41 | a modo de sonrisa
Tommy suponía que Tessa se sentiría "como la mierda" a la mañana siguiente, mientras se despertaba a regañadientes e intentaba actuar como un humano civilizado y no como alguien que sentía como si una maza le aplastara el cráneo.
Tommy siempre había sido un madrugador, caminaba con el sol y sin dormir, años de experiencia en la guerra habían moldeado la forma en que manejaba su patrón de sueño, por lo que cuando Tessa sintió que los resortes de la cama crujían debajo de ella, la despertaron y cuando estiró los dedos para buscar el calor de Tommy, todo lo que encontró fueron sábanas vacías.
Al abrir los ojos un poco, vio a Tommy ya vestido y boquiabierto—. ¿Cómo diablos lo haces?
—Años de práctica —respondió Tommy—. Vamos, levántate. Te haré el desayuno.
—Thomas Shelby, famoso gángster, líder de los Peaky Blinders, el hombre más temido de Birmingham —enumeró Tessa, sentándose y tirando las sábanas hasta su barbilla—, acaba de ofrecerme hacerme el desayuno. ¿Qué, has cambiado tus navajas por el estilo de vida doméstico?
—No, pero es tu cumpleaños —dijo Tommy—. ¿Recuerdas?
—Lo es —se quejó Tessa—. Cielos, ¿cuántos años tengo otra vez?
—31 ahora —le informó Tommy—. Igual que yo.
Tessa frunció el ceño—. Soy muy vieja. Quería casarme a los 26.
—Bueno, la vida es inesperada.
—Igual estamos prácticamente casados —dijo Tessa, levantándose lentamente y comenzando a vestirse con la ropa del día anterior—. Pero soy demasiado vieja para tener hijos.
—Tess, no seas así —dijo Tommy—. Es tu cumpleaños. Sé feliz.
—Nada de fiestas —suplicó Tessa—. No quiero un escándalo. Odio mi cumpleaños.
—Bien, nada de fiestas —prometió Tommy—. Pero, ¿puedes darte prisa?
—La próxima vez que tengas la cara rota y no puedas ponerte de pie, te recordaré esto cuando seas el que sienta que suenan sirenas en tu cabeza.
—Yo no me emborracho, cariño —dijo Tommy.
—¿Qué pasa con el "cariño" de repente? —preguntó Tessa—. No es que me queje, pero es repentino.
—Puedo parar —sugirió Tommy.
—No, está perfectamente bien —dijo Tessa, siguiendo a Tommy escaleras abajo—. Entonces, ¿cuál es el plan de acción para hoy?
—Tengo negocios con los chicos del Garrison —le informó Tommy entrando a la cocina y sacando una silla para Tessa—. Luego, el día es nuestro.
—Mierda —murmuró Tessa, dejando caer la cabeza sobre la mesa—. Tengo que trabajar con esta estúpida resaca.
—Es tu cumpleaños —dijo Tommy, como si Tessa aún no lo supiera—. Tómate el día libre.
Tessa no movió la cabeza desde donde descansaba sobre sus brazos—. No, yo no hago la gran cosa de mi cumpleaños, así que por favor, no lo hagas tú.
Tommy rió—. No lo haré, cariño.
—Te advierto —dijo Tessa severamente—. Si le dices una palabra a algien sobre una fiesta, luego te cortaré.
Esta vez, Tommy se echó a reír—. Necesitas relajarte.
—Tuve 30 cumpleaños —respondió Tessa—. No puedo molestarme más con ellos.
Poniendo los ojos en blanco, Tommy continuó preparando el desayuno—. Solías amar tus cumpleaños.
—Sí, hasta que me hice vieja.
—No lo eres —respondió Tommy—. Ni siquiera tienes más de 40 años.
—Pero tener 31 todavía significa que soy vieja —aclaró Tessa—. La joven era de Blinders ha comenzado, con Finn e Isaiah y los demás chicos, y yo estoy aquí envejeciendo.
Tommy descubrió que discturi con ella sería una batalla perdida, y simplemente colocó su desayuno frente a ella cuando terminó—. Come tu desayuno, abuela.
—
Más tarde ese día, los hermanos Shelby estuvieron escondidos en la habitación entrevistando a candidatos para un trabajo, cuyos requisitos no fueron revelados a Tessa.
