Fondo

Los golpes resonaban con furia contra el concreto, aun siendo golpes hechos con un puño en el que quien ejecutaba tal acto ni siquiera contemplaba su propia integridad, pues aun cuando sus nudillos y palma ya se encontraban en gran parte lacerados debido a los reiterados impactos, esta seguía con su descarga, sin importarle que sus gritos dañasen su garganta o que los guardias del establecimiento intentaran alejarlas del lugar tal como acababan de sacarles, Lori no podía detener aquella furia, dolor y sensación de vacío que emergía desde lo más profundo de su alma.

- ¡¡¡Maldita, maldita, maldita...!!!

La sangre se acumulaba en su mano tal como las lagrimas en sus ojos, no mostrando ni el menor animo de moverse o dejar de descargar toda aquella impotencia sobre aquella pared.

- ¡¡¡Maldita, maldita, maldita...!!!

Cada palabra estaba cargada con todo el asco y resentimiento que alguna vez había almacenado contra aquella a la que debía llamar su progenitora, pero el solo hecho de recordar la sonrisa última sonrisa que le había entregado hace poco su pequeña hermanita provocaba que la voz se le rompiese, aumentando más la violencia con la que la adolescente seguía castigando su propia mano.

- ¡¡¡Maldita zorra!!! ¡¡¡¿Qué más quieres de nosotras para ser feliz?!!!

Ese último grito fue acompañado de un poderoso golpe, su mente solo era capaz de pensar en el rostro alegre de Lola recibiéndola tras un día duro de trabajo, preguntándole que tal su día, pidiéndole que le arreglase el cabello o contándole alguna anécdota de su día, reviviendo cada momento en que la pequeña deseaba un abrazo o una caricia, cada sonrisa mientras se acurrucaba a su lado tras una pesadilla...

- (Voz rota) ¿Por qué tenías que llevártela a ella?

Cada vez que le prometió que estarían juntas y le permitiría descansar.

- Ella tenia tanto por lo que vivir snif, tanto por lo que luchar...

Cada vez que le comento un nuevo aprendizaje o intento darle una buena noticia con el objetivo de ser premiada.

- Solo era una pequeña niña...

Cada vez que se acerco por un consuelo, cada vez que se sentía intimidada por la vida.

- Ella era snif... Ella era...

Cada vez que le dijo mamá.

- Ella era mi hija...

- (Sollozando) L..Lori...

Luna no se encontraba en un estado muy diferente al de su hermana mayor, intentando apoyarse en esta como lo había hecho muchas veces en el pasado cuando se sentía devastada y su padre no estaba para consolarle, pues ese era un puesto que Lori había llevado desde más tiempo del que era capaz de recordar, cuando todo parecía ir mal ella muchas veces solo había tenido que esperar a que llegase una solución, siguiendo con su vida tan plenamente como podía sin las mismas ataduras que su hermana.

Razón por la cual el recuerdo de ver el rostro asustado de Lola mientras intentaba estirar su mano y alcanzarle era una imagen que se había quedado grabada en la retina de sus ojos, esa mirada de terror en los pocos segundos que ella se demoró en reaccionar, ese instante en el que su cuerpo estaba quieto observando como el cuerpo de dos de sus hermanas se precipitaban hacia un funesto destino mientras sus manos luchaban por acelerar lo suficiente y detener aquel suceso.

Por ello podía verla a cada momento, suplicándole con la mirada que la alcanzara mientras sus manos intentaban encontrarse.

Algo que Luna podía recordar perfectamente no fue capaz de realizar.

¿Habían sido unos pocos centímetros? ¿Quizás menos?

Había sido una distancia minúscula, casi como si hubiesen podido rozar la punta de sus dedos.

Pero esa ínfima distancia había desencadenado todo aquella situación.

No había podido proteger esa mirada, una que ahora recordaría con el mayor de los terrores suplicantes por ayuda hacia ella.

No había podido proteger la integridad de una de las menores, una de las que todavía no terminaban de entender cómo funciona el mundo o siquiera de como con su sonrisa y animo era capaz de mejorar el ambiente de ese grisáceo hogar.

No había podido proteger la sonrisa de una pequeña criatura.

Una que deseo hasta el final que su hermana mayor le salvase.

Solo para ver como aquel deseo se perdía entre sonidos de golpes, madera salpicada y gritos de horror.

