El principio del fin

La esperanza era un concepto abstracto el cual Lincoln había escuchado muchas veces, la mayoría de estas pronunciadas bajo un contexto simple como lo era el obtener un obsequio en cierta festividad o lograr cierta calificación en algún examen, no recordaba cuando había escuchado por primera vez la palabra ni mucho menos su definición, pero sabía perfectamente lo que significaba y por ello, en momentos como ese, creía que lo que su corazón debería sentir es esa sensación conocida como "esperanza", más aquello era algo que no lograba sentir, lo que alguna vez pudo significar algún recuerdo al que aferrarse había pasado por suficiente en su propia vida para no añorarlo más y de lo que su mente aun lograba almacenar de Lynn se enfrentaban con vehemencia en el momento que escucho a la niña.

Ver ese cuaderno y las frases que le había dicho esa niña eran dos cosas que no podía mezclar en su pensar, su discusión le había dado una idea de lo que ella pensaba de Lynn y tras tanto podía imaginarse la imagen tan diferente que él tenía con la de ellas, todas idolatraban a Lynn, aquella pequeña ensoñación al repetir su nombre era algo que no comprendía completamente pero había escuchado en el pasado en sus cercanos al hablar de alguien que apreciaban, incluso él podría decir que había hablado con esa pasión del que fue su profesor o de Jayden, quizás por eso podía comprender en parte tal interés por defenderlo incluso cuando no estaba cerca, pero él conocía a la persona, tenía su visión de él, tenía un prejuicio marcado y sentía la risa de esa sombra burlándose de su indecisión.

Toda la frustración de aquel intento infructuoso de cena se vio volcado en la duda ante las palabras y ese objeto que ahora se encontraba aferrado en las manos de una persona que solo había demostrado hostilidad a su persona, eran las palabras de alguien que no lo apreciaba intentando inculcar el mensaje de alguien que no le hizo ningún bien en su vida, como si intentase insertar en él la misma imagen que ellas tenían, ese mismo sueño que tanto extrañaban cada día más, esa "esperanza" de ser cercanos a su persona.

No podía entenderlo.

Eso ya era demasiado distante de lo que su mente era capaz de procesar.

Y todo bajo la mirada de alguien que parecía dudar de su propia convicción y, aun así, no bajar sus temblorosos brazos los cuales ofrecían aquella ofrenda a su persona.

- Claramente lo odias, para ti él era casi un demonio pero es injusto para él, se esforzaba mucho por todas nosotras y estoy segura que también lo hizo por ti, quizás de alguna forma diferente a nosotras, yo no... no sé que pudo pasar con él y contigo, pero estás son sus palabras, estoy segura de ello, son algo que puedo sentir que son de papá y aunque lo odie, aunque me desgarre el alma saber que no eran dirigidas a mí sino que a ti, es cruel para él que lo rechaces así, por eso al menos lee esto, es la verdad de papá sobre lo que pensaba de ti. - El agarre de Luan a ese cuaderno se fortaleció, casi como si quisiese enterrar sus dedos en la portada y no separarse jamás de aquel triste recuerdo mientras su mirada abandonaba los ojos del niño y se dirigían a el objeto en su posesión. - Creo que por todo lo que hizo se merece esa oportunidad.

- Con todo lo que me hizo no debería darle esa oportunidad que me pides. - Lincoln fortaleció el tono de su voz, retrayendo sus manos que por un momento soñaron con el contenido que podría tener ese libro. - Ya me engaño una vez haciéndome creer que le interesaba, probablemente escribió eso en ese periodo para volver a engañarme, yo no... no creo que valga la pena leerlo.

Sus ojos fueron los que abandonaron el rostro de Luan ahora, ¿Por qué dudar tanto de esa decisión? Sus memorias solo podían recordar aquella que fue la última discusión que tuvieron mientras que el contenido de esta ya comenzaba a volverse ligeramente difuso, le era más cercano las riñas con ese anciano que aquellos días donde solo fue engañado por la autosatisfacción de Lynn tal como dijo en sus última discusión.

Esperar algo de ese contenido probablemente lo guaría a más decepción y dolor, tal como todo lo que envolvía a ese hombre.

