Palabras sin sonido

El frío de la brisa matutina golpeaba las partes expuestas de su cuerpo que el abrigo de Lori no lograba cubrir a medida que se adentraba en la ciudad, su objetivo era uno y pese al molesto dolor de cabeza que le acompañaba desde la noche o la incomodidad producto del contacto con el gélido ambiente su paso no titubeaba, caminar hasta su destino le enfermaba, cumplir el pacto con Rita no hacía más que generarle molestias y Lola no estaba siendo tan linda como siempre lo había sido, cometía errores, su caminar o su postura no eran perfecto, en ocasiones mordía su lengua al hablar y sus trajes no le quedaban a la perfección, su Lola nunca había sido así, era una niña hermosa, inteligente y elegante, era la perfección infantil encarnada en una figura tierna y adorable la cual estaba destinada al éxito, ¿Por qué ya no se comportaba como la Lola de toda la vida? ¿No la estaba amando lo suficiente para que le retribuyese su amor como antes?

No lo entendía, había tantas discrepancias que su cabeza dolía solo de encontrarlas, quizás debido a todas las cosas ocurridas recientemente estaba divagando demasiado la situación y no le dejaba concentrarse en lo necesario, no importaba, era indiferente, levantando su mirada siguió con su camino hasta aquel lugar que realmente le enfermaba visitar, sus visitas eran cada poco tiempo ya que temía que, conociendo como la desgraciada actuaba, pudiese hacer algo a sus espaldas y la vigilancia sobre sus acciones era algo prioritario si deseaba mantener a salvo a su hermanita de las garras de esa mujer.

Si, todo era por ella, todo era por su hermanita, Rita era un enorme peligro para todas y no podría dejar aquella variable caótica de lado hasta asegurarse de que no pudiese hacerle nada a nadie, y pensando eso fue que abrió la puerta para encontrarla en la misma posición de siempre, esperándole pacientemente con su usual sonrisa carente de sentimientos.

- Hola Lori, comenzaba a creer que no vendrías hoy.

- Tú quieres información, pues te aguantas a que ocurran nuevas cosas.

- No es difícil creer que podrías estarme dando información falsa, o quizás no me estás contando lo importante, ¿Cómo está Leni?

- Bien, perfecta, tu princesita está protegida del mundo como siempre la has tenido.

- Es bueno saberlo, la sola idea de que tenga contacto con las otras me da escalofrió, quien sabe que gérmenes les pudieran contagiar.

- Al menos podrías intentar disimular un poco.

- ¿Contigo? Por favor, me guardo para cuando venga la policía y te denuncie por intento de asesinato.

- Como si tuvieras pruebas.

- No es que sea difícil crearlas, más cuando es verdad.

Hablar con Rita le daba asco, aquel tono monótono con el que daba sus respuestas no hacía más que generarle repulsión, la sola idea de que pareciese que todo iba bien mientras conversaban de intentos de asesinato o culpabilidad por sus acciones apagaba todo interés en preguntar por su salud o una posible alta médica, para Lori realmente no le molestaría si una zorra como ella jamás abandonase esa cama y no volviese a interferir con su vida, pero conociendo su suerte ella no tendría esa fortuna, y cada vez que la veía la posibilidad de que la próxima vez esa cama estuviera vacía era más real.

Sus ojos se centraban en el cuello de la mujer, recordando las palabras que le había dicho la primera vez que le vino a visitar y la intención de ponerlas en práctica, mucho no tenía que perder, incluso podría ser todo lo contrario, o al menos al principio lo era ya que ahora si tenía algo que perder y que realmente podría lastimarla más, su pequeña princesita, aquella niña que iluminaba sus días que había regresado finalmente a sus brazos. No quería alejarse de ella y la idea de volver a perderla era un dolor incluso aun peor que el pútrido ambiente que sentía al ingresar en esa habitación, por ella tendría que aguantar un poco más, solo un poco más.

