Trauma

El amanecer anunciaba nuevamente su presencia, pero ello no significaba realmente mucho para el muchacho quien descansaba en un cuarto que no reconocía.

Su sueño había sido una fracción de lo que usualmente dejaba descansar su cuerpo para tener un desempeño normal acrecentando aquellas bolsas que comenzaban a notarse bajo sus ojos, hubiese deseado dormir más pero el sudor frío que poseía su cuerpo y el nulo recuerdo de sus visiones nocturnas le hacían creer que aquello que le había despertado no había sido agradable y agradecía no lograr recordar nada de eso, por lo que el resto del tiempo hasta que los rayos de luz comenzaron a filtrarse por la ventana fue inspeccionar la habitación.

Era amplia, algo desordenada con más de un papel o ropaje repartido por la habitación y algunos muebles junto a un discreto televisor instalado frente a la cama, mirar a sus lados solo le hacía sentir la inmensidad de aquel lugar, preguntándose por momentos donde estaba la otra cama a la que estaba acostumbrado a ver, la repisa donde eran guardadas algunas corbatas y un despertador, sus pocos juguetes o sus útiles para la escuela, pero luego su mente le recordaba donde estaba, o mejor dicho donde no estaba.

Los últimos días habían pasado más lento de lo que jamás había sentido y aquellas visiones que le atormentaban no hacían sino incrementar aquella desagradable sensación, apenas si podía recordar el lugar donde había dormido y su dueño sin tener una visión sobreponiéndose, un suceso que le asustaba y un pensamiento que le asqueaba.

Aquel torrente de pensamientos solo habían detenido cuando fue interrumpido por aquellos dichosos rayos solares que le avisaban que un nuevo día daba comienzo, algo a lo que su cuerpo, muy por sobre su débil estado mental, comenzó su rutina, casi como si fuesen dos entidades independientes el niño se encamino al baño, solo para dar torpemente con la salida y descubrir que donde debía de estar el baño no era más que un pequeño armario, recordándole nuevamente que ese lugar... no era su hogar.

Miro sus manos con calma, no podía ver nada raro pero podía jurar que sentía que algo había en ellas, algo que no le agradaba. 

Sus manos.

Lo último importante que había hecho con ellas había sido comer, desvestirse, romper un lienzo y tocar a su...

Su pensamiento se corto en ese momento considerando la desagradable sensación que comenzó a surgir en su garganta, algo que estuvo a punto de expulsar pero trago con dificultad pese a que esto quemo parcialmente su garganta, llevándose por reflejo sus manos a su boca. Al notar la posición de sus manos rápidamente las alejo de su rostro para devolverse a la habitación donde acababa de despertarse, necesitaba cubrirlas, nada bueno venia cuando tocaba cosas con ellas.

A los pocos minutos se encontraba sentado en la cama, mirando sus ahora cubiertas manos, sintiendo aquella desagradable sensación nuevamente, una que le erizaba la piel, una que no le agradaba, le daba asco, pero no podía quitarse, incluso pese al miedo de ver sus manos descubiertas veía de reojo bajo el guante solo para encontrar su palma intacta. Simplemente odiaba esa sensación.

Al menos una voz logro interrumpir su tren de pensamiento, una que el reconocía.

- Lincoln ¿Cómo amaneciste?

Era el tono casual con el que el hombre le saludaba, quizás un poco más condescendiente de lo habitual pero con el mismo cariño que llevaba un tiempo recibiendo por aquel adulto, uno que no quería mirar a su rostro por miedo, por lo que evitando su mirada le contesto con tono algo decaído a su interrogante.

- Bien, gracias ¿Y usted Sr. Dawkins?

Ethan noto claramente que el chico evitaba verle a la cara, algo que le provoco sumo dolor al mismo tiempo que recordaba aquella experiencia en la comisaría, por lo que aunque tuviese que forzarla un poco le dio su mejor sonrisa pues no le importaba si no lo veía, quería hacerle sentir aunque sea un poco más confortable. Algo de normalidad quizás le ayudaría al pequeño.