Luan había tenido que hacer uso de toda su determinación para ofrecer aquel vinculo entre ella y su padre a ese niño y, pese a que su intención fue la de callarlo ante sus agresivas palabras y lo había logrado al punto que este estaba retrocediendo ligeramente no se sentía mejor, de hecho, no sentía que hubiese logrado nada.

No era la imagen de un niño que estuviese envuelto en una pataleta renegando de una figura paterna tal como lo había visualizado en un comienzo, sino que era la de un chico que no sabía cómo afrontar esa situación, casi como si tuviese... miedo.

¿Por qué alguien sentiría miedo de unas palabras de aliento? Ella misma había dicho el contenido de ese cuaderno, era un símbolo que debería unir a dos personas pese a la diferencia de tiempo y las desgracias ocurridas pero las manos de este lejos de aferrarse a esa esperanza no hacían más que temblar levemente mientras se retiraban evitando el contacto con aquel objeto, era otro elemento más que Luan no podía comprender de ese niño el cual le seguía pareciendo un gran enigma, pues había pensado en que este demostraría su verdadera cara al aferrarse a la idea de las buenas palabras de su padre a este o quizás tal como lo había hecho varias veces ya con ella respondería con violencia, pero verle retroceder así era un misterio, entender por qué la esperanza le daba miedo era su mayor curiosidad.

- ¿Estás bien?

Pese a que su boca había pronunciado esas palabras Luan no termino de entender porque lo hizo, lo que más reinaba en su mente eran las dudas que su reacción había puesto en el niño, pero lejos del estoicismo o la crudeza con la que más de una vez lo había visto responder, a cada momento que pasaba lo veía más indefenso y, por primera vez, pudo verlo como el niño menor que era.

- Lo estoy, solo... no quiero leer eso.

Las manos de Luan finalmente bajaron, no quería desprenderse de ese preciado bien en el que podía imaginarse aquellas bellas palabras eran para ella por lo que aquel rechazo no le venía mal, incluso pensó en simplemente guardar ese cuaderno aceptando la petición del niño de no querer saber más, solo que sintió que eso no estaba bien.

- Escucha, papá siempre fue bueno con nosotras, conmigo, él... realmente se esforzó mucho por nosotras incluso cuando su tiempo era reducido y de por si llegaba cansado, yo no se cuanto te dedico o si lo que has dicho de él sea cierto, pero se que incluso con lo que me dio me era insuficiente, quería tenerlo más tiempo para mí, no me importaba si mis hermanas tenían o no una parte de su tiempo lo quería todo para mi y cuando supe que él ya no volvería me lamente mucho no haber insistido en que me priorizara y ser su consentida, pero hablando con Luna supe... que no era solo yo, probablemente todas queríamos lo mismo, lo quería para mí y saber que tú lo tenías para ti mismo y peor que lo odias tanto como lo dices hace que mi sangre hierva, ¿Cómo crees que pueda creerme todo lo que le dijiste a Luna? ¿Por qué suenas tan convencido de tus palabras? ¿Por qué...? - La mirada de Luan abandono su molestia mientras su nariz se arrugaba tenuemente, sintiendo como su pecho parecía vaciarse al son de las lágrimas que comenzaron a acumularse en sus ojos. - ¿Por qué no podías ser el niño desgraciado que creía y no empezar a creer tu versión?

Aunque aquel cuaderno le estorbaba en sus manos no lo aflojo, como pudo limpiaba con las partes libres de sus manos sus ojos que ahora parecían haber roto el sello que la misma Luan se había puesto sin darse cuenta.

Habían muchas cosas que no quería aceptar, la imagen de Lori con esos ojos fríos, la ausencia de su padre y esa nueva cara de este que no conocían eran algunas y no lograba darles una justificación, era la realidad golpeándola inmisericorde mientras se refugiaba en aquellas imágenes que si perduraban en su mente y en su corazón, ese niño, lo odiaba, quería odiarlo con cada fragmento de su alma con tal de mantener todo lo que alguna vez le lleno pero desde que lo vio en ese parque todo había cambiado tanto que no podía seguirle el ritmo, Luna había confiado en ella pero solo había recibido regaños en los momentos importantes, ninguna de sus hermanas menores se había acercado remotamente a ella incluso con todo lo que había pasado pero ese niño tranquilamente se había ganado el cariño de dos de ellas y el de Luna.

