treinta y uno


Sentía las gotas de lluvia caer en su cuerpo, tan lento, frías en su piel. Sus ojos se abrieron con lentitud, hinchados y adoloridos, podía ver las nubes que se alzaban en el cielo, tapando las estrellas, tapando la luna que iluminaba su escuálido cuerpo. Sintió el agua en su piel, limpia, tan refrescante que no se movió ni un segundo para dejar que la sangre se despegara de él. Para que las mordidas nuevas, los cortes, los moratones y los golpes dejaran de latir del dolor en su cuerpo. Tyler abrió la boca, sediento, las gotas frías cayeron en su lengua como una bendición, pura suerte. Se sentía tan cansado, tan inútil que siquiera podía levantarse por sí mismo.

La garganta le dolía, ultrajada, ardiente en llamas y rota por completo, sentía como si hubiera masticado mil vidrios dentro de él, y los hubiera escupido para volverlos a tragar. Relamió sus labios, hinchados, mordidos por completo, el cansancio lo quería arrastrar a un sueño profundo, postrado en aquél suelo frío, cubierto de su propia sangre y sin poder moverse. Su cuerpo desnudo ya no tenía las fuerzas para temblar, no tenía fuerzas para levantar un dedo y lo único que quería era dormir. Se sentía como plomo, sentía su piel asquerosa, abierta y tocada por decenas de manos, llena de golpes, de mugre y sangre. Veía al cielo, veía las nubes cargadas de aquella agua que intentaba limpiarlo, que buscaba arrancarle la sangre del cuerpo, de borrarle las lágrimas y los lamentos. Una noche tan pura, tan limpio era el aire que lo envolvía, el frío, tan despiadado, sin embargo, estaba tan dañado que ya no le importaba. Se encogió, y un gemido apenas sonoro salió de sus labios, sollozó, apretando los puños y los ojos.

Se sentía tan sucio, tan sucio por dentro y por fuera. 

Volvió su mirada hacia el cielo, aturdido. Su corazón se sentía oprimido, lento, tan dolido que su pecho ardía, ardía de dolor, impotencia e ira ante el miedo. Ira hacia él mismo, ira por dejarse tratar de esa manera. Porque las marcas que traía ahora fueron hechas por desconocidos, por monstruos que rugieron por su carne, por su cuerpo. Por este cuerpo oprimido, lastimado y golpeado. El cuerpo de un animal, de un pecador.

Tanta ira, tanto enojo y remordimiento latía en su cuerpo, deseaba arrancarse las uñas de los dedos, aquellas que rasgaron sus pieles. Tantos dueños, tantas marcas. Tantas veces le dio asco el trato, tantas veces se aguantó el vómito, las lágrimas. Quería arrancarse toda la piel, todas las marcas, las heridas para que no quedara nada que dañar, nada que fuera maltratado. Y su corazón latía, entre el veneno de sus propios sentimientos, entre el recuerdo y el anhelo.

Porque miraba hacia el cielo, y maldecía miles de veces a aquellos que se atrevieron a hacerle daño. Pero lo recordaba, lo recordaba a él y su corazón lo devoraba por completo, lo controlaba y lo convertía en un sumiso, lleno de gimoteos dolorosos y lágrimas en los ojos. Porque a él lo perdonaría mil veces, todos sus errores.

Porque Tyler podía olvidarse de su nombre, de su identidad, y aún así su corazón ronrronearía gustoso ante él. Porque en él sólo existía el perdón para Hunter.

Escuchó unos pasos a lo lejos y se estremeció por completo, cerró los ojos y apretó los puños. Sintió cómo su piel se erizó en sus brazos, se sentía débil e intentó mover las piernas para levantarse, sin embargo, el dolor lo paralizó de cuerpo entero y se quedó quieto, mientras oía los pasos y la lluvia chocar contra el frío suelo. Tyler clavó sus ojos en aquella persona que se acercó de manera sigilosa, alta. Traía capucha y tenía los hombros pequeños, lo vio agacharse e inclinarse a su lado. Se percató de aquellas manos cicatrizadas y delicadas, mientras su cabeza se movía para todos lados con rapidez. Y lo escuchó susurrar.

—Vamos chico, no hay tiempo —era Hank, incluso con la poca luz tenue podía notar sus ojos, sus mejillas marcadas y el labio partido, lo tomó de los hombros y trató de levantarlo, Tyler se quejó, gimió de dolor y se impuso ante el toque, negando—. ¿Te rompieron algún hueso? ¿No? Entonces sí puedes levantarte, anda chico, vamos. Que no nos están viendo.

