Enfermizo
Ver a otros chicos jugar era algo habitual en Lynn, si algo había disfrutado era correr por todas partes, no podía negar que las actividades físicas si lograban focalizarle y permitirle dejarse llevar mucho más que las actividades artísticas o educativas, aunque siempre soñaba con ver algún día a su padre sentado en las gradas animándola sentía que podía dejar su alma en la cancha como decían algunos de los entrenadores, pero parece que el costo de mantenerla en el equipo era superior a lo que ella pudiese representar en victorias o alguno le hubiese hablado para que volviese a los entrenamientos.
Esa era su idea, o más que idea, ese era el retazo de sueño que le quedaba, esa mañana cuando se levantó sintió hasta cansancio de pensarlo nuevamente al ver aquella ropa deportiva, ni siquiera sentía deseos de seguir representando algo que nadie quería y termino tomando la primera ropa que le permitiese ocultarse de todo el mundo, tanto como este deseaba de ella, que nadie supiese más de que existía, si fue por influencia de Lucy u otra cosa no le importaba, pero aquella ropa principalmente negra y gris había funcionado, ni siquiera se había animado a arreglar su cabello esa mañana, ¿Acaso importaba? Realmente nadie la miraría y si alguien lo hiciese sería para juzgarla, sumar el hecho de que se veía desaseada era la menor de sus preocupaciones cuando ni siquiera había podido dormir bien.
Desde el banco donde se encontraba sentada simplemente miraba aquel partido de baloncesto, podía notar como ese grupo de chicas realmente lo estaba dejando todo en la cancha pese a que sus oponentes eran solo dos personas, pero mucho mayores, mucho mejores en todo aspecto, de su conocimiento podía entender perfectamente que aquel grupo de chicas estaba siendo humillado, una sensación de la que no era indiferente, reírse de aquella humillación no distaría de reírse de ella misma después de todo.
Ni siquiera eso, no podía burlarse de ellas, después de todo, eran las amigas que alguna vez tuvo de su edad.
No era la primera vez que se acercaba donde ellas y las miraba jugar, desde que ella había repetido año se habían distanciado un poco, nada realmente serio que no pudiese ser compensado después de la escuela, pero cuando ellas terminaron la primaria y ella se quedo atrás sintió como si una brecha hubiese sido creada entre ellas, no era agradable para ella esa sensación, se sentía humillada y decepcionada, ¿Podía sentir algo más sobre ella misma? Ni siquiera pudo seguirles el ritmo a sus amigas, la distancia con todo el mundo solo se hacía más grande y verlas desde la distancia se había convertido en una costumbre.
Pero algo había cambiado ese día, podía sentirlo, se sentía cansada de solo estar allí, de solo pensar la posibilidad de que ese día si se acercaría e intentaría entablar una charla por pequeña que fuese, a quien quería engañar, ni siquiera podía charlarles, ¿De que podría? Su vida era un asco, nadie la quería cerca, su hermana menor era una asesina, tendría que repetir quinto grado, excelentes temas de conversación para nadie.
- Mejor me voy.
Al menos siempre había esperado a que los juegos de sus amigas terminasen antes de irse, pero no sentía aquel deseo ese día, tomo su mochila y comenzó a caminar en dirección contraria a la cancha y tras dar algunos pasos, pudo sentir como se producía un grito de sumo dolor.
- (Desesperada) ¡¡¡Ahhhhh!!!
- (Furiosa) ¡¿Qué mierda les pasa?!
- ¡¿Qué mierda les pasa a ustedes?! ¡Solo era un puto juego casual, solo fue un robo legal y pierdes la puta cabeza!
- ¡Ella se puso en el maldito camino, no es mi culpa!
- ¡¡¡Ahhhh!!! ¡¡¡Mi pie!!!
- (Preocupada) ¡Paula, tranquila, están llamando la ambulancia!
- ¡¡¡Mi pie, duele mucho!!!
- (Nerviosa) ¡N..No es para tanto!
- (Furiosa) ¡¿Cómo qué no?! ¡Su pie está mirando a otro puto lado estúpida!
Margo intento lanzarse para golpear a la chica, pero estas ya comenzaban a retirarse mientras que los gritos y el llanto de su amiga solo empeoraba, viendo con impotencia como ahora ambas corrían para alejarse del lugar.
