Abuelo
¿Qué? ¿El ancianito quiere llorar? ¿No quieres que llamemos al asilo para que te vengan a buscar? Después de todo tú no tienes papá que venga por ti...
No me hables por favor, no quiero que me contagies tus canas, tus papás deberían mandarte al hospital antes que a la escuela...
Mamá me dijo que la maestra volvió a quejarse que tu papá no vino, ¿En serio tienes un papá...?
No le hables, seguro que se pone a tartamudear, posiblemente ni su papá le habla...
Maestra, no quiero trabajar con él, me da miedo y a papá no le gustaría tener en casa a alguien así...
Vamos Lincoln, se que puedes decirlo, pa... pá..., vamos hijo, sé que puedes...
- ¿Papá? ¿Por qué me preguntas eso Lincoln?
- Yo... creo que no entiendo el significado de esa palabra Sr. Dawkins.
- ¿Cómo? ¿No te la explicaron en casa?
- No es eso, es solo que llevo diciendo y escuchando esa palabra durante mucho tiempo, pero ya no sé cómo tomármela.
- Bueno, padre es una persona que te quiere, te cuida y te cría, una persona con la que te sientes seguro y puedes depositar tu confianza.
- ¿A quien debo decirle así entonces?
- ¿Qué? ¿De qué hablas Lincoln?
- Papá no es papá en ese caso, no se si me quiere o si me cuida, no me siento seguro y ya no confió en él, en cambio usted si me quiere y si me cuida, yo si confió en usted... ¿Puedo llamarle papá?
- ¿Q..Q..Qué? L..L..Linc..coln, y..yo n..no...
- Papá no es papá, ya no creo que sea mi papá... yo quiero, pero no creo que él quiera... pero usted si lo hace, por eso, usted... ¿Sería mi papá?
- Sigh, Lincoln, yo no puedo ser tú papá.
- P..Pero...
- Lincoln, escúchame, ese titulo es mucho más complejo de lo que parece y no creo que me corresponda adjudicármelo, puede que no lo veas directamente, pero estoy seguro de que tú papá te quiere, solo que está muy ocupado para poder demostrártelo como se debe, créeme, lo he visto muchas veces.
- P..Pero... entre más lo veo más me duele el pecho, quiero que me hable o me cargue pero el no lo hace snif, el solo me hace daño igual que los otros niños.
- Lincoln, no digas eso, yo se que en el fondo y aunque no sea algo que puedas ver a simple vista, el te quiere y quisiera estar contigo, y créeme, el no dejaría que nadie te hiciera daño.
- Usted me dice eso, pero ya me hace daño ahora, ¿Cómo se que en el futuro no será peor?
- Eres muy joven para preocuparte por eso, no lo pienses tanto e intenta ser feliz, yo se que el tiempo se encargara de darme la razón.
- Yo... no lo sé...
- Vamos, ¿Por qué te mentiría?
- Si hijo, ¿Por qué él te mentiría? ¿Acaso te puede dañar alguien a quien asesinaste? Oh, espera... creo que ni siquiera el pudo mantener una promesa jajaja. Como si lo valieses... como si realmente le importaras jajaja...
En ese momento el muchacho abrió los ojos sumamente agitado, luchaba en base a dar grandes bocanadas de aire en un intento de calmarse, momento en el que pudo sentir diversas sensaciones punzantes a lo largo de su cuerpo, sobre todo en el costado de su pecho.
Su mente estaba enfocada en aquellos recuerdos que asediaron su mente durante el tiempo en que estuvo inconsciente, el contenido era diferente al que había tenido en los últimos días más el final no le sorprendía, por más que le siguiese dando miedo al mismo tiempo que una pesada sensación en su estomago se creaba al punto que llevo una de sus manos a su boca al sentir como la bilis en su interior luchaba por salir mientras el cerraba los ojos y apretaba la boca.
Estaba desenfocado, su mente albergaba principalmente aquellos recuerdos, pero el dolor en su cuerpo le traía ligeramente a la realidad recordando a aquella mujer la cual nada más verle comenzó a golpearle, ambos pensamientos se arremolinaban en su mente mientras luchaba por resistir aquel corrosivo liquido que sentía se acumulaba en su garganta hasta que no pudo más vomitando frente a él, cubriendo la zona de la cama donde se encontraban sus piernas con aquella acida sustancia.