Tyler gimió y clavó sus uñas en los brazos de Hank, lo levantó con rapidez y sintió un tirón en todo su cuerpo, se mordió el labio ahogando un grito. Sus piernas trataron de levantarse, débiles, sintió como si pisara miles de agujas debajo de él. Se sostuvo en Hank, aferrándose con fuerza y sintiéndose inútil, el agua resbaló de su piel. Sollozó con fuerza como un niño y se encogió al instante de sentir como algo se escurría entre sus piernas, el ardor que sentía en sus partes íntimas era insoportable, cerró los ojos con fuerza y se encogió, llorando.

—Ya... Ya, aún estás aquí, eres fuerte —sintió los brazos de Hank rodearlo, y lo sostuvo con cuidado, lo llevó a un rincón y lo apoyó en la pared, sacó un bolso viejo, y Tyler sintió la tela seca en su piel. Las manos de Hank eran cuidadosas, como si muchas veces hubiera curado las heridas de otros. Este último removió la sangre de los cortes, notó los golpes nuevos, los viejos. Tragó saliva al leer la palabra escrita en su pecho. Animal. En letras uniformes y dobladas, se quedó quieto un segundo cuando observó la marca de su primer dueño. Apenas visible, tan delgada que incluso parecía la herida menos dolorosa de aquél cuerpo. Siguió y limpió la sangre de la espalda y abrió sus ojos con intensidad, sintiendo un cosquilleo en todo su cuerpo. La espalda del chico estaba marcada por completo, repleta de nombres, iniciales. Y lo notó, en aquella nuca cubierta de mordidas leves, la marca del Teniente. Apretó los labios y limpió la sangre. Le pasó una remera blanca, vieja y con algunos agujeros en los bordes, Tyler se la puso con cuidado. Observó como la sangre traslució sobre la tela. Tyler miró a Hank con el trapo ya húmedo, y se miraron un segundo—. ¿Quieres... Te ayudo ahí abajo o puedes tú solo? Niño.

Tyler bajó la mirada y tomó el trapo húmedo de Hank, este lo ayudó a sostenerse y se inclinó. Observó todos los rasguños nuevos, la piel roja, irritada. La sangre chorreaba en su piel. Los dedos lastimados de Tyler recorrieron los cortes cerca de su entrepierna, la sangre, el barro, la mugre asquerosa que se mezclaba con el semen se volvieron como el mismo ácido para él. La sangre de sus partes íntimas se mezclaban con el líquido blanco y pegajoso, era demasiado, demasiado en su interior. Tyler asomó dos dedos temblorosos a su entrada y presionó apenas, gimiendo, el semen salió de su interior lentamente
Empezó a limpiarlo, cuidadosamente metió las manos entre sus piernas y mordió sus labios, ardía, le dolía todo. Se detuvo al momento en que sus ojos le nublaron la vista y sollozó despacio.

—Ya está, ¿sí? Ven, ponte esto —le tendió un pantalón holgado y se sintió cómodo. Estaba tibio. Se apoyó contra la pared y miró a Hank con intensidad, frunció el entrecejo y escupió a un lado cuando sintió demasiada sangre en su boca.

—Gracias —susurró despacio. Hank tiró los trapos a un lado y se acomodó el bolso—. Parece como si quisieras escapar.

—Es que me iré, el Teniente Morris acaba de irse. La seguridad no es mucha por noches como ésta. La lluvia remueve con facilidad la tierra y conozco todos los puntos débiles del lugar —Tyler se quedó callado, y lo miró serio—. Ven. Ven conmigo. Te aseguro que este sólo es el principio de las torturas del Teniente, creeme. Si no le das lo que quiere te matará por dentro. Ya lo hizo conmigo, y si puedo evitar que lo haga con alguien más, lo haré. Eso es lo que hace siempre. Te mata por dentro. Solo ha tenido tres animales en su vida, Hunter, tú y yo.

Tyler tembló en su lugar, con los labios secos. Se quedó ahí, mirando los ojos abiertos y eufóricos de Hank.

