Padre


Viernes, era un día bastante particular para muchas personas sobre todo para quienes no debían trabajar al día siguiente por lo que podían darse ciertas libertades ya sea en darse algún gusto o para relajarse después de una intensa semana, algo que realmente compartía Ethan Dawkins, maestro de la primaria de Royal Woods.

Era bien sabido que era un adulto que amaba lo que hacía, de los pocos que realmente se encontraban en aquellas aulas por completa vocación luchando día a día por incentivar el alma creativa de sus estudiantes mientras velaba por un optimo crecimiento en estos, siendo uno de los principales exponentes en su caso y múltiples veces condecorado por sus propios estudiantes como muestra de cariño ante la pasión demostrada en los cientos de niños que habían tenido el agrado de conocerle.

Para Ethan lo que hacia realmente le gustaba, no podía negarlo, como tampoco podía negar que le había adquirido especial cariño a un estudiante en particular.

Desde que le conoció pudo ver algo diferente en el muchacho,  algo que le llamo la atención y desgraciadamente supo al poco tiempo, ese pequeño no tenía muchos motivos para sonreír.

Todavía recordaba aquella charla que tuvo en el salón de maestros, una donde pudo ver el alma rota de un pequeño quien se aferraba en ese punto solo a ilusiones y esperanzas para lograr levantarse día a día del cual solo podía ofrecerle algo de consuelo y una mano cuando nadie quería tendérsela, un chico que vio sufrir en sus años mozos hasta que lentamente pudo ver como aquel estoico rostro que ya era característico en él era reemplazado por nuevos sentimientos entre más crecía, una sonrisa que no solo alegraba el rostro del muchacho sino que también su corazón.

Sabía que no era ético involucrarse tan profundamente con un estudiante, lo tenía perfectamente claro, pero la sonrisa de ese joven era algo que en algún momento comenzó a llenarle de la misma satisfacción que impartir sus clases, cuando escuchaba comentarios positivos de algunos colegas o veía conmemoraciones donde el peliblanco participaba, los concursos a los que había asistido o las exposiciones de clases, algo dentro de él le pedía asistir... y Lincoln siempre se lo agradeció.

Quizás se veía reflejado en el muchacho, quizás tener un compañero amante del arte era un agrado, no estaba seguro pero disfrutaba pasar tiempo con el muchacho y sabía que aquella felicidad que tanto le había costado obtener debía ser protegida.

Esta misma idea fue la que le mantenía pensativo desde hace un tiempo, pues si bien el chico se había comportado normal las veces que conversaban en los talleres del club de la escuela podía notar algo extraño, una suerte de melancolía en el actuar del muchacho que no le cuadraba y de la cual no tenía forma de abordar, pues el chico era sumamente astuto a la hora de evadirlo... algo que ya llevaba un tiempo en su mente y ante las naturales respuestas del muchacho negando aquel sentimiento pensó que quizás estaba exagerando, razón por la que un pequeño trago no le haría mal para desahogarse y olvidarse.

Con dicha intención había decidido disfrutar de su noche de viernes es que termino en un bar del centro de la ciudad, no demasiado ruidoso ni pretensioso, un lugar adecuado para la clase de pueblo donde vivían, un ambiente sobrio, música a niveles aceptables para conversar, la mejor cerveza artesanal a su parecer, el lugar perfecto para despejar su mente.

Inclusive el lugar que había escogido en la barra le permitía una buena vista del lugar, ya que le daba acceso a una vista periférica de todos los otros asistentes al lugar así como el pequeño escenario que allí se encontraba para bandas aficionadas locales que deseasen darse a conocer o simplemente probar la experiencia de la música en vivo dentro de los limites del pueblo.

La velada iba bien, una que otra conversación con el dueño del local, una jarra a medio consumir de aquel frío brebaje y música de su estilo, le había ayudado a distraerse y se sentía conforme algo que podía notar no era el mismo caso del sujeto sentado a su lado, quien pareciese buscar ahogar sus penas en alcohol en un intento vago de olvido, algo que en parte le entendía ya que su intención era similar con la diferencia que el quería distraerse levemente.

El único inconveniente era que aquel sujeto le había devuelto la mirada en el momento que se detuvo a observarle.

