11 | el rey kimber
Mientras Tommy dormía, Tessa se había ocupado de sus tareas, limpiando los vasos que habían quedado en la barra y reemplazándolos para el día siguiente.
Una vez que terminó, y el bar estaba relativamente ordenado, no tuvo el corazón para despertar a Tommy, por lo que se acomodó en una silla junto a él, apoyó la cabeza en los brazos contra la mesa y se quedó dormida.
La despertó la mañana siguiente, después de despertarse a sí mismo. Casi culpable al verla dormir en una posición incómoda, Tommy la despertó tan suavemente como pudo, sacudiendo su hombro y susurrando su nombre.
—Tessa —dijo—. Tessa, despierta.
Ella respondió con un gemido, recostándose y estirándose. Cuando vio que Tommy la miraba, sonrió—. Buenos días.
—¿Por qué no me despertaste? —preguntó Tommy.
Tessa lo fulminó con la mirada—. Porque te veías cansado. Además, significaba que podía dejar de cantar.
—Eres una gran cantante —dijo Tommy—. Solo desearía que me hubieras despertado.
—Lo haré la próxima vez —murmuró Tessa, empujando la silla debajo de la mesa—. Tengo que prepararme para abrir. Dile a John que, si tengo tiempo, iré a la tienda.
Tommy la miró como si estuviera loca—. ¿Sigues teniendo ambos trabajos?
—Sí, ¿por qué? —preguntó Tessa, ya detrás de la barra.
—Vas a trabajar hasta la muerte —dijo Tommy—. No sientas que tienes que venir a la tienda. Tenemos suficiente gente.
Tessa sonrió—. Me alegra que te importe, pero necesito el dinero. Lo que hace Mason no es exactamente un buen trabajo, así que necesito recaudar el dinero mientras pueda. Tengo facturas que pagar.
—Te puedo ayuar —ofreció Tommy.
Tessa sacudió la cabeza—. Te lo agradezco, Tommy, de verdad. Pero todo lo que gano tiene que ser por mi propia cuenta.
—De acuerdo —dijo Tommy—. Pero si alguna vez lo necesitas, te ayudaremos.
—Lo sé —respondió Tessa—. Ahora, ponte en marcha y haz tu trabajo. Tengo que prepararme —cuando Tommy se levantó, Tessa le gritó como una ocurrencia tardía—. Y dile a Mason dónde estoy. No fui a casa anoche, así que probablemente esté preocupado.
Tommy asintió cuando llegó a la puerta—. No tengo dudas de que me verás más tarde.
—Adiós, Tommy —rió Tessa, mirándolo irse antes de prepararse para abrir el pub.
—
Más tarde ese día, cuando el Garrison estaba vivo con charlas felices y voces cantando, todo mezclado en un coro de ruido más grande, Tessa entró en la habitación y encontró a los hermanos Shelby jugando a las cartas. Colocó los vasos de cerveza encima de algunas de las cartas de los chicos.
—Oye, estaba ganando —dijo John, estirando la mano para sacar su carta de debajo del vaso.
—Ve y juega rápido con Finn —sugirió Arthur, antes de guiñarle un ojo a Tessa—. ¿Todo bien, Tess?
Ella asintió—. ¿Quieren whisky también?
—No, solo cerveza —respondió Tommy, tratando de no hacer contacto visual.
Una cosa era haber hablado con Tessa y volver a tener buena volutand, pero Tommy no estaba dispuesto a enfrentar el ridículo que indudablemente recibiría de sus hermanos por ser "blando" cuando ella estaba alrededor. Dios sabe que sufrió lo suficiente cuando eran niños.
—¿Por qué no whisky, Tom? —preguntó Arthur intencionalmente—. ¿Estás esperando problemas?
Tommy tomó una carta, la miró y luego la volvió a colocar. El canto fuera de la habitación se hizo más fuerte y John se echó a reír—. Dios santo, Tommy, ¿qué te hizo dejarlos cantar? Es como si estuvieran estrangulando gatos ahí afuera.
