Convivencia
Todavía recordaba cuando había configurado aquella alarma la noche anterior, inmerso en sus costumbre y rutina que llevaba años siguiendo habían hecho que la configurase nuevamente a la misma hora de siempre, como si ese día tuviese que dirigirse a su trabajo nuevamente, como si toda su vida siguiese el mismo ciclo sin fin en el que estaba inmerso sin siquiera darse cuenta de ello.
Quizás si hubiese pensado mejor durante la noche se hubiera evitado el mal gusto pero los eventos ocurridos le habían alterado ligeramente, rompiendo cualquier pensamiento que hubiese tenido en el momento para enfocarse mejor en lo ocurrido... o mejor dicho, en el actuar de su hijo.
Intentaba recordar bien lo que había pasado la noche anterior, recordaba pequeños lapsos del aburrimiento en su trabajo o las típicas discusiones y actuar en el hogar de sus hijas, pero la desinteresa actitud de su hijo había sido definitivamente lo más extraño y que más le había llamado la atención.
Su hijo, tuvo que girar su rostro con el objetivo de ver a su pequeño durmiendo plácidamente en la cama de al lado manteniendo alguna clase de sueño donde él era quien quisiese ser sin restricciones viviendo felizmente haciendo... ¿Haciendo qué? ¿Qué soñaría su hijo que le formaría tal placentera risa mientras un hilo de baba se escurría por su boca humedeciendo su almohada? ¿Quiénes serían los acompañantes de aquellas aventuras oníricas en las que su hijo se deleitaba en esos momentos? Él no lo sabía.
Esa duda termino causándole un pequeño dolor de cabeza, era su hijo, había estado toda una vida a su lado y le había visto crecer... porque dudaba ante una simple pregunta o no entendía un comportamiento? El pequeño ni siquiera debería llegar al rango de preadolescencia por lo que no podía atribuirle la rebeldía clásica de esa etapa, era simplemente demasiado joven para ello, quizás había tenido un mal día y por eso reacciono de esa forma, pero de ser ese el caso porque no se lo había comentado? Era su padre, él le escucharía en algún momento, no hacía falta dudar...
Al menos había descubierto una cualidad de su hijo, había encontrado a otro amante de la cocina, tan joven y con esa capacidad de cocina era un sueño para él, pues sus deseos siempre fueron dedicarse al noble arte de la gastronomía, un mundo que amaba y añoraba, siendo uno de sus sueños tener su propio restaurante y lo más cercano a ello habían sido algunos consejos a su hija Luan para hacer tartas, pero ahora tenía a su hijo, su campeón, después de todo que otro motivo tendría para querer cocinar si no era por pasión?
Pensar en ello solo le aumentaba aquella molesta migraña, ese dolor que se incrementaba entre más preguntas surgían sobre su hijo, un hijo que si había crecido con su padre...
Su único placer en ese momento era verle babear plácidamente sobre su almohada, pues se le hacía sumamente reconfortante aquel simple acto, una vista que desearía poder haber hecho con las demás, una que siquiera podía darse el lujo imaginar con las menores, algo que le partía el corazón.
Pues verle dormir plácidamente era uno de los momento que siempre soñó como padre, saber que el chico era feliz, que vivía una plena juventud, que tenía un futuro lleno de posibilidades donde terminarían riendo en alguna tarde compartiendo algún trago mientras rememoraban las grandes vivencias que alguna vez hicieron en el pasado como llevarle a bellos lugares, jugar algún deporte juntos, enseñarle a andar en bicicleta o conducir su primer vehículo, ese era un sueño que siempre considero sumamente optimista y le reconfortaba todas esas mañanas donde ni siquiera se detenía a observar a su hijo antes de salir corriendo a su trabajo cuando no pensaba en lo desdichadas que eran sus hermanas al no poder contar con su protección y tutela.
Las chicas...
Ellas le necesitaban...
Su hijo podría esperar, ya atendería mejor ese comportamiento rebelde prematuro, después de todo le volvería a ver como siempre...