Lynn solo podía notar como sus amigas se reunían frente a la chica alta, las siluetas ya comenzaban a hacerse un tanto borrosas por la distancia, pero todavía era capaz de reconocerlas, algunas se veían horrorizadas mientras gritaban producto de la histeria.
Sintió el deseo de dirigirse donde ellas, si corría no le tomaría ni siquiera un minuto y podría auxiliar a su amiga, pero su cuerpo no se movía, un pequeño recuerdo del cuerpo de Lola vino a su cabeza el cual rápidamente negó, pero la sensación se quedó allí, ¿De que serviría? ¿Ir para fingir preocupación y no hacer nada mientras las demás ya se habían hecho cargo de todo?
Si intentase ayudarla solo estorbaría, ella solo estorbaba en todos lados, si fuese donde sus amigas en aquel momento de desesperación solo sería un estorbo más, su hogar era un desastre y se había vuelto un estorbo que corrió solo porque un niño reía creyendo que podría ser alguien importante.
Era inútil, un estorbo, una molestia.
Solo miraba como su amiga gritaba adolorida y ella era incapaz de dar un paso en esa dirección, al igual que el resto de las personas en el parque solo miraba la escena, ni siquiera eso, al menos algunas personas ya comenzaban a acercarse para intentar auxiliar a la chica, pero ella... una de las que se supone era de sus mejores amigas... solo podía mirar, estorbar a la distancia.
Puso su capucha para cubrir su cabeza y giro nuevamente, caminando veloz, alejarse de aquella zona, al menos si hacía eso no estorbaría.
Era todo lo que podía hacer.
No pensó mucho hacía su destino, posiblemente estaría caminando hacía su casa o quizás simplemente terminaría perdida en algún lugar extraño del pueblo, toda opción era mejor que encontrarse cerca de ellas... ¿Amigas? Si le quedaba una posibilidad de llamarse así acababa de perderla, eso estaba claro, pudo escuchar la sirena de la ambulancia a la distancia aunque solo la ignoro, quería quitarse esa imagen de la mente y el pensamiento de que ni siquiera se atrevió a caminar con ella, encorvando ligeramente su postura en un intento de reducirse a si misma, el deseo de encerrarse en su cuarto era cada vez más evidente en su mente antes de razonar lo suficiente para saber que debía volver a casa, pero al notar el lugar supo que estaba a solo unas cuadras del hospital, eso le explico al menos porque pudo escuchar la sirena pese a que se había alejado tanto del parque.
Una pequeña idea surgió cuando razono esa situación, podía fingir que estaba en el hospital por alguna razón, podría preguntar por Paula, había una posibilidad de que estuviese Margo, no podía negar las posibilidades, pero también estaba el hecho de que ya había huido, había perdido el momento donde podría haberse acercado y preguntado, tanto como varias veces en el pasado lo había hecho, ¿Por qué hacerlo ahora que su amiga estaba en desgracia? Posiblemente lo tomarían como una burla hacía ella, un ser de mala suerte, pero... aun así... quería saber cómo estaba su amiga.
Después de meditarlo logro tomar un poco de determinación, lo suficiente para volver a dar otro paso en dirección hacía el hospital, cada paso se sentía más pesado que el anterior al punto que estaba segura de que debía de estar sudando, se sentía hipócrita, daba por hecho que lo tomarían como el acto ridículo de una persona que no tiene nada mejor que hacer, sus manos temblaban solo por la idea de que incluso sus amigas, si es que todavía le consideraban así, también le dijesen aquellas dolorosas palabras como lo eran "molestia", aun así lo logro, con el corazón latiéndole violetamente y la respiración dificultada se pudo posicionar frente a las puertas del lugar, sintiendo la necesidad de cubrir todavía más su rostro al tomar la capucha de su sudadera y tratar de ocultarlo lo más que pudiese, logrando dar los pasos finales e ingresar al lugar.
Buscaba con la mirada en todas direcciones, cualquier indicio de alguien conocido le servía, vagamente recordaba a los padres de Paula y Margo era fácil de distinguir, quería encontrarla luego antes de que perdiese su drenante voluntad con cada paso que daba hacía el interior, tirando cada vez más de la capucha hacía abajo tanto como la tela le permitía, empezando a caminar mientras las personas le rodeaban, todas con diferentes destinos, caminando hacia todos lados, todos con objetivos claros y sin importarles lo que estuviese frente a ella.
