epílogo
—Mi nene —susurró en su oído. Apoyó con suavidad sus manos en aquellas caderas descubiertas. Hunter apenas rozó la piel lastimada, con la intención de no dañar aquellas heridas ajenas a sus acciones. Lo miró a los ojos, sus avellana profundos, irritados y cristalizados por el frío lo veían como un niño. Entre sangre y golpes la mirada de su cachorro parecía bañada en la misma inocencia, en un anhelo que le hacía ronronear de puro gusto. Para Hunter la atracción que había sentido por Tyler la primera vez que lo vio marcó un golpe fuerte en su cabeza, lo recordaba tan bien que incluso parecía haber sido otra vida.
Pero no era algo que podría olvidar, no podía. Aún podía sentir el aroma a sangre que emanaba el cuerpo de su padre el día que se topó con su animal. La sangre del hombre que lo culpó de algo que no había hecho, sin embargo, aquél líquido escarlata en su piel no hizo más que ensuciar más su mente. No hizo más que manchar sus manos. Y lo enterraron a unas millas de su casa, lejos, donde no podrían encontrarlo jamás. Y lo recordaba, la tierra mojada, el frío y la lluvia bañarlo por completo.
Aquél día la juventud abrazaba el cuerpo de Tyler con fuerza, la belleza, la suavidad. Sus ojos negros y su alma distorsionada y deformada se había cautivado por un ser tan mísero en sentimientos, tan cruel. La curiosidad en Hunter crecía y crecía, con sus heridas apenas sanando y una mente que aún buscaba arreglarse. Y sus manos viajaron a su propio cuello, a sus hombros marcados y llenos de cicatrices. Aún sentía la piel de su espalda gotear sangre, la marca del teniente Morris había sido cortada, arrancada de su piel en manos de su padre. Y tal vez el golpearlo contra la pared hasta reventar su cráneo no había sido la opción correcta. Pero siempre pasaba. Siempre cuando quedaba solo con su padre los golpes venían, y su agresividad no ayudaba. Pero sus hermanos lo entenderían, lo harían. Porque ellos mismos sabían que aquél hombre no merecía nada más que la muerte.
Recordaba haberlo tocado con sus manos cubiertas de sangre, a su cachorro. Recordaba cada mínima característica con la que se había ido. Y Hunter sabía que sus marcas quedaron enterradas bajo otras más violentas, aquellas mordidas de placer fueron reemplazadas por otras de dolor. El cuerpo de su cachorro jamás había estado más demacrado, su conciencia estaría corrompida hasta el rincón más inhóspito por culpa del Teniente. Llena de mierda y asquerosidades. Y cuando lo vio caer frente a su puerta pensó que todo terminaría ahí, que Tyler le arrancaría el corazón con sus propias manos como él había hecho con sus dueños. Que lo mataría, que sería el animal del teniente hasta que este se pudriera en su propia maldad.
Y sabía que su cachorro estuvo con su antiguo dueño. Sabía que abusaron de él. Podía notarlo por las mordidas escondidas bajo los cortes, en los moratones sobre sus caderas y piernas. Sus manos se detenían sin querer tocarlo del todo, pensando que se haría para atrás, que lo golpearía. Solo esperaba que el dolor de los recuerdos no lo confundieran a él. Que no confundiera sus mordidas suaves, sus lamidas y sus toques. Porque si bien le hacía daño, no era el tipo de dolor que el Teniente dejaba.
Pero Tyler parecía haber olvidado la existencia del Teniente Morris, parecía haber olvidado todo desde el punto en el que abandonó su identidad. Para su cachorro, sus recuerdos lo situaban casi nueve meses atrás. Cuando había aceptado ser tratado como un animal. Cuando fue tan ciego como para dejar que eso pasara. Era egoísta, porque no pensaba contarle nada.
Hunter sólo quería que lo tuviera a él en su mente. Quería que siguiera siendo aquél animal detestable, todo pomposo y meloso que lo enloquecía como un rematado. Y llegaría el día donde le preguntaría nuevamente sobre Christopher, y trataría de explicarle lo que había pasado con él. Con su padre y su madre. Pensó en que tal vez Tyler recordaría al Teniente si le mencionaba, pero era un riesgo que tenía que recorrer.