Aun con aquel sabor en su boca o la humedad en sus piernas debido al vomito solo se mantuvo inhalando y exhalando aire con tanta intensidad como podía, pues ya no sabía que más hacer o siquiera que pensar, algo por lo que tuvo que pasar un par de minutos hasta que alguien notase que el muchacho ya se encontraba consciente.
De reojo el niño miro a su lado, pese a sus esfuerzos por desconectar su mente seguía pensando en su maestro, esas últimas palabras que su sombra había formulado habían resonado pese a su intento por evitarlo por lo que al notar como una figura se le acercaba giro su cabeza en un intento de conciliar contacto con dicho hombre, más la figura que se alzaba frente a él no era aquel delgado hombre con el que había convivido los últimos días, sino que era un robusto y avejentado hombre, uno cuya mirada helo tanto como preocupo al niño después de recordar aquella psicopática risa con la que lo habían alejado de él.
- Hola Lincoln.
En un acto reflejo el chico intento alejarse de él, algo que le hizo dar un movimiento en falso provocando que casi se cayese por el borde de la camilla en la que se encontraba, sensación que no duro mucho antes de que el anciano tomase uno de sus brazos y evitase que se golpeara con el suelo.
- ¿Eres idiota o qué?
- ¿Q..Q..Qué hace a..aquí?
- Oh diablos, no el tartamudeo otra vez, hay mucho que corregir en ti niño.
- ¿D..Donde e..esto...?
- En un hospital niño, ¿Dónde más? Quedar inconsciente nunca es buena señal, ni idea por qué esos tontos de Hollywood hacen creer que no es nada grave y si preguntas el por qué estás aquí es simple, eres un cobarde y un debilucho, tanto que cualquier estúpida puede llegar y darte una paliza.
- Pero, yo... el Sr. Dawkins...
- ¿El amanerado ese? Ni siquiera está aquí.
Aquellas palabras golpearon profundamente al muchacho, el hombre le había prometido más de una vez que estaría para él y le apoyaría, pero ahora, recordando esa expresión de miedo sincero, el hecho de que no estuviera ahí...
- No soy bueno ni con las despedidas ni las presentaciones, por lo que te lo diré de frente como lo hacen los hombres, mi nombre es Albert, soy tu abuelo y tu te vienes a vivir conmigo.
El chico escucho cada una de las palabras del anciano, pero no reacciono a ello, su mente seguía perdida en sus propios pensamientos intentando comprender siquiera algo de lo que estaba pasando, los ataques que había recibido, las emociones que desbordaban su interior, el temor en los ojos de su tutor... siquiera notaba como su respiración aumentaba de intensidad mientras llevaba sus manos a su cabeza.
- Por favor, ¿Un ataque de pánico? – Noto que el niño siquiera reaccionaba a sus comentarios por lo que suspiro cansado – Bien, iré por algún profesional, agradece que estamos en un lugar público.
No paso mucho antes de que el anciano volviese con una enfermera, la cual atendió rápidamente al pequeño al notarlo con aquella dificultad para respirar y limpiar el desastre que había en ese lugar, el anciano pese a que le pidieron se retirase no lo hizo, amenazando a toda persona que le pidiese moverse, pero debido a que este solo se cruzo de brazos y observo en silencio prefirieron dejarle allí.
Cuando el niño volvió a la calma quedo apoyando su espalda en el respaldo de la camilla mirando en silencio sus manos, ya ni siquiera sentía deseos de llorar.
- ¿Me vas a escuchar ahora o te volverás a hiperventilar?
- ...
- Ni siquiera reaccionaste al hecho de decir que soy tu abuelo, un niño normal me lo hubiera cuestionado, o se hubiera puesto a llorar por estar con un anciano desconocido, al menos podrías decir algo, mínimo asustarte.
- Yo maté a papá, me merezco que el Sr. Dawkins me odie.
Aquella frase desconcertó profundamente a Albert al punto de que creyó escuchar mal, su dura expresión había sido completamente rota por aquellas pocas palabras dichas con lenta y dolorosamente por el niño.
