treinta y tres






El dolor de cabeza palpitaba como sirenas en su cráneo, los ojos de Tyler dieron vueltas en sus cuencos, los sentía pesados, ardiendo en golpes que le obstruían la vista y el movimiento. Se había sentido mucho tiempo así, de esta manera, destruido, abarrotado, cubierto por miles de golpes y cortadas. Sabía lo que era el despertar las mañana con la boca pastosa y seca en sangre, con los labios agrietados y lastimados.

La cotidianidad de las heridas era algo normal para él. Algo normal para su mente, para su tacto, para sus dedos al tocar su piel y sentir las cicatrices en ellas, pues cuán extraño sería no llevarlas consigo. Todos los meses su mente lo traicionaba, su memoria, sus recuerdos tan manejables que no podía confiar en ellos, es que eran tan manipulables que fácilmente se podía cambiar un hecho por otro. El mundo que conocía se resumía en lo que sus ojos veían, en sus marcas, en sus cicatrices. Porque ellas sí eran permanentes.

Y podría soportar cientos de bofetadas, podría tener las mejillas rojas en sangre, los tobillos rotos, la lengua cortada y los oídos dañados. Tyler podría ser destruido de mil maneras y sin embargo, seguiría de la misma forma, seguiría abriendo los ojos como un necio. Seguiría arrastrándose sobre su cuerpo, seguiría balbuceando. Porque él podría soportar perder cientos de identidades y aún mantenerse despierto frente a las circunstancias.

Tyler aspiró con fuerza, sintió el aroma a tierra mojada, al frío devastador que lo tomaba de la piel y lo desmenuzaba por completo, aquél tenue aroma a sangre que emanaba de su cuerpo. Su nariz bañada en sangre seca, rojiza y coagulada respiró el aire infectado a muerte. Su cabeza ladeó intentando apartar esa sensación de su cuerpo, pero se detuvo, llevó una mano pálida y rasguñada a su cabeza y sintió la sangre húmeda en su cráneo. Sus ojos se abrieron y observaron manchas negras en su visión. La iris de los ojos avellana de Tyler estaban rojos, irritados. Despegó su cabeza del suelo sintiendo el hilo de sangre que se separaba de su cabeza a la madera manchada.

El cuerpo de Tyler gritó por un descanso, adolorido, sin embargo, la voluntad y la torpeza del animal mareado y débil quisieron levantarse. La lentitud abrazaba sus acciones, sus oídos pitaban y llevó sus manos hasta ellos, golpeó con suavidad y no escuchó nada. Tyler se quedó quieto, contra la pared cuando ya pudo quedar de pie, las manchas negras en su visión iban desapareciendo y golpeó con fuerza su oído esperando escuchar algo. Sin embargo, quedó en la nada.

Se sentía atrapado en una caja imaginaria, sin poder oír nada a su alrededor. La pupila de Tyler se dilató y apoyó su cabeza sangrienta y húmeda sobre la pared. Vaciló moviendo la cabeza de un lado para el otro dejando que sus ojos descansaran un poco, el movimiento calmaba sus dolores. Cuando sus ojos avellana volvieron a la luz su piel se cubrió de un suave manto de escalofríos que lo estremeció de cuerpo entero casi como tocar el agua tibia en pleno invierno. Sus índigos cubiertos de odio viajaron por el cuerpo entero de aquél usurpador, de ese sucio, podrido y asqueroso ser que le trajo miles de desgracias. Y sin embargo, el verlo marcado con cientos de cortadas, decenas de marcas en el cuerpo lo llenó de angustia. Su mirada buscó mordidas en el cuello, en los brazos, las piernas o la espalda.

Se encontró con las marcas de Hunter en aquella piel, con esas letras irregulares y dobladas, dando la sensación de que fueron cicatrizadas y renovadas en muchas ocasiones. Algunas estaban cosidas con descuido, dejando que la piel se infectara en un color violáceo y verdoso. Tyler infló el pecho y su angustia se fue transformando en tristeza y desesperación cuando notó una gran mordida en su hombro. Sus manos instantáneamente viajaron a sus propias marcas, sintiendo la piel abierta, las mordidas recientes y los rasguños ardientes floreciendo en su cuerpo.

