Capítulo 03


Izuku le miró por unos segundos para entonces, observar una tienda deshabitada a unos cuantos pasos.

—Es aquí, toma las llaves. —habló el pequeño, extendiendole las llaves.

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Limpieza


Izuku las recibió de inmediato y abrió la puerta.

El rechinido de la madera, el polvo invadir cada rincón del lugar, libros caídos, libros empolvados, muebles sucios, ventanas oscuras e incluso, cortinas desgarradas.

Pero, aún si su entorno era prácticamente lamentable, había algo al final del lugar que generó en Izuku el humedecer de sus propias esmeraldas.

En el final del lugar, un lienzo de tela blanca yacía colgado en la pared.

" ¡Bienvenido a tu nuevo trabajo, hermanito mayor! "

Y con ello, dos pequeños dibujos en los que asumía, era él y Hyakku. Dos muñequitos que yacían tomados de la mano y muy sonrientes.

Izuku desvío su mirada hasta el pequeño quien estaba a su lado sonriente, con su mano en la cadera y pasando el costado de su dedo índice bajo su nariz.

No lo dudo un solo segundo y le abrazó.

Le abrazó de una manera especial, enternecido, además de muy fuerte. — ¡¡Hyakku, muchas gracias!! ¡¡Este ha sido el mejor regalo que he tenido en años!! —soltó, aún abrazándole con cariño.

— ¡No es nada, no es na—

El mismo se vio interrumpido por los brazos del pecoso que lo levantaron sin delicadeza alguna, apretujandolo aún más fuerte sobre sus brazos.

El castaño pareció abrir sus ojos con desespero por un segundo. — ¡Ya suéltame, no puedo respirar! —exclamó el pequeño, golpeándole en la espalda.

Izuku abrió sus ojos, que había mantenido fuertemente cerrados por la emoción. — ¡Ah, lo siento, lo siento, me he emocionado más de la cuenta! —exclamó el pecoso sonriente, mientras lo dejaba con cuidado en el suelo y se disponía a observar a su alrededor con sus manos sobre las caderas. —Bueno, hay mucho que hacer y poco tiempo. Si de algo estoy muy seguro, es que acabaré la limpieza de este lugar hoy mismo. —habló decidido, arremangándose la camisa. —Primero ordenaré y limpiaré ese sofá empolvado para que tú puedas descansar. —añadió dirigiéndose hasta el sofá rojo de inmediato, que más que rojo ya estaba gris.

Hyakku clavó sus zafiros sobre Izuku, y lanzó una carcajada. — ¿Descansar? Eso es muy aburrido, creo que te ayudare y exploraré un poco el lugar. —dijo para entonces ir en busca de un paño y comenzar a sacudir los muebles.

— ¡Bien! —exclamó Izuku sonriente, yendo en busca de una escoba.

Y así, fue como rápidamente los estornudos emergieron en el lugar por el exceso de polvo.

La noche anterior, Torino le explicó a Izuku junto a Hyakku que tenía una tienda de libros bastante abandonada por razones desconocidas. Torino quería reabrirla e intentar captar clientes, pero, debido a su avanzada edad le era difícil encargarse de la limpieza, y ya no poseía la paciencia para lidiar con clientes.

—Te daré una semana de prueba y si veo resultados favorables, entonces te quedarás a cargo. ¿Qué dices? ¿Ayudarías a este pobre viejo con su último deseo antes de morir?

Fue entonces cuando Izuku no pudo evitar aceptar.

—Sí, está bien.

Y ahora mismo, estaba trabajando duramente en ello. Las ventanas abiertas hasta el máximo junto a la puerta, y el polvo salía del lugar de manera constante debido a las continuas sacudidas.

El uso de la aspiradora, desinfectantes. Cambiar la posición de muebles de manera continua y limpiar cada uno de los libros apilados, ahora reposando en enormes columnas sobre el suelo.

Habían pasado cuatro horas de arduo trabajo en donde el polvo ya era inexistente y el interior del lugar solo olía a frescura y limpieza.

— ¡Usemos este aromatizante! ¡Usemoslo, usemoslo! ¡Dice que huele a eucalipto y a mi me encanta el aroma a eucalipto, hermanito! —exclamó Hyakku emocionado ensimismandole el spray sobre el rostro Izuku.

Izuku agradeció internamente el haber ido de compras a media limpieza, era lógico que ante semejante desastre harían falta utensilios. Incluso ese spray había sido el que Hyakku más le había pedido llevar.

Izuku alzó su mirada levemente. — ¿Hmmm? Está bien, puedes usarlo. —autorizó sonriente, mientras se mantenía sobre el piso intentando quitar una mancha del suelo.

— ¡Sí! ¡Olerá fantástico! —exclamó Hyakku emocionado rociando todo el lugar y perdiéndose por ahí.

Y fue exactamente en ese momento, en que Izuku se mantenía centrado sobre la mancha para cuando el sonido de un cascabel emergió en la tienda.