Con ello en mente comenzó a vestirse con su atuendo habitual, no le gustaba el hecho de mentirle y no contarle sobre el resto de su familia pero era lo mejor, era mejor que creyese que su padre, el que siempre había estado ahí era su única familia antes que saber la triste verdad que era pertenecer a una familia dividida, una donde él no sabía nada de las chicas... y ellas no sabía nada de él... no sabían sus gustos, anhelos, sus... vivencias... sus experiencias...
No sabían nada de él...
Solo el sabía como estaba su hijo...
Cuando aquel pensamiento abarco un espacio de su mente tuvo que detenerse en el momento, por más que no estuviese hablando pensó en detener cualquier acción que pudiese realizar el más mínimo sonido, pues una inquietante sensación de vacío se apodero de él.
Cuanto sabía él de su propio hijo?
Era una pregunta ridícula, había estado a su lado toda su vida, debería conocerle mejor que nadie pero...
No entendió su comportamiento en la noche, no tenía idea que el muchacho sabía cocinar, no sabía y ni se imaginaba que podría estar soñando.
Un extraño nudo se formo en su garganta, era una molestia casi asfixiante, como si su propio cuerpo luchase internamente para detener alguna función primaria o como mínimo auto flagelarse al punto que tuvo que llevarse una de sus manos a su cuello, como si necesitase sostenerle y evitar que este se ahorcara a si mismo, era un dolor seco y silencioso, no se expandía más allá de esa zona o entremezclaba malestares, ante este punzante dolor y aquella inesperada sensación de asfixia dejo a su cuerpo reaccionar por si solo, apagando parcialmente su mente ante el desconocimiento de ese malestar solo para que su cuerpo virase y le dejase frente a la causa de aquel malestar.
Vio nuevamente el rostro dormido de su hijo y el malestar se apago en ese momento, como si jamás hubiese estado o le hubiese costado respirar, solo era el viendo a su pequeño campeón dormir mientras terminaba de vestirse.
Negando con la cabeza dio media vuelta y salió de la habitación, ese día no tendría que ir a la empresa por lo que disponía de todo él día ya fuese para descansar o pasar tiempo de calidad en familia, de hecho en ese momento recordó el poco tiempo que paso con su querida rockera y su primogénita, o que apenas si saludo a su hija modista, sabiendo la hora si se apuraba conseguiría llegar antes que estas despertasen y poder prepararles un buen desayuno antes de recorrer las calles por un tiempo para ponerse al día en compensación por lo ocurrido el día anterior, por lo que mientras terminaba su café fue a recoger sus llaves para partir, después de todo su hijo estaría por despertar y no quería interrumpir su desayuno...
Su hijo...
El estaba durmiendo plácidamente y no parecía tener la menor intención de despertar en la brevedad, de hecho suponía que estaba por despertar...
A que hora solía despertar su hijo?
Él no lo sabía...
Pero eso no podía ser posible, él sabía esas cosas de su hijo, incluso podría recordar...
No podía recordar la última vez que le vio despertar...
No recordaba la última vez que le había dado los "buenos días"...
Sus cuerpo se detuvo en ese momento, como si le hubiesen paralizado, se encontraba completamente estático en aquella posición, incapaz de moverse mientras su mente trabajaba a todo dar para recordar algún momento con su hijo... pero era completamente incapaz.
Al pensar en su hijo evocaba diversos recuerdos y vivencias solo para darse cuenta que el participante no era su hijo, sino que era una de sus hijas, siempre sus hijas, las pocas veces que pudo ir a la escuela, los citas para pasear, los mimos, sabía perfectamente los desayunos que más amaban cada una de sus princesas e incluso en ese momento estaba pensando de forma inconsciente sobre ello, pero el pequeño... como mínimo debería saber cual era su desayuno preferido.
Mientras más lo pensaba más vacíos habían en su mente, no era capaz de evocar alguna receta al pensar en el peliblanco o siquiera un recuerdo de verle comer aun indagando en sus más enterrados recuerdos, pues ya no le importaba si eran recientes o si eran de hace años, necesitaba una prueba de que había algo allí... pero lo único que se venia a su cabeza eran imágenes con niñas, de sus nueve hijas.
