veintidós

—No hables con él ¿Sí?

Tyler mantuvo su cabeza baja, su mirada se perdía en el suelo, sintiendo la respiración de Hunter tan pesada y lenta, tan fuerte. La mano fría que asomó hacia su mejilla lo hizo temblar y encogerse más en sí mismo. Sus dedos temblaron cuando unos labios se pegaron en su piel.

—No hables con él —repitió—. Sé que parece pequeño, un niño, pero tiene ya diecinueve años. Es muy inteligente, te dañará.

Tyler sintió cómo su garganta temblaba del miedo, sus ojos húmedos querían dejar salir decenas de lágrimas. Levantó la mirada y se conectó con los ojos negros de Hunter. Su respiración se aceleró y el hombre frente suyo lo tomó del rostro.

—Él... Él... —Tyler se calló, el nudo en su garganta no le dejó hablar por unos segundos. Pequeñas lágrimas cayeron por sus mejillas rojas—. Es tu animal. Tú... Tú...

—No significa que te dejaré Tyler. Él es mi animal, pero no como fuiste tú. No... No es lo mismo —susurró—. Eres mi compañero. Y hay una gran diferencia entre tú y él. Eres mi cachorro, Ty, así de bonito, y estúpida perra. Él sólo es un animal. Tú bien sabes cómo es tratado un animal, cachorro.

Tyler asintió, sollozando y tratando de calmar los jadeos.

—Ya... Pareces un tarado —sonrió Hunter tratando de animar al chico. Acarició el cabello de Tyler, la gasa ya estaba manchada de sangre, los labios del chico agrietados y marcados. Tenía hematomas en la piel, marcas que Hunter observó con suma atención.

Por un momento, sintió la necesidad de gritarle cuál había sido la identidad que dejó atrás. Aquél chico arrogante, estúpido y malvado. Y ahora sólo tenía a un niño, a un cachorrito mojadito y  asustado de perder a la única persona con la que convivió cerca de un año. Muchas veces no entendía a Tyler. No había entendido su necesidad de ser tratado de una forma que Hunter rechazaba para un chico como él.

Lo veía llorar, entre sangre y moretones que eran invisibles para él. Lo escuchaba gemir y sollozar por las noches, oía sus reclamos en silencio. Tal vez, Tyler se había aferrado a él tras no reconocer quién era. Trató de recordar cada detalle que lo perdió todo. Y era una lástima.

Y sin embargo, seguía llorando por su atención.

Era el primer animal que tenía la necesidad de permanecer junto a su victimario.

—Si... Si algún día muero por completo como persona, si... Fuera a hacer justicia por mí o por otro... —susurró Tyler—. Me encantaría que tú fueras la razón.

Hunter observó el rostro de Tyler, todo golpeado, repletos de lágrimas que no sabía si eran de tristeza, impotencia o algo más. Su mirada fue cayendo por su cuello, mordido, cicatrizado con marcas permanentes, en aquellos brazos cortados, lastimados y cubierto de moretones y hematomas. Los ojos negros de Hunter se detuvieron en aquella mutilación que él mismo provocó. Recordaba la maldad que se le cruzó en la mente para cubrir todo el bosque con trampa para osos. Sabía que si él mismo le cortaba la pierna el chico lo odiaría, aunque la naturalidad del hecho tenía un poco de culpa.

Entre toda esa piel lastimada, esa mente destruida y fabricada de la peor forma, se encontraba una nueva sensación que Tyler no tenía miedo de mostrar.

—¿Perderías todo lo que eres... Por alguien que posee una identidad artificial, Tyler?

El chico lo miró a los ojos, podía notar aquella osadía en ellos, esa que tanto meses lo enloqueció y aquél terror que abrazaba a Tyler por la espalda. Una mirada que gritaba muchas cosas para un alma destruida y artificial como la suya. Hunter se quedó quieto al instante en el que Tyler asintió, su ser se confundió, se abarrotó con miles de preguntas.