Esas palabras se repetían una vez tras otra en su cabeza, como si fuera un bucle el cual no podía controlar, pero tras unos pocos minutos un leve chillido comenzó a salir por la boca del robusto anciano, uno que rápidamente se transformó en una suave carcajada, una que creció hasta convertirse en una potente risa que asusto ligeramente al niño, quien más por miedo levanto la mirada en búsqueda de poder reaccionar a cualquier acción del anciano.
- ¿Así que acabaste con la vida de ese desgraciado? Eres realmente increíble nieto mío ¡Jajajajaja!
- ¿Eh?
- ¿Eh? ¡¿Eh?! Jajaja, ese sujeto era un idiota, alguien que no merecía siquiera tener la custodia de nadie, el hecho de que se separara de Rita y aun así se arrastrara por ella es la prueba máxima.
- ¿Ri... ta?
- ¿Cómo? ¿Ni siquiera te conto? Jajaja, patético hasta el final jajaja, ella no importa Lincoln, ella no es más que una zorra, lo que importa es que estás aquí conmigo y desde ahora te criare como corresponde a alguien de la familia Smith.
- No entiendo, ¿De que habla?
- Hijo, entiéndelo, soy tu abuelo y de lo poco que he visto hay más de mi en ti de lo que tu mismo crees, ese apellido Loud es un estorbo y no significa nada, ¿O acaso ese estúpido de Lynn hizo algo que valiera la pena? Seguramente que no.
- Pap... Lynn me dijo que yo no tenía más familia.
- Pues déjame decirte, te mintió, era lo único bueno que sabía hacer además de dar lastima, cayo en el juego de Rita todo por tener hijas con ella – Las dudas se acumulaban en la mente de Lincoln, era mucha información de golpe y no sabía siquiera como debía sentirse, algo que Albert pudo notar - ¿Ni siquiera te menciono a tus hermanas? Jajaja, que intento de hombre más despreciable.
Rita, hermanas, su padre... todas palabras que eran escupidas por el anciano que parecía haber escuchado el mayor de los chistes que alguna vez en su vida había oído pero que sonaban tan claras y convincentes como si el anciano estuviese totalmente convencido de lo que hablaba, y cosa que el muchacho creía.
La chica castaña que le ataco y luego le abrazo cuando intento volver al que había sido su hogar, la rubia que le ataco con claras intenciones de matarle, ambas hablaban de él con cierta convicción, como si le conociesen de alguna forma pese a jamás haber hablado y todas conectadas por alguna intención hostil en su contra... algo que coincidía con el poco tiempo que había transcurrido desde el fallecimiento de Lynn.
No conocía al anciano, pero sus palabras le estaban convenciendo lenta y venenosamente.
- Si usted... es mi abuelo... ¿Por qué nunca estuvo a mi lado?
- Simple, tu padre, el mayor cobarde que por lo visto tuvimos la desgracia de conocer, puso una orden de restricción contra mí, pelee durante un par de años en la corte por ello, pero logro salirse con la suya, y no es como que la cárcel me agrade mucho niño.
- Entonces... la cárcel fue más importante que yo.
La cínica sonrisa del anciano se rompió por un momento.
Aquella frase le golpeo como jamás lo espero.
El recordaba ese tiempo, uno de los periodos más duros de su vida, luchando como podía para que no le alejasen de su nieto incluyendo burdos intentos por acercarse al muchacho cuando Lynn no estuviese cerca, pero no era capaz de encontrar al niño, la corte jamás le favoreció, ni siquiera recuerda el punto donde comenzó a hundirse en el alcohol y los cigarros, cuando comenzó a drogarse, salir hasta perderse sin importarle si sobreviviese.
Cuando dejo de intentar acercarse a ese pequeño peliblanco que ahora le miraba con unos ojos vacíos.
- (Molesto) ¿Tú qué sabes por lo que pase mocoso?
El chico ni siquiera se molesto en responder, solo procedió a acomodarse como pudo pese al dolor de su cuerpo causado por la golpiza que aquella rubia le había propinado, algo que molesto profundamente al anciano.
Le molestaba la actitud con la que lo había reencontrado, la felicidad que le produjo saber que Lynn había muerto fue consumida por esas pocas palabras y ya tenía suficiente de discutir durante un día con todo el conflicto que tuvo con quien sería familiar de su nieto, el cual, al menos había salido bien para él considerando la sumisa actitud que tuvo cuando discutieron por la tutela del muchacho, algo que si bien le agradaba no le había dejado una buena sensación, pero al menos había ganado esa batalla.