Un sonido de cascabel que había descubierto ayer.

Con rapidez, Izuku alzó su mirada jade y observó a sus alrededores, notando la presencia de un chico bicolor inspeccionando los libros, neutral.

Parpadeó ante ello y de manera automática recordó las palabras dichas por Torino el día anterior.

Cuando estén listos, me llaman. Ah, no se asombren si algún extraño cliente se aparece por ahí incluso si tienen la tienda cerrada.

Con su corazón azotando asustado en contra su pecho ante aquella inesperada visita, se levantó, para entonces acercarse a él con cuidado. —Uhmm… ¿Necesitas algo? ¿Buscas algo en especial? —inquirió mientras limpiaba sus manos con la ayuda de un paño.

Fue entonces que unos ojos heterocromaticos se cruzaron en su visión, e Izuku Midoriya por unos segundos se quedó sin habla.


Aquellos ojos habían captado por completo su atención y por consecuencia, lo siguiente que planeaba decir había quedado simplemente en el olvido.

El muchacho clavó su mirada en él por un segundo y la desvío, restándole importancia e ignorándolo completamente. Luego de ello, se agachó con tranquilidad, analizando la columna de libros recién sacudidos y acomodados por el pecoso sobre el suelo.

Bueno, eso es un no… —pensó Izuku de inmediato, sonriendo de manera nerviosa, una vez salido de su trance.

Ante aquella reacción, simplemente optó por aclarar su garganta. —Bueno, en caso de que necesites algo, no dudes en preguntarme por favor. —pidió con tranquilidad.

Y por cierto, ¿qué se supone que hacía él con la tienda estando cerrada? Izuku Midoriya realmente quería preguntárselo, pero sentía que en cierta medida sería descortés, más si ya le habían advertido la noche anterior de que pudiese suceder algo así.

Izuku no podía evitar observarle de reojo mientras regresaba hasta aquella persistente mancha que no quería salir.

El joven se mantenía analizando los libros con tranquilidad, ignorando el desorden a sus alrededores y los muebles a medio acomodar.

Y así se mantuvo por un largo tiempo.

Fue entonces que Izuku volvió a insistir, llegando a uno de sus lados nuevamente. Deslizó su mano tras su nuca con nerviosismo e incomodidad. No le parecía correcto recibir a un cliente en aquellas condiciones, mínimamente debía recibirle con la tienda absolutamente ordenada y limpia. —Uh… Honestamente lamento el desorden, ¿qué tal si me permites ordenar para entonces atenderte de la manera correcta?

El joven de ojos heterocromaticos que se mantenía centrado en los libros, le miró por un segundo ante aquella interrupción totalmente innecesaria para su gusto. Un segundo después, desvió su mirada hacia los libros. —Está bien así. —respondió con neutralidad, para que, luego de asentir de manera casi imperceptible, comenzará a desarmar las columnas de libros hechas por Izuku en menos de un segundo.

Izuku alzó su mano con tristeza en cuanto vio la pila de libros desarmarse frente a él, justo frente a sus ojos. —Ahh… Esta bien, estaré uh… intentando quitar la mancha del piso. —murmuró rendido, regresando a su trabajo cabizbajo.

No entendía, realmente no lo entendía.

Se repetía en su interior mientras continuaba pasando el cepillo en contra la mancha.

Debió preguntarle al anciano Torino qué debería hacer si aquel extraño cliente aparecía, pero contrario a ello simplemente se quedó con la boca abierta diciendo que sí a todo, sin comprender una cuarta parte de lo que estaba aceptando.

Solo por el hecho de que dijera que era el último deseo que deseaba cumplir en vida había aceptado sin dudarlo, pero en el fondo sabía que simplemente se había metido en un lío.

Pasaría todo el día trabajando, y la noche para apenas descansar, siempre y cuando no tuviera trabajo extra con las almas que necesitaban ayuda.

Fue entonces que, mientras al fin había logrado sacar la mancha del piso y se disponía a acomodar los libreros, la mirada heterocromatica apareció frente a él nuevamente.

Izuku le miró por un segundo y detuvo el movimiento de los muebles para sacudir sus manos y quedar frente a él. — ¡Ah! ¿Necesitas algo? —inquirió.

El joven en respuesta le extendió un libro en silencio.

Izuku no dudó en dirigir su mirada hasta el libro extendido por el bicolor.

"Soba y gatos, la combinación perfecta"

Izuku parpadeó por unos segundos para entonces tomar el libro. —Ohh… Ya veo… —murmuró en respuesta para entonces trasladar su mano tras su nuca y sonreír nervioso.

¿Entonces… Ahora qué?

Ni siquiera sabía los precios o el sistema de aquella librería, solo sabía que debía dejarla reluciente.

Lentamente estaba entrando en una crisis de ansiedad, por lo que acabó negándose con su rostro de manera brusca.

