44 | el dolor de la pérdida

Contarle a Tommy había sido lo más difícil que Tessa tuvo que hacer en su vida.

Al principio pensó que podría manejarlo de una manera madura y explicarle a Tommy en voz baja que había estado embarazada, pero en el momento en que lo vio después de regresar de Londres, se echó a llorar mientras enterraba su rostro en su manos y sollozaba.

—Tess —dijo Tommy—. ¿Qué pasa?

Tessa luchó por nivelar su respiración, levantando la mirada de sus pies hacia Tommy con lágrimas en los ojos—. Perdí al bebé, Tommy.

Lo primero que pasó por la cabeza de Tommy fue que Tessa había estado cuidando al hijo de Esme y simplemente lo había extraviado, pero luego se dio cuenta de que Tessa nunca haría algo tan estúpido. Entonces la realidad se hundió y la sangre de Tommy corrió fría en sus venas.

—¿Qué? —preguntó Tommy suavemente, mientras Tessa bajaba la cabeza contra su hombro.

—Estaba embarazada, Tommy —susurró Tessa, sollozando suavemente—. Era nuestro bebé y luego me desperté esta mañana y simplemente... desapareció. Tuve un aborto espontáneo, Tommy. Maté a nuestro bebé.

—No, no, Tess, no lo hiciste —le aseguró Tommy, pasándose una mano por el pelo—. No fue tu culpa.

—¡Es mi culpa! —exclamó Tessa—. Lo siento mucho, Tommy. ¡Esto podría haber sido todo para nosotros! Poríamos haberlo tenido todo y lo arruiné.

—Tess —dijo Tommy—. Todo estará bien. No has arruinado nada.

Tommy todavía estaba en estado de shock, y no tenía ninguna duda en su mente de que cuando se calmara, sentiría solo una fracción de lo que Tessa estaba sintiendo. Sin embargo, su chica se estaba desgarrando internamente, culpándose a ella misma por lo sucedido. Y Tommy no podía soportar eso.

—¿Lo estará? —preguntó Tessa—. Tom, tal vez esta es la forma en que Dios me castiga o me dice que no estoy destinada a ser madre.

—Podemos intentarlo de nuevo —propuso Tommy con voz gentil—. Si realmente lo quieres, podemos intentarlo de nuevo, y podemos casarnos, comprar una casa y vivir en el campo donde nadie nos pueda encontrar.

Tessa rió entre lágrimas—. ¿Qué pasa si sucede de nuevo, Tom? No tenía idea de que estaba embarazada hasta esta mañana, y ahora siento que perdí una parte de mí. ¿Por qué duele tanto, Tom?

Tommy hizo una pausa—. No lo sé, Tess. Realmente no lo sé.

Sin nada más que decir sobre el asunto, Tommy simplemente abrazó a Tessa hasta que se durmió contra su pecho, prometiéndole que sin importar lo que le deparara el futuro, él siempre estaría allí para ella. Tessa perdió a su primer hijo y él no estuvo allí para apoyarla durante el tiempo emocional que le siguió, pero Tommy estaba allí ahora, y juró no volver a dejarla nunca más.



La reunión familiar a la que llamó Tommy había interrumpido las vacaciones de Polly con su hijo.

A John se le había encomendado la tarea de ir a buscarla mientras los demás esperaban. Tessa estaba junto a Tommy, su mano en la de ella como un sutil gesto de su presencia, haciéndole saber que él estaba allí. Habían pasado unos días desde el aborto espontáneo, y Tessa había comenzado gradualmente a volver a su antiguo yo.

Tessa salió de sus pensamientos cuando la puerta se abrió y John entró; Polly lo seguía—. Será mejor que sea bueno para que interrumpa mis vacaciones.

—¿Dónde está el chico? —preguntó Arthur.

—En el cuarto de atrás —contestó Polly—. Solo lo traje porque después iremos al museo.

—Quería entrar y saludar —les informó John.

—Cállate, John —dijo Polly—. Michael no tiene nada de interés en esta sala. Tommy, dinos.

—Anoche, a uno de nuestos hombres le cortaron la garganta en Winson Green —comenzó Tommy—. Esta mañana, recibí un telegrama que decía que fue Sabini quien lo ordenó.

—Y dice aquí que Thomas Shelby es el siguiente —dijo Arthur, rompiendo el telegrama en pedazos.

—Si nuestros hombres piensan que no podemos cuidarlos en la cárcel, no trabajarán para nosotros —explicó Tommy—. Sabini lo sabe, por lo que debemos solucionar el problema del Green. Scudboat, tú y uno de los muchachos rompan un par de ventanas, que los arresten. Y si nuestros policías te llevan al Green, puedes encontrar a los bastardos que lo hicieron.

—En lugar de romper una ventana, ¿puede ser un auto? —preguntó Scudboat. Todos se rieron y Scudboat miró a su alrededor—. Los demás van a comprar un auto. Yo todavía ando en un burro.