—Mira cómo terminó Hunter, recuérdalo, chico. Lo afectado que está, tú lo ves, y lo único que encuentras en sus ojos es satisfacción después de haber dañado. Tiene una calma extraña que aterra, ¿lo notaste? Es una extensión de Morris y lo único que lo salva y lo diferencia es la piedad. Lo único que lo salva de ser un monstruo es una mísera parte de sí mismo. Lo único que quedó de Christopher. Yo... Había tratado de escapar con él, me atraparon y dejó que me quedara con mi identidad. Con mi nombre. Me dejó, solo y con lo único que me salvó durante todos estos años de tortura. Y lo único que me identifica como un animal es mi cuerpo marcado por cientos de nombres. Pero tú... Chico, te arrebataron tu nombre. Tu identidad. Piensa en ti mismo por un segundo, deja de lado a tu animal, a todos los dueños que tuviste. ¿Ves algo que solo sea tuyo y de nadie más?

Tyler recordó a Hunter. Pensó en las palabras de Hank y se lo imaginó como todas esas veces donde lo besaba con tranquilidad, sin violencia, sin brutalidad. Solo ellos dos en la cama, entrelazados y besándose. Se sentía en casa, en aquél aroma a tierra mojada, el olor a pino. Hunter retrocediendo, con aquél rostro fruncido, sus debilidades. Sólo siendo él.

—Yo... Yo estoy enamorado de él —susurró—. Estoy enamorado de él, de lo que él es y lo que no. Hank, a mí no me importa perder mi nombre si es por él. Yo... Podría recuperar mi identidad  para caer en sus brazos de nuevo, s-si es por él. Al diablo con mi nombre, al diablo con mi identidad, porque lo único que me importa es estar con aquél bruto. Ni Aislamiento ni el Teniente Morris me quitará eso. Por que es sólo eso, lo único mío son mis sentimientos de mierda hacia alguien artificial como él.

—Entonces tómalo con fuerza y aférrate a él como puedas —Tyler asintió y lo vio volverse—. Vamos, el sol se pondrá en unas horas.

Lo ayudó a sostenerse, Hank caminaba con rapidez y el peso de Tyler era tomado por aquél, se sintió agitado y pararon frente a una alambrada enorme tras pasar por varios sectores del campo, Tyler se volvió cuando Hank empezó a mover la tierra con un pedazo de metal que sacó de su mochila. Veía el perímetro y notó las luces que iban y venían viendo si no había nadie sospechoso afuera. Se preguntó cómo fue que hicieron para esquivarlas. Sintió las manos de Hank jalar de su pantalón.

—Tú primero. —Tyler se volvió y se encontró con un agujero en la tierra, parecía hondo y tenía un poco de agua al fondo. Se agachó e hizo una mueca, pasó con cuidado, adolorido, Hank sostenía el alambrado con fuerza y Tyler sentía que se hundía en la tierra mojada—. Vamos, niño.

Se estiró y pasó al otro lado, se resbaló y notó toda su ropa manchada de barro, Hank metió la piernas primero y se deslizó ágil y rápido, las mejillas de Tyler se encendieron, él era muy lento. Lo vio remover la tierra de vuelta y se levantó aturdido, se estremeció y Hank le pasó el pedazo de metal con el que cavó el agujero. Tyler se percató de que era una barra ancha y medio oxidada.

—Úsalo como soporte, por tu pierna —Tyler asintió y miró para todos lados, el campo se alzaba oscuro y húmedo frente a ellos. El aroma a tierra mojada inundó a Tyler y respiró profundo, la lluvia tenue caía en su rostro y se sintió aliviado por primera vez—. ¿A dónde vas tú? ¿Con Hunter?

Tyler lo pensó un rato, no recordaba muy bien el camino, sin embargo asintió.

—Bien, te acompañaré hasta cierto punto, primero debemos alejarnos de aquí lo antes posible —Hank avanzó y Tyler fue tras él. La lluvia no paraba y el barro se hundía debajo de ellos, el cielo estaba oscuro y los relámpagos a lo lejos iluminaban el campo por completo. Era un territorio desolado, sin embargo, Tyler podía ver las sombras de los bosques a lo lejos, tan pequeños que suspiró frustrado—. Linda noche. ¿No lo crees?

Los ojos avellana de Tyler lo miraron cansado, Hank pasó una mano detrás de su espalda y lo ayudó a caminar, hizo una mueca de dolor cuando tocó una herida. Sentía la mirada cansada y quería caer rendido en el barro para dormir una semana.

—¿Qué hiciste para terminar aquí, chico? —le preguntó de la nada, Tyler se mordió el labio, pensando.

—No recuerdo bien —mencionó—. Creo que ha sido hace mucho tiempo. En realidad, no recuerdo nada además de Hunter.