Tyler se tragó las lágrimas, sorbió su nariz pensando lo peor. Su Hunter, su dueño y autor de su alma sobre aquella cosa tan insignificante, tan pútrida. Marcándolo incontables de veces como si fuera a escaparse, y se miró, se miró el cuerpo con cierto desprecio en la punta de la lengua, sintiendo el asco en su piel, llena de mordidas, ultrajado hasta el fondo. Pues claro, Hunter no quería un animal tan usado como él. Tan marcado, y abarrotado. Y en qué estaba pensando, sin identidad, sólo siendo un simple animal. El animal del teniente y diez hombres más.

Seguramente quería a alguien limpito, todo pomposo y resistente, sin ser tocado ni utilizado por decenas de manos. Un animal de piel suave en quien marcar sus dientes, destrozar y volver a dañar, pero no a él. No a él. No recordaba su nombre, no recordaba quién mierda era, volvió a caer en una oscuridad de completa ignorancia, detrás de un hombre que lo volvía un rematado imbécil desesperado. Estúpido animal, pedazo de mierda inservible.

Pero estaba equivocado, lo estaba, porque de ser así no lo hubiera escuchado llamándolo. Lo había llamado cachorrito, no recordaba porqué pero sintió un gran golpe de alegría en su pecho. Fue como volver a sentirse él mismo después de tanto tiempo, algo suyo, que le pertenecía a él y sólo a él. Un cachorro. El animal de Hunter.

Apartó la mirada de Noah y buscó a Hunter, evitó que su pie pisara la asquerosa sangre de aquella desgracia con piernas, como si fuera la cosa más contagiosa que hubiera visto y se detuvo en una esquina, la cabeza le dio vueltas y sentía el dolor golpearle con lentitud el cráneo. El pitido en su oído apareció y sintió un dolor agudo en su oído, chilló y se encogió de cuerpo entero como si se protegiera de algo, la agonía insoportable se extendió por toda su cabeza y empezó a oír levemente su propia respiración irregular.

Tomó su pecho con fuerza, intentando calmarse de la abrupta y repentina reacción que tuvo, sin embargo, su cuerpo se volvió con rapidez, con los músculos entumecidos y la boca entreabierta, sus ojos lagrimosos miraron con preocupación aquél pasillo que atravesaba la habitación de Hunter. El ruido del vidrio al romperse hizo que sus manos temblaran, escuchó gritos y jadeos, y se quedó quieto, perplejo por la sorpresa. Avanzó con cuidado, apenas con la agilidad a flor de piel, sus caderas le dolían y el sudor resbaló por su mejilla. Arrugó el entrecejo con un nudo en la garganta, entró en la habitación de Hunter y observó la cama destendida, su corazón se enredó entre espinos que lo exprimieron en un ahogo agonizante cuando observó las manchas de sangre. Se apartó como si una fuerza imaginaria lo hubiera empujado y volvió a escuchar gritos. Apenas sus labios dejaron salir un susurro.

-Hunter...

Avanzó con desesperación, pegando sus manos a las paredes para mantener un equilibrio estable. Escuchó jadeos, gruñidos y golpes, su corazón empezó a latir con fuerza contra su pecho, ahogándolo golpe tras golpe contra su caja torácica. Su piel ardía y sus ojos miraron el suelo cubierto de sangre, se volvió, notando que el líquido escarlata formaba un camino de manchas y manos marcadas. Levantó la mirada como alma que lleva el diablo y se encontró frente al baño, el espejo roto y la sangre seca en el marco. Se quedó petrificado y un vago recuerdo se presentó en su memoria.

Recordó el haberse levantado entre la sangre, los restos de espejo en sus mejillas, la sangre de los labios, recordó el quedarse a un lado de Hunter, sintiendo su respiración. Su cabello mojado, aquel rostro neutro, rajado en una cicatriz enorme y monstruosa que interfería en un rostro rasposo, en unas mejillas manchadas de sangre y unas pestañas sedosas, que ocultaban unos ojos negros que lo enloquecían de sobremanera. Recordó haber llorado horas al lado de su cuerpo, pensando, analizando las palabras de su dueño.