Ya ni siquiera intentaba rebuscar un recuerdo de los gustos del muchacho, en ese momento todo le servía, era su padre y había convivido toda su vida a su lado... había estado allí... había... no... no había.
Intentaba rememorar como su rostro y podía recordar el de ese día e intento lo mismo con un día atrás, un mes, un año, varios años... pero no era capaz.
No quería aceptarlo, sabía que su corazón no soportaría aceptarlo pero su mente ya no daba más.
Pese a tenerle en frente toda su vida solo era capaz de recordar su rostro actual, intento rememorar esos bellos momentos que juraría tener con su pequeño campeón, pero no había nada.
Intento recordar cuando le cobijaba de alguna pesadilla.
Intento recordar cuando le enseño a andar en bicicleta.
Intento recordar cuando le acompaño a alguna junta o actividad en la primaria.
Intento recordar cuando le llevo a algún cumpleaños de alguno de sus amigos.
Cuando le llevo al parque, cuando le llevo al cine, cuando le cocino la cena, cuando le curo alguna herida, cuando le alentó en algún concurso, cuando le felicito por alguna buena calificación o encaró por alguna travesura... y no había nada...
Había vivido toda su vida al lado y no habían formado ningún recuerdo juntos.
Si se esforzaba podía recordar muy vagamente al pequeño esperándole en la puerta, viendo por apenas una fracción de segundo antes de dirigirse a su cuarto, o verle en la tienda mirar con ilusión algún dulce que al encontrarse sus miradas rápidamente el chico volteaba a otro lado, fingiendo que eso no había pasado, ni siquiera sabía en que momento dejo de verle frente a la puerta esperándole y devolviéndole un saludo similar al que él mismo le daba, y lo peor de todo, que él estuviese feliz de ello.
Y lo peor para su destrozado corazón era que también se había dado cuenta de la razón.
Incluso ahora estaba camino a esa casa, parado frente al primer semáforo del trayecto entre ambos hogares con la intención de sorprenderlas con sus desayunos preferidos mientras una parte de su ser estaba aliviada de haber dejado durmiendo solo al pequeño sin importarle si se sentía solo o si tenia para comer siquiera, recordando en ese momento las palabras de su hijo sobre el racionamiento de la cena, él se había ido y le había dejado solo... como siempre lo había hecho.
Eso fue suficiente para él, ni siquiera le importaba estar en la vía pública o que le observasen, aquel nudo a su garganta volvió pero no lucho contra este, sus manos terminaron tapando su boca en un intento de callar aquel profundo sollozo por el que su cuerpo completo estaba atravesando, sintiendo como perdía la fuerza en sus piernas y su respiración se dificultaba no solo por esa pesadez en su garganta, sino por la intensa presión en su pecho mientras cálidas lágrimas comenzaban a recorrer por sus mejillas.
Fueron algunos minutos los que paso en dicho estado, intentando detener aquel espiral de dolor que consumía su pecho y quemaba su rostro, minutos donde se sintió la peor basura posible, rememorando alguno de los momentos donde una inocente voz se le acercaba pidiendo el mínimo de cariño y atención solo para ser rechazado y postergado bajo torpe excusa que vivían juntos, como si eso bastase para hacer sentir amada a la persona, como si eso fuese lo que necesitaba un pequeño niño que apenas comenzaba a conocer el mundo y sus alrededores, fueron esos minutos que le costaron para volver a levantarse donde tuvo que pensar en lo que estaba haciendo, pero por sobre todo en algunas grandes interrogantes que quemaban todavía más la poca voluntad que le quedaba.
Qué habría pasado si su hijo no le hubiese hablado la noche anterior?
Pues fue una pequeña alteración de su rutina, esa minúscula casualidad la que le hizo pensar pero por sobre todo, cuanto más se hubiese demorado en darse cuenta? Cuanto más hubiese abandonado a su hijo a su suerte?