Su respiración se agitaba, encerrada por una prisión de gente la cual no podía superar, la gente sentada parecía observarle, habían ojos por todas partes que comenzaban a notarla, juzgaban su actitud, juzgaban su persona, su respiración agitada, sus piernas temblorosas, su mundo se reducía a esa pequeña isla entre el mar de gente que se hallaba en ese lugar y todo comenzaba a oscurecerse a la distancia, viendo apenas sus propias piernas y apenas era capaz de reconocerlas, le costaba respirar, luchaba por un aire que se negaba a entrar mientras se encorvaba más, deseando que esos ojos que ya no podía ver dejasen de mirarla, todos la miraban, todos la juzgaban que, en ese lugar, solo por existir, ella era una moles...
- Buagh.
Pasados unos minutos Lynn se encontraba sentada en el borde de una camilla con sus piernas colgando mientras era observaba por una mujer de bata, mirándola con algo de preocupación.
Su testeo había dictado que todo estaba normal, la chica no poseía ninguna señal que evidenciase alguna enfermedad y cuando lograron hacerle hablar, esta no revelo tampoco nada que preocupase lo suficiente para hacer exámenes más rigurosos, solo se le ocurrían una posibilidad, o la muchacha había comido algo que no le sentó bien y el olor a desinfectante del hospital le indujo a aquel vomito.
No le terminaba de agradar lo sucedido ni menos la expresión de miedo que poseía la niña, quién apenas si era mayor que su hijo y aquella respuesta tan agresiva a la ayuda de los guardias para escoltarla al sector de emergencias podría ser o bien un trastorno en su psique o temor ante situaciones de agresión, y por la edad, era más probable que fuese algo familiar.
Quería descartar esas posibilidades, pero lo primero que tenía que hacer era hacerla hablar.
- Entonces Lynn, ¿Ya te sientes un poco más tranquila?
La chica solo asintió con la cabeza, podía notar como su rostro estaba ligeramente pálido y sus ojos estaban cansados, posiblemente no estaba durmiendo bien.
- Bien, entonces, ¿Estás segura de que no sientes ningún dolor o alguna sensación extraña?
Nuevamente la respuesta fue con su cabeza, negando aquellas afirmaciones, pudo notar que aún había residuos de vomito en parte de la sudadera de la niña.
- ¿No quieres hablar de otra cosa cariño? O bien podrías darnos alguna forma de contactar a tus padres, debo informarles que te encuentras aquí para conversar con ellos.
Al escuchar la palabra padres pudo notar un pequeño sobresalto, aquella palabra había causado una reacción en la doctora.
- No se va a poder.
- ¿Por qué lo dices?
- Papá no está, mamá está ocupada, y de Rita no sé hace un tiempo.
- Aun así, ¿Me podrías dar el número telefónico de tu madre? Debo informarle lo que ocurrió.
- Yo no... quiero molestarla, no quiero ser una molestia para ella.
- Oye, nunca un hijo va a ser una molestia para un padre o una madre, mi hijo en ocasiones me da dolores de cabeza grandes tal como el idiota de su padre, pero aun así lo amo y daría mi vida por él.
- Yo creo que, si lo soy para ella, y posiblemente para todos en mi familia.
- No cariño, un hijo siempre es una bendición por idiota que este sea, si quieres yo la llamo directamente para que venga y me quedo junto a ti... mientras ruego que no aparezca ninguna urgencia y tenga que ponerme a correr detrás de una lesión importante u otra pierna rota.
- ¿Pierna rota?
- Nada cariño, solo me deje llevar.
- No, no, yo... yo... venía porque quería saber de ella, ella... es mi amiga.
- Pues... ya no depende de mí, paso a quirófano rápidamente, pero estará bien, ustedes los niños son fuertes... (Seria) gracias a dios demasiado fuertes, (Jovial) aunque no soy pediatra así que no se que tan resistentes son en realidad. - La doctora levanto los codos en señal de no importancia, lo que saco una ligera sonrisa a Lynn un poco más relajada al verla tan despreocupada. - Oye, hagamos un trato, apenas me entere sobre algo de tu amiga te aviso si a cambio me das el número de tu madre para que venga a buscarte y nos evitamos todo el papeleo del chequeo y esas cosas, ¿Te parece?