Se sorprendió a sí mismo cuando su memoria le rebeló el haberse levantado de ahí, y caminar hacia la salida. Tyler se quedó quieto, aguantándose las lágrimas. Cerró los ojos con fuerza intentando borrar ese recuerdo, tan estúpido había sido, cómo siquiera pudo haberlo dejado, a su dueño, a su Hunter en medio de toda aquella sangre. Si tan solo se hubiera callado. Mordió sus labios y dejó caer las lágrimas, se apoyó contra la pared y sollozó en silencio. Su vista se nubló y volvió a oír la voz de Hunter. Sus manos temblaron, agonizando, se dirigió hasta aquella puerta vieja y manchada en sangre. Estaba abierta, y sus ojos nublados notaron la escena que se daba frente a él.

El Teniente Morris se encontraba bañado en sangre, su ropa militar estaba manchada y su rostro se había transformado en completa ira y locura. El cuerpo de Tyler se encogió cuando observó aquellos ojos dilatados, esas manos ensangrentadas tomando con fuerza a Hunter de la cabeza. Este tenía el rostro rojo, arañado y golpeado. El labio roto borboteaba sangre y la ceja derecha estaba partida. Lo observó golpearlo contra el suelo y la boca de Hunter escupió el líquido más escarlata de todos.

Tyler se agarró con fuerza los pantalones, y los ojos se le llenaron de lágrimas. Su dueño se levantó con rapidez y se colgó del Teniente como una pantera, ambos se cayeron al suelo y el estrépito hizo que retrocediera. Hunter hizo puño sus manos y le propinó al teniente golpe tras golpe en el rostro, uno tras uno. La velocidad y la fuerza lo mareó, viéndolo como un monstruo. Observó las gotas de sangre que salpicaban el suelo y el rostro de Hunter, su mirada sedienta y desesperada. Lo tomó del cuello y del cabello, y lo estrelló contra el suelo con total brutalidad. La escena lo estremeció y sus labios temblaron. No quería verlo así, no quería verlo como ellos. Golpeando de aquella manera hasta verlo muerto. Recordó a los animales de Aislamiento, siendo asesinados de tal forma.

Su estómago dio vueltas y el gusto a vómito se le subió por la garganta. Entre abrió los labios y susurró dolido.

-Hunter... Hun-hunter

La mirada de Hunter se levantó y sus acciones se detuvieron, sus ojos negros se conectaron con los avellana de Tyler y su mirada se suavizó. Abrió la boca para decir algo y se calló, volvió su mirada al Teniente, quieto y sangrando en el suelo. Hunter despegó su manos de él, cubiertas de sangre.

-Cachorro... No veas. Sal de aquí, no veas -se levantó, sin despegar su vista de él. Hunter intentó acercarse, con lentitud y aquellos ojos negros clavados en Tyler, tenía una suavidad monstruosa que le ofreció paz a su alma, cuando la sangre lo envolvía de cuerpo entero. Tyler se nubló en sus palabras, observando aquél hombre con ojos perdidos. El corazón de Tyler golpeaba con fuerza y sus mejillas se encendieron cuando volvió a escuchar aquella palabra. Cachorro. Una suavidad se instauró en su cuerpo y ronroneó ante su llamado. Volver a besar sus labios, a acariciar su piel-. Ty...

Sin embargo, la nube de deseos que crecía en Tyler se detuvo, el cosquilleo en su estómago se transformó en una revuelta, y su garganta se convirtió prisionera de un nudo nuevamente. Sus manos intentaron detenerlo, pero se quedó petrificado, varado en un tiempo y espacio que no lo dejó moverse con libertad, como si de repente su cerebro se desconectara de su cuerpo y no atendiera a sus mandatos. Dejando que su alma sea espectadora de tal atroz escena. Su boca se seco, y su lengua se enredó inservible, incapaz de articular palabra alguna. Sus ojos avellana, que tantas veces lo vieron reír, gritar y llamarle lo observaron ahí, de pie frente a él mientras un pedazo de madera vieja le rompía la piel del cráneo de un golpe seco y fuerte. El cuerpo de Hunter se quedó quieto cuando la madera se rompió en dos y la sangre empezó a caer como lluvia, como un río interminable y furioso que venía a tragarse todo a su paso. Los ojos negros de Hunter se abrieron de sobremanera, parpadeando con lentitud, mientras aquella pupila se dilataba y su mirada bajaba hacia el suelo.