Con todas las irregularidades y el apoyo de su tío sentía que podría emanciparse pronto, que podría alejarse de allí de una buena vez, podría llevarse a su niña y criarla como corresponde, su tío no se quejaría, las demás lo entenderían, ella ya había sufrido suficiente y pagado todos los precios posibles, ¿Era mucho soñar con un objetivo posible?

- Entonces, ¿De que quieres saber hoy Lori?

Pero al abrir sus ojos solo encontraba aquella asquerosa realidad, una de la que solo en sus sueños finalmente había huido y le permitía ser feliz, una en la que no podía confiar, que gustaba de ponerle trabas a sus deseos y que tenía que derrotar de una u otra manera, de ser necesario, con sus propio veneno.

- El anciano, ese tipo que es tan peligroso, ¿Qué sabes de él?

- Albert, has preguntado por alguien bastante problemático.

No le importaba si había verdad o mentira en las palabras de esa mujer, podía contrastar la información con su tío y ver si era verídica, por ahora todo lo que necesitaba era conocimiento, necesitaba controlar la situación.

Si el destino quería impedirle alcanzar la felicidad, simplemente tendría que moldearlo hasta llegar al final que ella deseaba.


En ese momento, casa Loud

Desde el momento en que Luna salió detrás de Leni el poco ambiente que se había formado se destruyo por completo, Lynn ni siquiera se molesto en probar la comida antes de levantarse en silencio y retirarse de ese lugar sin hacer reclamo alguno, Lisa había tapado sus oídos mientras agachaba la cabeza en un intento de evitar escuchar la posible discusión que podría formarse y Lincoln solo miraba preocupado en dirección hacia la escalera, aunque esto no duro demasiado ya que pudo notar como Luan estaba intentando sacar de forma discreta el platillo que estaba frente a él para cambiarlo por el que tenía Luna.

- ¿Qué estás haciendo?

- ¿Qué te importa entrometido?

- Me preocupa porque es mi plato de comida.

- ¿Ahora es tuyo? Sabes que no eres una persona grata aquí y ya exiges comida.

- Fue Luna la que me lo ofreció, además es sospechoso que quieras cambiar de la nada los platos.

- E..El plato de Luna tiene más cantidad, ella es mayor por lo que merece comer más que tú.

- Si tanto te molesta que coma tu desayuno puedo prepararme el mío.

- Pues hazlo, si te molestan mis elecciones no tienes por qué comerlo.

Las miradas de ambos se enfrentaron y Lincoln fue el primero en apartarla para dirigirse a la cocina, no tenía una mayor intención de hacer una escena en ese lugar además de que realmente quería volver pronto a continuar con sus estudios, pero en el momento en que comenzó a caminar pudo notar que su pantalón era jalado, volteándose para ver que Lisa se había acercado a él y le miraba sin esforzar la vista.

- ¿Tu comida es diferente de la de Luan?

- Supongo.

- ¿Sabe mejor? - Luan centro su mirada en el peliblanco con la intención de ver la respuesta de este, algo que Lincoln pudo notar y, devolviéndole una mirada molesta, hablo.

- Estoy seguro de que sí.

- ¡¿Ah sí?! ¿Crees que eres mejor que yo dientes de conejo?!

- Al menos en hacer berrinches, sí.

El rostro de Luan comenzó a adquirir una tonalidad rojiza por la furia que estaba sintiendo en su interior, realmente ese niño no había hecho nada más que cosas para irritarla en todos los sentidos posibles y ahora incluso se estaba vanagloriando de ser mejor que ella en algo que su propio padre le había enseñado, algo que aunque a palabras de su propio padre no había terminado de ser de su agrado seguía siendo toda la técnica y valores de cocina que su padre tanto disfrutaba y ahora estaban almacenados en su cuerpo, analizándolo de forma más abstracta, era incluso insultar la cocina de su propio padre al rebajarla a sea lo que sea que el chico pensase de la cocina.