Había tenido a su padre para si mismo, era el hermano mayor de varias de las pequeñas, su hermana más cercana quería tenerlo cerca, la familia externa no dejaba de hablar de él.

Todo era para él.

Siempre era él.

Ella quería ser él.

Pero cuando finalmente sintió que podía sobrepasar todo eso, intentar ser algo más y hacerle ver a ese niño la realidad, en esa mirada dolida y aterrada pudo verlo.

Ese niño... no era un símbolo, no era un mentiroso, tal como podía recordar su propia reacción ante el terror del ataque de ese anciano tiempo atrás, tal como pudo ver la aterrorizada expresión de su hermana Lynn buscando cobijo en ella, algo tan simple como un cuaderno había aterrado el espíritu de un niño quien se encontraba dañado, no era un miedo que pudiese fingirse, no podía negarlo.

- ¿Por qué? Dímelo niño, ¿Por qué tienes que no pudiste mentirme a mi y aceptar el cuaderno? ¿Por qué? Dímelo, ¿Por qué?

- ¿Por qué? - Tomo su mano derecha con la izquierda, ambas temblaban, ambas sentían el mismo miedo que su alma, todo lo que tenía para recordar de esas figuras eran sus despedidas, el cómo cuando todo parecía mejorar terminaba siendo todo lo contrario, ¿Por qué no leer sabiendo que serían mentiras? ¿Por qué...? - Porque... no quiero volver a vivir eso, no quiero... volver a tener una familia solo para perderla... yo también... yo también lo quería... intente, muchas veces llamar su atención y solo me ignoraba, cuando se acerco solo lo hizo para abandonarme en un día importante para mí, ¡¿Por qué debería volver a confiar en una persona que me hizo eso?! ¡Yo también era su hijo, yo también quería su tiempo, yo... yo...! - El aliento le faltaba y aun así apretó los dientes, levantando la dolida mirada que había estado cargando en su interior todo ese tiempo. - ¡¡¡Yo también lo quería, a él, a mi profesor, al anciano, los quería mucho pero solo conseguí que me abandonaran uno a uno hasta estar aquí con ustedes cuando ni siquiera me quieren!!!

En cuanto los gritos comenzaron Luna se acercó rápidamente a la cocina, notando para su sorpresa que no solo Lincoln se había refugiado ahí cuando decidió confrontar a Luan, sino que estos habían continuado su discusión en ese lugar y el desastre del lugar evidenciaba lo que podría haber sido una pelea.

Un escalofrío recorrió su espalda al notarlo, avanzando hasta acortar lo suficiente su distancia y notar que todo se trataba de restos de comida, similar al estado en el que se encontraba la cocina.

No iba a permitir que otra desgracia sucediera por su pobre determinación, lo ocurrido con Lola era su completa culpa, cada día cuando podía alejar su mente de la situación de su hogar y la integración de ese niño podía ver los ojos suplicantes de la niña observarle mientras estiraba la mano en su dirección antes de escuchar el primer impacto sobre la escalera, no podía culpar a Lucy, ella es solo una niña que no podía controlar sus propias emociones, no podía culpar a Lola por no aferrarse, era una niña inocente que nunca espero un ataque así, ella era la mayor y la responsable en esa situación siendo esa la razón que no importaba si ese niño la odiase, no permitiría que otra tragedia volviese a ocurrir, pero notar que las cosas no habían escalado a ese nivel le trajo un poco de paz, no la suficiente al pensar que todo ello ocurrió y ella ni siquiera lo noto.

- ¿Qué les paso? ¿Por qué la cocina es un desastre y ustedes están así?

Siendo presa aun del pánico momentáneo que fue ver la escena su tono de voz fue cargado, lo suficiente para llamar con fuerza la atención de ambos y que Lincoln por mera reacción se forzase a callarse.

- Lo siento, limpiaré el desastre.

Luan no detuvo completamente su propia insatisfacción, pero al escuchar las palabras mecánicas del niño corto ligeramente sus sollozos mientras que Luna termino confundida por esa respuesta inmediata del niño quién desconociendo la ubicación de las cosas comenzó a revisar los muebles en búsqueda de un trapo con el que comenzar a limpiar.