- ¿Realmente tengo que hacerlo?
- Sigh, creí que te había convencido, en realidad no, lo tuyo ni siquiera se podría considerar una atención, lo hice porque tenía un pequeño tiempo de libertad y como madre no me hubiera perdonado si resultabas tener algo más grave y se te hubiera agravado, realmente si quieres puedes irte, pero si te vas no podrás saber de tu amiga.
- ...
Aquella frase había golpeado severamente a Lynn, la doctora pudo notarlo, poniendo una mano sobre su hombro antes de darle una sonrisa.
- ¿Por qué no contactas a su familia? Sería mucho más sencillo esperar en tu casa, todo esto puede alargarse un poco.
- Ya lo sé, me he roto el brazo antes, pero... no sabría como preguntarles a sus padres... y tampoco quiero volver a casa todavía.
- (Pensando) Debe sentirse responsable, quizás ella causo el accidente. - A Lynn. - Lo siento cariño, pero realmente no puedo dar esa clase de información a gente que no sea directamente el familiar.
- Pero usted dijo recién...
- Se lo que dije, y lo siento, pero no puedo, sigh, te recomiendo que vayas a casa a descansar, piensa mejor todo esto, no creo que sea tu culpa.
- ¿Mi... culpa?
- No, no, no, para nada, es solo tú preocupación hablando por ti, estás preocupada por tú amiga, debes quererla mucho para estar dispuesta a hacer tratos conmigo, eres una buena amiga, quédate con eso y descansa, además bebe agua, el vómito puede deshidratarte, ¿Quieres que te acompañe a la salida?
- No... gracias.
- Esta bien, cuídate tesoro.
Ver a la niña retirarse le causo algo de preocupación, podía entenderla en parte, su hijo también era un niño que se preocupaba mucho de su amigo, a su manera claro, pero lo hacía a un punto que le preocupaba, ni siquiera era todo lo que querellaba su mente en esos momentos respecto a infantes, pero le hubiese gustado al menos que fuese acompañada a casa después de aquel momento de pánico que había sufrido esa niña.
- Doctora, el paciente de la cama 3 esta comenzando a presentar enrojecimiento en su cuerpo.
- ¿Una reacción alérgica? Ahg, mierda, vamos.
Lynn solo alcanzo a escuchar poco más de lo que había dicho la doctora, agradecía que al menos le habían dado algo de agua, pero la sensación de calor a su garganta seguía presente, además de encontrarse avergonzada por lo ocurrido, después de todo, había vomitado en medio de toda esa gente, solo procedió a ponerse una vez más la capucha e intentar salir tan rápido como pudo, pero algo llamo su atención al salir, una silueta que le era conocida estaba saliendo del hospital.
- ¿Mamá? ¿Qué hace aquí?
Pensó en dirigirse donde ella, la curiosidad era grande y termino encaminándose donde esta, tirando ligeramente su blusa para llamar su atención como si fuera un niño pequeño.
- ¿Qué demo...? ¿Lynn?
- No esperaba encontrarte aquí.
- Lo mismo puedo decir, ¿Qué haces aquí Lynn?
- Bueno... yo...
- ¿Qué es esa mancha en tu pecho?
Lynn se altero visiblemente cuando esta menciono aquello, lo último que necesitaba era darle problemas a ella.
- N..Nada, no es nada. - Dijo intentando burdamente darse la vuelta.
- ¿Estás enferma y viniste al hospital? Lynn por el amor de dios, ¿Sabes lo costoso que es el hospital? Ni siquiera tengo el número de seguro de Rita para hacer que cubra los gastos, ¿Le dijiste a Luna que estás aquí?
- N..No...
- O sea que viniste sola, perfecto, bien, ¿Qué te dijeron?
- (Voz baja) N..No tengo nada, tampoco hablaron sobre deudas.
Lori se notaba irritada, podía sentir la frustración acumulada en ella mientras sostenía el tabique superior de su nariz y divagaba palabras que no alcanzaba a entender, ella solo podía agachar la cabeza, no quería ni sentía que podía debatirle, si lo hacía posiblemente lo empeoraría más, era todo lo que hacía, arruinarlo, una vez tras otra.
Sintió como Lori tomaba su brazo y le hacía volver dentro, posiblemente confirmaría si había que pagar algo por lo que paso mientras notaba que le jalaba sin demasiada delicadeza.