Cayó de rodillas, y sus manos dejaron huellas en el suelo de madera. Las gotas empezaron a caer y la mirada de Hunter se perdía, se nublaba con rapidez. Escuchó la risa del teniente, y el rostro de Tyler se deformó por completo, sus rodillas temblaron y se impulsó con rapidez, para solo sentir como una mano huesuda y manchada en sangre le rodeaba el cuello con algo puntiagudo. Se llevó las manos hacia aquello y su cuerpo resbaló, ahogándose mientras su piel se cortaba. La tomó con desesperación, era un alambre con púas que le calaba la garganta con fuerza, lloró con rapidez, gritando. Levantó la mirada y sintió el cuerpo de Noah pegarse al suyo, sus ojos estaban enormes, abiertos de sobremanera y con la pupila pequeña. Una sonrisa enorme se le pegó en el cuello, su aliento bañó su piel.

-A-animal -escupió y la sangre de su saliva manchó el hombro de Tyler. Tosió y sus uñas se clavaron en sus mejillas-. A-asqueroso... Maldito animal... Hasta que vienes. Por tu culpa tuve que aguantar las frustraciones de Hunter. Aquél desgraciado infeliz. Solo espero que todo lo que sufrí yo, tú lo hayas sufrido con mi padre.

Tyler abrió la boca buscando aire, sentía su garganta suprimida como si tuviera una bolsa de plástico resistente sobre su cabeza. El color fue subiendo a su rostro como un súbito tormentoso que le entregaba a la desesperación pura, sus ojos avellana irritados no dejaban de ver aquella silueta sobre el suelo, desorientado hasta la última pizca de razón y bañado en sangre como si le hubieran arrojado un balde entero. El corazón de Tyler parecía explotar de la aceleración, su cuerpo se agitaba en busca de liberación, sin embargo, cuanto más se movía la carne de su cuello se deformaba más. Gritó, sollozó y trató de imponerse entre Hunter y el Teniente cuando este último pateó con fuerza sus costillas. La sangre fue expulsada de la boca de Hunter como un escupitajo, Tyler se ahogó en sus lágrimas, la sangre alrededor del ojinegro se expandía más y más. Mientras sus ojos lucían perdidos y su desorientación era obstáculo para sus movimientos.

-Hunter, cosita -ronroneó el Teniente Morris, se agachó y tomó la cabeza de Hunter sin delicadeza. El hilo de sangre resbaló por su mejilla-. Mirate, por un animal, por aquella mierdita postrado en esa puerta mugrosa. Eres increíble, animal, mi liebre, mi cazador. No creas que los pocos sentimientos que tiene por ti te harán cambiar. La bondad de Christopher está pisoteada por mi Animal. Por la identidad que te di. Tan sólo miralo, mira lo que convertiste. Haz creado a un animal totalmente sumiso a los mandatos, un poco defectuoso, pero es resistente. Solo escucha que más de diez de mis hombres se han sobrepasado con él en una noche y aún así quiso escapar en medio de la tormenta. Sólo para encontrarse contigo.

Tyler sintió las manos de Noah tomar su cuello, y lo obligó a arrodillarse. Levantó su cabeza y sollozó con fuerza. Sentía la mirada de Hunter sobre él, esos ojos negros dilatados, desesperados. La risa del Teniente resonó en su cabeza.

-Solo tengo una duda, una pequeña y muy curiosa -mencionó y los ojos de Hunter se conectaron con los grises del Teniente-. ¿Qué pasaría si le devolviemos su identidad?

Las manos de Hunter se hicieron puños mientras sus dientes apretados y ensangrentados susurraban con odio e ira.

-No tienes derecho, es mí animal. Es mío. Su primera marca fue la mía. -la voz de Hunter resonó ronca, y la sangre de su cabeza brillaba, chorreante y espesa. El Teniente levantó las cejas.