Y trataría de calmarlo si recordaba todo. Si recordaba a Noah, los golpes, su huida y su encuentro en quién sabe qué lugar con el teniente. Pero por ahora volvería a conocerlo, trataría de entender más sus sentimientos aunque pensaba mejor dejarlo así no más, porque sabría que sería una total pérdida de tiempo. Y le acariciaba la cabeza cicatrizada, le habían cortado el cabello y llegó a la conclusión de que su animal pasó a la segunda fase, a Aislamiento. Sus dedos recorrieron su sien, contemplando las manchas rojas de los dos lados, supuso que usaron aquella máquina maldita muchas veces. Pensando en el hecho de ver a su animal atado en esa vieja camilla oxidada que apestaba a mierda y meado lo ponía enfermo. Y acarició la piel con cuidado, sintiendo cómo su cachorro se apoyaba en sus manos y cerraba sus ojos.
—Hunter... —oyó su susurro rasposo y débil. Tyler se encontraba tan bonito, tan hermoso entre aquella mirada y sus toques sobre su piel. Y observó detenidamente y con suma atención como sus pequeños dedos delgados y rasguñados tomaban su mano. Hunter observó el pedazo de tela amarilla y vieja que cubría la herida de su palma, justo donde el Teniente había clavado aquella navaja que se encontraba bajo el agua del lago en estos instantes. Las manos de Tyler arrancaron la tela con cuidado y observaron el gran corte que atravesaba la carne de forma limpia, la piel estaba roja e hinchada, casi violácea—. ¿Qué te pasó aquí?
—Estaba practicando con una ballesta, cachorro —mintió con suavidad, sintiendo los labios de Tyler besar la herida.
—Ya pasó... —le susurró ladeando la cabeza, los ojitos de su cachorro lo observaron brillosos, sus dedos pararon en los labios de Hunter, este entre cerró los ojos y frunció el rostro un poco, estaba reventado, aún con sangre seca en la piel abierta—. ¿Y aquí?
—Cuando estás caliente te pones salvaje Tyler —sonrió y caminó con lentitud, tomándolo firme para que su pierna coja no complicara las cosas. Tyler dejó salir una carcajada y se colgó de su cuello. Su cuerpo le dolía y sólo quería tirarse sobre su cama y dormirse con la mirada de su cachorro puesta en él. Tanto habían sido los días donde las pasó solo, fastidiado y lleno de ira por los estúpidos insultos y lloriqueos de Noah. Lo arrastró a su habitación, jugueteando con los labios de Tyler y escuchando sus risitas tímidas. Lo recostó sobre la cama gruñendo por los huesos adoloridos que tenía, se quedó quieto y apoyó la frente contra el hombro de Tyler aguantando el dolor.
—¿Estás bien? —escuchó la voz de su cachorro y rió suavemente, llevó su mano dañada hacia la mejilla del chico y levantó la mirada. Besó sus labios con lentitud, y Tyler se acomodó debajo de él profundizando los toques de manera desesperada. Sus manos se detuvieron en la espalda de Hunter, y abrió sus piernas rodeando sus caderas, una mueca se instauró en sus labios y gimió con un quejido. Los labios de Hunter se detuvieron, y quedaron con las frentes pegadas, jadeando—. Me duelen las caderas.
—No haremos nada si no puedes —Hunter se hizo a un lado y arrugó el entrecejo con fuerza—. Creo que tengo una costilla rota.
—¿De qué hablas? —Tyler levantó la mirada y posó una mano sobre el hombro de Hunter, este se volvió, levantó la remera y sus ojos se agrandaron al ver la piel cubierta de moratones violáceos y amarillos. Los omóplatos estaban rasgados y cicatrizando, parecía como si lo hubieran golpeado con un gran martillo por toda la espalda—. Q-que...
—Se me cayó un mueble encima, uno grande —comentó y se sentó apoyando la cabeza contra la pared. Hunter cerró los ojos y suspiró, se sentía tan viejo de cuerpo que parecía tener cuarenta en vez de veintisiete. Se quedó quieto y miró a su cachorro con una sonrisa—. Mi cachorrito, prometo hacer que grites de puro placer más tarde. Pero estoy seguro de que no te gustaría follar con un completo cadáver andante. Solo quedate a mi costado.
Tyler asintió y se recostó con lentitud sobre la cama, se apoyó sobre su brazo y quedó estático viendo el perfil de Hunter con calma. Se perdió en su rostro, en sus lastimaduras y en su mirada ausente, elevó la mano derecha y acarició su mentón. Hunter lo miró por unos segundos y se volvió hacia él, la cama se hundió a su costado y los oscuros ojos del hombre se conectaron con los suyos.
—¿Recuerdas cuando te agarró fiebre y te empujé al lago desde el acantilado...? —susurró con voz ronca. Tyler sonrió y asintió, lo recordaba muy bien, se estaba muriendo de frío —. Fue muy divertido.
