27 | perfil bajo
—¿Te arrepientes?
Tessa miró hacia donde Tommy estaba sentado en la cama, con los ojos clavados en los de ella mientras intentaba ponerse el vestido.
—Si estás hablando de anoche...
—¿Te arrepientes de haber matado a ese hombre? —preguntó Tommy con más énfasis en su tono.
Tessa sacudió la cabeza, casi imperceptiblemente—. No, Tommy. Te iba a matar. Quiero decir, sí, tomó mucho coraje y definitivamente vomité, pero no me arrepiento. Si no lo hubiera hecho, hubiéramos sido tú o yo acostados en una tumba sin nombre.
Tommy se levantó, caminó hacia Tessa y le arregló la parte de atrás del vestido. Sus dedos estaban fríos contra su columna vertebral—. Tess, lamento que hayas tenido que hacerlo.
Se dio la vuelta y lo miró, poniendo una mano en su mejilla—. Tom, no lo hagas, por favor no te tortures con esto. Hice mi elección y ahora tengo que vivir con eso. Ya sea que fuera la correcta o no, no lo sé. Pero hay gente mala por ahí, Tommy, y a veces tienes que hacer lo que sea necesario, incluso si no es lo correcto.
—Soy una mala persona —dijo Tommy suavemente, apoyando su frente contra la de Tessa.
Ella suspiró suavemente—. Tom, eres una buena persona; una buena persona a la que le han pasado cosas malas. Eso no significa que seas malo. Si realmente creyera que eras una mala persona, me habría alejado hace años.
—Tess —suspiró Tommy—, las cosas se van a poner feas.
—Entonces lo enfrentamos juntos —respondió Tessa, con las manos en las mejillas de Tommy—. Lo enfrentamos juntos, ¿sí? No te guardes las cosas, háblame. Estoy aquí, siempre he estado aquí.
—De acuerdo —dijo Tommy—. No más secretos.
—No más secretos —repitió Tessa.
La puerta se abrió de golpe para revelar a un Mason medio vestido. Tommy y Tessa se separaron cuando la puerta se abrió, y Mason se sonrojó—. Mieda, lo siento. Tommy, Finn te está buscando.
—¿Cómo sabías que estaba aquí? —preguntó Tommy, agarrando su gorra.
—No lo sabía —respondió Mason—. Vine aquí para preguntarle a Tessa si te había visto, y aparentemente lo ha hecho.
—No pasó nada, Mason —se quejó Tessa, arrojándole una almohada a su hermano—. Dile a Finn que bajaremos en un minuto.
Cuando se fue, Tommy sonrió—. ¿Siempre irrumpe sin tocar?
—No antes de las nueve —respondió Tessa—. Lo hizo una vez y nunca más. Ahora establecemos un tiempo.
—Dios mío, ¿cómo han sobrevivido tanto tiempo? —preguntó Tommy.
Tessa le dio unas palmaditas en la mejilla—. Tenemos un don para la supervivencia. Vamos, mejor no hagas esperar a Finn. Tengo que trabajar de todos modos.
—Me ofrecería a caminar contigo, pero sin duda lo que Finn quiere es urgente —dijo Tommy, mientras bajaban las escaleras.
—Está bien. A veces disfruto de mi propia compañía.
Tommy besó su sien mientras pasaba junto a ella—. Te veré más tarde.
—Adiós —dijo Tessa alegremente, mirando a Tommy irse.
Mason apareció, con una ceja levantada por la curiosidad—. Entonces, ¿qué diablos pasó entre ustedes dos?
—Nada de lo que piensas —dijo Tessa—. Yo... anoche, Tommy vino al Garrison. Unos hombres lo estaban persiguiendo. Maté a uno de ellos y Tommy al otro. Me acompañó a casa y no quería estar sola, así que lo invité y pasó la noche.
—Entonces, ¿volvieron a estar juntos?
Tessa se encogió de hombros—. No lo sé, ojalá. Realmente no hemos tenido la oportunidad de hablar sobre ello. Lo siento, me tengo que ir. Tengo trabajo.
—
Harry, a quien Tessa no había visto en mucho tiempo, había regresado a trabajar esa mañana, y cuando entró y lo vio, sonrió como una loca y corrió directamente a sus brazos.
—¡Harry! —dijo Tessa, alejándose después de casi derribarlo al suelo—. Parece que te has ido por años.
—Lo sé, lo siento —se disculpó Harry—. Estaba en Devon cuidando a mi amigo. Su madre falleció recientemente.
—Lo siento —respondió Tessa, tratando de forzar la simpatía en su voz—. Pero ya volviste. Eso es genial.