- Lincoln, tranquilo, estaba preocupada por ustedes, no por el lugar.

- No tienes que darme explicaciones, terminaré en breve.

- (Preocupada) Lincoln.

Luna no sabía que estaba ocurriendo, que los había llevado a colapsar así, porque parecía tan decidido a limpiar, pero mientras su mente se había paralizado ante todas las preguntas Luan se acerco a esta, limpiando sus ojos mientras parecía comenzar a controlar sus propias emociones.

- Creo que necesito terminar mi conversación con él, se que estás preocupada, pero déjamelo a mí.

- Luan, tú lo od...

- Por favor hermana, confía en mí, además, parte de este desastre es mi culpa.

Luna no estaba acostumbrada a escuchar hablar tan seria a Luan, algo había pasado allí entre ambos pero no tenía la menor idea de que podría ser al llevar solo al darse cuenta de que se estaban gritando con todo el odio posible, pero verla tan serena mencionar eso le hizo voltearse a esta, mirándola fijamente a sus ojos.

- Yo... confió en ti Luan.

Aquello fue más para convencerse a si misma que para transmitirle confianza a su hermana, pero ante esa situación y recordando aquel voto de confianza que le prometió decidió aceptar, encaminándose fuera del lugar.

- Niño, el trapero esta en el closet junto a la escalera al sótano, te ayudo a limpiar.

Quizás se había dejado llevar por la molestia y el orgullo cuando le había presentado ese cuaderno, pero al menos respetaría si no quería leerlo, o al menos, esperaría si este algún día decidía leerlo.

Incluso si no le agradaba, era el mínimo de respeto que debía de darle.


Minutos después, hospital de Royal Woods

- ...gracias señorita.

Leonard bajo la mirada antes de alejarse de aquella recepcionista, estaba demasiado cansado luego de su charla con Lori y todo lo que le quedaba era finalmente cumplir su objetivo inicial del día, finalmente tenía la habitación y el permiso, incluso cuando pensó en que tendría que hacer alguna movida con tal de acercarse a Albert el que Lori accediese le había ayudado bastante, no era algo que le gustase, pero ya estaba hecho y se estaba encaminando a ver que idiotez había hecho esta vez ese hombre, y la vista no le agradaba en lo absoluto.

Claramente había sido una golpiza brutal, gran parte de su cuerpo se encontraba ya sea vendado o con indicios de golpes y hematomas, su nariz se encontraba desviada además de que en las otras facciones de su rostro predominaban los colores oscuros por sobre el cabello blanco y los rastros de una vejez no bien llevada en este.

No iba a recriminarle nada, podía intuir que su estado mental no era el mejor considerando lo que le había hecho hacer, todo lo que podía esperar es que le escuchase y buscar el mayor beneficio para el legado de su hijo.

- Eres un hueso demasiado duro de roer para que me crea que estás inconsciente Albert, aun con ese estado deplorable en el que te encuentras.

- Vete a la mierda. - Leonard no podía decir que eso era la voz de una persona, era más cercano a la expulsión del resto fatigado de aire de un cadáver, era un tono débil, estirado en cada silaba por lo que parecía extenderse en lo que su dañada cabeza tardaba en darle la señal correcta a sus cuerdas vocales para cambiar de entonación, cosa que provoco un ligero dolor estomacal a Leonard al intentar haberle escuchado esforzarse tanto por hablar tan poco.

- ¿No tienes nada mejor que hacer que recibir estas palizas? Incluso tú deberías tener un mínimo de espíritu de supervivencia.

- ¿Qué quieres de mí? Ya me lo quitaste todo, no tengo nada, ¿Quieres seguir riéndote en mi cara hasta que puedas bailar sobre mi tumba?

- Eso hubiese sido antes, ya no Albert.

- Gente como tú no cambia, creen ser los dueños de la verdad, se creen los dueños de la moral y que cada acción suya esta justificada, que toda la mierda que dan a los otros es porque se lo merecen y lo llaman justicia, ¿Ahora te sientes culpable por algo? ¿Por el perro de tu hijo? ¿O por ese niño del que te adueñaste? No seas hipócrita imbécil.