- Ocurre algo?

- No, para nada, de hecho estaba por irme

- Eso... es mentira y lo sabes, veo la jarra a tu lado... tú lo que estas haciendo es ver a mi miserable existencia en todo su esplendor... - devuelve la mirada a su jarra - no es que importe tampoco, ni le importo a mi familia y le voy a importar a un tipo cualquiera

- Esa es una forma muy negativa de pensar de su familia no cree?

- Te digo un hecho, no un pensamiento, no soy tan estúpido para simplemente ignorarlo

- Oiga, no me manejo mucho en el tema pero no sería mejor que lo hablara con ellos para ver si tiene una solución que venia a calmar sus penas con alcohol?

- No tiene caso... lo intente DIOS SABE QUE QUERIA HACERLO... pero no es tan fácil sabe? Soy padre de... 10 hijos, mis 9 princesas y mi campeón - una boba sonrisa se formo en ese momento en el rostro del adulto - siempre... siempre creí que lo estaba haciendo bien, ni siquiera creí por un momento que fuera un mártir si yo fui el que se puso la soga al cuello 11 veces, primero con un anillo y después una detrás de otra... y otra... y otra... y otra...

Dawkins solo podía escuchar con incredibilidad como el hombre se dirigía a sus hijos, de por si le sorprendía el número de estos pero mencionarlos con ese... desprecio, no era algo que le agradase.

- No creo que debería referirse así de sus...

- NO LO DIGAS, no sabes nada... me enferma esa frase

- Y que quieres que te diga eh? Los niños son una bendición que... - su tono de voz se apaga al mismo tiempo que vista se desvía ligeramente - ...no todos pueden tener

- Ja, y ahora me darás la charla de que tengo que agradecer y todo? No eres el primero niño y puedes ahorrártelo

- Entonces realmente mereces estar en ese lugar, en esa posición, realmente no te mereces a tus hijos si a la primera abandonas

- Y que sabes tu de niños? Eh, señor perfecto

- Soy maestro de escuela, usted convivirá con 10 niños, yo lo hago con cientos así que te puedo decir perfectamente lo que es tratar con esos pequeños

- Ha ha, que gracioso, el maestro de salón hablando lo que es ser un padre, ni que a usted le tocara lo peor, de eso, les verá mucho y a cientos pero lo que respecta a los verdaderos problemas de los niños usted no sabe nada

- Ni siquiera debería responderle a esto o porque contar de mi vida privada, pero déjeme decirle algo señor, en mi vida de maestro no son pocos los casos donde padres como tú solo se dedican a volver un infierno la tierna infancia de ellos, incluso ahora sospecho que hay un pequeño que conozco que lo está, siempre su padre fue el mayor daño a su felicidad y aunque ahora estaba bien lo presiento, se que algo anda mal, no sabe lo mucho que me gustaría ayudar a ese pequeño de cabello blanco

Entre más palabras escuchaba el devastado hombre más furia podía ver acumularse en su expresión, como si quisiera explotar y gritarle todas sus verdades, pero en el momento de escuchar el final, ese pequeño y casi insignificante dato toda aquella furia desapareció, era una pieza de información que se había filtrado de la boca de Dawkins sin que este siquiera se diese cuenta pero el efecto había sido instantáneo y devastador, como si esa furia jamás hubiese estado allí.

- Cabello... blanco? - el atónito tono empleado logro compensar un poco la molestia de su interlocutor, pero que destacase ese aspecto que él consideraba tan único solo le devolvía su molestia inicial

- Si, hay niños que pueden tener el cabello blanco sabes? En algunos casos puede ser por poliosis o también puede ser albinismo por si no me cree

- Usted... conoce a un muchacho de cabello blanco?

- Y porque le importa tanto eso? - no le tomo mucho después de dar esa respuesta casi mecánica que pudo atar cabos, por más que no le agradase la idea - tú... tú eres el padre de Lincoln

- S-Si, yo... soy su padre

La sensación que sintió en ese momento era rara en él, como cualquier persona habían cosas que le agradaban y cosas que le molestaban pero creía que no podía odiar realmente algo... y en parte era verdad ya que lo que sentía por la persona que tenía en frente era más correcto mencionar como despreció.