- Te voy a demostrar quién es el que realmente apesta cocinando mocoso insolente.

- Solo quiero comer mi desayuno y volver a estudiar, mientras no me estorbes no me importa.

Lisa solo sentía como ambos sonaban realmente molestos pero prefirió quedarse a un lado de Lincoln, incluso cuando conocía bien su hogar o lo suficiente para que la arquitectura y distribución de muebles del hogar se hubiese grabado en su mente seguía siendo una zona que veía borrosa y donde estaba transitando gente, por lo que la idea de quedarse junto a Lincoln le hacía sentir segura, y eso era todo lo que necesitaba en ese momento.

Por su parte la gemela termino de comer en silencio y se retiró en ese mismo estado, Lucy solo empezó a comer su desayuno mientras se mantenía en silencio.

Era irónico, pero aquel pequeño bullicio le recordó al tiempo donde su padre estaba con ellos y eso formo una pequeña sonrisa en su rostro.


Minutos después, prisión de Royal Woods

Albert siempre busco seguir las leyes que dictaba su nación, era alguien responsable con ello al menos hasta que la existencia que compartía su sangre destruyo su mundo y quedo dando tumbos por la vida sin un objetivo aparente, desde ese punto había hecho muchas cosas en el limite de lo legal o incluso cosas que bien podrían atentar contra su propia vida. No le importaba que le ocurriese, tampoco le importaba morir o vivir, era continuar con su vida hasta que algo se opusiese a esta, si lo pensaba se daba cuenta que hacer eso, pensar, era molestamente doloroso.

Estar ebrio era una buena solución para ello, en más de una ocasión había bebido con el objetivo de anular sus sentidos y ver si al recuperar la conciencia algo había cambiado, lo que fuese, solo para ver que volvía a esa asfixiante estructura que llamaba hogar, momento en que sin importar cuanto doliese su cuerpo y cabeza se levantaría y haría mantención a su motocicleta, eso incluía los accidentes que tuvo con ella por manejar en estado de ebriedad.

Sus viejos huesos habían recibido bastante castigo con el tiempo, ni siquiera se había molestado en ir a un médico a sabiendas que más de algo se debió haber generado en su interior con tanta idiotez que cometió, se suponía que seguiría con esa rutina hasta que no pudiese levantarse más, pero fue cuando él llego otra vez a su vida.

Era casi como un pequeño animal asustadizo el cual podría orinarse solo con un resoplido suyo, un cascarón vacío que ansiaba más la muerte que él mismo, un niño con tanto por lo que vivir que había perdido la fuerza para levantarse, mucho había pasado en la vida del pequeño desde que había dejado de verlo para hacerse la idea y con cada retazo de pasado que descubría de lo que fue su vida más se llenaba de determinación a darle un motivo por el que continuar, incluso si eso significaba tener que dejarlo todo para que levantase la mirada del abismo en el que se había dejado arrastrar o si tenía que sacarlo aventándose él mismo a ello, desgraciadamente diría que el segundo caso fue lo que ocurrió.

El interior de ese lugar le era indiferente, la gente que le rodeaba eran imbéciles que intentaban parecer más grandes de lo que eran y escupían en la mayoría de casos amenazas vacías para marcar un territorio inexistente, la comida era un asco y no tenía alcohol para aturdir sus sentidos lo suficiente para que los días pasarán más rápido, se supone que son condiciones desagradables para que se arrepienta o alguna basura así, nunca entendió el concepto de encarcelar a la gente cuando hay quienes no aprenden ni por las buenas ni por las malas, hay muchos imbéciles que no merecen una segunda oportunidad y vaya que conoce a una persona así, la mujer que le arrebato todo no solo una, sino dos veces de sus manos solo para reírse felizmente de ver su dolor, aún podía recordar su expresión enfermiza cuando era separado de Lincoln, podía recordar la angustia en el niño pese a esa expresión perpleja al no entender que estaba ocurriendo.