Por lo visto, si era una molestia.
En ese momento, acceso a la casa Loud
- Díganme, ¿De qué diario están hablando? ¿Papá... dejo algo para nosotras?
Lucy apretaba con fuerza el libro que tenía en su mano, desde que lo encontró solo le había traído dolor y sufrimiento, le había hecho sentirse aun más sola de lo que ya se sentía después de tantas salidas donde no fue invitada, tantas decisiones donde su voz no tenía peso y tantas comparaciones escritas cruelmente en ese cuaderno que pudieron nublar su juicio.
Había decidido compartir la pena, había decidió confiar en el muchacho quién se puso frente a ella y le ofreció la comprensión que por lo visto ni siquiera su padre había realmente sentido por ella, esas palabras tan molestas recordándole que ella no era nada para él, solo otra chica que no podía compararse con las bebés del hogar.
Pero si eso era cierto... ¿Por qué Lisa se comportaba así? No había podido quitarse ese pensamiento el día anterior mientras la pequeña hablaba y parecía enlazarse con lo que el propio Lincoln hablaba, había leído ese libro maldito nuevamente, un último vestigio del dolor antes de quemarlo y olvidarlo, pero ellas hablaban de algo similar, posiblemente otro cuaderno escrito a puño y letra de su padre, guardando aquellas palabras con recelo, ¿Por qué sonaban tan sorprendidas de que ella lo supiese ahora? Si las palabras que ahora apretaba con fuerza eran las mismas que ellas conocían, ¿Por qué tanto recelo?
Tenía que saberlo.
Esas palabras que tanto quería proteger Luan.
Ella tenía que descubrirlo.
- Lucy, escucha, de lo que estábamos hablando era de... eh...
- Escuche todo, quieres entregárselo a Lincoln como última voluntad de papá, ella, - Dijo mientras apuntaba a Luan. - No quiere hacer eso, ustedes... están escondiendo cosas.
- Supongo que no gano nada con intentar ocultarlo. - Luna se separó de Lincoln, dirigiéndose hacía Lucy quién se mantuvo quieta y estoica, sin demostrar nada, como siempre lo había hecho a ellas. - Hace un tiempo encontramos un cuaderno, un recetario, un diario, realmente ya no estamos seguras, pero creo... no, estoy convencida, de que no es algo que todas puedan leer, ni siquiera Lori lo sabe.
- Aquellas palabras que ocultas son de alguien a quien dedico su amor a esta familia, todas merecemos poder escucharlas como ustedes, ¿Por qué lo ocultas?
- Eres muy joven, no lo entenderás.
- ¿Y Lincoln sí?
- (Molesta) Es lo que estoy diciendo, - Dijo mientras se acercaba Luan. - Él solo hará un berrinche como todos los que ha hecho.
- (Indignada) ¿Acaso te parece un berrinche lo que dijo recién? ¿Cómo carajos eso te pareció un berrinche?
- Bueno, puede que no lo fuera, pero...
- ¡¿Pero?! ¡¿Qué parte de eso te pareció una excusa o una historia inventada por odio?!
- ¡Papá no podía ser como él lo describió!
- ¿Y eso qué? ¿Acaso eso importa? Papá pudo haber sido de una forma diferente con nosotros que con él, ¿Viste como se comporta Lisa? Ella también tiene una visión diferente de él.
- Ella... es... una... bebé Luna, una jodida bebé, ella no sabe nada, no tiene recuerdos de nada, ¿Cómo va a saber ella lo que pasa aquí en casa?
- Escúchate por el amor de dios Luan, - Dio un paso en dirección a esta, encarándola. – Estás actuando como una ni...
En el momento que dio el segundo paso pudo sentir como casi se tropezó, mirando hacía el piso donde se encontraba un cuaderno negro tirado.
- ¿Qué carajos?
- ¡Hey, al menos dígnate a termina el insulto!
- (Imponente) Luan, cállate un momento.
Ella quiso replicar, pero al ver la expresión preocupada de Luna mirando el piso le hizo detenerse, y casi como si se hubieran coordinado levantaron su mirada y miraron en dirección a la puerta, notando que ahora nadie se encontraba allí.
- (Asustada) Mierda, ¡Lucy!
