seis.
Despertó después de horas. Su cabeza estallaba de dolor y le ardía la piel en todas partes, su mirada cansada recorrió la habitación, rara vez esta se encontraba ordenada. Siempre había escopetas, trampas para osos y todos esos artilugios del que él no tenía menor idea. Pudo observar el conejo descuartizado, abierto de estómago colgando de una pata atada a un alambre. Apartó la vista sin más, no podía ver eso sin tener arcadas, apartó las sábanas, arrugadas y envueltas en su cuerpo.
Hacia algunas horas atrás estaba teniendo relaciones con su agresor, con un lunático que le había marcado todo el cuerpo, reclamándolo como su animal. Se vio la entrepierna y la pelvis, la piel estaba roja y aún húmeda, la carne brillaba en las heridas, rosadas. Su vientre tenía restos de semen y se sentía asqueroso. No por dejar que aquel puerco le frotara el pene (Esa era una de las razones, pero había incluso peores) sino que había dejado que lo hiciera. Había dejado que se frotara en su cuerpo a cambio de tres días de tranquilidad. JeongIn se sintió perturbado y sucio al instante, su cuerpo tembló y ligeras lágrimas se asomaron a sus ojos con rapidez, ¿Debía ser así? Lo era, tal vez, pensó un momento antes de volver a recaer en su situación actual.
Se sentía asqueroso, tan pútrido, el hedor sobre su cuerpo era insoportable. Tenía la piel pegajosa, entre la sangre seca, el sudor y el semen de aquél demonio. Tal vez no era tan distinto a un puto, tal vez, se convertiría en algo así como un prostituto que entregaba su cuerpo a cambio de paz.
Hizo una mueca de asco, y se irguió. Soltó un suave quejido de sus labios, estaba herido. Cubierto de chupones, besos violentos, rasguños y cortes. Se miró la pierna, cortada y pálida, las venas se marcaban y la sangre se concentraba en cada lugar que tocaba. Parecía como si su piel ligeramente morena lo hubiera abandonado a su suerte dejando aquél cuerpo de aspecto a cadáver andante. Sus ojos se cristalizaron al observar la carne abierta, donde antes había estado su pie. Levantó la pierna, débil. El hueso blanco, sucio en sangre. La carne parecía seca a los bordes, como si se tratara de un animal descuartizado, apenas cicatrizando y cerrando la herida. A los bordes se notaba como las células se encargaban de secar y cerrar la herida, sin embargo, la carne estaba húmeda por completo en el centro, las venas y las articulaciones colgaban como hilos de la carne. Por suerte, se dijo, ya no tenía hormigas poniendo huevos y tiñendo su carne de un color verdoso y blanco. Incluso se sorprendió de no portar gusanos blancos. Con el chiquero que era la casa le pareció una bendición que no se hubiera infectado ninguna de sus heridas.
Decidió levantarse, no sabía dónde se encontraba Chan ni quería saberlo. Mientras más lejos de él y de su cuerpo esté, mucho mejor. Se levantó temblando, y se sostuvo de su pie bueno dando saltitos para dar un paso enorme. Se sostenía de los muebles, de la silla donde estuvo atado semanas enteras, con los alambres de púas clavando su carne. Se sorprendió cuando observó una nota sobre esta.
Pequeño regalito a mi zorro. Disfrútalo con entusiasmo. No te caigas, cánido.
La caligrafía era un completo asco. La verdad.
Casi ni pudo entender nada, sin embargo tiró el papel amarillento al suelo y tomó un bastón de madera, parecía hecho a mano, cortado con una navaja tal
vez, para darle forma. Era sencillo y suave, como el que tenía su abuelo cuando lo vio por primera vez después de mucho tiempo. Se sostuvo de este, al fin y al cabo lo iba a necesitar para llegar al baño.
Dio unos pasos y se sintió asombroso. Incluso pudo caminar con más rapidez.
