22 | celos
La mañana después del asalto en el callejón, Tessa se despertó con la intención de encontrar a Grace y confrontarla, pero todo pensamiento sobre el potencial enemigo fue erradicado de su mente al ver a Ada Thorne parada sobre ella, el vientre sobresaliendo como una clara indicación de qué tan avanzado estaba su embarazo.
—¡Ada! —exclamó Tessa, poniéndose de pie para abrazar a su amiga—. Dios mío, ha pasado tanto tiempo. Mira lo grande que te has puesto.
—Lo sé, estoy enorme —murmuró Ada—. Necesito sentarme.
Tessa dejó que Ada se sentara en su sofá mientras se dirigía a la cocina a buscar algo de comer—. ¿Cómo has estado?
—Bien —respondió Ada—. Estoy muy emocionada por conocer al bebé.
—¿Tienes algún nombre en mente? —preguntó Tessa, caminando de regreso a la cocina con un plato de pan y una jarra de mermelada.
—Bueno, me gusta Isabella para una niña —dijo Ada—. Isabella Thorne.
—Isabella es un nombre tan adorable —sonrió Tessa, ofreciéndole el plato a Ada—. ¿Y para un niño?
—Tal vez... Karl —dijo Ada suavemente—. Por Karl Marx.
Tessa se rió—. Por supuesto. Entonces, ¿has vuelto para siempre?
Ada se encogió de hombros—. No sé, Freddie dice que no saldremos de Birmingham. Pero Londres parece agradable.
—Ojalá pudiera irme —murmuró Tessa.
—¿Cómo van las cosas con...? —comenzó Ada.
Tessa la detuvo—. Si dices Tommy, tomaré la gorra Peaky y te cortare con ella.
Ada frunció el ceño—. ¿Entonces no van bien?
—Bueno, vamos bien —respondió Tessa—. Aunque todavía no es el mismo. Pensé que, con el tiempo, comenzaría a parecerse más al viejo Tommy, pero simplemente... se fue.
Ada puso un brazo alrededor de Tessa—. Está bien. La guerra los cambió a los dos. Solo necesitas volver a enamorarte de él.
—Todos dicen eso —dijo Tessa—. No sé cómo hacerlo. Solo parecemos chocar más que antes.
—Eso es porque ambos son conscientes de cómo se sienten —dijo Ada—. Ambos saben cuánto se aman, y ahora es imposible mirar más allá de eso.
—No quiero hablar de mí y Tommy —dijo Tessa, enderezándose mientras extendía mermelada en una rebanada de pan—. Hablemos de otra cosa.
—Yo tiendo a no ver a Tommy estos días —declaró Ada—. Casi tuve que reventar la puerta de atrás tratando de colarme aquí.
—¿Cómo entraste? —preguntó Tessa—. Juro que Mason está en el trabajo.
—Bueno, cuando digo "casi", quiero decir...
—¿Que en realidad rompiste la cerradura para entrar? —terminó Tessa, una risa escapó de ella—. Cielos, Ada, entiendo que estés evitando a Tommy, pero mi puerta no se lo merecía.
—Si alguien me veía, Tommy intentaría hablar conmigo, y no quiero verlo —se quejó Ada.
Tessa puso los ojos en blanco—. Tiene una manera de ser con las mujeres. Al sr. Thomas Shelby le gusta asustarlas a todas.
—No le tengo miedo —dijo Ada indignada—. Solo lo odio.
—El odio es una palabra muy fuerte —la reprendió Tessa—. A mí no me gusta particularmente, pero no lo odio.
—Yo sí —dijo Ada—. Intentó sacar a Freddie de la ciudad. Todavía está obsesionado con atraparlo.
Tessa se levantó y miró el reloj de su chimenea—. Ada, lo siento mucho, pero tengo que ir a trabajar.
—Claro —dijo Ada—. Siempre cumpliendo las órdenes de Tommy Shelby.
—Puedes quedarte aquí —ofreció Tessa—. Nadie entra durante el día. Solo somos Mason y yo.
—No, mejor me voy —dijo Ada, poniéndose de pie—. Gracias por invitarme y por el pan y la mermelada.
—De nada —respondió Tessa—. Puedes irte por donde entraste. Ah, y Ada —ante esto, la mujer embarazada se volvió y Tessa sonrió—, no le hagas más daño a mi pobre puerta.
—
Tessa no esperaba que Tommy entrara en el Garrison esa tarde, ni esperaba que él vaciara el lugar con solo unas pocas palabras. Una vez que los clientes se retiraron, Tessa y Grace se volvieron hacia Tommy, ambas con miradas de desaprobación.
—Sabes, así es como nos ganamos la vida —dijo Tessa—. No solo pedimos dinero y nos lo dan.
Tommy se encogió de hombros, buscando la botella que Grace deslizó sobre el mostrador—. Agarren otro vaso para cada una.
—No, no debería —dijo Grace, pero Tessa ya estaba deslizando los vasos hacia Tommy.
