45 | may carleton

Al día siguiente, Tessa permaneció en casa en un estado de miseria, mientras Tommy, Mason y los chicos fueron a la subasta. Por supuesto, Tommy le había ofrecido la oportunidad de acompañarlos, pero Tessa se negó ya que decidió que quería estar sola. Se alegró de haberlo hecho, ya que cuando los chicos regresaron, Tommy fue el primero en informarle sobre el atentado que alguien hizo contra su vida.

Había abrazado a Tessa con fuerza, agradeciéndole a Dios que se hubiera quedado en casa y que no la hubieran puesto en peligro, y que el día había sido exitoso. Se llevó el caballo, encontró a una mujer para entrenarlo y sobrevivió a otro intento de asesinato.

Durante los siguientes días, Tessa permaneció severamente fuera del circuito. Resultó que Tommy había asistido al pequeño funeral del chico que había empleado, solo para ser asaltado por la madre del niño. También resultó que Tommy había estado lidiando con Campbell durante las últimas semanas. 

—¿Entonces me estás diciendo que básicamente te hizo su perra? —preguntó Tessa—. ¿Todo porque ayudó a salvar tu maldita vida? ¿Y ahora quiere que mates a alguien? Tommy, ¿estás hablando en serio?

—Lo sé, pero si hago esto, todo desaparecerá —dijo Tommy—. Campbell, la policía, todo. Todo desaparece.

Tessa suspiró—. Pero, ¿y si te agarran?

—Entonces todo termina —susurró Tommy—. Pero no lo hará, tengo un plan.

—Porque tus planes siempre funcionan —dijo Tessa, antes de que dejara caer sus hombros—. Solo ten cuidado, Tommy.

—Siempre tengo cuidado —dijo Tommy—. Ah, y por cierto, Arthur se fue a Londres con Mason y se están haciendo cargo del club Eden.

Tessa casi se desmayó ante la noticia, sus ojos se abrieron de par en par—. Lo juro, te vuelves más idiota con el tiempo que pasas dirigiendo este negocio. ¿El territorio de Sabini, Tommy? ¿Su maldito club? ¿En serio?

—Todo estará bien —le prometió Tommy—. Arthur y Mason lo tienen bajo control.

—Espero que tengas razón —dijo Tessa—. De lo contrario, te dispararé.

Tommy sonrió—. De acuerdo, Tess, tendremos menos de eso. Ya me dispararon esta semana.

—Bueno, será mejor que te comportes —espetó Tessa—. ¿No?

Tommy se inclinó hacia adelante y besó a Tessa rápidamente—. Recuérdame de nuevo, ¿por qué te amo, Tessa James?

—Porque sin mí estarías perdido —respondió Tessa.




Tessa llamó a la puerta de la tienda, esperando que hubiera alguien disponible. Escuchó la voz de Esme que le gritaba que se fuera, así que llamó de nuevo—. Esme, déjame entrar.

La puerta se abrió y Tessa cruzó el umbral, mirando a su alrededor mientras Esme sonreía—. ¿Qué te trae por aquí?

—Necesito encontrar a Tommy —dijo Tessa—. ¿Está aquí?

—No —respondió Esme—. ¿Revisaste su oficina?

Tessa se sonrojó—. Está demasiado lejos como para caminar.

—Oye —comenzó Esme, recogiendo una pila de libros—, escuché lo que te pasó y quería decirte que lo siento.

Tessa dejó escapar un suspiro tembloroso—. Gracias.

—Puedes quedarte con mi hijo si quieres —murmuró Esme—. Gritando toda la mañana.

Tessa se rió, ayudando a Esme a ordenar—. Gracias por la oferta.

—Si alguna vez necesitas hablar, estoy aquí —dijo Esme—. Solo no me pongas un cuchillo en la garganta como tu tía.

Tessa levantó una ceja—. Eso suena como Polly.

Otro golpe en la puerta hizo que ambas chicas se detuvieran. Esme dejó caer los libros sobre el escritorio y puso los ojos en blanco—. ¡Todavía no estamos abiertos!

—¡Estoy aquí para ver a Thomas Shelby! —gritó la voz de una mujer.