—Sí —acotó y agregó con sarcasmo—. Más porque amo que me arrojen a un lago profundo desde diez metros de altura.
—Tch, no te hagas, Cachorro —dijo Hunter suavemente, pellizcó la piel de las caderas de Tyler—. Mi animal.
—¿Sí? —susurró alzando la mano al cabello de Hunter, este último lo miraba a los ojos avellana y él sólo se encargaba de enredar un mechón de cabello negro en su dedo. Lo vio remojar sus labios.
—¿Escaparías de mí? —lo oyó murmurar, arrugó el entrecejo—. Si algún día se me pasa la mano, ¿Tú serías capaz de irte?
—... No—respondió Tyler con sinceridad, soltó el mechón de cabello y miró sus dedos, confundido—. ¿Tu quieres que me vaya?
—Puedes quedarte todo lo que quieras —Hunter apartó la mirada, se hizo a un lado y sus ojos negros se conectaron al húmedo techo de madera. Pensó en el momento cuando Tyler se esfumó de su vista, mientras la sangre chorreaba en sus manos y el cachorro de madera se rasgaba por culpa de su fuerza. Llevó sus manos hacia los pantalones, tocó el bolsillo y sintió el pequeño bulto donde se encontraba aquél símbolo. Su animal, su primer animal verdadero. Suspiró y sintió la cabeza de Tyler apoyada en su hombro, lo rodeó con el brazo derecho y cerró los ojos. El calor corporal de su cachorro lo calmaba, tan cálido que lo apretó con más decisión contra su cuerpo, entre abrió los labios cuando de repente sintió los ajenos sobre su cuello marcado y sensible. La anatomía delgada de su animal se sobrepuso ante él con cautela, esperando como si temiera que un rugido saliera de su boca. Sentía su tacto como fuego en su piel, palpitante y doloroso. Todo era tan agobiante, pero la necesidad lo hacía cegar frente a las consecuencias. Su moral destruida y pisoteada por años le recordó la situación de su cachorro, de las marcas que tenía en el cuerpo y los posibles traumas que fueron bloqueados en su memoria.
Sintió las tibias piernas de Tyler rodearlo por completo, su poco peso se sumó al suyo y sus manos recorrieron con lentitud aquellas delgadas extremidades que tanto habían cambiado. A decir verdad, las recordaba más regordetas y voluptuosas que ahora, con menos marcas violáceas y cicatrices. Solo esperaba que eso último no haya cambiado tanto, pero dudaba estar en lo correcto.
—Hunter... —jadeó sobre sus labios, los relamió y avanzó decidido. Lo besó con intensidad, amarrados entre brazos y piernas como si fueran a escaparse. Tyler hundió sus dedos en el cabello largo de Hunter, deleitándose en el placer de tomarlos y apretar cada vez que una descarga eléctrica chocaba con su corazón. Sus lenguas se encontraron e intensificó el agobiante ambiente entre ellos, las manos callosas de Hunter fueron adentrándose con lentitud, masajeando las nalgas con cuidado. Su cachorro gimió en su boca provocando que todo su interior estallara de satisfacción, lo tomó con más fuerza y le sacó los pantalones de un tirón. Tyler abrió más sus piernas a él y Hunter vio de soslayo las horribles marcas que tenía. Se separaron y se vieron a los ojos, su animal jadeaba, sudoroso y con ambas iridiscentes brillosas y llenas de alegría. Hunter sonrió y besó su mentón, sus mejillas lastimadas—. Mi amante, mi cachorro... Mi compañero... Te detesto tanto, Tyler.
—¿Por qué... Por qué siempre me dices eso? —le murmuró bajito, escondiendo su mirada en el cuello de Hunter, sentía sus manos acariciar su pecho.
—Es... Difícil controlarte. Tu mente, tu forma de actuar. Te conozco bien pero a veces eres muy inesperado Cachorro. Es como tenerte en mis manos un día, y al otro detectar que te escapas como la sangre de una herida. Eres mi cachorro, mi animal, mi nene. Mi compañero por siempre, tu sangre es mi salvación, tu cuerpo mi calma, y tú, tú pequeña sabandija —lo tomó del cuello y apretó sus frentes mirando hambriento aquellos labios—. Tú haces de mi identidad algo real.