—Interesante, la verdad, no he visto un animal como tú desde hace mucho. Últimamente los que vienen son por abusos o cosas así. Los asesinatos ya casi no se dan —comentó y lo tomó con rapidez cuando Tyler casi se resbalaba—. Los animales como tú sólo se dan si el pecado fue el asesinar a alguien. Al menos, que la culpa fuera tuya. Ellos lo llaman un castigo que tiene beneficio. Te olvidas de quién eres pero tienes el beneficio de no saber que fuiste otra persona. Te olvidas de tu pecado pero vives en desgracia. Todo es un mecanismo extraño. Yo tuve que haber terminado como tú, chico. Yo maté al primogénito del Teniente Morris. Lo maté porque él quiso tomarme como su animal, sin que yo hubiera hecho nada. Es por eso que a veces hay injusticia en la misma justicia. Y mi castigo fue ser el animal de todos los soldados. Al menos, tú descubriste este mundo de manera lenta. Cuando te vi llegar noté las cicatrices leves en tu cuerpo, no tenías tantas frescas. Aunque las de tu cabeza me dan terror.

Tyler hizo una mueca, pensando en la última vez que se miró al espejo. No lo recordaba, a veces incluso olvidaba cómo era su rostro. Hank se calló en el transcurso del viaje, la lluvia empezaba a tirar con fuerza de ellos, las gotas caían furiosas sobre su piel y las manos de Hank se apretaban más a él. Lo vio sacar una manta, vieja y áspera que lo hizo dar un saltito, era pesada y los tapó a ambos en la cabeza. Tyler respiró con fuerza y se embriagó en el aroma a tierra mojada.

Recordó sus palabras, y se quedó mirando un punto ciego, ausente de todo. Los animales como sólo se dan si el pecado fue el asesinar a alguien. Un animal como él, frunció el entrecejo y trató de escarbar en su mente. En sus recuerdos y su cerebro inútil. Tuvo la idea de que sus manos pudieron haber matado a alguien, a una persona. De repente sintió el corazón pesado en su cuerpo, analizando la situación. Hank había matado a un familiar del Teniente Morris y tuvo que terminar como él. En cambio, Tyler ya se había olvidado de sí mismo y sólo recordaba a su primer dueño, a Hunter. ¿Porqué razón terminó así en las manos de Hunter? Como esta clase de Animal. Tal vez... Tal vez él también había matado a alguien importante para Hunter. Tal vez. Pero no lo recordaba y sintió un peso enorme inundarlo por completo.

Levantó la vista y se encontró con grandes árboles alzándose frente a él, el aroma a pino lo envolvió de cuerpo entero, sintiendo cómo la lluvia era atrapada por las hojas y caían de forma leve sobre su rostro. Se soltó de Hank y empezó a caminar solo, la noche se iba aclarando y la lluvia que antes rugía con fuerzas se volvía leve y tranquila. Se vio a sí mismo caminar sin rumbo por decenas de kilómetros. Alejándose de Aislamiento, del Teniente. Y cuando quiso darse cuenta sólo estaba rodeado por árboles y el bosque volvía a formar parte de él. Sonrió con los ojos cristalizados, sintiéndose en casa.

Cuando dejó de llover caminaron tranquilos, Tyler unos metros más alejado de Hank, viendo todo con grandes ojos. Y se quedó quieto cuando se encontró con un lago tranquilo, el acantilado que se alzaba a un lado lo golpeó con algunos recuerdos, estaba tan crecido que parecía distinto pero estaba seguro que era el mismo que recordaba.

—Lo conozco...¡Hank yo recuerdo éste lago! —gritó alegre, su corazón se llenó de orgullo y corrió cojeando como pudo por donde sus recuerdos lo guiaban, no estaba tan lejos de Hunter, sólo algunos kilómetros y estaría de vuelta en casa. Las lágrimas brillaron en sus ojos y un nudo se formó en su garganta, escuchaba los gritos de Hank llamándolo pero no podía parar. Sin embargo, se detuvo en el instante en el que lo oyó gritar con fuerza. Se volvió y lo vio agitado, con la mano en el hombro y la sangre borboteaba con rapidez—. Hank.

Corrió hacia él y su corazón se agitó desesperado. Sus pies flaquearon y cayó al suelo cuando observo a Hank caer de rodillas con una bala en cráneo. Su oído pitaba y sus ojos grandes buscaron con rapidez al causante, observó al Teniente Morris a lo lejos junto a dos hombres armados. Sus piernas se movieron con rapidez y se volvió con el corazón en la boca. Corrió desesperado, agitado y resbalándose en el barro cuando pisaba mal, escuchaba la risa del teniente a lo lejos.