Pero por sobre todo lo anterior era incapaz de recordar la última vez que su hijo le había pedido que le enseñase algo, eso no era normal, era un niño, alguien inocente en un mundo nuevo, como era posible que supiese cosas como cocinar si dichos conocimientos no provenían del lecho de su hogar? si un padre no le enseñase esas cosas?.
Como se había criado su hijo... si el jamás participo en dicho proceso?
A ese punto no solo se sentía la peor basura del mundo, sino que se sentía enfermo.
En ese momento corrió, no le importaba los dolores que sentía en su cuerpo o su alma, simplemente emprendió rumbo a su hogar con toda la velocidad que su cuerpo era capaz de permitirse, maldiciendo internamente no haber controlado su cuerpo antes, haberse dado cuenta en el momento en que algo no andaba bien... ni siquiera eso... no haberse dado cuenta cuando comenzó a arruinarlo todo.
Cuando comenzó a engañarse a si mismo con su hijo.
Al llegar a su hogar abrió apresurado la puerta, no le importaba lo exaltado o sudado que se encontraba, eso no importaba, solo deseaba una cosa y era ver a su hijo, por lo que como si fuese su rutina post trabajo avanzo sin darle mayor importancia al estado de su hogar y se encamino a aquella habitación, una donde había jurado hasta el día anterior que convivía una familia pero se había dado cuenta que solo convivían dos personas de diferente edad.
Al poner su mano en el pomo de esta un extraño escalofrío recorrió su espalda, como si su instinto le advirtiese que no lo hiciese, que solo se haría más daño quedando quieto en aquella posición, cuestionándose lo que estaba haciendo y para mayor odio hacía si mismo... olvidar todo ello y seguir con su plan original... algo que le fue tan natural pensar que solo pudo sentir asco por si mismo pero al menos había logrado darle un poco más de motivación, siendo capaz de darle algo de fuerza a su mano hasta abrir la puerta.
Como si entrase a un lugar prohibido asomo lentamente su cabeza antes de ser capaz de introducir su cuerpo, observando el estado de aquel lugar, viendo como su cama seguía tan desordenada como la había dejado y la cortina que bloqueaba los débiles rayos de sol matutinos, observando cada uno de los pequeños detalles que podía encontrar en esa habitación hasta que pudo posar sus ojos en lo que estaba buscando.
Solo para llevarse la desagradable sorpresa de que ahí se encontraba solo una cama vacía.
Sintiéndose todavía más enfermo se encamino lentamente a la vacía cama de su hijo, como si esta fuese un espejismo o una mala broma comenzó a tocarla con las manos, esperando encontrarse con un pequeño bulto somnoliento el cual únicamente era incapaz de ver, pero no había nada.
Su corazón comenzó a latir deprisa, en su desesperación tiro de las sabanas, levanto el colchón, reviso los roperos, reviso el baño, la cocina, la terraza, el refrigerador, la lavadora, el pequeño sofá... pero no había rastro de él.
Su hijo no estaba en ese lugar.
Y no tenía el menor rastro de él.
Por lo que destrozado se encamino hasta el sofá y se dejo caer en él, deshecho, era un pequeño de 9 años y no tenía la menor idea de donde podría estar, inclusive si lo pensaba mejor, qué clase de padre deja solo a un niño de esa edad? Al menos si tenía una respuesta a esa pregunta: ninguno, porque el no tenía derecho a llamarse padre de esa criatura.
Ante esa reflexión pudo notar una pequeña manta que cubría una estructura junto al pequeño televisor frente al sofá, no era algo demasiado grande e incluso podía suponer que le llegaba al cuello como máximo, quizás... solo quizás... el pequeño se encontrase escondido en ese punto que había pasado desapercibido a sus ojos, no recordaba ese objeto y en ese momento le daba igual, si había una posibilidad por pequeña que fuese de que sea su hijo debía revisar, por lo que se encamino hasta esta y con su mano derecha termino por desproteger el objeto que allí se encontraba.
Algo que realmente deseo jamás haber hecho.
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