♱ Primera pluma ♱
Jungkook despertó de un respingo, su pecho ancho subiendo y bajando al compás de su agitada respiración mientras su mirada cargada de terror caía sobre las cadenas sujetándole los tobillos a viejos y gruesos grilletes clavados a la pared de roca terrosa que no reconocía de ningún lugar. La pequeña habitación —o celda, como pudo percatarse rápidamente— era solo iluminada por un bombillo amarillento y empolvado colgando del techo. Solo era el bombillo, el catre viejo y oxidado en donde estaba sentado, y las cadenas, además de sí mismo, por supuesto.
¿A dónde mierda había ido a parar?
Su cabeza se vio colmada de los momentos antes de quedar inconsciente, recordaba la bandana de Taehyung enmarcada como regalo, también el vino, el baile, la música, los besos, pero después, nada... no, si había algo. Alguien había irrumpido en su apartamento y sujetó a Jimin del cuello contra la pared, quiso enfrentarse a él, pero no espero terminar inconsciente en el suelo de un momento al otro.
—Jimin —balbuceó, el mareo de su abrupto despertar todavía no se había disipado, por lo que cuando se levantó del catre ruinoso tuvo que apoyarse en la pared para no caer. Aun así, dio pasos torpes hasta la puerta metálica, ni siquiera siendo detenido por las cadenas cuando con un pesado paso los grilletes se rompen, algunos saliendo disparados y revotando con las paredes. Sin embargo, no pudo hacer nada contra la puerta, no tenía manijas, mucho menos bisagras, por lo que sin importar cuanto empujara, pateara o golpeara, esta seguía bien sujeto en su lugar—. Maldición, maldición... Jimin...
¿Qué había sido de Jimin? Era fuerte, no habría podido ser detenido sin dar pelea, pero...
Teorías, preguntas y posibilidades daban vueltas en su mente, pero no tenía seguridad de nada, solo que estaba allí, encerrado en algún lugar de quien sabe dónde y sin su pareja.
Camino en círculos por el pequeño lugar durante demasiado tiempo, podría considerarlo como horas, pero no estaba seguro. De repente la puerta sonó, un traqueteo bajo que creyó por un momento era su imaginación, sin embargo, esta se abrió, dejando entrar un poco de la luz blanquecina del pasillo detrás y mostrando a un hombre desconocido. Era alto —no más que él—, joven y traía ropa casual, pero pudo reconocerle incluso a metros; inmortal.
El hombre se acercó, hablándole en un idioma que no conocía y levantando las manos hacia él con desconocidas intenciones. Jungkook, asustado y alterado como estaba, reaccionó demasiado brusco cuando se alejó de su alcancé, pegando completamente la espalda a la pared y respirando con agitación. Pero el desconocido no pareció entender lo inquieto que se encontraba y volvió a acercarse, teniendo graves consecuencias esta vez.
—Jungkook... —esa voz, hermosa como siempre la consideró, no pudo escucharse por encima del crepitar de los huesos rotos y el chapoteo de la carne ensangrentada, tan negra e inhumana como solo podía ser la de un inmortal—. ¡Jungkook! —esta vez sí pudo escucharla, pero no se detuvo, creyendo que solo era una ensoñación de lo alterado que se encontraba, hasta que los brazos delgados de quien tanto amaba sujetaron uno de los suyos con fuerza compasiva, apartándolo un poco del desastroso cuerpo en el suelo, aún con vida, claro—. ¡Jungkook, detente!
Aún con respiración saliendo vaporosa de su boca, se giró hacia trataba de pararle, yendo directamente al lugar vulnerable de un inmortal; el cuello, tal y como Jimin le había enseñado en sus pequeñas clases, pero no esperó ver a su propio "maestro", estrellado contra la pared de piedra erosionada y agarrando sus muñecas para evitar que presionase más de lo que debía y terminase rompiéndole el cuello.
Era Jimin, estaba atacando a Jimin, su precioso novio... aunque ¿Realmente era él?
—¿Jimin? —su pregunta salió tan rota como su gesto. El nombrado estaba frente a él, con sus tiernos ojos castaños, pero el cabello cayendo desordenadamente sobre sus orejas ya no era rubio, sino negro, y estaba un poco más corto.
—Hola, amor —respondió él, colocando una sonrisa para ocultar lo incomodo que se sentía, pero no podría culparlo.