No le importo tener que empujar ligeramente a Luan pero su prioridad era llegar a su cuarto, no tenía que ser una genio para darse cuenta de lo que pudo pasar por la cabeza de Lucy luego de esas palabras y, si tenia que ser honesta consigo misma, no confiaba en lo absoluto en Lucy.
Ella era un total misterio, un enigma, alguien que desaparece y aparece cuando lo desea, desde lo ocurrido con Lola ella solo se había aislado más y cuando volvió a encontrarla solo se apegaba a Lincoln, si leyese ese recetario, si viese esos arrepentimientos hacía ellas en post de Lincoln... lo que tanto temía Luan podría volverse una realidad y eso era algo que ella no podía permitir.
Si Lincoln lo intentaba estaba segura de que podía convencerlo de que se detuviese, pero si Lucy lo hacía...
No conocía los límites que alguien como ella poseía.
Luan le seguía por detrás, posiblemente había llegado a la misma conclusión que ella, ni siquiera sabían en qué momento esta soltó ese cuaderno y las ignoro en búsqueda del recetario, pero al abrir la puerta de la habitación pudieron notar que el cuarto se encontraba en completo silencio, ambas estaban agitadas observando cada espacio del lugar, cualquier alteración que esa niña pudiese representar, pero Luan no se contuvo y se dirigió rápidamente hacía la pequeña cómoda junto a la cama donde guardaba el cuaderno, abriendo con desesperación solo para notar, para su horror, que el libro no se encontraba allí.
- (Aterrada) Mierda, mierda, mierda, mierda, lo encontró Luna, ¡Esa niña lo encontró! No, no, no, no, no, no, no.
- (Enojada) ¡Lucy, sal de donde estés en este momento y danos el cuaderno! ¡Es una orden!
La habitación se lleno de los refunfuños de Luan los cuales sonaban cada vez más alterados, revisando los otros cajones como si rogase haberse equivocado, que fuese un despiste suyo y únicamente lo cambio de posición, desarmando su cama en el proceso, creando un desastre de artículos de broma y unos pocos instrumentos, Luna por su parte seguía buscando con la vista mientras buscaba con la mirada por los rincones de la habitación.
- ¡No me desafíes Lucy, sal de una vez y entrégame ese cuaderno!
La impaciencia comenzó a apoderarse de ambas, Luna salió de la habitación y se dirigió a la de Lucy, comenzando a rebuscar mientras seguía dando amenazas las cuales comenzaban a tener castigos, Luan por su parte sentía como sus ojos se llenaban de lágrimas producto de la desesperación, aquellas palabras que lograban darle algo de confort, no le importaba si no eran para ella, no le importaba una mierda sobre todo eso, eso era su padre, esa era su memoria, ya no contaba con Lori, apenas podía contar con Luna, ¿Qué más le quedaba en una situación así?
A su padre, vivo en unas palabras sobre las que volcó su alma.
Y ahora una asesina se había apoderado de estas.
Lucy por su parte solo escuchaba los gritos y los destrozos que sus hermanas estaban haciendo abajo, se había encerrado a si misma en el ático, su propia fortaleza de seguridad donde nadie venia, un lugar tan olvidado como ella, se hallaba aferrada a ese libro y lo miraba con intranquilidad, toda la imagen que se había hecho de su familia había sido deformada desde la última vez que había abierto una de esas cosas y Luna había hecho especial hincapié sobre el significado que ese libro podría tener con su hermano.
Recordar esas palabras que bañaban en halagos a sus hermanas menores mientras ella era desechada como si nada, como si no existiese, ¿Podría ese cuaderno causarle lo mismo? ¿Podría pensar lo mismo sobre el chico quién le había alzado la mano y prometido sin siquiera saber sobre esas palabras que serían hermanos, que podían confiar el uno al otro?
Las palabras tenían poderes más allá de su conocimiento, en las tardes donde era olvidada y podía abrazar el silencio y la miseria la escritura fue su ventana a un mundo sin tanto dolor, sin tanta miseria, el pequeño respiro de su vida ante ese manto que la cubría de todos los demás y provocaba que la ignorasen, las palabras en verso que la poesía traía consigo habían despertado más de una vez emociones que no lograba comprender del todo, ni siquiera después de leerlas varias veces, esa era una magia real que ella conocía tanto como la que sus amigos del club mencionaban, pero tal como la magia existe una cargada de luz y una envuelta en oscuridad, esa fue la sensación que ese libro al que se había aferrado por tanto tiempo le había traído.