Tessa miró a Tommy y lo encontró mirándola de una manera casi sutil. Ella le sonrió levemente, sabiendo que la razón por la que se les permitía cantar era porque tenía el coraje suficiente para confrontar a Tommy al respecto. Sirviendo vasos de cerveza, Tessa escuchó a Arthur regresar la conversación a su juego.
—Bien. La apuesta mínima es 20 —dijo—. ¿Y qué te hizo cambiar de opinión, Tommy?
—¿Eso es todo? —preguntó Tessa, evitando que Tommy respondiera.
—Sí, lo es —respondió Tommy.
—Era hora, Tommy —dijo John, y Tessa tuvo la sensación de que no se refería al canto.
—¿Hora de qué? —preguntó Tommy.
—Hora de que te consiguieras una mujer —respondió Mason, que había guardado silencio durante la mayor parte de la conversación. Tessa, que había estado parada afuera de la puerta escuchando a escondidas, se congeló.
—Limítate a jugar las malditas cartas —dijo Tommy, su voz estaba vacía de emociones.
—De todos modos, no cambies, Tommy —rió Arthur—. Recuerda lo que papá solía decir. Las mujeres rápidas y los caballos lentos...
—...arruinarán tu vida —corearon John, Arthur y Mason, haciendo que Tessa pusiera los ojos en blanco.
Ante el sonido de los autos acercándose, Tessa se arrastró detrás de la barra, anticipando la llegada de los policías. Compartió una mirada con Harry, quien se encogió de hombros y continuó trabajando, pero cuando la puertas se abrieron y todas las conversaciones se detuvieron, fue cuando Tessa supo que estaban jodidos.
Dos hombres estaban parados a ambos lados de la puerta, con las armas afuera y listos para usarlas. Dentro de un segundo de verlos, Harry dejó escapar un jadeo silencioso—. Mierda. Es Billy Kimber.
Tan pronto como dijo eso, el propio Kimber entró por la puerta. Tessa no pudo evitar mirar su grasiento pelo, peinado hacia atrás contra su cuero cabelludo, y sus ojos que parecían obsevar el lugar buscando algo. Todos se separaron para dejarlo entrar, y él se paró en el centro del pub, claramente visible para todos.
—¿Hay algún hombre aquí llamado Shelby? —preguntó Kimber en voz alta. Cuando nadie respondió, levantó su arma al techo, disparando una bala. La gente gritó y se agachó cuando la pintura y el polvo de ladrillo llovieron sobre la barra—. Pregunté si hay algún hombre aquí llamado Shelby.
Tommy abrió la puerta de la habitación y salió mientras miraba a Kimber. Dirigiéndose a Harry, hizo un gesto hacia los hombres—. Harry, sírveles un trago a estos hombres. Todos los demás, ¡váyanse a casa!
Las personas reunidas en el bar no necesitaron que se les dijera dos veces, corriendo por cada salia disponible que pudieran encontrar. Una vez que el pub estuvo despejado, y Harry le había servido a los hombres un trago, él también se fue a casa, queriendo evitar la confrontación inminente. Tessa se quedó, volviéndose hacia Grace, que estaba mirando con leve horror.
—Vete —susurró Tessa.
—Puedo quedarme —dijo Grace firmemente.
La mirada de Tessa se endureció—. Grace, vete a casa.
La mujer rubia no necesitaba otra mirada de Tessa, por lo que se dirigió hacia la salida trasera en silencio. Mientras hablaban, Tommy había colocado una mesa, tres sillas a un lado para él y sus hermanos y dos en el otro lado para Kimber y sus hombres. Tess tomó la bandeja de vasos que Harry había colocado, recogiéndola cuando captó la mirada de Mason. Su hermano estaba de pie detrás de la silla de Tommy, con los pies separados y listo para algo.
Colocando la bandeja sobre la mesa, Tessa encontró a Tommy mirándola—. Ve a casa.
—Tengo trabajo que hacer —respondió Tessa con su mirada inquebrantable.