El medidor cardiaco conectado a Albert comenzó a acelerarse ligeramente, el sonido del monitos desvió ligeramente la mirada de Leonard, pero rápidamente volvió a concentrarse en el anciano que parecía pese a su demacrado aspecto intentar levantarse como podía, algo en lo que parecía completamente incapaz pese a todo el esfuerzo que parecía estar depositando en ello.

- Albert, no es necesario que te comportes como un idiota ahora, estás al límite.

- Yo se lo que hago maldita sea, y lo que quiero ahora mismo es no tener que ver tu puta cara otra vez.

- Y yo lo que quiero es que tú y Lincoln se vean otra vez.

Aquello hizo desistir al anciano de aquel infructuoso esfuerzo por levantarse de la cama, más concretamente para observar el techo por un momento.

- No hagas eso, no le harás bien a nadie.

- Ese niño te ama, incluso después de lo que hice, no es justo para él ni para ti.

- Ya es muy tarde, un perdón no va a reparar lo que destruí ese día.

- Si podemos, yo... estaba enojado, frustrado, incluso cuando tú no me agradas no pensé en Lincoln e hice lo que hice y ahora me arrepiento de ello.

- Tú deberías saberlo tanto como yo, nuestras decisiones tienen consecuencias Leonard, yo escogí aceptar tu mierda, alejarlo de mí y ya acepté vivir con eso.

- Albert, esto es más importante que tú o yo, es nuestro nieto.

- Así es, enséñale a ser mejor que tú o yo.

- No me vengas con...

Albert como pudo se volteó, dejando de mirarle mientras cerraba sus ojos, el medidor había comenzado a alterarse y pudo escuchar como le solicitaban que se retirase, Leonard hizo algo similar una vez fue retirado de la habitación y cerro sus ojos mientras se sentaba en uno de los asientos cercanos.

La voz de Albert no guardaba duda pero carecía de fuerza, no podía identificar a ese hombre que tantos problemas le dio en el pasado o del cual guardaba un profundo desprecio, pero tampoco pudo encontrar a la persona que sabía habría colaborado en darle una buena vida a la familia que le quedaba, era la voz de una persona que finalmente se había rendido, que ya no poseía fuerzas para levantarse otra vez, era alguien a quien el peso de su vida finalmente había hecho ceder su determinación y no le importaba nada, uno al que no lograría convencer con palabras y quizás no lograría con nada.

El anciano decidió quedarse allí un tiempo para pensar, no quería renegar los sentimientos de su nieto y la idea de demostrarle que realmente era un ser el cual si era querido por esa figura ahora distante era una forma de hacerlo, pero el problema ahora mismo era el mismo Albert, incluso si volvía a presentarlos y le comentaba al niño que el artífice de esas palabras no había sido otro que él con la actual determinación de Albert probablemente volvería a repetir sus errores y sería violento con el niño, quizás... solo quizás...

- (Preocupado) Hijo de puta, no será que quieres...

Al momento de levantarse pudo notarlo, se había enfrascado en su pensamiento y no había prestado atención a su alrededor pero pudo notar varios signos de esfuerzo en las personas alrededor suyo tanto como caras llenas de decepción saliendo de la habitación en la que había estado tiempo atrás, reviso su reloj, se había perdido en sus pensamientos casi media hora, no era tanto tiempo, no lo era... y aun así...

- Disculpe doctor, el paciente de la habitación 32, él es mi amigo, ¿Acaso él...?

- Lo lamento señor.

Nuevamente, Leonard sintió que había llegado demasiado tarde a enmendar su error.

- Desgraciado...

Simplemente, era demasiado tarde.


En ese momento, cafetería del hospital

Lori se mostraba relajada frente a su tío, tenía tiempo que no lo veía y haber recibido su llamada hace casi una hora fue una bocanada de aire fresco para ella, bebiendo del refresco que este le había comprado mientras este bebía de un café, mostrándose ligeramente incomodo, más bien a sus ojos no era incomodidad, más bien, era ansiedad por algo.

- Lori, sobre lo que hemos conversado, ¿Qué has pensado?