¿Aquello que ahora tenia en sus manos era una ventana de luz hacía un mundo fuera de su miseria o sería otro portal maligno que envolvería en su cruel miasma la que sentía era su primera relación genuina de cariño?
Ella quería respuestas, pero al mismo tiempo las temía.
- ¿Y si... odio a Lincoln después de esto?
Pudo escuchar un golpe en la entrada, hace tiempo que había clausurado la entrada atravesando una escoba y solo accedía por la ventilación, pero los golpes se volvían cada vez más fuertes y desenfrenados.
- (Furiosa) ¡¡¡Lucy baja del maldito ático ahora mismo!!!
- (Furiosa) ¡¡¡Sal de ese maldito lugar pequeño engendro y devuélveme mi libro!!!
Si iba a leerlo y obtener respuestas ese era el momento, por lo que tomo la portada y lo abrió... o eso hubiese querido.
Su mano aun sostenía la portada, ni siquiera alcanzaba a descubrir lo suficiente para que las palabras de la primera hoja fuesen visibles, el contenido estaba sellado todavía a su conocimiento.
Si existía la remota posibilidad de que terminase odiando a la única persona que parecía quererle en ese mundo diseñado para ignorarle, las respuestas que ese libro ofrecía no le servían.
No iba a permitir que un arrebato de furia destruyese una vez más las cosas que ella quería.
No iba a permitir que el vinculo que acababa de formar con su hermano mayor se destruyese por... esa cosa, no otra vez.
- Lola.
Los golpes a la trampilla se hacían cada vez más fuertes, la madera comenzaba a crujir ligeramente ante la insistencia de las dos desesperadas hermanas quienes no querían perder aquel preciado objeto por lo que Lucy camino hacia la ventilación por donde se había escabullido, avanzando hasta su habitación.
Probablemente si abría esa puerta ambas hermanas caerían sobre ella sin piedad, con cada momento que pasaba la desesperación de estás crecía, si se enteraban de que ella se encontraba a su alcance ni la peor de las embestidas de Lynn podría equipararse con el daño que podrían hacerle, en la parte más morbosa de su mente podía incluso imaginar que le hiciesen lo mismo que ella le hizo a Lola, pero seguir con esa situación le aterraba más, al final termino por abrir ligeramente la puerta, dejando el cuaderno con delicadeza en el suelo fuera del cuarto antes de cerrar la puerta con seguro, chocando un poco la puerta para llamar la atención de ambas, algo que logro pues notaron que estaba allí, pero sobre todo, notaron que el cuaderno se encontraba en el suelo.
Esta vez fue Luan quién no se detuvo y empujo ligeramente a Luna, abalanzándose sobre el cuaderno sobre el cual se aferro con fuerza una vez lo tuvo en sus manos, sintiendo casi como si fuese a llorar solo del terror que había pasado por la posibilidad de perderlo.
Luna se acerco furiosa detrás de Luan, dando varios golpes con fuerza a la puerta mientras sentía como su sangre hervía.
- ¡¡¡Lucy con un demonio, sal de ahí!!!
- Yo... quería disculparme.
- (Enojada) ¡Pues discúlpate mirándome a la cara, abre ya está puerta!
- N..No.
- ¡¡¡Lucy!!!
- Yo no... no quiero hacerlo... tengo miedo...
- Lucy, segunda advertencia, abre esta condenada puerta o si no yo...
- (Asustada) M..Me vas a golpear.
Aunque la sangre se había acumulado en la cabeza de Luna esa idea no se había cruzado directamente en su mente, como hermanas había habido ocasiones donde alguna acción física se había salido de control, raspones o codazos eran algo natural más cuando eran tantos, pero la sola idea de golpear intencionalmente y con suma violencia no era algo que su mente hubiese procesado antes.
Era cierto que quería castigarla, que aquella acción que cometió merecía una reprimenda por todo el terror que sintió, pero golpearla...
- Lucy, yo no te golpearía.
- (Molesta) Pues créeme que yo sí, ¿Cómo si quiera te atreviste a hacer una tontería así? Cuando salgas te voy a...
- (Enojada) ¡Luan! ¡Lárgate a la habitación y no salgas hasta que yo te lo permita, es una jodida orden!
- ¡Pero!
- ¡¡¡Largo!!!