El teléfono sonó en la parte de atrás, y Harry se apresuró a contestar, dejando que Tessa saltara sobre la barra y balanceara sus piernas sobre ella. Grace se rió ante las acciones de Tessa.
—No dejes que Tommy te vea haciendo eso —adviritó—. No se pondrá muy feliz.
—¿Cuándo está Tommy feliz por algo? —preguntó Tessa, poniéndose el delantal.
Grace se echó a reír y se alejó para servir a un cliente, dejando a Tessa para prepararse para el día de trabajo. Acababa de servirle a su primer cliente cuando Harry regresó, inclinándose sobre la barra.
—Mi hermano en Digbeth acaba de decir que la policía viene desde Deritend en números. Preguntan por Thomas Shelby —le informó Harry a Tessa.
Tessa hizo una mueca mientras el hombre de la hora entraba por la puerta del Garrison. En ese momento, tanto ella como Harry dijeron al mismo tiempo—: Mierda.
Tommy abrió la puerta de la habitación trasera, haciendo un gesto a Tessa para que se uniera a él. Al entrar en la sala de almacenamiento, Tessa esperó a que Tommy hablara, girándose para encontrarlo a centímetros de ella.
—Voy a tener que mantener un perfil bajo por un tiempo —le informó Tommy.
—¿Por qué? —preguntó Tessa.
—Perdí el poder de negociación —respondió Tommy.
—¿Te refieres a las armas? —preguntó Tessa—. ¿Las armas que fueron enterradas en la tumba de Danny Whizzbang en lugar de su cuerpo? Así es, Arthur me lo dijo.
—Sí —dijo Tommy—. Este policía, somos solo él y yo ahora. Cuando regrese, te voy a decir algunas cosas.
—Harry dijo que la policía ya está en Digbeth —dijo Tessa, agarrando la mano de Tommy—. Te arriesgaste al venir aquí, ¿por qué?
—Tenía que verte —dijo Tommy suavemente.
La puerta se abrió y apareció Finn—. La policía está en el camino, Tommy.
—Mierda —dijo Tessa, inclinándose para presionar su mano contra la mejilla de Finn, la mano de Tommy se aferró a la otra—. Gracias, Finn. Tommy, te vienes conmigo.
Tommy no dudó cuando siguió a Tessa fuera de la habitación y hacia la salida del trasera del pub—. ¿A dónde vamos?
—Bueno, no podemos volver a tu casa, y a la mía definitivamente la están revisando, así que conozco a alguien a quien podemos acudir si quieres mantener un perfil bajo —respondió Tessa—. Aunque tienes que prometer que te no causarás problemas porque esta es una de mis únicas amigas además de los Blinders.
—Me comportaré —dijo Tommy, antes de callarse y seguir a Tessa a la casa de su amiga.
Tocando la puerta de una casa pequeña y en ruinas, Tessa golpeó su pie ansiosamente mientras esperaba una respuesta. Una mujer abrió la puerta con cautela, mirando a través del pequeño espacio para ver quién se entrometía.
—¿Tessa? —preguntó ella, abriendo la puerta—. Dios mío, ha pasado demasiado tiempo.
—Diana —saludó Tessa, con una cálida sonrisa en sus labios mientras abrazaba a su amiga—. Es bueno verte.
—Y a ti —dijo Diana, apartándose del abrazo para mirar a Tommy—. ¿Y quién es este?
—Este es mi amigo, Tommy —lo presentó Tessa—. Tommy, esta es Diana Prince, una buena amiga mía que se mudó aquí desde Londres después de la guerra.
—Es un placer conocerte, Diana —saludó Tommy, estrechándole la mano.
—Escucha, D —dijo Tessa—. Lamento irrumpir sin previo aviso, pero necesitamos un lugar para quedarnos. No tenemos otro lugar.
Diana asintió—. Entren. Pueden quedarse todo el tiempo que quieran. Dirígete a la sala de estar, es la primera puerta a la izquierda.
Mientras Tommy caminaba hacia la habitación, Diana agarró el brazo de Tessa—. Ese es Tommy Shelby, ¿no?
—Lo es —dijo Tessa—. Lo siento, Diana. No tenía otro lugar a donde ir.
—No te preocupes —le aseguró Diana—. Pueden tomar la habitación libre si se quedan a pasar la noche.
—Gracias —dijo Tessa—. Tommy volvió a meterse en problemas.
Diana se echó a reír y la condujo a la sala de estar, donde Tommy estaba parado incómodo. En las horas previas a la puesta del sol, Diana les preparó té y les hizo preguntas sobre cómo habían sido sus vidas desde la guerra. Ella les había explicado que su primer amor había ido a la guerra y se había sacrificado para detener un mal mayor, una hazaña que Diana admiraba a pesar de haber perdido al hombre que amaba.