El joven ante ello le miró extraño. E Izuku no demoró en mantener su sonrisa incómoda.

—Permíteme un segundo, por favor. —pidió el pecoso, para sacar su teléfono y marcar de manera veloz.

Y mientras esperaba a que atendieran por la otra línea, noto como el joven se mantenía en su lugar, con su rostro imperturbable e incluso sin parpadear, mirándole sin descanso. Izuku de manera extrañada comenzó a sentirse un tanto nervioso ante ello, por lo que acabó medio girándose y centrar su visión en el librero frente a él, con la intención de romper el contacto visual.

—Uh… ¿Señor Torino? Discúlpeme, pero un cliente ha llegado tal y como ha dicho usted y desea llevar un libro. ¿Qué debería hacer? —inquirió el pecoso.

¿Quién demonios eres tú, chiquillo? ¡Yo no le he dado mi número a nadie!

— ¡Ah, pero si fue us—

Izuku parpadeó incrédulo. —Me colgó… —susurró.

— ¿Entonces? —inquirió el joven, en su lugar.

— ¡Un segundo, un segundo, intentaré de nuevo! —exclamó nervioso, tecleando nuevamente y esperando a que respondiera.

— ¡No respondo a números desconocidos! —Escuchó del otro lado.

Pero es justamente lo que está haciendo…
Pensó Izuku de manera instantánea.

Pero escapó veloz de sus pensamientos. — ¡Señor Torino, soy yo, el chico que estuvo en su tienda la noche anterior! Ahora mismo estoy encargándome de la limpieza de su local, pero un cliente ha llegado tal y como ha dicho usted y desea llevar un libro. ¿Qué debería hacer? —inquirió, esta vez esperando que no colgara.

Ohh, mocoso así que eres tú. Lo hubieras dicho antes. Déjame adivinar, el libro dice algo de Soba, ¿no es así?

—Sí…

Que se lo lleve y que lo regrese cuando desee. —respondió Torino. —Justamente ese era el cliente extraño que te hablaba ayer, tenle paciencia. ¿Está todo bien? ¿No te ha dicho nada?

Izuku suspiro aliviado ante aquella respuesta, ya sabía qué hacer. —Entendido, sí, está todo bien y solo me pidió el libro, mas nada.

—Bien, hace lo que te digo y verás que se irá contento.

—Entendido, muchas gracias señor Torino.

La llamada finalizó e Izuku le sonrió. —Puedes llevártelo y regresarlo cuando tú puedas, eso ha sido lo que el jefe me ha ordenado. —informó con tranquilidad.

El joven ante ello abrió levemente sus ojos que parecieron brillar y en sus labios se dibujó una casi imperceptible sonrisa, para que, luego de guardar su libro en su bolso, darse la media vuelta y marcharse del lugar de manera discreta.

La puerta se cerró e Izuku suspiro aliviado.

Por un segundo temió que el cliente no se fuera satisfecho, pero al parecer todo había resultado bien.

Eso pensaba mientras continuaba acomodando los muebles. Aunque su acción se vio interrumpida en cuanto observó el retorno agitado de Hyakku hasta su lugar.

— ¡Hermanito, hermanito! ¡Aquí hay algo extraño, debes venir conmigo! —exclamó el castaño un tanto alarmado y asustado, jalandolo de la camisa.

Izuku abrió sus ojos ante ello y dejó todo lo que estaba haciendo, para entonces tomarlo de sus hombros. — ¿¡Está todo bien!? ¿¡Qué sucede!?

Sus ojos zafiros le vieron alarmados. — ¡¡Solo sigueme y entenderás!! —exclamó corriendo y perdiéndose entre el umbral de la puerta, dando hacia un pasillo.

Fue en ese momento en que Izuku entendió que la librería antigua tenía un pasillo que también debería limpiar, y que, al final de este, una extraña puerta relucia en el lugar.

Era una puerta de vieja madera, en la que unas letras yacían pegadas.

El papel se veía bastante antiguo y desgastado, mas se entendía perfectamente lo que decía.

"Prohibido entrar"

"Prohibido abrir"

"Prohibido tocar"


Izuku tragó saliva y observó a Hyakku a su lado, quien con su dedo índice sobre sus labios en señal de silencio, le susurró a su lado.

—Escucha…

Izuku se concentró en su lugar y fue entonces que lo escuchó…

Grandes pisadas, rugidos, desgarros y leves ondas sonoras que, luego de unos largos segundos se traducían a gritos desesperados, que emergían desde el otro lado de la puerta.

Su respiración pareció interrumpirse ante aquellos gritos y aquellas pisadas fieras, violentas y constantes que se escuchaban tras la puerta.

Entonces, notó como Hyakku con curiosidad y pequeños temblores aproximaba su mano hacia la manilla de la puerta e Izuku, abrió sus jades ante ello, sus esmeraldas parecieron temblar, reflejando el miedo que sentía en aquellos momentos.

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