- Algo adolorido si te soy sincero - masajea su hombro - no esperaba dormir en el sofá si te soy sincero pero mi espalda esta bien

- Lo siento, no quería quitarle su cama

- Muchacho, no te preocupes, hoy iremos a por una cama para ti y todo solucionado

- ¿Una para mi?

- Si, después de haberlo conversado con esas personas vas a vivir conmigo un tiempo ¿Estás bien con eso?

Ese era otro cambio drástico para el pequeño, su mente simplemente no era capaz de seguirle el ritmo a su propia vida entre tantos sucesos, como si de la noche a la mañana todo fuera diferente.

Ethan solo podía contemplar como el pequeño se había quedado en silencio, no era ni siquiera capaz de imaginar que debería estar pasando por la mente del pequeño o que tan dañado había resultado de todos los últimos eventos, por lo que en silencio contemplo un par de minutos por si el peliblanco reaccionaba de alguna manera por más que en el fondo quisiese acercarse, abrazarle y prometerle que todo estaría bien, pero incluso temía realizar aquel acto tan simple dadas sus últimas reacciones, por lo que algo decaído decidió abandonar la habitación no sin antes mencionar unas últimas palabras.

- Lincoln, iré a preparar el desayuno, ven cuando te sientas capaz ¿Si?

Miro nuevamente unos instantes la figura del pequeño antes de abandonar la habitación con una triste mirada, encaminándose para comenzar a prepararse para el día, uno que si todo salía bien podría animar un poco a ese pequeñín.

Lincoln por su parte solo se había quedado contemplando el piso, sentir que el adulto se había retirado le trajo un poco de calma a su ser pues no se encontraba preparado para confrontarle, quizás el adulto estaba molesto por su reacción del día anterior y se había contenido con el por encontrarle en una comisaría, o quizás le habían contado todo.

Al cabo de unos minutos miro nuevamente sus manos, aquella desagradable sensación se hizo más fuerte mientras recuerdos vivos de aquella horrible pesadilla comenzaban a reproducirse en su mente reemplazando sus pensamientos a la par que sus ojos comenzaban a llenarse ligeramente de lágrimas.

- Ese no era mi deseo - tal como había hecho aquel día, tomo su cabeza con sus manos ahora cubiertas, como si desease esconderse de todo, esconderse de su culpa, esconderse de su realidad... esconderse de si mismo, algo que se incrementaba a la vez que sus débiles palabras comenzaban a ahogarse entre suaves sollozos - no... no era mi deseo papá

- ¿Estás seguro hijo?

En la cocina, en ese mismo momento

Aun distraído por la expresión del pequeño y con su mente maquinando como poder ayudarle se encontraba frente a la estufa con un desayuno rápido e improvisado, pensaba en invitarle a la tienda para comprar lo que sería su nueva cama y quizás alguna cosa con la que el muchacho se entretuviese sabiendo que pasaría un tiempo antes de que le permitiesen recuperar las cosas del muchacho recaudadas como evidencia, algo que le sonaba ridículo.

Por su mente paso el ligero recuerdo de aquella mujer y su sutil insinuación en la responsabilidad del pequeño, como si fuese capaz de cometer un acto de ese estilo, privándole de sus cosas hasta tener los resultados mientras el se encontraba claramente afectado y con posibilidad de mandarle con un completo desconocido cuando el muchacho había demostrado claramente que no conocía a más familiares.

Miro su reflejo en la taza de leche que tenia en sus manos y vio su expresión, aquella sonrisa con la que había intentado enfrentarse al pequeño cuando le visito al despertar no estaba, sus facciones se encontraban contraídas mientras su mirada es notaba apagada, eso no estaba bien.

Se recordó que el muchacho no se encontraba bien, no necesitaba nuevas cargas y sobre todo necesitaba algo en lo que apoyarse pero por sobre todo, el fue mencionado cuando el muchacho pidió auxilio, era el momento donde debía demostrar su real cariño por el pequeño, que aquellas palabras que se menciono varías veces sobre proteger a ese muchachito de blancos cabellos que de alguna forma llego a su vida y la hizo cada vez más colorida aun si su propia vida era un matiz de colores grises.