Lincoln, su niño, su nieto, cuando solo creía que lo que quedaba en su camino era una vida sin sentido hasta tener una muerte carente de propósito, él llego una vez más a devolverle las ganas de continuar y aunque fuese solo por un breve tiempo, si lo comparaba con todos esos años de deambular por la vida en búsqueda de finiquitarla, esos meses habían sido una bendición.

Aquellas bromas, esos pucheros, verlo reír, llorar, liberar todo cuanto su joven corazón había absorbido había sido lo mejor que su asquerosa vida le había dado, quería imaginarse en el futuro saliendo de ese lugar para encontrarse a su muchacho, quizás ya hecho todo un hombre, regalándole aquella sonrisa que se había vuelto principal recreativo, el chico ni siquiera se había dado cuenta como el color había vuelto a su rostro mientras hacía actividades banales o se quejaba como cualquier otro niño lo haría por tener esas actividades, cuando salían a recorrer las calles el como sus ojos divagaban por los coloridos paisajes que el estado les proporcionaba o incluso como abría la boca al descubrir nuevas atracciones que desconociese solo para momentos después intentar actuar como si nada hubiese pasado, forzando una expresión seria de falsa seriedad o quizás madures, no le importaba realmente, era un niño al final del día, podía fingir ser lo que él quisiera todavía, podía seguir jugando a lo que quisiese, tenía potencial para encaminarse a lo que sea que decidiese todavía.

Aquel cinismo con el que aquel desgraciado le había hablado y orquestado aquel asqueroso plan mientras mencionaba que "todo era por el bien de Lincoln", quizás fue una estrategia sucia el emplear ese nombre con él en esa situación a sabiendas de que era poco lo que podía hacer por Lincoln, no quería que lo viese en ese estado, en ese lugar, ¿Podía ser el hombre fuerte que siempre mostró frente a su nieto estando en aquella situación? Era un hombre desdichado al que le habían quitado lo poco que le quedaba frente a sus propios ojos, reclamar o quejarse solo iría en contra de lo que intento construir en el chico, no podía dejar que su espíritu se rompiera por el dolor cuando podía provocar que ese dolor terminara de moldear al pequeño.

Era un plan retorcido... pero eficaz.

Y ahora solo quedaba un último paso con el que consagrar su decisión.

No podía flaquear ahora, si Lincoln dudaba ahora todo se iría al carajo y todo cuanto lucho por que su nieto pudiese tener un futuro se estancaría.

- Este es mi última elección niño, solo espero que puedas olvidarme pronto.

Dicho eso se levanto del piso donde estaba sentado, pues tenía una última meta que cumplir.


En ese momento, a pocos kilómetros

Leonard conducía con cuidado por las calles, había pasado gran parte de la noche pensando en las palabras que usaría o en como podría transmitirle el mensaje a Albert, ciertamente era que no compartía su visión o el como hacía las cosas pero si de algo no podía quejarse es que era alguien que producía resultados.

Su visión cuando retorno a Royal Woods después de tanto era la de un lugar maldito que no hacía más que consumir a la gente en una ociosa paz y que permitía esconder algunas de las mayores vilezas que había contemplado en toda su vida, incluso pensaba que siendo un hombre de mar su visión podría estar sesgada por su molestia pero incluso en Albert, otra persona que había dejado una buena parte de su vida al mar, se volvió un ser despreciable a sus ojos, fuese como fuese era un hecho de que cuando llego pensó en pasar el menor tiempo posible allí, sin contemplar los propios sentimientos del chico o de todo lo que había pasado en esa tierra maldita, pero quizás era su visión la extremista en toda la situación.