-¿Tu marca? ¿Qué marca? Yo no vi ningún Christopher en su cuerpo. Porque si te refieres a Hunter, cosita, recuerda que también tu identidad es de mi propiedad. La única señal de vida que tienes en él son los recuerdos. Y eso puedo arreglarlo fácilmente. Dime, ¿Cómo crees que el pequeño Tyler se tome el hecho de que se encuentra como un maldito cojo mutilado con toda la piel destrozada? ¿Qué pensaría? ¿Que correría hacia ti para agradecerte? Porque cuando Tyler Owens aparezca, Hunter, tú te quedarás solo. Tendrás que volver a convertirlo en animal contra su voluntad nuevamente. Incluso, está la posibilidad de que llegue a odiarte con todo su corazón. Sería divertido ver eso. Tu cachorrito. Tu estúpido animal elegirá si quedarse contigo o dejarte.

El Teniente Morris dejó caer la cabeza de Hunter contra el suelo, este último intentó levantarse mientras negaba lentamente. Su mano fue a parar en la pierna del Teniente y este rió con suavidad, volviéndose y relamiéndose los labios. Hunter levantó la mirada, con el rostro serio, mojado en aquel color escarlata. El más grande negó con la cabeza.

-Suéltame. ¿O vas a negarle recuperar su identidad por tu egoísmo?

Hunter se quedó quieto y miró al Teniente, podía verlo de un solo ojo porque el otro no había soportado el golpe y la gran sacudida. No veía nada más que oscuridad del lado izquierdo. Miró el suelo y luego a Tyler, su cachorro dejaba salir contables lágrimas por él, todo golpeado, marcado hasta la punta del cuello. Sintió mucha pena e ira cuando se lo imagino siendo abusado por otros hombres, sufriendo lo que alguna vez él sufrió. Siendo marcado y sin poder hacer algo, su estómago dio vueltas, pensando en todo el dolor que Tyler pudo haber sentido. Por primera vez, no se sintió confundido ante sus reacciones. Porque ya era un animal del montón, con la misma agonía de él y mucho más. No era su cachorro meloso, que le contestaba cuando se le pegaba la gana, era alguien como él. Veían el mundo de igual forma. Y soltó la pierna del teniente, dudoso, observando los ojos avellana de Tyler mirarlo con desesperación.

-N-no... No. Hun-hunter no lo hagas. No quiero, ¡No quiero! ¡No quiero! -Tyler empezó a agitarse y la sangre de su cuello borboteo con rapidez. Movió sus piernas y lo oyó atragantarse, negando con la cabeza. Hunter lo observó sollozando, llamándolo con la voz rota y perdiendo volumen en su voz a medida que el teniente Morris se acercaba. Y se levantó, esperando poder detenerlo. Escuchó la voz de Noah y tardó en reaccionar cuando el Teniente lo empujó contra un viejo mueble de la habitación. Volvió a caer y se golpeó la cabeza contra el suelo. Levantó la barbilla después de unos segundos y miró la cara de Tyler horrorizada y una sonrisita por parte de Noah, este tapó la boca de su animal y le susurró algo en el oído.

Hunter observó cómo se llevaba a Tyler a rastras justo en el instante cuando un peso estrepitoso cayó sobre él. Se agachó con rapidez y sintió como el viejo mueble polvoriento dejaba caer todo su peso sobre él. Sus pulmones se inflaron por aire y sintió un dolor terrible sobre sus piernas, jadeo y volvió a hacer fuerza para levantarse cuando escuchó un grito de Tyler. Estiró los brazos para poder arrastrarse y sus ojos se dilataron de sobremanera cuando una navaja de filo plateado atravesó la carne de sus manos. La navaja cortó la madera debajo de su palma y ahogó un grito pegando su rostro al suelo, jadeando con fuerza. La sangre empezó a dejar un pequeño río y la mano del teniente retorció la navaja con fuerza, riéndose.

-Hunter... -se inclinó sobre él y le sonrió con cariño-. Siempre alardeaste que yo era un animal por haberte negado tu identidad. Que era un monstruo, pero mírate, estás evitando que el chico conozca quién verdaderamente es. Supongamos que te doy tu identidad, que te la voy a restaurar y viene alguien y lo evita. ¿Cómo te sentirías?

-A él no le importa. No le importa perderla.

