07 | a la luz de las velas
—Estoy harta de ti dejando tus armas por toda la casa —respondió Tessa temprano una mañana mientras se paraba sobre el arma de su hermano—. Quiero decir, ¿quién demonios deja armas cargadas por ahí?
Mason apareció a través de una puerta, con una sonrisa plasmada en su rostro mientras colocaba su gorra Peaky en su cabeza—. Yo, por supuesto.
—Bueno, no lo hagas —respondió Tessa—. ¿A dónde diablos vas de todos modos?
—A la feria —respondió Mason—. Tommy me invitó.
—Por supuesto que lo hizo —dijo Tessa, recogiendo el arma que Mason había dejado en la alfombra—. Bueno, diviértanse. No te metas en peleas innecesarias y trata de no agravas a ninguno de los chicos Lee mientras estás robando caballos. No necesito que rompan mi puerta buscándote para lo que sea que hagan con las personas que los molestan.
—¿Cómo sabes de eso? —preguntó Mason—. Los caballos, quiero decir.
Tessa sonrió—. Tengo mis maneras —entonces se rió—. Es broma, me dijo Arthur.
Mason sonrió—. Bueno, nos vemos luego. Ten un buen día.
—No lo tendré —respondió Tessa mientras su hermano la abrazaba de pasada.
Una vez que se fue, Tessa comenzó a ponerse presentable para el día, todo el tiempo pensando en cuánto había cambiado su hermano.
En los meses posteriores a la guerra, finalmente había regresado a su estado anterior y parecía más feliz de lo que habóia estado en las primeras semanas de estar en casa. A Tessa le hizo feliz ver a su hermano de esa manera; solo deseaba poder sentir lo mismo con Tommy.
Esa misma mañana, ella y Polly Gray se dirigeron a la iglesia, lo que siempre hacían los domingos por la mañana. Usualmente Ada las acompañaba, pero al darse cuenta de que había pasado la noche en casa de Freddie Thorne, Tessa excusó su ausencia. Pol y ella caminaron juntas, y la gente tendía a apartarse de su camino cuando pasaban, mirando de reojo y murmurando sobre "esas mujeres Shelby".
A Tess le pareció un poco extraño que se sintieran intimidados por ella, porque no era una Shelby por su nombre, sino simplemente por asociación. Ella no era como ninguno de los chicos, pero supuso que la gente asumía lo peor de ella. No es que le importara; no podía importarle menos lo que pensaba la gente sobre ella.
—¿Cómo está Tommy? —preguntó Tessa, esperando permanecer indiferente mientras miraba al piso y pateaba una piedra a lo largo de la calle.
—Está bien —respondió Polly, aunque vio la expresión de Tessa, la mezcla de angustia y preocupación—. Te echa de menos. Hay una parte de él que no es la misma sin ti en su vida.
—Bueno, ha dejado muy claro en los últimos meses que no quiere asociarse conmigo —respondió Tessa, tratando de haver como si no le importara—. Y no voy a esforzarme si él no lo hace.
—Ustedes dos son demasiado tercos para su propio bien —suspiró Pol—. He intentado convencerlo para que hable contigo, pero dice exactamente lo mismo. Debería hacer que John y Arthur los encierren en una habitación hasta que resuelvan sus problemas.
—Sí, porque eso funcionará —se burló Tessa—. Tommy apenas puede estar en la misma calle que yo, y mucho menos en la misma habitación.
—¿Qué les pasó? —preguntó Polly de forma impotente—. Solían ser tan unidos.
—La guerra sucedió Pol —respondió Tessa—. La guerra lo cambió.
—La guerra nos cambió a todos —dijo Polly suavemente, colocando una mano sobre el brazo e Tessa—. Al menos deberías darle una oportunidad.
—¿Cómo? —preguntó Tessa—. ¿Cómo empiezo a entender por lo que pasó? Lo dejaré lidiar con lo que sea que esté pasando, pero no me quedaré quieta y seré leal si él no va a poner ningún esfuerzo.
—Dios, es como si tuvieran dieciocho años otra vez —dijo Pol exasperada—. Ustedes dos tienen demasiado orgullo para dar el primer paso. Es por eso que son tan buenos el uno para el otro.
—Éramos buenos el uno para el otro —murmuró Tessa—. Ya no sé quién es, Pol.
—Sigue siendo el mismo hombre —dijo la mujer mayor, tirando de Tessa en un torpe abrazo mientras caminaban—. Solo necesitas encontrarlo y sacarlo del agujero en el que está atrapado.
—Pero... —dijo Tessa, solo para ser interrumpida por Polly.
—Sin peros —exigió, silenciando a Tessa de manera efectiva—. Ahora, escúchame. Eres lo mejor que le ha pasado a Tommy Shelby y estaré condenada si dejo que te aleje de esta familiar. Te he criado como si fueras mía durante casi veinte años, así que si tengo que hacerlo haré lo que sea necesario, incluo darle la charla que tanto necesita. No dejaré que te lastime y no te dejaré sentarte y verlo ignorarte.