- L..Lori...

- ¡¡¡Maldita seas Rita!!! ¡¡¡Te odio maldita zorra!!! ¡¡¡¿Por qué no te mueres tu?!!!

- P..Perdón... si solo... snif, si solo yo hubiera...

- ¡¡¡Cállate de una vez, solo tenías una tarea, solo te pedí una cosa mientras arreglaba todo!!!

- L..Lori...

- ¡¡¡No me vengas con tus tonterías!!! ¡¡¡¿Tanto querías tu tiempo y tu espacio?!!! ¡¡¡¿Tanto era tu deseo que ni siquiera podías velar por unas niñas que no saben nada?!!!

Cada palabra provocaba que aquel punzante dolor en el pecho de Luna aumentase más, cada grito lleno de furia y asco producido por la derruida muchacha que tenia en frente lograba calar más profundo aquella imagen de la pequeña suspendida en el aire, sintiendo perfectamente en sus oídos aquel sonido hueco que produjo cuando el cuerpo de la pequeña impacto por primera vez la deteriorada escalera.

- ¡¡¡Como esto no se trata de tu estúpida música no podías darle el tiempo que correspondía, ¿Verdad?!!! ¡¡¡Solo te pedí ayuda por el tiempo suficiente para sacarnos de las garras de esa zorra, conociéndola felizmente nos hubiera dejado partir, solo necesitaba un poco de tiempo, pero no, ni siquiera eso pudiste hacer!!!

- (Voz rota) Yo lo intente... - Las lágrimas rebasaban nuevamente la capacidad de resistir de la muchacha quien había abandonado todo intento de volver a acercarse a su hermana, sintiendo como la presión de aquellas afirmaciones solo le causaban más dolor – Te juro que lo intente... pero ellas... ellas...

- ¡¡¡Ese era tu maldito trabajo Luna!!! ¡¡¡Por eso siempre te pedí que me ayudaras como la hermana mayor, porque nuestras hermanas aun no son lo suficientemente maduras para entender nada, porque son niñas que dicen y hacen lo que quieren sin prestar atención, pero siempre tus amigos o tus estúpidos sueños por sobre la familia!!! ¡¡¡¿Querías conseguir esto?!!! ¡¡¡¿Querías tanto volver a tener tiempo para tus estúpidos pasatiempos?!!!

- ¡¡¡Claro que no quería nada de esto!!! ¡¡¡Claro que quiero a mis hermanitas tanto como tú!!!

- ¡¡¡Entonces por que dejaste que esto ocurriera!!! ¡¡¡¿Por qué dejaste morir a Lola?!!!

Los gritos no hacían más que espantar a los pocos pacientes o familiares que se acercaban a aquella zona de los estacionamientos, pues aquellos gritos cargados de resentimiento y asco que Lori estaba vaciando, todo aquello que había guardado sobre su hermana menor, todo aquello que alguna vez pensó y no tenía intención de parar, tanto que el daño en la garganta de la adolescente rubia era insignificante, quien sólo era capaz de  contemplar la deshecha figura de su hermana frente a ella, incapaz de sostener su cuerpo con sus piernas o de esbozar una nueva palabra entre los sollozos que ineficazmente intentaba ocultar detrás de su mano usarla para tapar su boca.

La mirada de Lori observaba como su hermana caía en un profundo ciclo de sollozos, incapaz de alzar la mirada o responder, incapaz de romper aquella postura en la que intentaba conservar el escaso calor que podía reunir mientras las lágrimas brotaban sin ninguna clase de control o decoro.

Algo que solo era capaz de provocar un solo sentimiento en la mayor de las Louds: ira.

- ¡¡¡¿Y de que te sirve llorar ahora?!!! ¡¡¡Ella ya no está!!!

Aquellas palabras habían sido escupidas con asco en contra de la muchacha quien solo pudo encogerse todavía más de lo que ya estaba en una burda intención de desaparecer, más aquellas palabras habían tenido efecto en la misma persona quien las había pronunciado, recordándose a si misma el dolor que en ese momento destruía por completo su corazón, intentando desahogar su dolor y frustración en un poderoso pero lastimero grito, uno que no pudo evitar que el provocase nuevamente ganas de llorar.

- Lola... ya no está... ya no... está...