Se había prometido que dejaría descansar al niño ese día debido a la golpiza por lo que no insistió más, retirándose del lugar con la intención de preguntar cuándo podría llevárselo y acabar con esa farsa de una vez, prometiéndose que a su debido tiempo lo enderezaría.
Quería quitarse el mal sabor de boca que esas pocas palabras le habían dejado por lo que una vez hablo sobre el alta del muchacho se encamino en dirección al exterior para poder fumar tranquilamente sabiendo todos esos absurdos protocolos que tenían en esos lugares, pero tras pasar frente a otra de las habitaciones pudo notar algunas presencias que reconoció e iba a ignorar, pero lo poco que llego a sus oídos le hizo detenerse a escuchar.
- ...Albert no puede quedar en libertad, creo que tu rostro lo sabe bien.
- Ese estúpido anciano se merece algo peor que la cárcel por lo que le hizo a mi hermana, yo estoy de acuerdo, ¿Y tú Lori?
- Yo... no lo sé...
- Lori, ¿Cómo puedes dudar?
- Creo entender a tú hermana, técnicamente fue víctima de agresión por parte de ese sujeto, es normal que tenga algo de paranoia por un posible segundo ataque, sigh, te ofrecería más apoyo en esto, pero sigo molesto por el ataque contra mi sobrino.
Aquello incomodo a Luna, Lori, por su parte, solo evito la mirada del castaño que le juzgaba con la mirada.
- Me es indiferente lo que quieran creer tanto como si me quieren llamar o no tío, para mí, el único sobrino que tengo es Lincoln, algo que se lo debo a mi hermano pese a todo, así que si me ayudan con ese anciano ambos nos lo sacamos de encima, ustedes cobran venganza y yo saco a Lincoln de sus vidas para siempre, después de todo ya me demostraron que a ustedes no les interesa tenerlo cerca suyo.
Eso termino de atar los cabos en Albert, le hizo entender porque se mostro tan cooperativo con que tomase la custodia del pequeño cuando discutieron un tiempo antes de que cada uno tomara rumbo y esperase al despertar del muchacho.
No estaba sorprendido, en cualquier caso, era una táctica normal viniendo del hermano de Lynn, de hecho, era algo que esperaba de cualquier miembro de esa familia o de Rita, puñaladas traseras mientras en el menor momento en que te confías o intentas confiar en ellos, definitivamente tenía que limpiar aquella esencia del pequeño antes de que se volviese otra víbora más.
Le era increíble como el contacto con esas personas le podía incluso quitar el deseo de encender un cigarro, por lo que retorno con el chico peliblanco, no permitiría que se quedase a merced del contacto con ellos ni un solo segundo de ser posible.
Unos minutos después
Luna ya se había asegurado de que su hermana se encontraba bien, tendría que estar en observación por esa noche y le daría el alta al día siguiente debido a la naturaleza de los golpes, sobre todo esa lesión en su cabeza la cual, para su suerte y desgracia, dejaría una cicatriz que al menos el pelo taparía sin mayor inconveniente.
Su problema ahora eran las constantes palabras de aquel que biológicamente debería ser su tío, no era ningún secreto para ella que el las odiaba, más bien lo correcto era decir que las despreciaba, la única razón que podía sentir era el contacto con el pequeño el cual, si bien no justificaba completamente a su hermana, tampoco lo hacía con el pequeño que respondió de una forma tan brutal como esta, pero aun así la visión del adulto era totalmente parcial en apoyo de este, como si sus existencias fueran algo secundario o un error, como si lo único que valiese era el muchacho pese a que ellas también habían perdido un padre.
Aun así, algo que le llamo la atención, era el hecho que recalcaron el hecho que el niño ya no tenia a nadie, ella, para su desgracia, seguía contando con Rita, pero no se había mencionado jamás la madre del muchacho, lo único que sabía es que ahora vivía con su antiguo profesor de artes de primaria.