Era su momento de proteger realmente al pequeño y no darle falsas esperanzas como siempre habían terminado sus palabras.

Con ese pensamiento dejo la taza de leche en la mesa de la cocina mientras iba por su propia taza con café cuando escucho un estridente sonido provenir desde el interior de su hogar, siendo un lastimero chillido cargado no solo de dolor, sino que también pudo sentir terror, por lo que girando su cuerpo emprendió una rápida marcha en dirección al foco de este, encaminándose a la habitación donde había dejado al muchacho hace solo unos minutos... solo para encontrarle en un nuevo estado de pánico.

El muchacho se encontraba gritando desesperado mientras parecía alejarse lo más posible de unos de los rincones de la habitación, apoyado todo cuanto podía en la esquina opuesta de la habitación mientras arrastraba los pies en un intento de impulsarse todavía más en aquella dirección e intentaba ocultarse inútilmente con sus manos. Sus gritos conforme su garganta se iba desgastando adquiría una tonalidad más aterrada mientras parecía negar con su cabeza lo que estaba ocurriendo.

Ethan al verle en aquel estado se encontró en la misma posición que el día anterior, con el pequeño descontrolado y desamparado, reducido a una pequeña entidad que solo demostraba sufrimiento mientras negaba su entorno y su situación, recordando impotente como su mera presencia aterrar todavía más al desesperado muchacho.

Aquello le hizo dudar cuando su cuerpo en un impulso intento abalanzarse sobre el muchacho para envolverle entre sus brazos.

Cada parte de su cuerpo le gritaba que le cobijase, le contuviese, le hiciese sentir amparado ante todo lo ocurrido, pero su corazón dudaba... "¿Y si le hago más daño con eso?". Su mente no podía quitar aquel pensamiento, era cierto que le había apoyado siempre que pudo e incluso ayudo a que el padre de la criatura reparase su daño, pero...

Sus palabras solo alimentaron promesas vacías de una relación que solo le causo daño.

Sus acciones llevaron a que un adulto le causase la, posiblemente, peor experiencia que pudo experimentar.

Sus pensamientos eran inútiles en conciliar una forma efectiva de apoyar al pequeño cuando este estaba aterrado y ni siquiera sabía de que.

Y sobre todo, presenciar aquella mirada cargada del más absoluto terror cuando le vio.

Como si el fuese el responsable de su dolor.

Su mente y su cuerpo luchaban el uno con el otro, los segundos parecían horas mientras su corazón se laceraba por aquel desgarrador grito del muchacho.

Y cuando sentía que sus propios ojos comenzaban a cargarse debido a la impotencia, pudo escuchar al niño nuevamente hablar.

- ¡Yo no quería nada de esto! 

Aquel grito casi había dañado la garganta del pequeño, cosa que se noto en su lastimada voz.

- ¡Por favor! 

Las pocas fuerzas que le quedaban en la garganta al pequeño se entremezclaban con sus sollozos mientras mantenía sus ojos cerrados con fuerza deseando que aquello desapareciese de una vez, algo que lentamente apagaba su terror y lo convertía en desesperación.

- Por favor (sollozo) este no era mi deseo (sollozo) no me dejes solo...

Y con eso dicho pudo sentir como era envuelto en un abrazo, creyendo que aquella sombra tan vivida era la que se había aproximado solo para recordarle lo sucedido, que por más que aquellos brazos le demostraran calor y compasión una vez abriese sus ojos aquella pesadilla se repetiría y podría evidenciar nuevamente aquel rostro que no era sino una muestra de su efecto en los demás, del daño que producía a sus cercanos, que aquella sombra haría sino seguirle para siempre como el funesto recuerdo de su propio propósito. 

Y con ello cerro con más fuerza sus ojos.

Esperando aquellas funestas palabras nuevamente.

- Perdóname Lincoln

Aquellas palabras causaron un duro impacto en el pequeño, quien termino por abrir sus ojos solo para notar una cabellera castaña junto a su rostro.