Y tal como su hermana ni siquiera pudo sostener sus piernas y termino cayendo, no hallaba la fuerza para levantarse entre más recordaba la voz de la pequeña, el susurro de sus sueños, las risueñas carcajadas, las curiosas preguntas o los tristes anhelos de una mejor vida para ambas.

Observaba su mano, aquella última caricia que le dio la última noche que le vio, su último recuerdo de aquel rostro de terciopelo con la que le miraba atenta mientras escuchaba una historia para dormir.

¿Le había dicho buenas noches siquiera?

¿Por qué no beso su frente como tantas veces hizo antes esa noche?

Su mano aun recordaba el tacto del rostro de la pequeña en aquella despedida, la cual llevo a su pecho en un intento de acercarla todo cuanto podía a su pecho, intentar sentir que algo quedaba de la pequeña, que aquello podía incluso ser una retorcida pesadilla y la clave para despertar se hallaba de alguna forma en aquel puño cerrado en su pecho.

- Lo...la...

En ese momento fue capaz de sentirla, era el tacto de otra persona, su ingenuidad le hacía rogar que aquello fuese la pequeña pidiéndole una vez más algún inocente deseo como el contarle una historia o cepillar su cabello, pero la realidad era diferente a lo que Lori soñaba en ese momento.

Luna era quien se le había acercado, con una expresión tan deteriorada como la suya, con unos ojos que suplicaban el amparo que siempre le había ofrecido.

Y si bien una parte de su alma le dictaba que ella debía estar firme en aquel aciago momento... el solo ver a Luna...

Le llenaba de una extraña furia.

- (Voz seca) Saca... tu mano... de mi hombro.

Ni siquiera ella entendió bien aquella sensación, pero solo podía sentir una cosa en su mente.

- (Voz seca) No... me toques.

Momentos después, interior del hospital

El fuerte vozarrón de la pequeña de overol continuaba expandiéndose violentamente por los pasillos del establecimiento, siendo la molestia de quienes solo podían tomarlo como una pataleta más de una niña que no quería aceptar su medicina o algún procedimiento para su salud, más quienes estaban cerca de la pequeña y en especifico quien tuvo que sacar a la fuerza a la pequeña de la habitación en la que esta se encontraba para dejar proceder al resto de profesionales ante la situación con la ahora ex paciente de dicha sala solo podían mirar con lastima como esta luchaba por tener unos momentos más con aquel cuerpo vendado, algo que era acompañado por los desgarradores gritos ante la incansable necesidad de esta por volver a un lugar donde nadie respondería su llamado.

- ¡Déjenme, Lola me necesita a su lado! ¡¡¡Lola me necesita!!!

Pese a lo mucho que peleaba la pequeña contra el guardia, este aun intentaba sujetarla con gentileza sin importar los golpes, patadas, gritos o tirones, aunque no fuese capaz de mirarle directamente, solo era capaz de retenerla.

De impedir que acudiera donde estaba alguien que claramente significaba demasiado para la muchacha.

- Niña, tienes que estar con tu familia en estos momentos.

- ¡Lola es mi familia, es mi hermana, tengo que estar con ella!

- Eso no...

- ¡Suéltame! – Cada grito era acompañado de un esfuerzo mayor al que jamás había hecho en sus 5 años por soltarse del hombre - ¡Tengo que estar con ella!

¿Qué palabras se le podían decir a la pequeña en un momento así? Era un ser que probablemente ni siquiera era capaz de comprender que había pasado, luchando por mero instinto para estar al lado de alguien en un momento critico creyendo que eso devolvería la calma a la situación.

- Debemos ir donde tu madre.

- ¡Ella no me necesita, ella no importa! ¡¡¡Quiero a Lola!!!

El guardia deseaba en ese momento haber sido capaz de tener alguna idea de que poder decir, de como consolar a una niña con el corazón roto, pero nada surgía en él.

Su tarea era la de llevar a una niña quien no hallaba consuelo donde una madre que acababa de tomar una de las más dolorosas decisiones que un padre puede tomar, ¿Estaba haciendo lo correcto? No era capaz de distinguirlo, por lo que solo se encamino con lúgubre expresión hasta que la encontró.

La mujer tenia una expresión dura, perdida en su vista hacia el frente, más específicamente en el asiento vació que se alzaba frente a ella, probablemente seguía intentando digerir toda aquella situación, lo que le dificulto más saber que tendría que dejarle aquella pesada carga como lo era tranquilizar a la muchacha.