Directo al punto, era algo que Lori amaba de su tío, sin vueltas, sin trucos, era honrado y directo respecto a sus intereses con ella, incluso más de lo que alguna vez su padre fue con ella y le permitía saber que acciones debería tomar o que pensar abiertamente, podía formarse una idea para continuar con él, sabía en que podía y no podía contar con él, y por ello era de las pocas personas en las que actualmente podía confiar.

- Lo he pensado y aceptaré tu oferta tío, creo que este pueblo no es un buen lugar para nosotros.

Leo cerro sus ojos, suspirando agradecido de que finalmente la única razón por la que no había acabado este teatro formado por su padre había decidido aceptar su petición.

- Entonces finalmente vendrás conmigo, se que es bastante tardío, pero espero que me permitas ser finalmente tu familia como debí serlo desde el principio.

- No te preocupes tío, pasaron muchas cosas y juzgarte por ello no sería justo, de lo que me has contado con papá y lo que se de Rita puedo creer que no fue fácil para ti ni para nadie, pero me alegra que ahora podremos compensar todo ese tiempo.

- Claro Lori, podrás tener una vida más relajada, de eso no lo dudes.

- En todo caso, ¿No habrá problema con que me lleve a mi hermanita cierto?

- Claro, dos no es mucho, ¿Cómo era que se llamaba?

- Lola, ella es la que se iría conmigo, las demás...

- Oye, se que las quieres, pero debemos ser realistas, que estén todos juntos sería problemático, incluso estoy impresionado que pudieran subsistir tanto tiempo siendo tantos en un lugar tan pequeño, además arrebatarle la custodia a Rita de más de una será complicado.

- Se cómo convencerla, no te preocupes, con ella hospitalizada y conmigo manteniéndola tranquila todo este tiempo se que accederá a una petición tan pequeña como esta, de hecho le conviene, siendo como es querra estar con Leni, así que quitarle dos problemas no debería ir en contra de sus propias metas.

- Esa Rita, es una desgraciada.

- Pero podemos tomarlo a nuestro favor, además creo que es hora de devolverle algo de su propia medicina.

- Como adulto no debería alimentar esas características en ti, pero sabiendo como es ella y todo lo que te ha hecho pasar tendría que ser un idiota muy grande para impedírtelo.

- Gracias por comprenderlo tío, no sabes cuanto me alegra.

- No te preocupes, lo que sí necesito saber es cuanto tardarás en convencer a esa zorra de que te permita irte.

- Dame unos días más, posiblemente una o dos semanas.

- ¿Cuándo empiecen las vacaciones de los escolares eh?

- Si me voy a ir de Royal Woods necesito ver algunas cosas, después de todo he vivido aquí toda mi vida.

- (Pensando) Probablemente va a preparar a su familia para que entienda que lo más sano para ella es alejarse. - A Lori. - No te lo voy a impedir, volveré para esa fecha, ¿Te parece?

- (Triste) ¿Te vas a ir tan pronto? Pero si acabas de llegar.

- Lo siento Lori, quería verte, pero tengo otros asuntos que atender por la zona, verte era solo una de las cosas que quería hacer por el lugar. - Leo le regalo una sonrisa mientras le hizo una caricia en su rostro. - Me alegra saber que estás mejor que la última vez que nos vimos.

- Definitivamente lo estoy, y todo va a estar aun mejor cuando estemos juntos.

- Así lo creo Lori.

Dándole un último sorbo a su café el adulto pidió la cuenta y pago por el pedido de ambos, Lori solo lo siguió con la mirada y una sonrisa relajada en su rostro hasta que este se marchó, haciendo algo similar solo que sin tener que cancelar por su bebestible para encaminarse hacía el interior del hospital.

Con todo lo que había pasado su tío le había servido de mucha ayuda, aprovechar el vacío de Rita para emanciparse y ser legalmente una adulta había sido una de las muchas cosas que agradecía y tras tanto tiempo, tras tantas cosas que le habían pasado y que sentía habían alterado de su vida finalmente podía ver una luz al final del túnel, una a la cual ya no le bastaba con acercarse paso a paso, quería tomar con sus manos tal como lo había tenido que hacer con cada aspecto de su vida durante toda su infancia y adolescencia, por fin podía ser la dueña de su destino y eso no era sino gracias a la inmensa ayuda y apoyo que había recibido de aquel familiar que jamás espero tener, que había conocido en la peor situación posible y, aun así, ahora sentía que había hecho más que cualquier otra persona en toda su vida, incluso más que su padre.