Cruzó la puerta que daba a una habitación. Estaba ordenado, completamente sin pizca de polvo ni olor a animal muerto. Parecía una casa distinta a comparación de la pocilga donde él estaba. La cama era matrimonial, las sábanas blancas y una frazada (supuso él) de piel de oso. Olía a pino, a limpieza, la madera oscura de la pared estaba ligeramente cubierta de barniz, los ojos de JeongIn volvieron a recorrer la habitación sencilla, los zapatos, la ropa que yacía en una silla. Volvió a sentirse cochino cuando asomó el tacto de su mano a la cama, era suave, cómoda, los ojos avellana de JeongIn fueron directo a la pared que enfrentaba la cama matrimonial. Había cabezas disecadas de algunos animales, rápidamente el chico quiso creer que eran falsos, de plástico u algo parecido. Pero cada que sus ojos se pegaban a la cabeza del ciervo sentía un frío grotesco acariciar su piel.
Tragó saliva, con el rostro blanco como si hubiera visto un fantasma.
Chan solía llamarle Animal. Susurrar que era su zorro. ¿Y si aquél loco le arrancaba la cabeza para colgarla en su pared? ¿O era muy dramático?
Dio acertada la segunda opción. Estaba claro que Chan no haría una cosa así. Aunque él tuviera un rostro muy fotogénico (amaba sacarse fotos) no creía que la cabeza de un ser humano durara tanto como la de un animal. Tal vez. JeongIn no estaba muy seguro.
Siguió su camino, y encontró el baño a lo lejos, a rato llegaba a dar pequeños saltitos. Se entretuvo con las cabezas de animales, los cadáveres de mariposas colgadas en cuadros en la pared y extraños bichos que desconocía por completo. El suelo crujía debajo de él. Cuando se acercó al baño se apresuró, sentía el hedor de su propio cuerpo insoportable. Ni siquiera sabía porqué a Chan le gustaba besarle la pelvis cuando él olía a cerdo. Quién sabe, tal vez aquél hombre estaba acostumbrado a vivir entre la mugre de esa habitación que ni cuenta se daba que la costra de su piel le causaba picazón. Dio saltos hasta llegar, dejando la pierna lastimada alzada. El bastón chocaba con fuerza sobre el suelo. Hasta que JeongIn sintió su cuerpo volar, mientras llegaba a la entrada del baño y se estrellaba contra el suelo. El ruido sordo de la madera al romper resonó en las paredes. Maldijo en su interior, las lágrimas salían de sus ojos con fuerza cuando tocó su nariz, sangrante y pegajosa. Se llevó la mano rápidamente mientras se volvía. Observó la nota pegada a un costado de la pared.
Mi zorro, tal vez leas esto desde el suelo. Claro, eres demasiado estúpido como para llegar al baño enterito. Te quería decir que el bastón que dejé aún estaba sin terminar. Lo siento. Me fui a buscar hiervas medicinales para ti, deja de llorar, bobo.
Se irguió hecho furia, y arrancó la nota de la pared rompiéndola en pedazos. Su espalda chocó con el suelo mientras soltaba hipidos y lloraba con fuerza. No tenía energías y le dolía la cabeza, no podría llegar a la tina ni prender el agua para su baño. Incluso sintió asco cuando observó la costra y la mugre de aquél lugar.
Esperó en el suelo, llorando.
Tiempo después escuchó la puerta principal abrirse y secó sus lágrimas con rapidez. Los pasos de Chan resonaban en el suelo y cuando lo vio se puso de codos y levantó la barbilla.
—Eres un canalla. Un hijo de puta. Muérete y púdrete. Cuando salga de aquí le diré a mi padre que te prenda fuego a ti y a todo este lugar de mierda.
Chan se acercó a él, mientras JeongIn le gritaba y le insultaba a mayor escala cada vez que se acercaba más. Retrocedía cuando el hombre se acercaba y se quedaba sin aire cuando lo veía a los ojos. La máscara de Chan tenía forma de cabeza de cordero, y colgaba del cinturón de sus pantalones, se arrepintió de sus palabras al tenerlo cerca.