- Señora...

- ¿Uh?

La mirada de la mujer de suéter rosa se poso por unos segundos en el hombre antes de rápidamente cambiar hacia la descontrolada criatura que yacía peleando en sus brazos, pasando en breves momento a la sorpresa.

- ¿Lana?

- ¿Entonces es su hija?

- Si...

Había una especie de seriedad en la voz de la mujer, algo que el guardia era incapaz de descifrar, si el hombre tenia que hacer una suposición era que esta todavía no superaba el shock de la situación.

- ¡Mamá Rita, Lola está... Lola está...!

- Lana...

- ¡Tenemos que ir a verla, ella me dijo que...!

- Lana...

La mujer se levanto con calma mientras envolvía a la muchacha con sus brazos, quitando el peso de esta de los brazos de quien le tenía sujeto con relativa fuerza, acto que supo interpretar rápidamente separándose de la niña y su madre.

- Lana... tu hermana... Lola... ella... ya no la podremos ver más...

- ¡Eso no es verdad! ¡La vi hace poco, solo tenemos que ir una vez ma...!

- Lana... ella... se fue y no volverá...

Una lágrima fue lo que termino por romper aquella expresión neutra en la mujer, quien comenzó a aferrarse con fuerza a la niña.

- P..P..Pero si Lola...

- Lo siento hijita... snif... lo siento...

Las palabras, los sucesos, que aquella madre que siempre se mostraba seria estuviese lastimada respecto a Lola, todo comenzaba a acumularse en la pequeña quien aun podía escuchar aquellas últimas palabras que sabía, estaba totalmente segura, habían sido dichas por su hermana hace unos pocos minutos.

"Adiós Lana"

- Pero... pero... snif...

- Lo siento hijita... lo siento...

Lana podía sentirlo, un dolor como nunca había sentido en su pecho mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos, cayendo por sus mejillas mientras sentía como estas laceraban su piel, recordando aquel momento en donde ni siquiera se despidieron... como la vio inmóvil en la escalera... y ella no hizo nada.

El guardia al ver como la fuerza de la pequeña disminuía junto a su resistencia supo que era su momento de irse, temiendo que la fuerza de la pequeña y la inestabilidad de la madre provocasen un nuevo escape de esta había intentado resistir aquel encuentro, uno que solo le hacía lamentarse el como la vida podía ser tan injusta con algunas personas y lastimar así a una madre, una hermana... una familia.

Por ello se alejó, rogando por el descanso de la niña y el bienestar de aquella familia.

Dejando solas a ambas lastimadas mujeres, intentando soportar su dolor en los brazos de la otra.

Siendo ese el momento donde Rita susurro una última palabra.

- Todo esto por culpa de Lucy.

Susurro dicho con la frialdad típica de Rita.

Uno que Lana pudo escuchar perfectamente.

Ambas mujeres estuvieron en dicha posición por unos minutos, siendo observadas por algún trabajador o paciente que caminase por la zona hasta que llamaron a Rita para conversar sobre cómo se dispondría de Lola, algo que Lana tuvo que escuchar mientras aquella frase de Rita resonaba nuevamente en su mente.

"Todo esto por culpa de Lucy"


Minutos más tarde, casa Loud

Los sucesos habían sido diferentes a lo que se había imaginado, la imagen de su hermana menor no dejaba de rondar en su mente mientras intentaba encontrar algo en ese viejo libro de hechizos que le pudiese ayudar en esa situación, pero nada lograba darle una respuesta a lo que sabía ella había causado.

Lucy solo pasaba rápidamente de hoja, sabiendo que los efectos que podría conseguir si intentaba dicho conjuro no servirían, nada realmente estaba siendo útil en ese momento y aquellas palabras que tanto endulzaron su pensamiento ahora solo le recordaban que es lo que hizo, como sus manos ahora estaban manchadas de sangre.

- Este no, solo la enfermaría más.

Los requerimientos eran insignificantes en ese momento, si tenia que reunir el dinero vendiendo sus cosas lo haría, seguía enojada con Lola por haber tomado sus cosas, pero ella no quería acabar con todo, eso no era lo que quería, solo quería su dinero, quería volver a ver a su padre, quería volver a sentirse cómoda en algún rincón del mundo, ¿Era mucho pedir?

- Este solo serviría si ella fuera un demonio, este no...