—Tonterías —dijo Tessa, mientras Tommy llenaba sus vasos—. Es alcohol gratis.
—¿Haces un brindis? —le preguntó Tommy a Grace, sosteniendo su vaso.
Después de una pausa, Grace sonrió—. Soy irlandesa. Puedo hacer un millón de brindis.
Tessa levantó su vaso—. Tengo uno —se volvió hacia Tommy—, "que logres pasar media hora en el cielo antes de que el diablo sepa que has muerto".
Los tres bebieron antes de que Grace dejara su vaso—. ¿Qué estamos celebrando?
—Contrato de empleo —dijo Tommy, colocando un trozo de papel en la barra.
—Contadora —leyó Grace en voz alta—. Compañía Shelby.
—Felicidades —dijo Tessa, ignorando la ola de celos que estalló en su estómago.
—No me gusta esa palabra —dijo Tommy, apoyándose contra la barra mientras colocaba un cigarrillo entre sus labios—. Compañía.
—Para ser respetable, debes tener una compañía —respondió Grace.
—Eso es lo que me preocupa —suspiró Tommy.
Cambiando de tema, Grace sonrió—. Instalaron el teléfono. Está en la parte de atrás.
—Bueno, si conociéramos a alguien más que tuviera uno, podríamos llamarlo —respondió Tommy.
—Y como estamos celebrando —dijo Grace, juntando sus manos—. Recibí esto de los grandes almacenes de Rackham.
Extrajo una botella de champán que parecía ser costosa, y los ojos de Tessa se abrieron con incredulidad.
Tommy levantó la botella y la examinó, haciendo que Tessa levantara las cejas—. ¿No vas a abrirla?
—No —respondió Tommy—. Guárdalo. Para una ocasión especial.
—Cada día es una ocasión especial —murmuró Tessa, terminando su bebida.
—Bien, tu primer trabajo para la compañía —dijo Tommy, sacando otro pedazo de papel y entregándoselo a Grace—. Quiero que le des esto a mi hermana.
—¿No la ves? —preguntó Grace.
—Nadie lo hace —respondió Tommy, y Tessa resopló, sirviéndose otro trago. Tommy la miró con reproche—. ¿Algo gracioso, Tess?
—Nada.
—Se está escondiendo de mí —continuó Tommy, hablando ahora con Grace—. Me han dicho que va a una casa de baños en la calle Montague. Solo en días de mujeres. Se disfraza, así que necesito tener a alguien adentro.
—¿Qué debo entregar? —preguntó Grace.
—Es una invitación —explicó Tommy—. Para una ocasión familiar. La quiero allí, así que dile que habrá una tregua.
—¿Estoy entregando cebo para una trampa? —presionó Grace, mirando a Tommy.
Tommy permaneció imperturbable—. Si revisas ese contrato, encontrarás que no dice nada sobre hacer preguntas. Solo dale la invitación. Y pon esa cosa en un armario hasta que yo diga.
—Adiós —murmuró Tessa.
Tommy se volvió hacia la puerta—. Tessa, afuera, por favor.
Al salir del pub, Tessa encontró a Tommy esperando afuera, con el cigarrillo en la mano. Cuando la vio, frunció el ceño—. ¿De qué te reías?
—De ti —contestó—, hablando de Ada. Estuvo en mi casa esta mañana. Pasó a ver cómo estaba. Se está recuperando sola, el bebé está sano.
—¿Y no me lo dijiste? —dijo Tommy, con sus ojos oscuros.
Tessa se encogió de hombros—. No me pareció importante. Estabas demasiado ocupado mirando a Grace y dándole trabajos como para escucharme.
—Estabas celosa —dijo Tommy, con un brillo perverso que se hizo cargo de la mirada dura en sus ojos.
—No estoy celosa —respondió Tessa—. Soy cautelosa. No te dije anoche que alguien me arrinconó en un callejón y comenzó a amenazarme. Algo sobre armas perdidas. ¿Qué armas, Tommy? Ah, y me dijo Grace.
—¿Lo hizo? —preguntó Tommy.
—Estaba oscuro. Supongo que me parezco a ella en algunos aspectos. Quiero decir, las dos somos rubias —respondió Tessa—. No es como que te importe.
—¿Te lastimó? —cuestionó Tommy.
Tessa negó con la cabeza—. Estoy bien. Él no, le di un rodillazo.
—Esa es mi chica —rió Tommy—. Si alguien vuelve a hacer algo así, vienes directamente a mí, ¿de acuerdo?
Tessa asintió—. Sí, señor.
Tommy estaba por alejarse, pero antes de hacerlo, miró por encima del hombro a Tessa—. No hay necesidad de estar celosa, Tess. Lo puedo ver en tus ojos.
—No estoy celosa —dijo Tessa, aunque mientras decía las palabras sabía que se estaba mintiendo a sí misma—. Eres un idiota egoísta.
—Te veré más tade, Tess —dijo Tommy, dejando a Tessa en los escalones del Garrison.
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