-No le importa porque tú hiciste que él pensara de esa manera. Te crees una víctima ante mí, pero eres igual.

Hunter se quedó callado, con un nudo en la garganta. Negó con la cabeza y sus ojos brillantes, negros y desesperados miraron al Teniente.

-No.

-Lo eres. Lo eres Hunter. Y no puedes negarlo. Tu egoísmo es igual al mío. Yo tampoco quise que te fueras, y te di una identidad pensando que te quedarías a mi lado. Pero te fuiste, así sin más te alejaste y no quise buscarte. Yo también quería que te quedaras. Mi animal, mi liebre. El primero. Y Tyler se irá, como tú te fuiste él también tomará su camino. Y no serás nada más que odio en él.

El Teniente Morris se levantó, y apartó el pie de la sangre que salía de Hunter. Caminó hacia la puerta, escuchando los sollozos de Tyler y las risas de Noah, se volvió y le dio una última mirada a Hunter.

-Duerme, Christopher. Tu consciencia está tan sucia que no se puede salvar, no lo intentes más. Jamás podrás librarte de Hunter, ni aunque bañes de sangre tu cuerpo no lo conseguirás. No puedes luchar contra esto. Ni tampoco conmigo.

Y salió de la habitación.

Caminó por el pasillo hasta encontrar la habitación de Hunter, Tyler estaba contra la cama, retorciéndose de dolor mientras Noah le cortaba la piel de la pelvis. Se quedó quieto, viéndolo llorar y sollozar con fuerza, implorando que se detenga.

-Te quitaré esto, ya no lo verás más, Animal -susurró Noah, volviendo a cortar la piel con un pedazo de espejo roto-. Mutilaré tu asquerosa piel abusada.

-Noah -lo llamó, este se volvió como una fiera, con los ojos de aspecto desesperado, su cabello despeinado le daba un aire fantasmagórico. Sus labios estaban bañados en sangre-. Ponlo de rodillas.

Se movió rápido y en un instante la mirada llorosa de Tyler se clavaban en él desde abajo. Las manos de Noah le rodeaban el cuello y lo observaban ansioso. Llevó una mano hacia el pedazo de espejo roto que le entregó Noah y se cortó la palma. Tomó a Tyler del mentón con fuerza y lo obligó a que abriera la boca, este lloró con más fuerza.

-Tyler... Tyler... -susurró y dejó caer las gotas de sangre en su lengua-. Tu nombre es Tyler Owens. Y eres libre. Tu identidad te pertenece y no estás atado a nadie más que a ti mismo.

Le soltó el rostro y Noah le tapó la boca para que no escupiera, le golpeó la garganta y Tyler gimió de dolor. Su cabeza le dolía y observó los ojos del Teniente una vez más.

-Eres un animal muy extraño, aguantas tanto por cosas que no valen la pena. Qué cosa inhumana vive dentro de ese cuerpo tan frágil, tan pequeñito y débil que te traes. De no ser por Hunter me hubiese gustado tenerte para mí solo. En fin, haz que duerma, Noah.

Tyler se quedó quieto hasta que sintió un fuerte golpe tras su cuello, su cuerpo cayó inerte contra el suelo y su nariz empezó a sangrar. La luz se fue de sus ojos y no se movió más. El teniente Morris se volvió hacia la salida y gritó el nombre de Noah cuando este se quedó observando a Tyler. Lo miró una última vez de pie a cabeza y corrió hacia su padre.


Despertó en medio del frío, como siempre había sido el ambiente de la cabaña. Sus ojos se abrieron desorientados y despegó su rostro del suelo. Una mueca de confusión se instauró en su rostro cuando la sangre seca quedó pegada en su piel. Miró la habitación con un nudo en la boca y se vio el cuerpo semidesnudo. Su pelvis tenía sangre seca y su piel estaba cicatrizando miles de cortadas, miró las mordidas violáceas y sus ojos se agrandaron.