Los ojos de Tyler se cristalizaron y una sonrisa se asomó a sus labios, las manos de Hunter acariciaron la garganta del chico, y fue subiendo su pulgar hasta que quedó en completo acceso a sus labios. Besó con suavidad, notando el sabor metálico de la sangre de algunas heridas. Las lamió y escuchó los gemidos bajitos que su cachorrito dejaba salir. Fue descendiendo sus dedos por todo su cuerpo, quedando expuesto al calor corporal que emanaba. Tyler se hizo a un lado apretando los puños sobre su remera vieja, jadeando mientras un rubor levemente se asomaba en sus mejillas. Se acercó a sus labios dejando besos cortos mientras sus dedos buscaban conectarse con la piel ajena.
—Tómame... Tómame te lo ruego...
Hunter se quedó quieto, dejando que las palabras retumbaran en su mente. Sintió las manos ajenas colarse dentro de su remera y sus brazos se movieron solo, quitándosela. Tyler se relamió los labios al ver su pecho, rasguñado, cubierto levemente por algunas cortadas y lleno de cicatrices, su cabeza se volcó a la pared cuando sintió aquél aliento tibio en su piel. Las palmas de Tyler descansaron en sus hombros mientras besaba y succionaba parte de la anatomía de Hunter, este lo miró frunciendo el entrecejo y suspirando despacio. Tyler se sentó sobre él, desnudo, caliente y jadeante. Desabrochó el botón de sus pantalones y los bajó apenas unos centímetros, dejando que las partes íntimas del hombre sólo quedaran cubiertas por la fina tela del bóxer.
—Ty... Tyler—jadeó tomándolo con fuerza de la cintura, sabía que su cachorro no estaba en condiciones de hacer algo y sin embargo, el placer se extendió por toda su ingle cuando empezó a frotarse contra él con fuerza y lentitud. Escuchó los gemidos de Tyler y sus ojos se dilataron al verlo de aquella manera.
—N-no... —susurró, cerró sus ojos y millones de recuerdos lo abofetearon con fuerza. El dolor que recordaba trepaba por sus nervios y se instauraba en su piel, el ardor, las miles de lágrimas que había soltado por eso. Lo recordaba patente, fresco en su mente. La sangre a su alrededor, el poco movimiento que tenía y la mirada del Teniente Morris clavada en él desde arriba mientras se limpiaba la sangre de las manos—. No puedes... Te vas a desmayar del dolor si seguimos.
—No me interesa... No me importa.
—Tyler, no esperaré tres días para que despiertes —susurró, porque sabía que todo el cansancio acumulado se sumaba a la situación.
—Pero...—se quejó despacio cerrando los ojos y cubriéndose con las manos—. N-no es un problema... No me pasará nada. Sólo es un pequeño dolor es todo, quiero estar contigo. Quiero toda tu atención. Quiero ser tuyo y que tú seas mío.
—No es que no quiera —acotó apretando los dientes, lo tomó de la cintura y Tyler se apretó más contra él, frunció el entrecejo empezando a enojarse y clavó sus uñas en su carne. El rostro de Tyler se formó en una mueca y apretó con fuerza sus manos sobre su pecho—. Estás jodido, Cachorro ¿captas? Te han jodido.
—No —habló bajito mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Hunter lo apartó con fuerza y Tyler se agarró de él con desesperación—. ¿D-de qué estás hablando?
—¡Que te han jodido! ¡¿Qué mierda no entiendes Animal?! ¡Abusaron de ti! —le gritó y Tyler se alejó con rapidez, se quedó a un lado de la cama, confundido y con las lágrimas cayendo a borbotones por su mejilla. Éstas se tiñeron de un fino color carmín junto con su nariz, sus labios entreabiertos no soltaron palabra alguna—. Debes... Curarte ahí primero.
—Tú... ¿Tú abusaste de mí? —Tyler lo miró con rostro neutro, inexpresivo y serio. Hunter tragó saliva y miró el pecho de su Cachorro. La palabra Animal cicatrizada en su carne relucía intacta. Ese sería un recuerdo que Tyler no tendría presente en su memoria, uno donde él mismo lo atacó de manera asquerosa y ruin, como siempre habían hecho con él. El tratarlo como un simple animal solo sirvió para desmoronar la pequeña relación que mantenían. Y Tyler era su cachorro, su cachorrito, animal a medias.
—Sí —dijo fuerte y claro. Bajó la mirada, escuchando las palabras que salieron de sus labios, se los mordió hasta el punto de sentir la sangre en ellos. Recordó a Christopher, y apretó los ojos. No podía ser los dos al mismo tiempo. No podía ser Christopher sin que Hunter veniniera a tomar las cosas a su manera.
