar a los hombres, pero algo en su visión periférica la hizo congelar. Girándose para mirar al hombre que estaba sentado esperándola, se encontró cara a cara con el propio Sabini.
—Tessa James —saludó Sabini—. Es un placer.
Tessa se mantuvo firme—. ¿Cómo sabes que soy la mujer adecuada?
—Porque mis hombres te vieron hoy con Tommy Shelby, antes de que te separaras y él te dejara sola —respondió Sabini—. Fue un mal movimiento de su parte el dejarte sola... dejar algo tan bonito como tu perderse en el Derby.
—Déjame ir —exigió Tessa—. No valgo nada para ti. En serio, no vas a obtener nada.
Sabini se levantó de su mesa, caminando hacia Tessa sin prisa. Ella retrocedió cuando él se acercó, solo para ser retenida por uno de los hombres, que forzó sus brazos detrás de su espalda y la mantuvo quieta. Al llegar a ella, los ojos de Sabini vagaron por su rostro, observando cada detalle.
—Eres aún más bonita de cerca —dijo Sabini con su acento espeso—. Es una pena que nos encontráramos en tan malas circunstancias la última vez.
—¿Quieres decir cuando casi matas a Tommy Shelby? —preguntó Tessa—. Y digo "casi" porque fallaste. No pudiste matarlo, y ahora está aquí, en algún lugar, planeando destruirte. Está perdiendo, señor Sabini, y muy pronto Tommy Shelby se burlará de su nombre.
Sabini la dejó terminar de hablar antes de que la golpeara; su palma golpeó su mejilla y Tessa jadeó sorprendida—. ¿Sabes quién soy? —preguntó Sabini en voz alta—. Soy Darby Sabini, y yo no pierdo.
Algo le había picado la mejilla, y Tessa notó que los anillos brillaban en los dedos de Sabini. Uno de ellos debió de atraparle la mejilla, porque sintió que algo cálido le caía por la piel. Se abstuvo de dejar escapar un gemido de dolor y se volvió hacia Sabini.
—Pero está perdiendo —dijo Tessa—. Y si no me deja ir, los Peaky Blinders me encontrarán y lo matarán por ponerme una mano encima.
Sabini parecía tentado a golpearla de nuevo, pero se contuvo—. Me preguntó qué habrá en ti que llamó la atención de Tommy Shelby. Debe ser tu buena apariencia, porque tu temperamente no es el mejor. ¿Cómo te atreves a hablarme así? Como tu superior, deberías tratarme con respeto, zorra.
—No soy una zorra —escupió Tessa.
—¿Cómo te atreves? —repitió Sabini en puro shock.
—Me atrevo —dijo Tessa—. ¿Qué va a hacer al respecto?
Sabini se acercó a ella con su aliento caliente contra sus mejillas—. Podría inclinarte sobre esa mesa y enseñarte algunos modales y no serías capaz de hacer nada al respecto. Mis hombres mirarían y luego, serías tratada como la zorra asquerosa que eres. Nadie vendrá a salvarte, ni siquiera tu precioso Thomas Shelby.
La idea que Sabini le estaba proponiendo a Tessa la hizo sentir enferma, y su mano recorrió su estómago con ansiedad. Aún así, mantuvo su mirada y miró a Sabini con todo el odio que pudo reunir.
—No necesito que me salven —dijo Tessa.
Sabini agarró su barbilla, y sus dedos apretaron su mandíbula con fuerza—. Soy un hombre tolerante, pero lo único que no toleraré es que una pequeña ramera entre aquí pensando que puede hablar conmigo como si fuera la reina de Inglaterra.
Tessa sintió que Sabini le echaba la cabeza hacia trás. Intentando aliviar el dolor, miró a Sabini—. No creo que sea nada especial. Solo me enseñaron a no inclinarme ante los idiotas egoístas y arrogantes como tú.
Sabini extendió la mano y le colocaron un cuchillo en la palma. Agarró el mango del mismo y lo acercó a la cara de Tessa—. ¿Deberíamos ver qué es lo que tiene a Tommy Shelby tan suave, aparte de tu cara bonita?
Sabini agarró la tela del vestido en sus manos y lo rasgó con el cuchillo. La ira se apoderó de Tessa porque ese era uno de sus vestidos favoritos y Sabini acababa de arruinarlo—. ¡Basta! —gritó Tessa—. ¡Basta! ¡Déjame en paz, maldito bastardo!
Esto era diferente a cuando fue atacada por Billy Kimber. En aquel entonces, Kimber solo tenía un pensamiento en mente, y eso era algo tan crudo que Tessa decidió ni siquiera pensar en ello. Si bien ella había estado asustada en aquel entonces, esto era diferente. Sabini calculó bien sus movimientos, y sabía exactamente cómo maximizar el miedo y hacer que Tessa se sintiera inferior, como un insecto que se aplasta bajo un zapato.
—Quiero que me ruegues que pare —se burló Sabini, mientras agarraba un puñado del pelo de Tessa en su mano y tiraba de su cabeza hacia atrás una vez más—. Quiero que te pongas de rodillas y me supliques que te perdone. A ti, a tu novio gángster y a todos tus amigos gitanos. Ruega por que no te haga mirar mientras pongo una bala en la cabeza de Tommy Shelby.
Tessa encontró su mirada con la suya, aunque su labio inferior temblaba ligeramente. Aún así, intentó mantener su fachada—. Yo no ruego. Y Tommy es demasiado listo para dejar que lo mates.
Sabini levantó el cuchillo, arrastrándolo por el pómulo de Tessa. Ella contuvo un grito de dolor al sentir el borde aserrado que le atrapaba la piel y le cortaba la carne. Sintió la sangre cálida gotear por su mejilla, y Sabini la atrapó en su pulgar.
—Mira eso —dijo Sabini—, ella sangra —sus ojos se movieron de la sangre en su dedo a la cara de Tessa—. Eso signfica que puedo matarte. Pero todavía no quiero matarte. Todavía tenemos que matar a Tommy Shelby.
El hombre liberó a Tessa, pero ella no hizo ningún intento de atacar a Sabini. En cambio, se puso de pie, con una mano sobre su estómago preocupada—. Puedes intentarlo. Te lo dije, Tommy no se romperá por mi. Él te matará, y la última cara que verás será la mía.
Sabini agarró el pelo de Tessa y tiró de ella hacia él. Ella luchó contra él cuando agarró el escote ya rasgado de su vestido y lo rasgó aún más, exponiendo su ropa interior.
—Eres mía —siseó Sabini—. Podría hacerte lo que quisiera.
—Vete a la mierda.
Un hombre entró en la tienda buscando a Sabini. Sin aliento, se quedó allí, jadeando—. Señor, Thomas Shelby lo está esperando.
Sabini miró a Tessa con una sonrisa en su rostro que no era para nada alegre—. Mira eso. Resulta que Thomas Shelby puede salvarte. Es una pena que vaya a morir en unos momentos. Y tú verás cómo la luz deja sus ojos antes de que también te saque de tu miseria.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top