Si tenia que verlo de alguna manera, su tío Leo había sido más su padre en esos meses que Lynn en los últimos años.

Era una figura en la que no le importaría descansar su cansado cuerpo, en la que sabía que apoyarse era la decisión correcta, tanto como lo que ahora estaba por hacer, algo que había pensado hacer desde el primer día pero que algo en su interior se lo impedía, pero que no sabía cuando ni como ese algo ya no se encontraba dentro de su ser y podía sentir como ahora todo era más claro, más tranquilo y lleno de luz.

Su futuro alguna vez incierto ahora brillaba como el sol del amanecer después de la tormenta que había sido toda su vida, y pensando en ello volvió a visitarla a ella.

- Hola Rita, es raro que te visite dos veces en un mismo día.

- ¿No te quedaste a gusto con las historias de hoy de tu padre que vienes una segunda vez? Recuerda nuestro trato, me informas de lo que ocurre en casa y yo te cuento sobre los pormenores que fue vivir con esa cosa que llamabas tú padre.

- No vengo por ello, de hecho, creo que lo mejor sería hacerte una confesión.

- ¿Ah sí? ¿Cómo cuál?

- Pues no es algo tan difícil de preveer si te pones a pensarlo.

La mirada de Rita se clavo en la de su hija, aquellos ojos carentes de calor humano se habían posado sobre Lori pero esta no retrocedió, incluso se aferró con mayor fuerza a su polera pese a que su expresión no vario, era ella soportando aquella vista que por tanto solo sirvió para causarle daño y no era más que un recordatorio que si quería continuar debía de obedecer, pero que ya no importaba más.

Ella era libre, y eso no cambiaría jamás.

Pues para ella Rita ya no existiría más.

- Te odio, siempre te he odiado, te he despreciado con toda mi alma desde hace tanto que no se cuando empecé a hacerlo, todo lo que sabía era que ver tu expresión me enfermaba y deseaba que algo horroroso te pasara, por eso yo... ahora...

- ¿Eso era todo? Para alguien que dice tales cosas abiertamente a su madre tienes una lengua muy fina, pero bueno, tampoco es que importe mucho como me digas las cosas cuando se que no podré seguir escuchándote fallar hasta en insultar.

- No necesito saber insultar para devolverte todo lo que me has hecho maldita.

- Te veo hablando mucho, pero en toooodo este tiempo jamás has tenido los ovarios de hacerlo, ¿Ahora que cambio? ¿Finalmente pudiste obtener algo de determinación y vas a acabar conmigo?

La molestia de Lori iba en incremento, incluso cuando sabía de su situación no mostraba ninguna señal de titubear, todo lo que podía escuchar eran los reclamos de esa persona que tanto dolor le causo como si no se atreviese a dar el siguiente paso, pero era el momento de hacerlo, era el momento de dejar atrás todo y finalmente permitir que el rumbo de su vida comenzase a manifestarte una vez más.

- ¿No lo harás solo porque ahora te dio miedo ensuciar tus manos? Eres tan parecida a tu padre.

Pero al escuchar ese nombre algo cambió en su interior, casi como si pudiese sentir una palmada en su espalda, una que le dio la suficiente convicción para dejar de lado su molestia y devolverle la misma mirada que tantas veces le había dado Rita en el pasado.

- Si no lo hice antes no era porque me faltara determinación o porque te tuviera miedo, siempre fue todo lo contrario, te he odiado desde que tengo uso de razón y quería verte sufrir, verte retorcerte en tu propio dolor después de ese incidente que te trajo aquí, no podía permitirte irte lenta y paulatinamente sin que pagaras una pequeña porción de todo lo que me diste, pero tú... ¡Pero tú tenías que quedar tan grave y quedar en coma! ¡Todo se fue a la mierda mientras dormías tranquilamente y hasta la fecha sigues sin pagar lo suficiente! Sigues siendo una existencia que nunca sufrirá lo suficiente por todo lo que ha causado y ese sería mi único arrepentimiento.