Pero lo que más le pesaba en ese momento es que era verdad que el muchacho era solo un niño, uno al que ella había forzado a recordar un momento tan grave como la muerte de un padre, claro que a ella le dolía, pero solo fue el peso de la noticia, hasta donde le habían explicado, el fue quien lo presencio.
Lo poco que converso con Dawkins le hizo entender que el muchacho no la había pasado bien.
Y eso le hacía sentir mal.
Serían no más de dos semanas la última vez que hablo con Lori sobre abordar al niño en la escuela y conversar con él, la curiosidad por el hecho de ser una familia con tanta presencia femenina el tener aunque sea un medio hermano masculino, poco más que un aire fresco en el hogar, quizás hasta desarrollar un cariño genuino y convivir, compartir de mejor forma a su padre o en el mejor de los casos luchar por unificar a las familias una vez más, eran sueños grandes que ya no se cumplirían, pero el chico seguía estando allí, y al menos, ella quería disculparse por como lo había tratado antes.
Por eso estaba a pocos metros de donde descansaba el niño, agradecía que el pueblo contaba con un bajo índice de delincuencia y accidentes, lo que hacía que el hospital no estuviese lleno tanto como la gentileza de quienes trabajaban en aquel lugar, por lo que después de hacer un par de preguntas se encontraba en la zona de pediatría, a nada de ver a su "hermano".
Había practicado su pequeño discurso muchas veces, recordar la sola existencia de su padre le hacia sentir que sus ojos se cristalizaban nuevamente, pero sentía que, muy a su pesar, su padre no era tan cercana a ella como hubiese preferido y la preocupación por lo que le había ocurrido a Lori se había llevado gran parte de su reserva, así que una vez contuvo todo el aire que pudo y lo expulso en un enorme suspiro, introdujo su cuerpo en aquella habitación.
La habitación se encontraba a oscuras, el silencio en la misma y el oscuro manto nocturno que podía presenciar por la ventana no le terminaban de agradar, pero aun así forzó su cuerpo a dar nuevos pasos en dirección a la camilla, una que para su desgracia se encontraba vacía.
Desconcertada salió de la habitación dirigiéndose al primer trabajador que encontrase.
- Disculpe, ¿Esta es la habitación de un niño pecoso con cabello blanco?
- ¿Cabello blanco? Ah, algo me comentaron sobre la llegada de un niño así durante el día, tengo entendido que los estudios salieron bien y le dieron el alta.
- P..Pero, ¿No sabe algo más?
- Disculpe, pero yo no estaba durante el día, no sabría decirle algo más, ¿Tiene otra consulta?
- Eh... no, gracias igualmente.
Y con ello Luna contemplo el interior de la habitación en silencio.
Preguntándose sobre ese muchacho, sobre su padre, y todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor.
En ese mismo momento, casa de Albert
- Señor, realmente yo no...
- Creo que ya lo conversamos, deja las últimas cosas de mi nieto en la sala y lárgate.
Ethan miraba con sentimientos encontrados al anciano, pero sobre todo se sentía inútil, aquella mirada desgarrada que había visto nuevamente en el niño había destruido toda su fortaleza mental.
- Puede que no me crea, pero yo solo intente velar por el bienestar de Lincoln.
- E hiciste un muy buen trabajo niño, bien hecho.
- Conozco desde hace mucho más tiempo a Lincoln, sus gustos son...
- Escúchame niño, los gustos del muchacho son algo que ni tu ni yo podemos decir, si algo le gusta ya me hare cargo de eso, solo necesito que me dejes sus cosas aquí.
- E..Entiendo – Ethan con eso dejo la caja que tenia en manos en el descuidado sofá que tenia cerca e hizo el ademan de irse, pero ante de llegar a la puerta se detuvo, y cerrando los puños con impotencia sin siquiera mirar al anciano, hablo - ¿Puedo al menos despedirme?
- Esta durmiendo, su cuerpo necesita recuperarse, así que largo.
- Descuide, yo.. ya me voy, solo... en la mañana encontró el erizo, no sabe cómo cuidarlos así que...
- Es solo un animal, puedo hacerme cargo ¿Alguna otra cosa más que deba saber señorito?
- Eh... ah... aun tiene algunas cosas donde vivía, cosas como...
- Tráeselas otro día.
- O..Ok, me retiro.