—Mi nene, sabía que eras medio idiota. Así que traje gasa y hiervas para tus heridas... —tendió las cosas y JeongIn de un manotazo las lanzó al otro lado del pasillo. Chan observó las cosas caer, y lo miró a los ojos cuando el pequeño le escupió en la cara.
— ¡Muérete!
Se sacó la saliva con la mano y sonrió. El rostro de JeongIn se puso como un cadáver al verlo.
—Cosita estúpida.— Susurró y apretó con fuerza la carne viva de la pierna lastimada. Hundió los dedos y removió el hueso sin piedad. Arañó la carne y JeongIn gritó desgarrando su propia garganta.
—¡No! ¡Hijo de puta, sueltam… -Ah! ¡AH! ¡DUELE! ¡¡Duele, maldito perro!!— JeongIn tomó el pedazo de bastón roto y con fuerza arañó el rostro de Chan. La herida en su mejilla se abrió y la piel le colgó mientras la sangre descendía. El rostro del hombre quedó quieto, ni una pizca de lágrima y dolor se reflejó en su rostro y JeongIn miró horrorizado como los ojos del asesino se oscurecían.— Yo... Y-yo...
—Zorro... — Susurró y dejó su pierna en paz, a JeongIn se le resbalaban las lágrimas del miedo, sus piernas temblaban mientras la mano de Chan se posaba en su mejilla—. Mi animal, no... Debiste hacer eso. ¿Lo entiendes no? Tu descanso acaba ahora.
El grito que dejó salir fue distinto a otros, esta vez no le propinó un puñetazo o lo amenazó con la navaja. Sino que JeongIn fue arrastrado del cabello, con la fuerza de Chan impulsando el movimiento, con su cuero cabelludo latiendo de dolor. Se retorcía en el suelo, intentando levantarse con un pie y las manos ocupadas en su cabeza. JeongIn abrió los ojos y observó como lo arrastraba a su habitación, a aquella cama matrimonial.
— ¡No! ¡¡No!! ¡NO! —Chan se detuvo y lo levantó del cabello y él quedó en el aire llorando. La punta de su pie sano apenas tocaba el suelo.— ¡Lo siento! ¡Lo lamento!
—De acuerdo.— Chan lo soltó y lo atrapó entre sus brazos. JeongIn tenía la respiración acelerada y jadeaba. Las lágrimas dejaron de caer y la rabia volvía a relucir en su mente. Chan lo tomó del rostro y lo acercó a sus labios empezando a besar los pómulos sonrosados y mojados de su zorro.— Yo no me enojo si me pides perdón.
JeongIn dejó de llorar y lo miró con los ojos sumamente abiertos. Asustado.
—Eres un animal.
—Lo sé.
—Un degenerado.
—Lo sé. — Comentó en silencio, mientras lo acorralaba contra la pared. Le sonrió de manera sincera y bonita mientras la sangre resbalaba de su mejilla. Sus manos lo tomaron del cráneo y lo empujó con fuerza contra la pared. JeongIn cayó al suelo, inconsciente. Sonrió con ganas, mientras se quitaba la camiseta sucia y se inclinaba en JeongIn, metiendo la mano debajo de la ropa al chico cuando besó su cuello, arrancándosela—. Es por eso, mi zorro... Que vas a ser la hembra de este animal.
***
No sé ustedes, pero a mí particularmente me gustó el final de esto, aH JAHSJSSHJS.
Cuando lo leí del autor original me re encantó. Ay no sé.
¿Qué tal les va pareciendo? 👀
Un autor que admiro mucho me está leyendo y votando y y, ay, te ganaste el cielo. Ando panic. 🥺😔
VAYAN A LEERLE A Hunter_and_Yuki Y A coronasaurus QUE MERECEN MUCHO AMOR EN SUS HISTORIAS AAA. Ya dije, son unas personitas bien nice que escriben increíble y puro arte, lloro. ♥️
Yaya, me voy. Recuerden lavarse las manos y no ser tan puercos como Chan y JeongIn JAHSJAJ. También duerman bien y coman saludable. Muchos besitos llenos de... Coronavirus ¿ JAHSJSHSJ.
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