Tessa y Esme se miraron antes de que Esme se paresurara a abrir la puerta. Al ver a una bella mujer caminando hacia la tienda, Tessa se cruzó de brazos. La mujer paseó por la tienda, mirando a su alrededor mientras Esme pasaba corriendo y bloqueaba su camino.

Mirando fijamente a la mujer, Esme levantó una ceja cuando Tessa habló—: ¿Cómo te llamas?

—May Carleton —respondió la mujer.

—El Sr. Shelby tiene sus reuniones en su otra oficina —dijo Esme.

—Esta fue la dirección que me dio —explicó May, pasando por alto la hostilidad de Esme.

—¿Te dio esta dirección? —preguntó Tessa.

—Dijo que era una guarida de juego —respondió May—. Le dije que siempre había querido verla, ya que siempre leo sobre ellas en los periódicos. Todo el gran escándalo en el Telegraph últimamente. Como sea, dijo que podía echar un vistazo. Y ahora me siento un poco idiota porque llegué temprano y él llega tarde, y no tengo idea de cómo comportarme.

—¿En una guarida de juego? —preguntó Esme.

—Esperaré en el auto —sugirió May, dirigiéndose hacia la puerta.

Tessa negó—. Si volvemos a abrir esa puerta, todos querrán entrar.

—Como moscas —agregó Esme, dejando caer las llaves en el bolsillo—. Entonces, ¿qué eres?

—¿Qué soy? —repitió May.

—Para Thomas —aclaró Esme.

—Voy a entrenar a su caballo de carreras —respondió May—. Para Epsom.

—¿Conoces de caballos? —preguntó Esme asombrada.

—Sí —asintió May—. ¿Y tú?

—Nací montando —respondió Esme—. Dormí en un pesebre cuando era una bebé.

—Yo también nací montando —dijo May.

La puerta se abrió de nuevo y John entró, ajeno a la presencia de May—. Hay un maldito Riley estacionado allí afuera y nadie lo está vigilando.

—John —dijo Esme—. Esta mujer dice que está entrenando al caballo de Thomas.

John dio un paso atrás y examinó a May—. Nos ha contado mucho sobre ti.

Los celos de Tessa se encendieron mientras May decía—: No sabes dónde está, ¿no?

—Lo siento, llego tarde —dijo Tommy, entrando a la habitación con las manos en el bolsillo. Se aclaró la garganta—. Hubo un asunto familiar. Esme, mantén el lugar cerrado por un minuto.

—Sí, Thomas —asintió Esme.

—Te mostraré los alrededores —dijo Tommy, antes de darle a John una mirada que decía "sal de aquí".

Tessa siguió a John fuera de la habitación y dentro de su oficina, cerrando la puerta antes de soltar un suspiro. John se dio cuenta y sonrió—. ¿Alguien está celosa?

—Uh, sí —respondió Tessa sin rodeos—. ¿La viste? Es como una maldita diosa, y sabe de caballos. Y está entrenando al caballo de carreras de Tommy. Y probablemente va a tratar de acostarse con él.

—Piensas demasiado en estas cosas —dijo John, sentándose en su escritorio y entregándole a Tessa una botella de whiskey—. Solo bebe. Deja de pensar en eso.

—Si vieras a Esme hablando con alguien más guapo que tú, ¿no te pondrías celoso? —preguntó Tessa—. ¿Lo harías?

—Le sacaría los dientes, pero no —respondió John—. No me pondría celoso.

—Entonces eres un terrible esposo —dijo Tessa—. Dios.

—¿Qué te pasa? —preguntó John—. ¿Estas bien?

—Bien —respondió Tessa, tomando un trago—. Solo sensible, eso es todo. ¿Por qué no puede hacer que un hombre entrene a su caballo? ¿La eligió porque es una cara bonita?

—Tess, deja de pensar en eso —dijo John, arrojando un lápiz en dirección a Tessa—. Relájate un poco.

A pesar de saber que Tommy nunca haría nada para lastimarla a propósito, Tessa no pudo evitar sentir que Tommy estaba a punto de distanciarse más que nunca debido a May Carleton.

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