Había presionado mucho a sus hijos en el pasado, esa era una de sus mayores cargas ahora que veía su pasado con ojos más calmados y racionales, si bien exigirle a sus dos hijos ser hombres de bien con buenos títulos contra los que defenderse de la vida no le parecía algo errado la cantidad de presión que puso sobre estos y las expectativas si podrían haberlo sido, le era curioso haberse dado cuenta de todo ello mientras veía la lápida que su hijo mayor había pagado por su hijo menor, ¿Qué había hecho el odio en su vida sino causarle uno de los mayores dolores que un padre puede sufrir?

¿Y qué estaba haciendo ahora? ¿Separar a un anciano cuya vida había ligado a un chico que le necesitaba solo porque había una lucha de egos entre ambos abuelos? ¿Dónde estaba la felicidad del niño ahí?

No era una relación que se pudiese crear de la nada, todo toma su tiempo y de la nada había desgarrado una relación solo porque creía que era lo mejor, ni siquiera para Lincoln, sino para que él pudiese tomar el lugar de Albert.

Pensar en ese ridículo plan ahora le revolvía el estómago, los cargos de Albert no eran tan serios y si pagaba a un buen abogado quizás podría hacer que lo sacaran de allí en unos pocos meses, le era curioso que la peor parte de todo esto sería volver siquiera a hablar con Albert luego de lo que le forzó a hacer pensando que era lo mejor, claro que no lo era, una relación nacida por el recelo del término de otra no es más que despecho, no sería amor genuino ni una relación agradable cuando los cimientos son el odio y el dolor, si quería ganarse a su nieto debía de hacerlo con esfuerzo, no con trampas ni puñaladas traseras a personas que de por si estaban pasando por un mal momento.

Seguir a Albert fue la elección de su hijo, no, debía admitirlo, él había orillado a su hijo a preferir a Albert en el pasado, él había apartado a esa parte de su familia por algo tan superficial como... como... ni siquiera él era capaz de recordarlo.

Era un resentimiento tan antiguo que el mismo sentimiento se había perdido, solo había quedado la idea de la propia molestia, si ser salvaje era dejarse llevar por comportamientos irracionales, ¿No sería él la persona más salvaje en toda esa situación?

Sacar a Albert de la cárcel era lo justo, si iba a competir por el cariño de Lincoln lo iba a hacer en un ambiente donde el chico estuviese en la mejor posición y eso era con toda la familia que le amase cerca, incluso la idea le causaba un poco de gracia. Iba a respetar el legado de su hijo menor, eso incluía sus decisiones.

Con su hijo mayor... también tenia muchas cosas que conversar y comenzar a sanar, no iba a esperar tener que hablarle a una segunda tumba para hacerlo.

Si lo que quedaba de su vida servía para algo, en ello la iba a gastar, su hijo, sus nietos y nietas, todos ellos merecían una oportunidad.

Mientras veía asomarse aquel tétrico edificio a la distancia soltó un suspiro, la última vez que vio a Albert fue la visión de alguien que lo había perdido todo, si algo de aquella carcasa vacía quedaba en pie, posiblemente tendría que también levantarla por su cuenta, recordar que en el pasado le había roto las piernas a su hijo era curioso, sus acciones por momentos solo podía tomarlas como ilógicas bajo su propia corriente de pensamiento, ¿Pero le había servido de algo pensar todo esos años? Llegar a ese lugar era su respuesta.

Y con una extraña sonrisa detuvo el vehículo.

"Entonces la cárcel fue más importante que yo"

Aquella frase resonó en la cabeza de Albert una vez más, había sido algo que no había dejado de rondar de su cabeza desde hace tiempo, prácticamente fue uno de los primeros diálogos que tuvo con su nieto y solo era signo de su propia cobardía.

Entre más lo pensaba, más razón tenía, las leyes, los policías, el dinero, toda cosa material, ¿Acaso algo de eso importaba cuando se trataba de la relación entre un abuelo y su nieto? Recriminarle a un chico sobre cobardía cuando él fue el primero en huir era patético, era un fracaso de abuelo, un fracaso de guía, no servía como ejemplo, todas sus decisiones lo habían llevado a no ser más que un hazmerreír, incluso ahora su determinación flaqueaba.