Corrió con rapidez y sus ojos se nublaron de lágrimas cuando pudo divisar la cabaña de Hunter a lo lejos.

—¡Hunter! —gritó ahogado. Sintió las manos de alguien tomarlo por la cintura y las lágrimas resbalaron por sus mejillas—. ¡¡Hunter!!

Su cuerpo fue estrellado con brutalidad contra el suelo, el barro lo bañó por completo y su rostro se irritó cuando lo abofetearon con fuerza. Tyler gimió de dolor y sintió el peso de alguien más sobre él. Sus ojos se cubrieron de lágrimas y su cuello fue tomado con fuerza, sus ojos se conectaron con aquel gris frío y lleno de ira.

—Mira mierda —rugió y apretó la mano sobre su cuello—. Mira nada más hasta dónde llegaste con el culo abierto, Animal. Al parecer ellos no fueron suficientes para romperte por completo maldito bastardo. ¿Así que ahí está mi animal? Mi Hunter. Tan cerca, dejaré que te despidas de él. Que lo veas bien antes de que lo degolle con mis propias manos. Y más te vale que mi hijo esté bien, porque más tarde tú serás su regalito. Su primer animal. Ya me tienes cansado. Y si no te quiere terminarás como el bastardo de Hank.

Tyler se ahogó en arcadas y tosió desesperado cuando las manos del teniente se alejaron de su cuello, intentó llevar las suyas propias hacia la zona lastimada, sin embargo, el Teniente lo tomó de las muñecas. Sus ojos se agrandaron y las lágrimas lo volvieron a inundar cuando sintió una de sus manos sobre sus muslos, sus pantalones fueron bajados y los ojos del teniente no se despegaron de los suyos.

—N-no... No por favor —susurró con la voz rota, el ruido del cinturón al desprenderse, la ropa saliendo. Tyler se mareó y su mirada se llenó de lágrimas al sentir el frío sobre su piel. Otro más no. No. No iba a aguantar. Sus ojos avellana se pegaron en los ajenos, rogando, sollozando cuando los dientes del Teniente Morris mordieron su cuello, su cuerpo entero se estaba cubriendo de barro, de humedad, pero podía sentirlo, entre sus piernas, ahí, Tyler bajó la mirada miedosa cuando vió su vientre rasguñado, su cintura cubierta de hematomas, golpes, de manos marcadas, los cortes que tenía en los muslos empezaron a sangrar cuando la pelvis del Teniente Morris se pegó en su cuerpo. Tyler luchó, luchó y gritó desesperado por Hunter cuando el Teniente le cubrió la boca con la mano, lloró con fuerza, jadeando, mientras apartaba la mirada al cielo gris, a los árboles justo cuando sintió que entraba por completo en él, de una estocada, fuerte, violenta. Su cuerpo entero se debilitó, y se sintió superado por todo, sus manos dejaron de luchar y lo miraban, miraba aquél rostro, aquellas garras... Tyler sintió dentro de él un terror absoluto, un miedo tremendo que oscureció su corazón.

Pero no lo sentía suyo. No lo sentía suyo. Rogó con la voz quebrada una última vez cuando sintió en su piel que esos sentimientos... Eran ajenos.





Cayó de estruendo contra el suelo, la sangre chorreó de su nariz burbujeante y alzó la vista aturdido, su entorno daba vueltas y cuando aclaró su vista pudo verlo ahí de pie a unos metros de él, con la mirada sorprendida y aquellas orbes negras mirándolo. Sus ojos se cubrieron de lágrimas y un nudo enorme lo ató, su corazón rugió desesperado y sus brazos se movieron con rapidez. Tyler lloraba angustiado, desesperado por acomodar sus pantalones. Mientras la mirada de Hunter lo recorría por completo.

—Hun-Hunter, p-perdóname. Per-perdóname.

—M-mi...—susurró y frunció el entrecejo—. Mi cachorro... Mi...

—Mi animal —Tyler se cubrió la cabeza, llorando. Las mejillas de Hunter se encendieron cuando se percató de los pantalones ensangrentados de Tyler. Su mirada subió y su piel se erizó cuando la mirada del teniente se conectó con la suya—. ¿Quieres divertirte con nosotros, Hunter?






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