Y aquél era el resultado, aquél chico pequeño y delgado frente a él era el resultado de aquellas dos identidades que luchaban por controlar sus acciones. Un animal de cuerpo entero, un animal que rogaba por su atención.
—No... No siempre pensé que harías cosas buenas —Tyler se hizo a un lado y se levantó de la cama con cuidado—. Siempre esperé cosas peores, pero nunca eso. Incluso he llegado a pensar que me matarías, pero no... eso. No lo pensé.. por ti, por lo que haz pasado antes. No te creía capaz.
La mirada de Hunter se levantó y observó a su cachorro perderse en el pasillo que daba al baño y a la habitación donde perdió su identidad. Se quedó quieto pensando en sus palabras.
Tal vez no era tan distinto al Teniente Morris después de todo. Tal vez, su venganza no justificaba nada, se había convertido en la misma persona. Y lo había golpeado hasta el cansancio, le dejó feas cicatrices y recuerdos terribles. Le robó su identidad una vez y Tyler no hizo más que recuperarla. Se preguntó si él sería capaz de ser Christopher de vuelta, si sería tan fuerte como para dejar que nueve años de su vida siendo Hunter desaparecieran así sin más. Que todo se borrara como la mente de su cachorro borró casi un año entero. Trató de recordar en qué tiempo estaría, con qué pensamientos.
Dieciocho tal vez, siendo el animal del teniente Morris y el más utilizado por todos. Con la identidad pacífica de Christopher en él, creyendo que su padre y sus dos hermanos lo esperarían en casa mientras terminaba el servicio militar. Y su madre, su hermosa madre enterrada bajo la tierra mientras las larvas la consumían por dentro. Mientras su muerte consumía la vida del hombre al que llamó padre alguna vez. Y él, esperando, contando los días para llegar dos años tarde convertido en un asesino y un animal, para enterarse que no existía más que odio en aquellos viejos ojos.
No lo había pensado de esa manera. Siempre había estado tan centrado en la venganza que la posibilidad de recuperar su identidad se fueron esfumando a lo largo de los años. Además, qué mierda haría con Tyler. Es obvio que él no entendería nada, que se quedaría solo.
Se levantó con lentitud, acomodando sus pantalones y buscando su remera con la mirada. Se la colocó y miró a lo lejos a su cachorro dentro de la bañera, caminó despacio observando cómo se quitaba la sangre seca que chorreaba en su cuerpo, miró el suelo y los pedazos de espejo roto que había con sangre. Desde que Tyler se había ido no pensó en limpiarlo, había juntado algunos, los más grande pero nada más. Lo observó mirar el suelo con los ojos apagados.
—¿Quién rompió el espejo? —mencionó tomando la esponja y frotando la piel de su brazo izquierdo. El agua estaba rosácea y se teñía con rapidez, Tyler estaba desnudo y pudo notar todas las heridas nuevas de su cuerpo con más atención. La sangre y la mugre se despegaron y se marcaban más bajo el agua—. Hunter.
—¿Qué?
—Te pregunté quién rompió el espejo, que recuerde no fui yo —Tyler levantó las cejas y se miró la mano, arrancó la sangre seca dentro de sus uñas.
—Lo rompí para que no te vieras y no me vengas con lloriqueos de que estás todo feo y marcado, Cachorro.
Tyler lo miró con desdén de pies a cabeza—. Yo jamás he dicho que estoy feo y marcado.
—Em hum... Deberías considerarlo.
—Jódete.
—Jódeme.
—Intenté hacerlo y te negaste.
—Entonces yo te joderé después de que curemos nuestras palizas —dijo Hunter inclinándose a la altura de la bañera, apoyó sus brazos a los costados y lo miró con atención—. Mi cachorrito.
—¿Te gustan los cachorritos todo feitos y marcaditos acaso?
—Como no tienes idea —bramó metiendo un dedo en el agua y salpicando la cara de Tyler. Este arrugó la nariz y se hizo a un lado de la bañera—. ¿Puedo bañarme contigo, Cachorro?
—No.
—De igual manera lo iba a hacer —Hunter se levantó y se quitó la remera con lentitud sintiendo que todos los huesos de su espalda crujían como ramitas, maldijo en su interior y sus manos temblaron, apretó con fuerza los dientes y continuó con el pantalón. Sus piernas quedaron al descubierto y notó la mirada de Tyler en sus cicatrices, se las miró y notó el gran corte que tenía en una de sus rodillas, realmente no la había notado. Estaba roja y con pequeñas pelusas a sus costados. Bufo, solo esperaba que no se infectara. Metió sus piernas en la bañera y se sentó, apretando los labios al sentir el agua fría —. Joder que eres masoquista Cachorro, esta agua parece directo de Alaska.