- Usted... usted es su padre... - Lynn no necesitaba estar en su mejor estado para reconocer el asco con el que le habían hablado

- Qué... qué tanto conoce usted a mi hijo?

- Acaso le importa? O mejor dicho, acaso alguna vez le ha importado el pequeño siquiera para hacerme esa pregunta?

- Claro que me importa, es mi hijo, mi único hijo varón, el único que vive conmigo, sus hermanas... él ni siquiera las conoce ni ellas a él, siempre creí que... no, eso no importa, pero usted parece conocerle mejor... usted le hizo clases y pudo observarle, debe conocer sobre él... cosas para poder acercarme... por favor, ayúdeme a recuperar a mi hijo

Hubo un silencio en ese momento entre ambos adultos, uno que contrastaba perfectamente la vergüenza en el rostro de Lynn tanto como la incredibilidad de Ethan.

- Es una broma verdad?

- Estoy hablando muy en serio, de verdad necesito tu ayuda en esto... - su expresión se endureció en ese momento, pues por más que hubiese reunido las fuerzas para pedir ayuda le avergonzaba mucho - nunca estuve al pendiente de mi hijo, yo... solo lo estuve de mis pequeñas

La mirada de Dawkins era profunda y tosca, mirándole fijamente, sin moverse o expresar nada, analizando cada una de las palabras que el adulto estaba mencionando.

- Y es por eso que te pido ayuda, tú si has convivido con mi hijo y debes tener ideas de como relacionarte, a mi solo se me ocurren cosas para las pequeñas... yo simplemente no se como acercarme a él...

La vergüenza y dolor eran evidentes en el rostro de Lynn, no solo se sentía horrible respecto a su más reciente descubrimiento, sucesos que se prolongaron durante años y el tomo de una forma tan natural como si fuese lo normal, imponiéndose múltiples engaños detrás sin siquiera ser capaz de focalizar el momento exacto donde se produjo el quiebre en su relación con su hijo.

Aquella noche fue de las peores en su vida, sentir aquella frialdad en el habla de su hijo fue un daño que corroía su corazón desde ese día sin darle ninguna tregua.

Desde ese día se propuso solventar el daño, recomponer aquel vínculo roto con su hijo y el único con el que podía contar a su lado, o mejor dicho, contaba... por lo que comenzó a pensar. No sabía la envergadura del daño que había provocado en el chico de cabello blanco y tampoco se lo podía imaginar pues ese niño le era totalmente desconocido, se dio cuenta que no sabía absolutamente nada de este tanto como se dio cuenta que no había hecho el menor esfuerzo en mucho tiempo por saberlo, asumía que sus gustos tendrían que ser la gastronomía y la pintura por la poca evidencia que había en su hogar más no tenía idea de nada más por lo que, como mínimo, debía comenzar a pasar más tiempo con él pero ahí encontraba su mayor problema... el tiempo.

Él no era padre únicamente del muchacho, era padre de 10 criaturas en total por más que no sintiese el derecho de 1 de estas, no podía simplemente abandonar a las demás para dedicarse únicamente a su hijo cuando eso provocaría rencillas en los corazones de las demás al ver como su padre desaparecía y ni siquiera conocían la razón... no, ni siquiera era eso, él era un cobarde.

Nuevamente entraba en un ciclo de justificaciones, cada vez que lo pensaba volvía a las mismas preguntas e incluso se cuestionaba si a ese punto valía la pena restablecer el lazo con su hijo, todo por que temía esforzarse en uno y perder todo lo demás... lo poco que le quedaba.

Por esto sus últimas semanas fueron... como siempre.

Salía del trabajo, aunque tuviese horas extras  o si podía salir a la hora terminaba dirigiéndose al hogar de sus hijas, convivía con ellas e intentaba darles su cariño paternal o escuchaba como Rita le insultaba con la diferencia que no había ni la misma devoción con sus hijas o apatía contra la mujer, era más una serie de acciones y sus posteriores reacciones de un cuerpo que funcionaba por costumbre a la espera de poder salir de ese lugar y dirigirse a donde realmente quería estar su corazón, aquel piso donde "convivía con su hijo".