—Sí, solo necesito que los arresten —exigió Tommy—. No importa cómo. Y antes de que todos se rían, un chico está muerto. Era solo un niño. Inciaremos un fondo para su familia, Polly.

—Bien —asintió Polly, antes de que levantara las manos agitada—. Entonces, ¿eso es todo? ¿Puedo irme?

—Bueno, como tesorera de la compañía, necesito tu permiso para gastar mil guineas —respondió Tommy.

Polly se detuvo y miró a Tommy como si se hubiera vuelto loco—. ¿En qué?

—En un caballo —respondió Tommy.

—¿Mil guineas por un caballo? —preguntó Polly sorprendida.

Tommy asintió—. Así es.

Polly comenzó a pasearse—. ¿Cuándo fue que se decidió esto?

—Has estado ocupada con Michael —respondió Tommy.

—Dios mío —dijo Polly—. Entonces, en ausencia de mi sentido común, ¿tuvieron una idea?

—Polly, hay una cría árabe de pura sangre en subasta en el Stock de Sangre de Doncaster —dijo Tommy.

—¿Qué queremos con un caballo de mil guineas? —preguntó Polly.

—Cuando hagamos nuestro movimiento en los campos de carreras de Sabini, su policía levantará a cualquier hombre que entremos en el recinto de apuestas. Un buen caballo de carreras es un pasaporte al recinto del propietario —explicó Tommy.

—Estaremos allí —dijo Arthur—. Los policías no sabrán a dónde mirar.

—El Epsom Derby, Polly —dijo John, esbozando una sonrisa—. Beberemos con el maldito Rey.

—¿El Derby? —preguntó Polly—. ¿Dijo el Derby?

Todos miraron a John con una expresión molesta, causando que el hermano menor Shelby mirara hacia otro lado avergonzado. Tommy se claró la garganta—. Así es. Durante los últimos diez años, Sabini la convirtió en su carrera. Si vamos a derribarlo, bien podríamos hacerlo allí, como un símbolo.

—¿Se te ocurrió esta idea en un pub? —preguntó Polly.

—Polly, un buen caballo de carreras es una inversión como propiedad —dijo Tommy.

—Entonces, ¿cuándo es esta venta? —preguntó Polly, todavía sin impresionarse.

—Mañana —respondió Tommy.

—Tommy recibió una amenaza de muerte, así que tendremos que ir con él por protección —le informó Arthur a su tía.

—Entonces, ¿vas a cerrar la tienda y salir a gastar mil guineas en un caballo que ni siquiera es árabe? —dijo Polly, poniéndolo en una perspectiva que hizo que el plan sonara estúpido.

Curly rió—. Cuarto árabe es mejor. Cuarto árabe significa...

—Curly, cállate —dijo Polly, antes de que sus ojos se posaran en Michael y ella mirara acusadoramente a John—. Pensé que te había dicho que cerraras la puerta.

—Lo hizo —dijo Michael—. Usé la llave escondida. Mira, he estado escuchando, y quiero ir con ellos.

—¿Lo ves? —exclamó Polly, volviéndose hacia Tommy.

—Me encantan los caballos —dijo Michael con una sonrisa inocente en su rostro—. Incluso podría ayudar.

—Sobre mi cadáver —replicó Polly, cruzando los brazos.

—Estaré bien, mamá —le aseguró Michael—. He estado en un montón de subastas de caballos con mi tío. Son muy respetables, la gente lleva a sus mayordomos.

—Sí, y a sus elegantes esposas —rió Arthur, haciendo que Tessa se inclinara hacia adelante y golperara su cabeza.

—Y sus amantes —sonrió John.

—Déjalo ir, Polly —dijo Arthur, terminando su bebida—. Iremos allí, compraremos un caballo y volveremos.

—Lo dejaré en la casa de Sutton antes de que oscurezca —prometió John.

—No —dijo Polly rotundamente—. De ninguna manera.

—Polly —dijo Tessa, tratando de saltar en ayuda de Michael—. Al menos deberías...

—No —repitió Polly, sus ojos se posaron en Tessa—. No lo entenderías, no tienes un hijo.

El tema seguía siendo un punto doloroso para Tessa. Teniendo en cuenta que Polly fue una de las primeras personas a la que le contó y que simpatizaba con ella en ese momento, el golpe que le dio cuando dijo esas palabras le atravesó el corazón a Tessa como mil cuchillos.

Parpadeando con fuerza para evitar que las lágrimas se formaran en sus ojos, las manos de Tessa se dirigieron a su estómago y reprimió cada respuesta que le vino a la mente. Algo en los ojos de Polly reflejó su pesar por las palabras que pronunció, pero nadie más en la habitación dijo una palabra. Hasta que Tommy habló—. Tessa.

—No —dijo Tessa—. No, por favor.

—Tess —dijo Mason, tocándole el brazo cuando pasó junto a él.

Ella se alejó y Tommy llamó la atención de Mason—. Déjala ir.

Tessa caminó hacia la puerta, recogió el papel que Michael había tirado previamente y lo colocó de nuevo sobre la mesa antes de seguirlo, cerrando la puerta detrás de ella.

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