Y sin embargo, sólo se volvió, tomó su bolsa de caza y se retiró de la cabaña. Hunter no se metería en algo que no entendía y que no querría entender. Al fin y al cabo, Tyler sólo era un reflejo de sus traumas, sólo era un espejo que fue tomando forma de lo que alguna vez fue. Y para eso servía tener un animal, para deshacerse de todo lo malo que uno tiene, para hacer justicia y arrancar de un alma pútrida los malos recuerdos. Y al final, ver en otra persona cómo se veían en el interior.

Era el peor castigo que se le podía hacer a alguien.

Cuando se cerró la puerta Tyler se apoyó contra la pared. Sus manos estaban inquietas y su pecho se pulsaba a los miles de latidos que su corazón le permitía. Lentamente trató de caminar hasta la cama, se sentó y tomó su bastón. Todos sus sentidos se concentraban en aquél minúsculo ruido que venía de aquella habitación. Sus ojos se oscurecieron de odio e impotencia, su instinto lo obligó a levantarse y caminar hasta ese lugar.

Su cuerpo se detuvo frente a la puerta. Aquél animal, aquél ladrón. Su corazón se calmó, tan sereno que Tyler apenas se dio cuenta de que su mano ya había tomado el pomo de la puerta empujando y observando aquellos ojos que no reflejaban una pizca de miedo.

Un silencio gobernó la habitación.

Tyler no arrancaba su mirada de aquellos fríos ojos, tan venenosos que su mano apretó con más fuerza el bastón. Pudo notar los golpes en su rostro, en aquella piel blanca manchada de sangre roja e intensa. Los ojos del animal lo inyectaban de mala vibra, como una serpiente expulsando su veneno.

—Tyler Owens —sentenció, una extraña sensación se aferró con garras en su piel. La osadía de Tyler se encogió y su corazón oprimido latió con fuerza—. Hijo del político.

Tyler bajó la mirada, su cuerpo retrocedió al instante de escuchar las palabras. La extraña sensación lo apuñalaba por todas partes, miles de rostros pasaron por su mente.

Pero no pudo reconocer ninguno.

—Tyler... Mi nombre sólo es Tyler... —susurró, un miedo recorrió su cuerpo.

El chico delante suyo se quedó callado, lo miraba de pies a cabeza. Tyler observó la sangre seca de las muñecas del chico, las púas del alambre no alcanzaron a destrozar su piel por completo. Sus ojos viajaron a sus cicatrices, eran tan profundas.

—¿Te han arrebatado tu identidad?

Preguntó, Tyler tocó su rostro sintiendo el sudor que le bañaba la piel. Sus ojos viajaron por toda la habitación y se detuvieron en las orbes de aquél animal.

—... No.

—El mundo entero cree que estás muerto. Incluso enterraron tu cuerpo, muchas personas asistieron a tu velorio ¿Sabes?—una risa lenta salió de los labios del chico—. Se supone que un oso te destrozó el cuerpo. En cambio, aquí estás. Sin identidad.

La garganta de Tyler se secó, su corazón fue bañado por una confusión masiva, tanta extrañeza que le gritaba que algo estaba mal, pero no notaba qué era. Su entorno le era familiar, sus manos, sus heridas, todo. Todo le sonaba correcto en su mente. Sin embargo, muchas preguntas surgieron.

—Jamás he visto el resultado de algo como esto. Realmente te han transformado en alguien que no eres —susurró—. Mírate, mira tu piel. Tu rostro. ¿Qué haz hecho para merecer todo esto?

—Yo... Yo... —Tyler cerró los ojos, la cabeza le dolía, le palpitaba con fuerza mientras miles de recuerdos cortos le llegaban a la mente. No era tan claro, no podía entenderlo bien—. A... Asesiné. Yo... Maté a una... Dos personas.

—Y yo a ninguna. Me están castigando por algo que no hice —Tyler lo miró, el chico ladeó la cabeza—. Por favor, sé que aún tienes algo de humanidad. Suéltame. Desátame, hazlo y te ayudaré a recuperar lo que se te fue arrebatado.

—No me arrebataron nada... —bajó la mirada, ¿Qué le habían arrebatado? Su mente buscó algo, alguien... Sus ojos se elevaron.