El libro estaba por acabarse y no lograba encontrar respuesta al punto de que se detuvo de desplazar esa última hoja, arrugándola en el proceso mientras sus brazos tiritaban.

- ¿Por qué ninguno sirve? Incluso había uno para traer a papá, ¿Por qué no hay ninguno para curar a Lola?

El agarre en su mano aumento de potencia al punto que arranco la hoja que sostenía en esta, toda esa situación era un caos total y el hecho de que incluso estando en el ático el cual siempre había sido su oasis en un mundo lleno de ruido era incapaz de conciliar una ligera paz en aquella situación que le atormentaba.

Bajar sin una solución significaría que volverían esas miradas de miedo hacia ella, más que en el pasado, como nunca antes había recibido una mirada, ella estaba acostumbrada a que le miraran como si fuera una presencia extraña, apartada de la familia o de la misma vida, apareciendo por detrás solo para provocar un susto las pocas veces que se daban cuenta que si estaba allí, como si su familia conspirase para únicamente verla cuando estaban descuidados.

Pero ahora ella si estaba allí, no era un fantasma que se materializaba convenientemente, era un ser del averno dispuesto a tomar la primera oportunidad para arrastrarlos al mismísimo infierno, robando todo en el proceso, la presencia, el cariño, la salud... la vida.

Siempre deseo que le recordasen, cada vez que se asomaba por la ventana viendo que se alejaban con un poco más de ese calor familiar que solo era capaz de sentir unas pocas veces, cuando su opinión ni siquiera era escuchada o su existencia simplemente ignorada, todas esas veces deseo que alguien le reconociese, se preguntase donde estaba ella, ese sería el momento donde ella los asustaría con gracia y disfrutaría de como el despiste de sus hermanas se mezclaba con su miedo por el susto y la vergüenza por el olvido, pero ahora...

Ni siquiera Lynn se salvaba.

Esa mirada.

Aquellos pasos para alejarse de su dirección.

Ese control para prevenir el contacto.

Esa atención que ahora recibía, le dañaba más que ver la espalda de sus hermanas mientras se alejan, incapaces de reconocerla como alguien que quería un poco de atención.

- Vamos, la magia lo puede todo, puede todo lo que no puede la carne, no me falles tú también, no ahora.

No quería bajar, no quería recibir esa mirada de horror genuino en sus rostros, escuchar esos susurros, ver esos actos involuntarios de retroceder.

- Solo necesito curarte, con eso bastara, ¿No es así Lola?

Ni siquiera era capaz de cerrar sus labios mientras apretaba con fuerza sus dientes, escupiendo unas pocas palabras para que el silencio de aquel lugar lleno de basura y recuerdos sin valor, aferrándose a la última hoja de aquel libro de hojas amarillentas y fisuradas mientras sentía como la presión en sus manos aumentaba, escuchando de fondo el leve rasgado del papel tanto como el dolor de enterrar sus uñas en una de sus piernas.

Sus dientes chirreaban mientras comenzaba a dolerle la mandíbula debido a la enorme presión que estaba ejerciendo en esta.

No sabía que hacer, sentía como sus manos estaban manchadas y su única guía había resultado inútil, pues no había ninguna solución allí, no tenía más opciones, no tenía más oportunidades, solo era ella y el caos del ático, sintiendo como unas pocas palabras llegaban por la salida del ducto de ventilación, su principal medio para moverse.

El único lugar donde ella podía seguir siendo invisible de la inquisitiva mirada de quienes, supuestamente, debían apoyarla.

- No puedo, no hay ningún hechizo, no hay nada.

Múltiples sensaciones pasaban por su mente, como si un escalofrió recorriese continuamente su espalda mientras cortaba poco a poco la cantidad de aire que era capaz de ingresar en su cuerpo, como si su pecho se cerrase entre más dejaba pasar el tiempo y ella no era capaz de controlarlo.

Algo que únicamente le permitía presionar con más fuerza su mandíbula, sintiendo como el intenso dolor de esta se irradiaba al resto de su cabeza.

En el momento en que pudo recuperar algo el control termino por soltar esta, susurrando unas pocas palabras.

- Papá, ayúdame.

Siendo ese el momento en que soltó aquella antigua y ahora rota hoja, dejándose caer por el peso de su propio cuerpo a de lado, sintiendo el suave impacto de su cabeza en la polvorienta madera.