- Oye imbécil, ¿Qué crees que haces aquí?

Conocía a esa clase de gente, sabía que si empezaba algo allí nada iba a detener lo que seguiría... y eso era precisamente lo que quería.

No necesitaba más palabras o siquiera seguir pensando.

Era su determinación hablando por él.

Si iba a ser un mal ejemplo para Lincoln, si lo que quedaba de él podía servir como una lección sobre como no proceder en todo lo que le quedaba de vida, iba a ser la más grande y peor enseñanza que Lincoln pudiese recibir.

Y apretando con toda su fuerza el puño de su mano derecha conecto el mejor golpe que había dado en su vida, tumbándolo con facilidad.

- ¡¿Qué mierda anciano?!

- ¡¿Estás loco?!

- ¡Eres hombre muerto infeliz!

Su vida no había estado tan limpia como él la recordaba, algunas multas por tráfico durante su adultez, ser un imbécil en su ancianidad, todas las idioteces que hizo en su juventud.

- ¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!

Los espectadores comenzaban a acumularse mientras algunos guardias intentaban hacerse paso hacía la escena, toda su experiencia en la marina y luego en tierra le habían hecho saber como moverse, como causar daño, sabia golpear, no era una persona noble ni mucho menos alguien que no disfrutase de la violencia, ese había sido uno de los canales de comunicación que mejor conocía después de todo, tal como dicta la naturaleza, la ley del más fuerte.

- ¡Anciano de mierda!

Reconocía que era un error, que alguien sensato no hubiera escogido ese camino y que había mejores formas, pero incluso en esos momentos pensaba en como intento instaurarle aquella equivocación en la mente del pequeño, "ser un hombre no significa ser violento", "ser un hombre no significa imponerte ante los demás por la fuerza bruta".

Mientras recibía un fuerte golpe en la boca de su estomago que le hizo expulsar gran parte del aire contenido en sus pulmones pensó en ello, aquel patético golpe que Lincoln le propino en defensa del amanerado cuando se conocieron, identificarse con la violencia más que con otra cosa, ¿Eso era el ejemplo que debía dar un abuelo a un nieto que recién emprende su camino en el mundo?

Que el chico estuviese roto no era motivo para enseñarle esa basura, aquel camino que solo le había llevado a la soledad en la que se encontraba en ese momento, a esa violencia sin sentido a la que se había sometido.

Si la única forma que le quedaba para enseñarle algo a su muchacho era con aquella tontería, ¿Qué hubiera seguido después?

Una patada en su rodilla termino por hacerlo perder el equilibrio, una presa que no puede moverse es una que ya fue cazada.

Pero en aquella salvaje batalla no se encontraban en la naturaleza para ser simplemente comida de un depredador.

Él estaba envuelto por lo que nos separa de los animales: la propia malicia humana.

Y, aun así...

- ¡¡¡Deja de reír viejo de mierda!!!

- o -

- Lo siento señor, no puede pasar.

- ¿Por qué? Sigo dentro del horario de visita.

- Hay una gran conmoción dentro del patio de los reclusos, con la situación tan descontrolada las visitas están suspendidas hasta que se controle el ambiente.

- Que mal, realmente necesito hablar con alguien dentro.

- Sinceramente no creo que por hoy se permitan más visitas, lo mejor sería que volviese mañana.

- Ya veo, gracias chico.

Leonard solo pudo contemplar con algo de preocupación al momento de salir del lugar, escuchando como efectivamente podían escucharse sonidos de gritos en el interior además de algunos sonidos más guturales y, con un ligero escalofrió, se volteó una última vez.

- Solo un día más Albert, no te queda mucho tiempo más aquí.

Siendo aquellas palabras llevadas por el viento, sin haber una persona a quien transmitirlas.

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