—Dije que te vayas a casa —dijo Tommy nuevamente, con más fuerza en su tono.
Tessa dio un paso atrás y cruzó los brazos. Antes de que pudiera hablar, Kimber habló por ella—. Nunca me pareció bien que haya mujeres en los pubs, pero cuando se ven así... bueno, deja que se quede.
—Esa es mi hermana de la que estás hablando —espetó Mason a la defensiva.
Kimber levantó una ceja divertio—. Es tu hermana, ¿eh? Entonces, ¿cuál de ustedes —continuó, mirando entre los hermanos Shelby—, es el afortunado que se acuesta con ella todas las noches?
Los movimientos fueron sutiles, y sin embargo, en el instante en que vio que la nariz de John se contraía y los ojos de Arthur se oscurecían, ella supo que Kimber había tocado un nervio encendiendo la ira. Vio el puño cerrado de Tommy debajo de la mesa, y la mirada de Mason era tan aguda que podría haber atravesado un acero sólido.
Nadie respondió, y dejó a Kimber para mirar entre ellos en lo que Tessa presumió era una sorpresa burlona—. ¿Ella es su camarera y ninguno de ustedes se acostó con ella? Se los digo, si ese fuera yo no lo habría pensado dos veces. Dicen que las camareras son buena compañía.
Tessa, que estaba detrás de la barra, llamó la atención de Tommy. Había una mirada de advertencia en sus ojos, como si la marea hubiera cambiado y las olas se deslizaran sobre las arenas. Los comentarios hechos por Kimber hicieron que su piel se erizara, disgustada y humillada por las miradas errantes y lujuriosas que le envió.
Desesperado por alejar el tema de la conversación de Tessa antes de que alguno de ellos perdiera la paciencia, Tommy se recostó en la silla, relajó los hombros e instó a sus hermanos a hacer lo mismo. Si el montruo pensaba que no tenías miedo, no tenía sentido ser aterrador. No mostraría su miedo a la luz de la llegada de Kimber, porque Thomas Shelby no retrocedía, y no solo tenía su dignidad sino la de sus hermanos, la de Tessa y Mason para defender.
—Dijiste que querías un hombre llamado Shelby —dijo Tommy, encendiendo un cigarrillo—. Bueno, aquí tienes tres de ellos.
Bien, nunca había escuchado hablar de ti —dijo Kimber—. Y luego escuché sobre ti. Una pequeña pandilla de gitanos con navajas Diddicoy. Y pensé para mí mismo: "¿y qué?". Pero luego me jodieron. Así que ahora tienen toda mi atención.
Tessa puso los ojos en blanco. Por supuesto que Tommy se había metido en problemas con Billy Kimber. Era clásico de Thomas Shelby no tener en cuenta las reglas y simplemente hacer lo que quisiera.
—Por cierto —agregó Kimber, haciendo un gesto entre los hermanos Shelby—, ¿con cuál estoy hablando? ¿Quién es el jefe?
—Bueno, yo soy el mayor —dijo Arthur, y Kimber se echó a reír.
—Claramente —se burló, y Tessa vio que los ojos de John se oscurecían.
—¿Te estás riendo de mi hermano? —preguntó John en voz baja.
Kimber pareció desconcertado, y claramente no tenía una respuesta considerando que se volvió hacia Arthur—. Bien, él es el mayor y tú el más estúpido —señaló a John, y la sangre de Tessa hirvió. Luego se volvió hacia Tommy—. Me han dicho que el jefe se llama Tommy, y supongo que eres tú, porque me estás mirando de arriba abajo como si fuera una maldita tarta. ¿Esa es tu mujer en el bar? Vi la forma en que la mirabas; es tu chica, ¿no es así?
Tommy no dijo nada, pero su expresión seguía siendo ilegible. Sin mirar a Tessa, dijo—: Tessa, ¿puedes traernos más tragos?
Sin decir una palabra, Tessa cumplió la solicitud de Tommy, pero poco sabía que al hacerlo, todas las preguntas de Billy Kimber habían sido respondidas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top