Al llegar su mirada ya no se enfocaba en aquella puerta de madera que separaba el dormitorio del resto del inmueble sino que daba un barrido con la vista en un intento de descubrir que podría estar haciendo su hijo... que hacía en esas horas, que era de su vida, poder investigar algo más sobre las acciones o pensamientos del muchacho... pero generalmente eran acciones repetitivas.

En ocasiones le encontraba cocinando, otras directamente comiendo o escribiendo en algún cuaderno muy probablemente haciendo alguna tarea de la escuela, una vez le encontró viendo televisión y pocas veces el muchacho ya se encontraba dormido para cuando el llegaba.

De las veces que le veía una breve intención surgía en su mente e intentaba hablarle, preguntarle que tal su día o directamente que estaba haciendo pero era el momento preciso donde su cuerpo le traicionaba, aquel molesto nudo en su garganta se formaba al punto de casi cortarle todo paso de oxigeno hacia su cuerpo o sus brazos y piernas se tensaban cada vez que se desviaba en su camino hacía el dormitorio solo para recostarse y sufrir en silencio, sin ser capaz de hablarle, temiendo empeorar todavía más su lamentable estado.

Por ello supo que necesitaba consejo, no se sentía capaz de hacerlo solo pero tampoco tenía a quien preguntar, se sentía vacío y desamparado al punto que ese día no lo soporto más y sintió la necesidad de ahogar sus penas en alcohol, después de todo realmente no lo querían en ninguno de sus dos hogares.

- ...Ni siquiera se que cosas podrían gustarle, que cosas podría comentarle, no tengo idea y cada vez que le veo, siento que si le hablo volverá a hablarme con ese tono de voz como si fuese un completo desconocido y yo... no lo soportaría, no soportaría que me hablase de esa forma otra vez, no soportaría si me mirase con la misma mirada de su madre

En ese punto su estado le jugo en contra, reviviendo aquellos sentimientos que invadieron su mente de golpe aquel día recordando perfectamente la voz del pequeño, como en dos palabras había destruido su frágil conciencia y le había hecho caer en esa espiral de autodesprecio, deformando su expresión hasta el momento neutra en una cargada de dolor, pena y frustración, sabiendo perfectamente que todo ese dolor se lo había provocado el mismo.

- Usted...

- Por favor - se termino arrodillando frente a él, más bien derrumbándose frente a él, no le importaba que hubiese gente viéndolo, no podía ser menos importante en ese momento, el necesitaba ayuda - no me importa si me desprecias al igual que mi campeón o si después de esto no me vuelves a dirigir palabra, pero por favor, ayúdame a recuperar a mi hijo

Ahora no solo se había derrumbado, ni siquiera era capaz de controlar aquellas amargas lágrimas que escurrían desde sus ojos al pensar en su hijo, y para peor, imaginarle con aquella misma gélida mirada con la que le recibía Rita cada vez que se encontraban.

- ESCUCHAME CON UN DEMONIO, QUIERES RECUPERAR A TU HIJO NO? ENTONCES DEJA DE AUTOCOMPADECERTE Y PARATE DE UNA VEZ

- Eh? - aquel grito espontaneo de su hombre le había sorprendido, provocando que este levantase su mirada y viera aquel furioso rostro del que durante tantos años le odio con todo su ser

- ACASO CREES QUE LAMENTANDOTE VAS A ARREGLAR LA ESTUPIDEZ QUE HICISTE? NO, NUNCA VAS A SOLVENTAR NADA ASÍ, DIOS, NI SIQUIERA SE POR DONDE PARTIR CONTIGO - le toma de la camisa, obligándole a pararse sin importar que Lynn fuese más alto que él - ES UN NIÑO, TÚ HIJO, EL QUE HA SUFRIDO TODO ESTE TIEMPO, EN SERIO TE IMPORTA TANTO LA ESTUPIDA MIRADA DE TU EX ESPOSA COMO PARA NO ENCARAR ESTE PROBLEMA DE FRENTE? ACASO TU HIJO VALE MENOS QUE TU ESTUPIDA CONFIANZA? DIME QUE SI Y TE JURO QUE TE PARTO LA CARA EN ESTE MALDITO INSTANTE

- Yo... no es eso... pero él...