—¿Acaso yo pedí que te metieras? Ahora te aguantas —Tyler se estiró y pateó con suavidad sus piernas para entrar—. Te agarras todo, hazte a un lado.
—Ya, ya —Hunter acomodó las piernas de Tyler alrededor de él y este lo miró de arriba abajo—. Ya te quiero ver a ti con veintisiete años, maldito puberto.
—Estaré todo jovencito contando tus canas nuevas Hunter —dijo Tyler llevando su pie hasta la cabellera del hombre para sacudirla con lentitud, las manos del susodicho lo sostuvieron y lo sumergieron al agua para frotar la sangre de las heridas—. ¿A qué te referías con que me han jodido? No recuerdo que me hayas atacado.
Hunter se quedó en silencio unos minutos frotando la piel de Tyler, su anatomía pálida y blanquecina empezó a notarse entre las heridas irritadas. Recordaba aquella piel levemente bronceada con la que conoció a su Cachorro, al parecer el clima desastroso donde vivían le arrancaron ese bonito tono de piel. Llegó a los muslos y notó las nuevas mordidas que tenía, eran grandes y profundas, sus dedos temblaron cuando las tocaron. Observó los rasguños y los hematomas que tenía, notó los cortes casi cerca de su ano. Seguramente estaba desgarrado, sólo esperaba que no sea por dentro.
—No lo recuerdas Cachorro —susurró acariciando con suavidad sus muslos, sus ojos negros se conectaron con aquellos avellana—. Pasó algo... Contigo y no lo recuerdas, es todo.
Tyler se quedó callado pensando sobre el tema, su rostro se frunció y se frotó las manos con lentitud, nervioso y ansioso. Y las llevó directo a las de Hunter, grandes, callosas y con manchas de tierra en ellas, tenía dedos largos que alguna vez fueron delicados y suaves, podía notarlo, había una pequeña parte de Hunter donde la piel suave reinaba.
—Hunter —Tyler buscó su mirada y se encontró con el rostro fruncido de aquél, los toques en su cuerpo se detuvieron y solo el sonido del agua se escuchaba en la habitación. El aroma a sangre de su cuerpo se volvía amargo y tuvo que removerse un poco.
—Perdiste tu identidad —dijo Hunter con determinación, su voz no tembló y no encontró signos de burla en ella, de pronto su piel se erizó ante la confesión —. La perdiste hace muchos meses, nueve aproximadamente. No recordabas tu nombre entero Ty, nos peleamos y decidiste meterte en mi pasado. Yo... Te tiré contra el espejo y te dejó una cicatriz en la cabeza.
Tyler tenía los labios entreabiertos mientras la sangre junto con el agua caía en pequeñas gotas lentas por sus mejillas lastimadas. Se veía tan sorprendido y confundido que las palabras se mezclaron en su lengua.
—Te fuiste, Cachorro —susurró—. Desapareciste cuatro meses.
—N...No. Yo no...
—Eras el animal de otro hombre, te han tomado... Y regresaste todo ensangrentado a mi puerta, mi animal, mi cachorrito, tan vulnerable y llorón. Sólo respondías a un solo nombre que no era el tuyo, te habían deformado la mente como solo ellos lo harían —acabó las palabras al ver cómo aquél se abrazaba con fuerza, escondió su rostro en sus brazos y negaba efusivamente—. Las marcas de tu espalda...
—Cállate... Ya no quiero oír más —sollozó bajito, sorbió su nariz y apretó sus manos con fuerza, su vista se volvía borrosa y difícil de notar. El aroma a sangre y sudor se colaba por sus fosas nasales, notaba su piel áspera y cubierta de cicatrices que resaltaban y deformaban su anatomía. Se encogió y sintió el toque de Hunter trepar por sus piernas.
—Ya estás conmigo Cachorro —murmuró en su oído y Tyler rompió en llanto—. Yo limpiaré tu conciencia, no te afectará.
—¿P... Porqué... Porqué r-razón me iría? Yo... Yo solo quiero estar contigo... No me iría... No quiero otro dueño. Y-yo —sollozó y escondió su rostro en el cuello de Hunter, el aroma a sangre y sal se impregnó en su nariz. Lo abrazó con desesperación, temblando y sintiendo su pecho arder con furia, clavó sus uñas con fuerza en sus brazos—. Yo te quiero a ti. Sólo a ti. No importa qué identidad tome yo solo te querré a ti.