- Perdóname por no darme cuenta a tiempo, perdóname por dejarte pasar por todo esto, por no estar allí cuando me necesitaste, perdóname Lincoln

Su voz se apago, sus enrojecidos ojos solo pudieron posarse en aquellas facciones que no lograba identificar completamente mientras sentía como aquel envolvente agarre se hacía un poco más fuerte, sintiendo los sollozos de su acompañante.

- Eres un chico maravilloso, alguien gentil y agradable, tú no te merecías llegar a ese hogar carente de calor, todos estos años creí que lo estaba haciendo bien, que tú vivías pleno y feliz mientras una parte de ti sufría en silencio

Los temblorosos brazos del niño comenzaron a moverse lentamente aflojando el agarre sobre su cabello, movilizándolos temerosamente bajo los del adulto, intentando envolverlo.

- Pero quiero que sepas que eso ya no volverá a pasar, no permitiré que aquel vacío vuelva, no volveré a voltear la mirada cuando se que te esta dañando pero por sobre todo, no dejare que te vuelvas a sentir solo Lincoln

Aquella voz le era tan familiar, no podía reconocerla, no en ese momento, no sabía quien era, no estaba seguro, tenia miedo, miedo de que al asomarse aquella expresión le recordara su pecado, que aquellas palabras no fueran sino miel para hacerle bajar la guardia, que aquellas promesas no fueran sino palabras vacías en un intento de ocultar la verdad.

Que aquella sombra de su padre volviese a dañarle un vez más.

Por lo que sus aún debilitados brazos se sostenían en el aire justo antes de devolver el abrazo, tiritando a nada de entrar en contacto con aquella persona.

- Solo quieres hacerme sufrir una vez más, tú no quieres estar conmigo, no le importo realmente a nadie

- Me importas más de lo que tu te puedes imaginar, me creas o no

- Es mentira, no tengo a nadie

- Quizás alguna vez fue así, y quizás fue mi actitud lo que empeoro aquel pensamiento en su momento, pero eso va a cambiar, lo juro

-  N..no te creo, m..me dejaron solo y... (sollozo) nadie me quiere realmente...

- Yo si, y no importa qué, yo siempre estaré aquí

- Y..yo... Yo... (sollozo) Yo...

- No te preocupes, yo estoy aquí para ti

Con ello Ethan se retiro levemente para poder ver a los ojos al pequeño, este al notar como su acompañante estaba por exponer su rostro un hielo comenzó a subir por su espalda mientras sus ojos deseaban cerrarse por instinto, pero algo se lo impidió.

Fue cuando pudo ver a la persona que tenía en frente.

Y no vio aquella sombra, no vio aquellas facciones deterioradas o una sonrisa cínica, no vio vileza, no vio odio o burla, vio preocupación y cariño, vio en aquella sonrisa una sensación de calma, en aquella expresión compresión.

Vio a la persona en quien tanto confiaba... y tanto quería.

- Todo estará bien... hijo

- Se... señor Dawkins

Fue en ese momento donde pudo cerrar el abrazo.

Y pudo dejarse llevar por aquel calor familiar que sentía en ellos.

Minutos más tarde

- ¿Está seguro que podré vivir aquí Sr. Dawkins? - aun con su garganta adolorida en mejor estado debido al paso de la leche recalentada y con su mente un poco más despejada necesitaba resolver algunas dudas

- Por supuesto, no te sientas mal por ello, eras bienvenido antes y lo serás ahora, más con todo lo sucedido

- (tímidamente) Pero no quiero ser una molestia

- No lo eres, tranquilo, aunque si debo de comprarte una cama, bueno... ¿Quisieras acompañarme a comprarla?

- S..si, n..no quiero estar solo e..en estos momentos

- Me parece bien

En un acto casi por reacción el adulto poso su mano sobre la cabellera del niño jugueteando ligeramente con los cabellos de este antes de levantarse para comenzar a limpiar la mesa.

El pequeño al sentir aquel acto pese a que se sintió ligeramente a gusto no pudo evitar ver con preocupación al adulto, temiendo por él, viendo de reojo aquella sombra posándose en las cercanías a este mientras esbozaba una ligera pero sádica sonrisa.

Lincoln solo apretó más sus guantes y evito aquella mirada.

Rogando que la sombra le dejase en paz.

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