- ¿Quién lo diría? Tuviste todo el tiempo del mundo para hacerme sufrir y ahora te quejas de que no hiciste nada, ¿No eres tú la hipócrita aquí?

- ¡Cállate maldición! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!

- Ni cuando intentas terminar con todo puedes mantenerte serena, patética hasta el final.

- ¡Cállate!

Lori estaba enferma de Rita, todo lo que había salido mal en su vida estaba asociado a ella, incluso su carta de dañar a su preciosa Leni no parecía estar funcionando, solo podía ver esa molesta sonrisa tenue en su rostro al punto que no pudo soportarlo más y se abalanzo sobre ella, sosteniendo su bata para alzarla ligeramente de la cama, observando sus ojos cerrados y la pálida tez que su cuerpo tenía desde tiempo atrás.

- Todo lo que hiciste a mi familia, no hay castigo en el que sufras todo el daño que nos causaste y no sabes cuanto pensé en todas las maneras de torturarte, pero ya eso se acabó, ya no voy a seguir jugando contigo.

Lori respiro pesadamente, bajando lentamente el cuerpo en coma de su progenitora, tan silenciosa como siempre lo había sido desde la primera vez que la llamaron del hospital, tal como cada una de sus interacciones en esa sala aislada, relajándose lo suficiente para ver ese rostro por última vez.

- Te odio y siempre lo haré, y si existe dios solo puedo implorar porque donde sea que te envíe sufras tanto como todas las personas que dañaste.

Su voz fue seca, cada palabra había sido dicha totalmente carente de la furia que momentos antes inundaba su cabeza, como si todo aquello que acumulo alguna vez hubiese sido expulsado en aquel último arrebato frente al cuerpo sin movimientos de esa persona que solo por su piedad había podido ver varios días más, escuchando como mientras se hallaba en el centro de la sala mirando el cuerpo de la mujer una persona con bata de médico ingreso, sosteniendo una pequeña pila de papeles en la mano y una expresión triste en su rostro.

- Señorita Loud, se que hace unos minutos hablamos de esto, pero creo que debo volver a preguntar solo para asegurarme, ¿Esta segura de su decisión? Desconectar a su madre es...

Lori abrió sus ojos una vez más, el momento entre su último arrebato y su respuesta fueron los segundos que necesitaba para asimilar por última vez su determinación y la que sería su decisión, volcando esa mirada fría sobre el adulto a su lado, hablando con una voz carente de cualquier emoción más allá de lo que podría definirse como apatía.

- Se lo que significa, y ya es momento, ella ya lucho lo suficiente, ¿No lo cree doctor?

- Esta nunca es una decisión sencilla, créame, ni menos cuando la debe tomar alguien de su edad, tener que tomar responsabilidades de gente mayor en su condición es...

- La vida no es justa, lo se bien doctor, pero ya he podido salir adelante antes, esto es... lo que ella hubiese querido.

El profesional solo podía admirar la determinación con la que la chica le hablaba, no podía evitar pensar que su voz le daba algo de miedo, pero considerando los hechos y el tiempo que la mujer llevaba allí, no era quien para juzgar, solo rezar porque la decisión que había tomado esa joven fuese la correcta.

- Entonces, por favor, firme aquí señorita Loud y su decisión será ejecutada.

La chica no lo pensó demasiado y así lo hizo, había hecho la mayor parte del papeleo antes y ahora solo le quedaba terminar los últimos detalles, cerrar esa última conversación entre ambas y con ello despedirse de ese lugar, de ese ambiente, de esa sombra que no pararía de atormentarla jamás.

Seria libre de seguir su propia vida, de formar su propio destino y ser feliz tal como siempre lo soñó.

- Bien, perdone la informalidad con la que me refiero a esto, pero lamento mucho su pérdida señorita Loud, mi más sentido pésame.

- Gracias doctor.

Y con ello, dándole la espalda a la mujer fue que se retiro en silencio, no valía la pena seguir allí, las palabras ya habían sido dichas, las acciones ya habían sido ejecutadas, en esa habitación solo había una chica, un doctor y un cadáver.

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