Hunter lo tomó de la cintura y acercó sus cuerpos con lentitud, Tyler se aferraba con fuerza a él, asustado, temblando. Lo subió a sus piernas e hizo que lo rodeara con las suyas. Sus labios se encargaron de besar esa piel húmeda, con el sabor a hierro de aquellas heridas, de esas marcas. Llevó su mano derecha hacia su cabeza rapada, acariciando las cicatrices marcadas, la tierra y la sangre seca. Sus ojos negros se opacaron al notar la marca del teniente en su nuca, hinchada, irritada e intensa. El odio y la ira burbujeó en su interior. Las ganas de tomar la piel y rebanarla con una navaja no le faltaban, sus dedos la acariciaron, la misma textura, el mismo relieve. Pero la sangre, la sangre de su cachorro se escurría por esos cortes profundos. Lo embriagó por completo, tan puro era el aroma que cerró los ojos y besó con lentitud, esperando que Tyler se calmara, esperando que su conciencia pudiera calmar la tormenta en su mente.
—Siempre te elegiré... —lo escuchó susurrar, su pecho se comprimió—. ¿Me oyes? Por tan lejos que me vaya, regresaré igual. Eres lo único que me impide olvidar todo. Tus cicatrices —murmuró acariciando su espalda—. Tu voz, tu rostro, tu forma de ser, todo tú.
Lo tomó del rostro y se encontró con su mirada llorosa y cristalizada, sonrió y lo besó con cuidado esperando que las heridas de sus labios no sangraran. Su pecho se infló y rió tomándolo con firmeza.
—Mi cachorrito... Sólo... No vuelvas a irte —murmuró abrazándolo y apoyando su cabeza en el hombro de Tyler —. Además dudo que puedas pasar las trampas para osos con tu pierna coja en cuanto las ponga. Solo por si acaso. ¿No, cielito?
Tyler hizo una mueca.
—¿Recién vine y ya me quieres amputar la otra pierna?
* * *
Un mes después.
Caminó con lentitud y con el cansancio arrastrando sus pies, el aroma a desinfectante y la luz blanca de la casona le molestaba. Sus ojos irritados buscaron la habitación con la mirada y volvió a escuchar sus gritos. Bufo y se acercó a la puerta con sigilo, lo vio retorcerse en la cama, sudando y tomando con fuerza las sabanas que lo tapaban. Se quedó quieto y bajó la mirada escuchando sus sollozos.
—¡Papá! ¡¡Papá!!
La voz de Noah fue un delirio desesperado y sonoro, se encontró con aquella mirada llorosa y húmeda y no le quedó más que acercarse y mirarle con seriedad.
—¿Te suced... ?—empezó y su hijo lo tomó con fuerza del brazo, sus uñas se le clavaron en la piel y su cuerpo se levantó con rapidez. La luz que entraba por la puerta iluminaron sus ojos dilatados e irritados por el llanto, su cabello despeinado y el olor a suciedad y sudor que emanaba hizo que se tapara la boca.
—¡Mírame! ¡Mírame mierda! ¡¿Es que acaso no piensas hacer nada?! —le gritó de cerca, pudo vislumbrar las cicatrices de sus mejillas, reabiertas por sus uñas y manchadas en sangre fresca—. ¡Lo odio, lo odio tanto!
—Noah —comentó tomándolo del rostro con ambas manos, su tacto se humedeció por la sangre y su hijo dejó salir lágrimas de aquellos ojos bañados en ira—. Debes entender que Hunter no es asunto mío. Ya no.
—¡Es tu estúpido animal! ¡Es el puto enfermo que me convirtió en esta mierda por tus malditos errores! —gritó entre dientes, el Teniente Morris frunció el ceño—. ¡¿Es que acaso no podías matarlo de una vez?! ¡¿No podías meterle una pistola en la boca y volarle los sesos?! ¡Y lo dejaste ir! ¡Y yo qué eh! ¡Dimelo, querido Teniente Morris, cómo mierda quieres que sobreviva si veo su asqueroso rostro quemado en el espejo!
Lo abofeteó con fuerza y el rostro de Noah se volvió hacia la cama, la sangre manchó las sábanas azules y no le dirigió la mirada a su padre. Su mano fue a parar hasta su mejilla ardiente y húmeda, las lágrimas de repulsión e ira renacieron en sus ojos como el odio en su interior.