—Gracias, Pol —dijo Tessa, parpadeando para intentar deshacerse de sus lágrimas—. Eso... joder. Eso significa mucho.
—Ahora vamos, deja de llorar —dijo Polly, limpiando las lágrimas de Tessa con el pulgar—. Tenemos velas que quemar.
Y así, la vieja Polly había vuelto, y parecía que Tessa nunca había tenido lágrimas en los ojos.
—
En silencio, Tessa y Pol colocaron cada una media docena de velas en el altar, ordenándolas cuidadosamente. Era algo que habían hecho durante la guerra, rezando para que los chicos estuvieran a salvo y se mantuvieran vivso, y era una tradición que todavía no querían dejar ir.
Mientras estaban paradas juntas, la puerta se abrió y les llamó la atención. Teniendo en cuenta que la iglesia estaba vacía a excepción de ella y Polly, Tessa se sorprendió de que alguien más quisiera entrar, sabiendo el efecto que a menudo tenían en los feligreses.
Es decir, hasta que se dio la vuelta y vio quién caminaba por el pasillo hacia ellas.
—Un caballero se quitaría el sombrero —dijo Polly deliberadamente—. Y apagaría su pipa.
Al inspector Campbell no pareció molestarle las implicacionesd de Polly, volcó su pipa y la golpeó contra el banco para vaciar el contenido. Apretando los dientes, Tessa se apartó el inspector y del oficial que lo acompañaba, disgustada por su comportamiento irrespetuoso.
—Veo que solo se atreven a venir aquí cuando saben que los muchachos están lejos, en la feria —declaró Tessa, encendiendo una cerilla contra la vela ya encendida y observando cómo ardía la llama.
—¿Te refieres a tus muchachos Peaky? —respondió Campbell, sus ojos se volvieron hacia Polly—. Tus sobrinos. Con sus armas y sus cuchillas. ¿Es por ellos para quienes enciendes velas?
—No —respondió Polly—. Estamos encendiendo velas para los muchachos del Garrison que perdieron la vida en Francia. Hay una lista allí. Mira.
—Escuché que no llegó a Francia, inspector Campbell —dijo Tessa, apagando su vela intencionadamente y dejando que el humo se enroscara frente a su cara.
—Has oído hablar de mí —dijo Campbell, dando un paso hacia Tessa solo para ser interceptado por Polly—, y yo he oído hablar de ti,
Empujando a través de las puertas doradas, Campbell se alejó de las dos mujeres y se dirigió hacia el altar. Polly lo vio irse sin dejar de mirarlo—. ¿Es el Santo Grial lo que estás buscando?
—De hecho lo es —respondió Campbell, mientras su oficial acompañante se encontraba detrás de Tessa—. Lo que estoy buscando es... algo precioso. Algo robado.
Empujó a Polly contra la mesa donde ardían las velas y Tessa se movió en su defensa—. ¡Oye! —espetó indignada, moviéndose para empujar a Campbell solo para ser atrapada por un oficial.
Tessa sintió que su espalda golpeaba la pared cuando el oficial la sujetó contra ella, lo suficientemente lejos de Pol para que no pudiera ayudarla. Mientras Tessa se sacudía, el oficial se empujó contra ella, restringiendo sus movimientos.
—Quizás sabes de lo que estoy hablando —sugirió Campbell.
En un movimiento acalorado, Polly se inclinó hacia adelante y besó a Campbell levemente, haciendo que retrocediera. Mientras lo hacía, Polly casi sonrió—. Lo siento, entendí mal tu intención cuando me empujaste contra la pared.
El oficial que sostenía a Tessa contra la pared miró de tal manera que sintió que su piel se erizaba de asco y se burló—. Ni se te ocurra.
La soltó cuando Campbell se limpió la boca con un pañuelo y se dirigió hacia una puerta lateral. La abrió y entró una avalancha de oficiales, todos extendiéndose por la iglesia. Tessa los vio irse mientras Campbell les ordenaba—: Den vuelta todo el lugar.
—Al igual que la maldita plaga propagando su enfermedad —murmuró Tessa, mirando a la policía buscar en la iglesia.
—Arthur Shelby dijo que ustedes nos ayudarían —dijo Campbell.
—Si no sabemos lo que ha perdido, ¿cómo podemos ayudarlo a encontrarlo? —preguntó Polly.
—Pero posteriormente descubrí que estaba hablando con el hombre equivocado —dijo Campbell—. La próxima vez, quiero hablar con el jefe.
—Sí, buena suerte con eso —dijo Tessa en voz baja, mirando a Campbell alejarse.
—Salones de té Lickey. Viernes, diez en punto —intruyó Campbell—. Y cuando dijo "el jefe", me refiero a Thomas.
Y sin decir una palabra más, se aleó, dejando a una Tessa confundida y a una Polly enfurecida en una iglesia infestada de policías uniformados.
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