Luan solo miro desafiante a su hermana mayor mientras se aferraba todavía más al cuaderno, pero la mirada de Luna era significativamente más intimidante que la suya, ya sea por miedo o por respeto termino acatando la orden de su hermana mayor y la dejo, encerrándose ella en el cuarto.
- Lucy, ¿Sigues ahí?
- S..Si.
- Escucha, si estoy molesta, si estoy aterrada, dios, creía que se me iba a salir el corazón y por supuesto que estás castigada, pero si hay algo que nunca, y escúchame bien, que nunca haré o permitiré, será que haya castigos violentos... yo ya... vi demasiada violencia en esta familia para permitir una tontería así nuevamente.
- ...
- Lucy, posiblemente tengas miedo en este momento, lo entiendo, hablaremos más tarde, ¿Está bien?
- ...
- Lo tomaré como un sí.
- ¿Puedo... hablar con Lincoln?
- Lucy, ¿Escuchaste su historia?
- Él... ya me había contado una parte antes.
- Si es así y si en verdad lo aprecias, déjalo descansar, lo necesita.
- ...
- ¿Lucy?
- En..tiendo.
- Gracias Lucy.
Luna miró una última vez la puerta, necesitaba que los ánimos de la casa amainaran y ni siquiera sabía como habrían reaccionado los demás a todos esos gritos, pero si algo era seguro es que no tendría respuestas en ese momento.
Los minutos pasaron y Luna reviso a las demás, Leni se hallaba escondida en el ropero de su habitación, temiendo un nuevo asalto, Lana solo miraba en silencio hacía el espejo y Lisa se había quedado sentada en su cama con los oídos tapados, pese al desastre ocurrido sentía que las cosas habían salido relativamente bien pues cuando pregunto a Lisa, de quién estaba más preocupada, esta se notaba tranquila, si era porque logro cubrir bien sus oídos o si era por costumbre no le importaba por el momento, tenía asuntos más graves que solucionar, al menos esta se ofreció a prestar su cuarto para que Lincoln descansase, idea que termino agradando a Luna, pues era el único cuarto donde había espacio para improvisar una cama, dejando recostado al muchacho en la cama de Lisa.
Para cuando llegaron Lori y Lynn los ánimos apenas si habían amainado lo suficiente para no temer a otra explosión de Luan, eso tenía en calma a Luna, pero la atención de Lori una vez entro no fue la tensión del ambiente o algún otro cambio en la casa, sino una pequeña libreta que había sido dejada en el piso cerca de la entrada y que Lynn ignoro por completo al entrar.
Sobre todo, porque la portada de esta tenía escrito ese nombre tan famoso en el hogar, levantándola con delicadeza mientras leía esa palabra.
- (Seria) Lynn.
Horas después, en cierta casa de Royal Woods
La doctora al momento de entrar lanzo su bolso sin mucha preocupación al sofá cerca de la entrada, el día había sido un infierno durante la segunda mitad de la tarde y el pensamiento sobre aquella niña seguía rondando en su cabeza, como madre realmente sentía que debería de haber profundizado más en su situación, pero como doctora sabía que no era una prioridad, tampoco quería causarse mayores problemas por ello, solo quería preparar la cena, conversar con su hijo y darse una buena ducha, en el orden que fuese, le daba igual.
- Ah, mamá, llegaste.
- Hola cariño, disculpa por llegar tarde, no sabes cuánta gente decidió cometer estupideces hoy.
- Ajá.
- Hey, ¿Y esa cara? ¿Te paso algo?
- No, bueno, si, tal vez.
- Déjame adivinar, algo le paso a Lincoln, ¿Verdad?
- Si, no, ahg, no lo sé.
- Jayden, se que te agrada tu amigo, pero no exageres tanto.
- Es que... volvió a pasar mamá... yo... snif... creo que yo... snif... creo que estoy perdiendo a mis amigos otra vez.
Para ella, Lincoln siempre había sido un buen niño maldecido con una pésima fortuna, en su momento lo sintió como un mal necesario para recomponer el espíritu desecho de su hijo, pero el día que tanto temía parecía que finalmente había llegado.
Ella simplemente se arrodillo para abrazar a su hijo, pues sabía que tendría que tomar una difícil decisión por él.
Jayden, su hijo, ya no podría ser amigo de Lincoln Loud.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top