- DEJA ESO MALDITA SEA - en su arrebato de furia ni siquiera se dio cuenta cuando termino dándole un puñetazo al adulto, tumbándolo solo para levantarlo otra vez, apretando con fuerza su puño a la espera que este volviese a hablar, a la espera de la siguiente estupidez que saliera de su boca - PIENSA POR FAVOR, PIENSA POR UN SEGUNDO NI SIQUIERA COMO SU PADRE, PONTE EN SU MALDITO LUGAR, QUE HUBIERAS PENSADO TU EN ESA POSICIÓN EH? PASO 9 AÑOS DE SU VIDA CONVIVIENDO CON UN DESCONOCIDO CARAJO, TE PUEDES IMAGINAR SI QUIERA COMO SE DEBÍA SENTIR? COMO LE MOLESTABAN EN LA ESCUELA E INTENTAR BUSCAR REFUGIO EN LOS BRAZOS DE SU UNICA FIGURA PATERNA SOLO PARA VER COMO ERA APARTADO O SI QUIERA DE TODAS LAS INSEGURIDADES QUE TUVO QUE LUCHAR POR AÑOS POR CRECER SINTIENDO QUE NO ERA AMADO, SABES LO QUE ES QUE UN NIÑO DE 7 AÑOS TE DIGA LLORANDO QUE SE SIENTE UNA MOLESTIA, UNA PERDIDA DE TIEMPO? ESO ES LO QUE PROVOCO TU PATERNIDAD, ESE ES EL DAÑO QUE LE HICISTE A TU HIJO

Para ese punto ambos se encontraban con múltiples sentimientos arremolinados en sus interiores, escapándose sin filtro o razón por sus cuerpos mientras ambos tenían amargas lágrimas escurriendo por sus rostros, realmente no había furia o miedo, solo aquel miserable sentimiento nacido por el cariño hacia un mismo niño.

El resto de personas en el local solo veían aquella acalorada discusión (más bien descarga por parte del maestro) con rostro de incredibilidad, no eran pocos los que habían puesto atención de aquella historia y deseaban saber su desenlace por más que no pudieran evitar mirar con furia o asco al hombre del chaleco verde oscuro.

- No... por favor... - el tono desgarrado que empleaba parecía cortar cual navaja la garganta de este - dime que es mentira...

- No, esa es la realidad y para que sepas, el solo logro sobreponerse a eso, te puedes imaginar lo que debe ser para un niño de su edad madurar lo suficiente para superar una crisis así? Siempre te necesito y te espero, cuando le conocí solo hablaba de ti y lo hacía tanto con cariño como dolor que cuando exploto fue como si toda su vida se hubiese quebrado en ese momento Y TÚ, TÚ Y TUS ESTUPIDOS PENSAMIENTOS LE DEMOSTRARON QUE NO ESTABA EQUIVOCADO - a ese punto termino dándole otro puñetazo, uno lo suficientemente fuerte para dejarle sangrando de la nariz mientras respiraba agitado y su nudillo sangraba debido a la fricción y fuerza empleada

Con ese puñetazo Lynn quedo tirado en el piso, no sentía fuerzas para ponerse de pie o responderle, tampoco contaba con la resistencia mental para intentar excusarse siquiera, se había entregado a aquella paliza que sabía se merecía.

Al verle en aquel patético estado algo de su furia logro calmarse, no sentía remordimientos por sus acciones pero descargar toda esa furia acumulada sobre él tampoco solucionaría nada, era una herida vieja y profunda en el corazón del muchachito que no sanaría con violencia, lo sabía perfectamente, pero de alguna manera debía de abrirle los ojos al susodicho "padre" del muchacho.

- Escúchame bien, junto a ti tienes a un excelente muchacho, uno que heriste y no sanará en uno o dos días, pero si no empiezas ahora es una herida que jamás lo hará y crecerá con ella, algo que ni yo ni nadie más puede hacer así que párate de una vez y se el padre que siempre debiste ser con él y aunque no me agrade te ayudare con él

- E-En serio? En serio lo harás?

- Lo haré, porque ese niño merece ser feliz

Se acerca a Lynn quien lentamente intentaba reincorporarse para ofrecerle una mano.

- Porque merece tener un padre

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