Con ello el castaño se fue cerrando con delicadeza la puerta, dejando al anciano en su sala viendo las pocas cajas que contenían la vida de un niño de 10 años.
Se inclino y comenzó a revisar cada una de ellas, viendo como era mayoritariamente ropa y unos pocos objetos que no entendía bien que eran, asumía que cosas de los jóvenes de ese tiempo, pero se detuvo en el momento en que encontró cierto cuaderno.
Había encontrado otros, la mayoría textos para la escuela o apuntes del niño, pero ese cuaderno era diferente, la portada no tenía ningún detalle o titulo que lo separase de lo demás, pero al ojearlo pudo encontrar una enorme variedad de cosas.
Bocetos, dibujos, recetas...
No eran cosas que un hombre hiciera.
El solo hecho de verlo le daba nauseas, hasta que llego a cierta hoja.
Era un simple boceto que siquiera estaba coloreado, para la edad que tenia el muchacho era un nivel impresionante, pero a la vista del anciano solo le genero confusión.
Era un boceto de dos personas abrazadas, no era más que una simple muestra de cariño entre las dos figuras más el anciano pudo reconocer perfectamente a ambas personas, una era su nieto recién encontrado, la otra, el que alguna vez fue su querido yerno.
Sintió el deseo de romper aquella muestra tanto como la confusión por lo que esta mostraba.
Esa misma tarde el muchacho le había dicho que había sido quien termino con la vida del adulto, algo que si bien le interrogaría en un futuro al respecto por como lucia el muchacho era un dibujo reciente, por lo que observo el dibujo, lo hizo hasta que una nueva sensación se apodero de él... la ira.
Observo aquella muestra mientras su sangre comenzaba a hervir, en el arrebato comenzó a pasar con mayor rapidez el contenido de ese cuaderno el cual entre más hojas pasaban más se acumulaba aquella molestia en su ser hasta que las hojas solo mostraban el blanco material del que estaban hechas tanto como el pensamiento de lo que significaba tal pasatiempo.
Tal amanerado pasatiempo, tales gusto... tales recuerdos.
Pero antes de comenzar a insultar fijo su mirada una última vez en aquella portada monocromática antes de llevar su mano al bolsillo de su camisa donde acostumbraba a dejar su encendedor.
Sabía que lo que estaba por hacer, era por el bien de todos.
A la mañana siguiente
Nuevamente el muchacho observaba un techo que no conocía, parecía que se le estaba haciendo costumbre en ese tiempo que la vista que tenia al despertar cambiase pues ni siquiera alcanzo a acostumbrarse al último lugar antes de despertar en un hospital y ahora en ese lugar.
Su habitación era ligeramente más pequeña que la anterior y de las primeras cosas que pudo notar fue como un montón de cajas se apilaban en una esquina tanto como el hecho que un intenso hedor etílico se impregnaba en el ambiente. Si no fuera por el denso ambiente que este creo ni siquiera hubiera intentado levantarse de la cama, pero la molestia que le estaba generando fue peor por lo que se acerco a la ventana e intento abrirla, pero el oxidado seguro no cedía pese a sus intentos. Una vez se rindió quiso irse de la habitación cuando el recuerdo del anciano volvió a él.
¿Le estaría esperando?
¿Ahora que se encontraban solos se desquitaría?
Algunos pensamientos se alojaron en su mente, tanto como un importante hecho.
Ni siquiera su maestro pudo soportarlo al punto que le abandono a la primera oportunidad.
Eso le dolió, incluso más que las múltiples punzadas que sentía en su cuerpo, incluso más que los esbozos de recuerdos del porque se encontraba allí y no en su casa.
Eso fue suficiente y la sensación pudo con él, lo que provoco que comenzara a sollozar débilmente.
Algo que, para su desgracia, fue captado por cierto anciano que se encontraba a poca distancia.
Este ni siquiera se molesto en tocar o preguntar.
Una sola patada fue necesaria para que la puerta cediera y ambas miradas se encontrasen, una llena de lágrimas expresando el más profundo terror mientras la otra seria y cargada de asco.
- ¿Eso es lo único que sabes hacer? Perfecto, ya sé por dónde empezar.
Y con una retorcida sonrisa formándose en su rostro el anciano se acercó al pequeño.
Uno quien solo podía temer.
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