Dejándole una pequeña idea a la niña de cabello azabache.

- Si me compartes parte de ese dolor, ¿Me perdonarías?... Lola...

Con esa pequeña idea la muchacha comenzó a levantarse lentamente, apoyándose como podía en sus brazos, aunque mientras se incorporaba la incomodidad en su estómago le devolvió a la realidad.

El día anterior ni siquiera había comido, no fue capaz de acercarse a la cocina mientras estaba alguna de sus hermanas y en el momento en que lo intento en la soledad de la noche, pudo observar una roja tonalidad manchando no solo sus manos, sino que lo poco que intento llevarse a la boca, razón por la que ni siquiera se molesto en devolverlo al refrigerador y lo dejo caer, escabulléndose rápidamente a su habitación solo para ser capaz de notar que ante el sonido del impacto de la puerta Lynn pudo notar que ella había entrado, pero rápidamente se escondió en la sabana de su cama y evito mirarle.

Para cuando se auto confino en el ático, ya ni siquiera buscaba pensar en otra cosa que solventar aquel error, volver a la normalidad la situación, limpiar sus manos de aquella sustancia que no desaparecía al pedirle disculpas a Lola.

Y ahora, sentía que ya no podía hacer nada.

- ¿Por esto se mantenían lejos de mí?

En calma y con su cuerpo cansado ingreso a la ventilación, a lo que sentía era su última opción.

- ¿Tan peligrosa soy?

Conocía bien el camino, esos ductos habían sido su lugar favorito en la casa por un tiempo, incluso más que la oscuridad del ático.

- Pero ella me hizo daño, ¿Solo yo puedo ser dañada?

Siendo lo más silenciosa posible se dirigió al armario del final del pasillo, no tenia la fuerza mental para soportar el ver una vez más el miedo en la única hermana con la que sentía compartía algo, algo que ahora ya no existía.

- ¿Y si hubiera sido yo y no ella? ¿Ellas mirarían así a Lola?

Bajo en el armario aprovechando un pequeño estante que allí se almacenaba, un lugar que únicamente era iluminado por un tragaluz circular que tenia una perfecta vista de la casa del vecino, un lugar lleno de cosas de todas ellas, lo que alguna vez pudo intentar definirlas y abandonaron o que ya no servía más después de un extenso uso, era un lugar que siempre había servido para guardar todo aquello que sintieron pudo formar parte de ellas, incluso ella había dejado algunas cosas creyendo que tal vez llegaría el día que su deseo le pidiese que lo recuperara, pero que ahora le provocaba otra sensación.

Sobre todo, al mirar cierto oso de peluche, uno que sabía perfectamente a quien le correspondía, era uno de los primeros peluches en malograrse mucho de Lola.

Con timidez intento acercar su temblorosa mano hasta el animal de felpa, sentía que este le observaba, que este le conocía, que aquellos ojos de botón le juzgaban cínicamente, pero aun así su mano se impulsaba cada vez más hasta que entro en contacto con el deteriorado peluche, sintiendo su suavidad.

- Quizás si reparo su peluche ella...

Mientras intentaba llenar una vez más aquel doloroso silencio intento levantar el peluche, solo para que la descocida cabeza de este cayese en el momento en que dejo el respaldo donde estaba recostado.

Cayendo dicha cabeza, rebotando y rodando suavemente por aquella pila de objetos almacenados, quedando justo a sus pies, observándole fijamente con aquellos ojos de botón.

La pelinegra lo miro por unos segundos antes de levantar su vista y fijarse en el ahora cercenado cuerpo del peluche que sostenía con sus manos, sintiendo como su respiración comenzaba a agitarse solo de ver el relleno asomarse por el corte superior de este, soltándolo de su mano sin el menor reparo de que este cayese, quedando una vez más a sus pies, cuerpo y cabeza, ambos cerca... pero separados.

- No... no, no, no...

La muchacha retrocedió ante esa vista, no quería observarlos, no quería ser observada otra vez, aquella sensación que le producía como si el cuarto se encogiese, su respiración acelerándose y sudor cubriendo su cuerpo mientras luchaba contra un cuerpo que no le respondía, tropezándose con aquella montaña de recuerdos, cayendo en medio de aquel desastre.

- No... me mires... yo no... yo no quería...