Cuando el reloj dio las nueve, Tessa prácticamente se estaba quedando dormida en el hombro de Tommy. Diana les dio instrucciones de cómo llegar a la habitación de invitados—. Tomen las escaleras, la puerta al final del pasillo.
Los despidió a los dos, y Tommy ayudó a Tessa a subir las escaleras, los dos entraron en la habitación para encontrar una cama individual y pequeña pegada a la pared.
—No es mucho —dijo Tessa en voz baja—. Pero Diana es una buena amiga. No les dirá dónde estamos.
—Si tu confías en ella, yo confío en ella —dijo Tommy—. Y es más que suficiente. Aunque, no tienes que estar aquí.
Tessa comenzó a sacudir el polvo de las mantas, sintiendo los ojos de Tommy mirándola—. Sabes, quedarse mirando es grosero.
—Hay un gramófono —dijo Tommy, señalando la máquina.
—Si está aquí, probablemente esté roto —respondió Tessa.
—Todavía podemos bailar —sugirió Tommy.
De pie, Tessa se volvió hacia Tommy—. ¿Qué?
—Tessa James, ¿bailarías conmigo? —preguntó Tommy tendiéndole la mano.
Tessa sonrió—. Qué, ¿ya no soy Lady Sarah?
—Lady Sarah parecía muy aburrida y pretenciosa —dijo Tommy—. Me gusta más Tessa James.
—Sí, bailaré contigo —respondió Tessa—. Idiota.
Tessa se echó a reír cuando Tommy se acercó a ella y los dos comenzaron a balancearse suavemente al ritmo de la música inaudita. Cuando bailaron en las carreras fue diferente porque Tessa estaba tan nerviosa por el plan que no había tenido tiempo para relajarse, pero ahora estaba al tanto de todo. Era consciente de la forma en que los dedos de Tommy parecían moverse contra los de ella, golpeando lentamente el dorso de su mano, y la forma en que la estaba mirando sin querer.
El baile se convirtió en mucho más que inocencia, y el beso que comenzó después de un momento fue el arma inicial para el hambre que se había acumulado tanto en Tessa como en Tommy; esa necesidad de algo lento, algo apasionado... algo que les había faltado desde la guerra. El beso estaba lleno de lujuria, y tanto Tessa como Tommy estaban sin aliento cuando se separaron.
—¿Estás segura? —preguntó Tommy.
—Sí, estoy segura.
La confimación fue todo lo que Tommy necesitaba, y en los siguientes momentos se acumuló una pila de ropa en el suelo. Cuando Tessa le quitó la camisa a Tommy, vio las cicactrices de la guerra, pasando los dedos sobre la carne retorcida y la oscuridad de sus tatuajes.
—Tommy...
—Lo sé —dijo Tommy—, son feas.
Tessa se inclinó para besarlo suavemente—. Son hermosas. Demuestra que eres un sobreviviente.
A diferencia de todas las otras veces que Tommy Shelby ha cortejado a una chica, con Tessa fue lento, tan lento que pudo saborear cada momento y tomarse su tiempo; él podría demostrar su amor en ese acto. A medida que descendían, encerrados en el sentimiento mutuo, Tessa se dio cuenta de que no había nada en el mundo que pudiera reemplazar el amor que sentía por Tommy Shelby.
Mientras yacían juntos en la cama, un tiempo después de que el baile se convirtiera en algo más, Tommy guardó silencio durante tanto tiempo que Tessa pensó que se había quedado dormido—. Tom, ¿estás bien?
—No escucho las palas contra la pared —dijo Tommy suavemente.
—¿Qué palas?
Tommy se volvió para mirarla, con tanta adoración en sus ojos que Tessa estaba segura de que estaba mirando a un hombre diferente—. ¿Me ayudarás?
—¿Con qué? —respondió.
—Con todo —dijo Tommy—. Con esta maldita vida, los negocios... te encontré, y tú me encontraste a mí. Nos ayudaremos el uno al otro.
Inclinándose hacia adelante, Tommy capturó los labios de Tessa en un beso, y ella sonrió contra sus labios—. Te amo.
—Yo también te amo —respondió Tommy.
A diferencia de la noche anterior, Tommy se durmió antes que Tessa, y ella lo observó dormir por un rato. Cuando estaba descansando se veía muy tranquilo, ya no era el hombre con cicactrices que había sido afectado por años de túneles. Casi parecía más joven, como el Tommy que se fue a la guerra.
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