—Teniente Morris —burló su padre con enojo—. Soy tu padre, tu maldita autoridad y me debes respeto. Da gracias a ese enfermo que no te quitó la identidad y te dejó vivo. Ni siquiera sé cómo mierda te aguantó con tanto griterío.
—Soy tu hijo —murmuró Noah con odio—. Me han hecho mierda, ¿pretendes que lo acepte y me quede callado?
—Hunter no tiene nada que perder, Noah —comentó el Teniente Morris levantándose de la cama, camino hacia la puerta y se detuvo—. No tiene a sus padres, ni a sus hermanos. El matarlo solo le haríamos un favor, creeme que con solo ser él su vida ya es una mierda. No haré nada si es lo que piensas, yo me aproveché de él, e hice de su preciada identidad todo lo que odia. Y cobré el precio, no me arriesgaré a que te mate o te quite tu identidad. Hunter jamás encontrará la paz, Noah, pero tú sí. Es mejor que olvides la venganza, arruina mucha gente inocente.
—¿Y porqué tú lo tomaste a él, dímelo, si tanto te importa la gente inocente porqué lo tomaste a él? —Noah lo miró—. Hunter no mató a su madre.
—Fue una anticipación —confesó—. Christopher ya estaba dañado cuando lo conocí, lo destruyeron en aislamiento. Su familia entera lo culpó, sus hermanos callaron y su padre dio la orden, ¿Cómo crees que los recibiría? Ya habían abusado de él y estaba aterrado, es obvio que alguien tendría que pagar por ese error. Lo que hice fue intensificar esa culpa a su padre y no tanto a sus hermanos. Pero el odio fue hacia mí, por la misma razón que tú lo odias a él en vez de al verdadero culpable de la situación. Además, le tomé cariño.
Y salió de la habitación. Noah se quedó quieto pensando en las palabras de su padre. No quería ayudarle y entendía la razón, pero le había dicho algo que encendió una llama de esperanza y venganza en su interior. Recordó aquellos ojos avellana lagrimosos y sonrió mientras la sangre le chorreaba de las mejillas y sus ojos se bañaban en un deseo puro y venenoso.
—Hunter sí tiene a alguien a quien perder.
Muchas gracias por leer los amooo. Eso fue Violencia Animal chicos.
Como tengo paja de hacer la parte de agradecimientos mejor lo hago acá. Primeramente quiero decirles que no hay ni continuación ni nada parecido. Bueno tal vez, pero no me da la cabeza para seguir el royo. Ahre sí, la segunda parte del epílogo. Final definitivo y no los jodo más.
Lamento si alguna vez dañe la sensibilidad de las personas, pero no sé qué hacen acá. El título mismo dice Violencia (y en mayúsculas para que se vea bien) y no es miel y florecitas por si no lo notaron. Ahre, pero sí.
Generalmente suelo pensar las obras antes de escribirlas, el desarrollo, los apellidos, la edad, etc. Pero acá fue todo improvisado, primeramente salió a la luz por una bronca mía hacia wattpad (los que tengan historias deben saber ese sentimiento de abrir obras y que no aparezca nada) entonces me enojé y apreté crear obra (de esta forma te aparecen) y bueno, escuché a mi hermana gritar ¡eso es violencia animal! Y ya deberán saber qué pasó después.
Me gustó escribirla, más porque nunca pensaba en la trama. Nunca pensé en el término animal como algo muy aterrador y bruto. Tomé el tema de la identidad casi como una burla jajaja eso sonó muy mal. Es decir, es la facilidad en la que una persona puede cambiar en ciertas circunstancias de la vida. También lo hice de esa forma porque los animales suelen responder al nombre que le dé su dueño, a los golpes, el maltrato y el hambre. Todavía no termino por entender muy bien lo que hice, y es difícil de explicar.
En cuanto a los personajes mi favorito fue Hunter, me encantaba sus diálogos porque parecía tétrico e inofensivo a la vez. Y Tyler a veces me daba bronca.
Mdkdmdkd realmente ame cada uno de sus comentarios, muchos eran muy graciosos y otros un poco raros y a veces ayudaban a guiarme. Me gustaba cuando decían que no esperaban cierta cosa de la obra, porque yo tampoco esperaba escribirlo.
Que cuando metí a Noah me encontré en un rollo enorme ¿qué hacer con Tyler? Entonces tuve que buscar una salida y volver a adiestrar al nene. Fue difícil y me quedaba sin ideas.
Repito, muchas gracias por leer.
Pensaba en alguna parte extra por aquellos cabos sueltos que quedaron. Solo digan cuál y lo hago (lo que pueda)
Chau los amo ❤
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