-Uh hum -su rostro se sonrojó y los ojos avellana de Tyler se cristalizaron. Intentó levantarse y sintió un tirón incómodo en sus caderas, sus piernas le dolieron y su zona íntima también. Se quedó quieto y se apoyó en la cama, observó la sangre en ella y se estremeció. Sus manos recorrieron su cuerpo, y notó el relieve de las heridas en su espalda, su boca tembló y agarró un pedazo de espejo que encontró en el suelo. Tenía sangre seca y la frotó contra la cama. Sus ojos se pegaron a él mientras recorría su vista por su rostro. Su mano tocó su cabeza, cubierta de cicatrices enormes, apenas con el cabello creciendo. No recordaba el habérselo cortado. Tomó el pedazo de espejo y lo puso detrás de su espalda con su mano izquierda y observó las decenas de marcas que tenía en él. Las lágrimas salieron de sus ojos y ahogó un grito tapándose la boca. Dejó caer el espejo horrorizado. Sollozó y se levantó, tambaleó un segundo y buscó estabilidad en las paredes. Su único pie descalzo estaba sucio y lastimado, pudo notar el camino de sangre que había en el suelo. Se volvió y se quedó pensando un instante. Debía salir de ahí.

Caminó hasta la puerta cojeando y salió del lugar, respiró el aire puro de los árboles y se quedó quieto. Observó a lo lejos una pequeña silueta de espaldas, cabellos negros y una cazadora color marrón. Su corazón latió con rapidez y sus piernas se movieron a su dirección. Tomó una rama gruesa que encontró en el suelo y caminó con su ayuda.

Cada que se acercaba la imagen del hombre se hacía más clara, su cabello era negro oscuro, despeinado y largo. Era alto, enorme de espalda y con las manos blancas hechas puño. Una estaba vendada y tenía una pequeña aureola de sangre en ella. Se quedó quieto cuando quedó a dos metros de él.

Este se volvió, por un momento el aire se retuvo ante aquella expresión seria. El rostro estaba salpicado con moratones, y una gran cicatriz que bañaba la mitad de su rostro. Tenía ojos negros, oscuros al igual que su pelo entre una piel pálida de aspecto muerto. Uno de sus iris estaba reventado en sangre. Los labios agrietados y con pequeñas marquitas lo hicieron temblar. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Su voz tembló.

-Y-yo... -susurró Tyler, rompiendo en llanto-. ¿Q-qué me haz hecho? M-me duele mucho e-el cuerpo.

-Lo siento, Tyler. Tuve que haberme detenido. No quería... Que terminaras así -Hunter apartó la mirada con lentitud.

-¿Qué son las marcas en mi espalda? ¿Q-qué son?

Lo miró a la cara, Tyler retrocedió.

-¿Hunter?

-Volviste después de cuatro meses hace unos días y...

-¿Que volví? ¿A dónde me había ido? ¿Porqué? Si... S-si soy tu animal, tu cachorrito.

Hunter lo miró con ojos grandes, quieto, apartó su mirada y volvió a verlo a los ojos, se acercó y lo tomó del rostro con suavidad, sus ojos negros lo recorrían completo y lo besó en los labios. Tyler tomó sus manos sintiendo el hambre en las acciones de Hunter, su lengua se metió dentro de su boca y un cosquilleo hizo que se le escapara una risita.

-No entiendo nada. ¿Me explicas? Quiero saber.

Hunter besó sus mejillas, su mentón y su nariz. Y negó con la cabeza-. No.

-Te he mordido, estás sangrando, déjame... -las manos de Tyler viajaron a su mentón y las tomó con suavidad. Besó su frente con lentitud, cerrando sus ojos, sentía la respiracion de su nene en la barbilla, tan cálida, se sentía sereno.

-Mi nene, mi cachorro-volvió a besarlo y lo tomó de la cintura, sus manos lo rodearon sin querer tocar las heridas. Hacia meses que no se sentía de esa manera, lo había intentado con Noah y se encontró a sí mismo susurrando el nombre de su cachorrro. Pero ahora no volvería a dejar que se fuera, su animal, su cachorro. No podía esperar a besar sus heridas, a marcar su territorio en aquella piel, besarlo hasta sangrar. Y se alejó apenas unos centímetros, observando sus ojos avellana brillantes, mirándolo con un cariño suave. Apoyó su frente con la suya y Tyler ronroneó gustoso. Hunter sintió que su pecho se comprimía -Limpiaré tu conciencia con mi sangre, Tyler.






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