Ese fue el momento en que abandono toda intención de silencio y sigilo, levantándose como pudo y saliendo tan rápido como pudo, ignorando el nuevo escalofrío que le dio pasar por aquellas escalas hasta llegar a la puerta, pues ya no soportaba aquella sensación, aquella vista y el recuerdo que la azolaba cada vez que pensaba en lo que había pasado en esa casa... en lo que ella había hecho con sus propias manos.

Y por ello corrió, tan rápido como sus piernas y su condición física le permitían, alejándose de aquella casa y todo ese suceso.

Quería evitar aquellas miradas, el ser juzgada, observada, mirada ya sea con miedo o asco, cualquier cosa que alguna mirada pudiese emitirle a ella y le volviese a recordar que sus manos estaban manchadas con la sangre de su propia hermana menor.

Su destino era incierto, realmente no buscaba llegar a ninguna parte.

Por lo que al cabo de unos minutos ni siquiera sabía dónde estaba.

Sus salidas se limitaban a la escuela, el club Mortician en el cementerio y el parque, muy pocas veces iba a otros lugares y ahora estaba en una zona que no reconocía, una en la que probablemente nunca había estado, sola como lo deseaba, lejos de aquellas miradas cargadas de culpa hacía su persona, lejos del dolor que crecía en su pecho.

Corrió hasta que sus piernas fallaron, tropezando debido a la debilidad de estas, descansando hasta que sus pulmones se reponían y continuaba corriendo.

Cuantas veces cayo, se lastimo sus tobillos o le fallo el aire no le importaban, solo quería alejarse de ese lugar.

Ni siquiera sabía cuanto había corrido, solo podía reconocer que el azulado cielo con el que había huido se había acabado y las tonalidades naranjas habían consumido todo aquel manto superior, sellando su destino, encontrándose perdida de todo y todos en un lugar desconocido, adolorida, hambrienta, débil... sola.

Como siempre lo estuvo.

Y probablemente siempre lo estaría.

- Papá... ayuda...

Se sentía mareada, agotada por aquella maratón, débil por sus malestares mentales, hambrienta por su necesidad biológica, triste por la desesperación en su corazón, asqueada por aquella sensación que no abandonaba sus manos.

- Papá...

Ni siquiera contaba con alguien que le socorriese, ni siquiera esperaba que alguien lo hiciese, las únicas personas que estarían dispuesto a hacerlo en este momento le odiaban, le miraban y se alejaban como si ella fuese una enfermedad mortal, posiblemente aborreciendo su existencia al haber atentado contra la menor más querida, la favorita de sus padres y hermanas, de la escuela, de la ciudad, de todo.

Ella había atentado contra todo lo bueno que el mundo ofrecía, y ese era el resultado.

Por lo que en la mezcla de su debilidad comenzó a estirar su brazo, rogando por una ayuda que sabía no llegaría jamás, pero un grito desesperado de su alma por algo de consuelo, por algo de esperanza...

- Ayu... da...

Su visión comenzó a borrarse, el cansancio provocaba que sus ojos se cerrasen lentamente, sintiendo como la oscuridad que comenzaba a apoderarse del cielo también lo hacía para ella y su vida, y aunque jamás temió a lo oscuro, por esta vez, se permitió temerle a esa oscuridad.

- Ayu...

Y antes de que sus ojos se cerrasen pudo verla, aquella silueta que la observaba y se acercaba.

- Pa... pá...

Minutos después

La mente de Lucy era un desastre, uno lleno de pensamientos y posibilidades sobre cosas que posiblemente no pasarían, más siempre fueron sus deseos, encajasen o no con lo que las personas esperaban de una muchachita introvertida con un ligera degeneración a su aparato circulatorio, causándole un pequeño problema de anemia y con ello la palidez de su cuerpo, cosas que le hicieron volcarse a una vida relacionada a lo oculto por más que en el fondo de su corazón siempre anhelo alguna luz que le sacara de todo eso.

Su poesía era fiel reflejo de eso, sus sueños de que un caballero en brillante armadura llegase a su lado y con una gentil mano le ayudase a levantarse para luego escapar a un final feliz.

Más muchas veces la realidad le recordaba que eso no llegaría a ser más que un sueño, con un cabello negro como la más profunda oscuridad, una piel pálida libre de aquel tono agraciado por las personas y una personalidad repelente, tenía sentido que nadie se fijara en ella.