Sí, le habían arrebatado a alguien.

Aquél animal. El animal de Hunter.

—Sí —susurró—. Quiero... Quiero que sufra. Yo... Quiero que lo destruyan poco a poco... —Tyler se acercó al chico, lentamente fue quitando los alambres, sin despegar sus ojos de cada diminuta herida, en aquél animal que lo reemplazó en un segundo. Su corazón se encogió pero su mente fue bañada por miles de formas, maneras de asesinarlo ahí mismo. Sus ojos se detuvieron en el alambre con púas, su mano estaba cubierta de sangre, el chico se levantó rápidamente y los ojos de Tyler viajaron hacia aquél cuello suave y blanco.

El alambre de púas rodeó el cuello del chico, las manos de Tyler sangraron con fuerza al apretar y jalar. Los oídos de este escuchaban las arcadas, tan sonoras, tan satisfactorias. Se acercó al rostro del chico y susurró con tanto odio e impotencia que no le importó la sangre que caían por su antebrazo.

—Y quiero que se ahogue en los pecados de su padre. Ahogate en la sangre maldita de aquella descendencia pútrida y asquerosa.

El chico forcejeó por unos minutos, hasta que el cuerpo fue perdiendo fuerza y Tyler soltó el alambre. Su corazón acelerado se calmó y decidió salir de la habitación. Tomó su bastón y caminó despacio hasta la puerta. Hasta que una mano lo tomó del pie y lo hizo caer al piso de golpe, la nariz de Tyler sangró al instante. Su cuerpo se volvió y sintió el peso de alguien más sobre él. Aquél animal, con el cuello marcado y bañado en sangre, tomó el bastón y golpeó a Tyler con él en la boca. Sus labios agrietados se reventaron en sangre, sintiendo una cachetada que lo aturdió con fuerza. El chico lo miró con tanto odio que Tyler apartó la vista.

—¡Mira si me dejaría matar por una cosa tan poca como tú maldito animal inservible!

El peso salió de su cuerpo al momento de escuchar a alguien entrar por la puerta. Tyler levantó la vista justo al momento de ver a Hunter empujar a Noah contra el suelo. El chico retrocedió como pudo, y Tyler sintió como una mano lo levantó en un segundo.

—¡¿Eres sordo o qué mierda, Tyler?! ¡Te dije que no hablaras con él!

—Yo... Yo —susurró Tyler—. Lo siento. Lo lamento.

Tyler escondió su rostro en el cuello de Hunter, la sangre manchó la ropa por completo. Su cuerpo temblaba tan fuerte que las manos de Hunter lo sostuvieron con cuidado.

—¿Estás con este salvaje? —preguntó Noah, Tyler lo miraba de lejos—. ¡Estás con alguien que te quitó tu identidad! ¡Date cuenta idiota! ¡¿Crees que estarás junto a él?! ¡Personas como estas no aman, entiéndelo! ¡Estás perdido Animal!

—Sal de aquí, no lo escuches. Tyler sal de la habitación —Hunter lo sacó y lo dejó justo fuera de la puerta—. Aléjate de aquí.

Asintió y se apoyó contra la pared, su mirada se conectó con el espejo del baño, la puerta abierta desde lejos dejaba ver su reflejo. Él se sentía extraño, sus ojos gritaban que algo estaba mal. Algo estaba mal en él.

Y entre su confusión, podía escuchar los gritos de aquella persona cuerda. Con su humanidad e identidad con él.

—¡Los animales no aman! ¡Él jamás entenderá tus estúpidos sentimientos! ¡Te destruiste a ti mismo animal, te haz derrotado por completo!

Tyler se abrazó a sí mismo.

Tan perdido, no sabía si creerle a su mirada en el espejo. A su mente que lo creía correcto o a la confusión de su corazón.

Tyler empezó a sollozar por algo que desconocía.

Él mismo.









¡Gracias, gracias gracias gracias!


¿Dedicaciones?

MAYO 27. 2017.

HUNTER OBRAS.

ASK.FM//AZUL_HUNTER.

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