Arthur, a la luz de la revelación de que era el cumpleaños de Tessa, le había exigido que se tomara el día libre, y Tessa no había tenido la energía para discutir.
Cuando terminaron sus entrevistas y el último hombre entró por la puerta, los hermanos Shelby terminaron sus bebidas y le informaron a Tessa que se iban. Dejando el Garrison en manos de las nuevas camareras que Arthur contrató, Tessa siguió a los chicos fuera del pub mientras se dirigían a la casa de Polly.
Mientras caminaban, John y Arthur se encargaron de animar a Tessa, sabiendo cuánto despreciaba su cumpleaños. John y Arthur comenzaron a pretender dispararle a Tessa mientras la perseguían por las calles. Al principio ella los ignoró, pero luego comenzaron a insistir e insistir, levantándola y haciéndola girar, tratando de animarla.
—Ah, vamos, Tess, sonríe —vitoreó Arthur, mientras Tommy los veía atacar a su chica en un intento de aligerar su estado de ánimo.
—Arthur, déjame ir —se quejó Tessa.
—No hasta que sonrías —respondió John, apuntando su arma hacia ella—. Va a ir a la cárcel, señorita James.
Tessa esbozó una sonrisa—. Primero tienes que atraparme.
Un destello de la Tessa que no estaba agobiada por sus propias dudas apareció cuando ella se fue calle abajo, dejando que John y Arthur la persiguieran. Tommy caminó tranquilamente, mirándolos interactuar con una pequeña sonrisa en su rostro mientras fumaba un cigarrillo. Giraron hacia Watery Lane y Tessa dejó escapar un grito cuando Arthur la agarró por la cintura y John le apuntó con su arma.
—¡Bang! —gritó John—. Estás muerta.
Arthur dejó caer a Tessa al suelo, observando mientras presionaba su mano contra su pecho con fingida sorpresa—. ¡Me hirieron! ¡Tommy, ayúdame!
—Tessa...
—Tommy, ¡me estoy muriendo! —lloró Tessa dramáticamente, colapsando contra el pecho de Tommy.
Tommy puso los ojos en blanco—. De acuerdo, Tess.
—Te gané —dijo John—. Lástima que seas una chica, de lo contrario hubiera sido justo.
Tommy registró los ojos de Tessa entrecerrados antes de que ella se alejara de él, corriendo hacia John y saltando sobre su espalda—. ¿Quién dijo algo sobre ser justos, John?
—¡Bájate! —exclamó John, haciendo girar a Tessa.
—Dí que lo sientes.
—¿Por qué?
—¡Por ser un cerdo sexista!
—De acuerdo, Cielos, mujer, ¡deja de tirar de mis orejas! ¡Lo siento!
Tessa liberó a John—. Eso está mejor.
—¡CORRE POR LAS COLINAS! —rugió Arthur, cambiando de tema y corriendo hacia la casa de Polly.
Irrumpieron por la puerta principa de Polly, evitando por poco tirar lo que estuviera en el camino mientras continuaban actuando como salvajes. Doblaron la esquina hacia el comedor y Tessa levantó su "arma" hacia John.
—¡Sal de la ciudad chico, o te dispararé! —le gritó John a su hermano, mientras Tessa se encontraba atrapada frente a John mientras Arthur imitaba ruidos de armas detrás de ella.
John se congeló, mirnado a alguien detrás de Tessa. Girando sobre sus talones y liberándose del agarre que Arthur tenía sobre ella mientras la usaba como escudo, Tessa vio a un chico parado al lado de una Polly agitada. Los miró a los tres con leve confusión, con un toque de sorpresa en los ojos, y Tessa se volvió hacia John con los ojos muy abiertos.
—Estás muerto, baja —exigió Arthur, señalando el suelo con su arma—. ¡John!
—¡Arthur! —exclamó Tessa—. ¡Tenemos compañía!
—¿Qué?
Arthur notó al chico e inmediatamente se calmó, girándose para pararse al lado de Tessa mientras torpemente volvía a meter la pistola en la funda.
—Qué manera de causar una buena impresión —dijo Tessa.
—Tess —dijo John—. Eso fue...
—Lo sé —suspiró Tessa—. Esa fue una primera impresión de mierda y ahora me siento mal.
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