No como su madre, Lori era bella, un color bonito de pelo, una figura que había visto más de una vez en las revistas de sus hermanas mayores y una personalidad cálida, o como Lola, alguien que con su escasa edad ya sabía ganarse el corazón de las personas sin mayor esfuerzo, conquistando a su familia y a la escuela.

Ella no era nada de eso, su circulo social solo se expandía a los miembros de su club y su familia, incluso siendo ignorada la mayor parte del tiempo por sus compañeros de clase al punto que ni siquiera formaba parte de los rumores que había sobre su familia, no había una "Lucy Loud" en la familia de "los Loud's", por eso apreciaba a su familia tanto como la envidiaba.

Y Lola... ella era especial, la pequeña rubia era todo lo que ella no era, tenia todo lo que ella deseaba, y aun así no se conformaba...

Pero aun así... haber visto ese rostro lleno de lágrimas de dolor pasar al terror por su propia mano.

Era la mayor razón por la que sus sueños llenos de una agradable oscuridad ahora eran teñidos por un desagradable color rojo, uno que le recordaba su mayor pecado.

- Este era un lugar agradable.

- .e.o e... no es .u ..gar.

- ¿Uh?

- ..te .o es t. l..ar.

- ¿Quién está ahí?

- ...pierta.

- ¿Qué?

- ¡Despierta!

- ¡Ah!

Ese fue el momento en que la muchacha abrió rápidamente los ojos, aun aturdida, aun confundida, sin saber donde estaba además de observar un techo sobre su vista y la suavidad de un colchón bajo su cuerpo.

- ¿Dónde...?

La habitación le era completamente desconocida, con pocas cosas y sin mayor decoración, nada que le permitiera reconocer donde estaba, más aquel instinto de alerta se vio mermado cuando los recuerdos de los últimos sucesos volvieron a su mente, dejándole atrás la tranquilidad que pudo obtener entre los segundos de estar despierta y recordar que era Lucy Loud.

Más aquello solo provoco que su mirada bajara una vez más, pensando en el tormento que su propia mente le propiciaba a cada instante, solo que esta vez se vio interrumpido al sentir un pequeño cosquilleo en una de sus manos.

Sin emitir mayor sonido esta se incorporo ligeramente en el respaldo de aquella cama, sintiendo como aquella húmeda pero suave sensación continuaba una vez detuvo el movimiento de su mano, dirigiendo extrañada su mirada hacia la procedencia de aquella extraña sensación.

Notando como una pequeña criatura de color blanco se hallaba junto a su mano, una de picosa apariencia quien lamia ligeramente la punta de sus dedos.

- ¿Un... erizo?

Incomoda y extrañada la muchacha comenzó a desplazarse para bajar de aquella cama, dejando al pequeño mamífero en la cama tras de sí.

El desconocido lugar le causaba inseguridad, y si bien todavía era atacada por el recuerdo de su hermanita su propio instinto de supervivencia le hacía enfocarse un poco más en su entorno.

- Si solo no hubiera atacado a Lola... si solo no hubiera... si solo no...

Sus palabras lograban centrarla, aquel arrepentimiento en su interior le hacía luchar contra el ligero mareo que todavía sentía en su mente aun cuando incrementaba el dolor en su pecho, pero...

- Si ella no me hubiera robado...

Aquello fue un golpe que hizo sacudir su conciencia y su dolor, aquel arrepentimiento por todo lo ocurrido... ya que...

- Ella me robo... ella...

Esa respuesta lograba calmar en parte el dolor de su mente, corazón y alma, ya que ella no era la culpable.

- Ella lo hizo... ella...

Esa era una respuesta que lograba animarla, era apenas una sensación más soportable que la anterior, pero a su pensar era algo que le ayudaba a soportar esa carga que había tenido durante todo el día, el día anterior y el día que... el día que ella...

- Ella...

Ni siquiera se fijo que en su pensamiento choco contra uno de los pocos muebles que aquella habitación ofrecía, provocando que un casco cayese de esta, uno negro con detalles naranjas.

Momento en el que ella salió del trance en que aquel pensamiento le había sumido, pero no por el sonido del impacto del casco con el suelo, sino por culpa del sonido que unos instantes después pudo escuchar, era el sonido de una puerta abriéndose.

Junto al sonido de un muchacho ingresando con extrañeza a la habitación.

Un muchacho de blanca cabellera.

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