—Oh por Dios —el lamento se derramó de su lengua cuando soltó el cuello del mayor y se aferró a él, abrazándole temblorosamente fuerte y haciendo ver su cuerpo más pequeño de lo que realmente era. ¿Qué había hecho? Estuvo a punto de lastimarlo y él no movió ni un solo musculo para detenerlo.
Pero Jimin no podría ponerle un solo dedo encima, jamás, por esa razón, cuando el hambre dominó al menor las primeras semanas después de su conversión, no se quejó en ningún momento de las heridas que le hacían las garras en crecimiento de Jungkook, muy a pesar de lo apenado que se sintiese este al ver a su novio todo rasguñado y marcado. Pero hubo algo que no le permitió hacer y eso fue morderlo, habría sido el peor error de ambos.
Jungkook prácticamente se engrapó al pecho de Jimin, conteniendo el llanto que amenazaba con dominar sus ojos y enterrando la nariz en su clavícula, podía sentir el palpitar de su corazón y oler esa esencia mentolada y fresca que siempre llevaba su piel—. Lo siento —murmuró, su voz rota por el miedo de algo que pudo haber hecho—. Lo siento tanto, lo siento —lo repitió una y otra vez, bajo y tembloroso, como un pequeño animal aterrado.
—Ey —Jimin susurró, acariciando su cabello con cuidado—. Está bien, Kook, estoy aquí —pero nada logró calmarle, ni siquiera tenerlo cerca, porque siguió pensando en donde diablos estaba y que ocurría—. Perdón, quise volver cuanto antes, lo lamento.
Jungkook negó, frotando su mejilla en el jersey gris del mayor.
—Oh pero que bonita pareja hacen —aunque el menor no se giró, pudo sentir como Jimin levantaba la cabeza y se tensaba, deteniendo todas las caricias y ahogando un gruñido en su garganta—. Tan bonitos como romeo y julieta, parece que te conseguiste un espécimen interesante, Jimin.
—Cierra la maldita boca, Yoongi.
La figura en la puerta observó el desastroso cuerpo de uno de sus subordinados, pero solo chasqueó la lengua, asqueado por la debilidad de los inmortales jóvenes.
—Espero que tu mascota sepa controlarse, no acostumbramos a rompernos la cara entre nosotros aquí —la mirada de Jimin es tan afilada como su odio—. Al menos no sin razones.
Jimin apretó el cuerpo de su pareja por unos segundos antes de buscar levantarse junto a él, sin soltarle los brazos y casi amarrándolo a su cintura, como si estuviese moribundo—. Vamos, te sacaré de este hueco —eso fue suficiente para que Jungkook soltase un suspiro de alivio que no sabía que estaba conteniendo.
Solo cuando estaban cruzando por la puerta es cuando logró ver bien con quien Jimin había estado hablando. Un hombre visiblemente joven, de cabello gris oscuro y piel lechosa, tenía la nariz pequeña y los ojos rasgados de color oscuro caían hacia abajo en una mirada casi felina. No era tan alto como él, pero por Dios que su expresión quedó marcada en el menor, porque era la misma que cargaba su padre todo el tiempo; prepotente y expectante, buscando controlar todo a la perfección para saber cuándo mover los hilos y derrotar a sus enemigos.
El aura de ese hombre —del que está seguro también es un inmortal— se sentía igual a la de un dictador. Como si le estuviese condenando a muerte.
Caminaron por pasillos poco iluminados, las paredes eran de roca sólida y erosionada, donde manchas oscuras se habían secado mucho tiempo atrás y dejaban un olor a humedad. El suelo era terroso, igual de roca y en cada par de metros había puertas metálicas, igual a la que lo mantuvo encerrado en esa estrecha habitación.
No dudo de que fuese un calabozo, por supuesto, uno antiguo, pero manteniendo su relativa modernidad con bombillas de luz y uno que otro interrumpir.
Jimin besó su mejilla cuando comenzaron a subir por una escalerilla de pierda pulida, algo más decente que los pasillos anteriores, igualmente siendo iluminada por bombillos enterrados en las paredes—. ¿Tienes hambre?
Hambre...
Podía sentir el hambre gorgojear en su interior, algo profundo y más peligroso que el de los humanos comunes, porque el ardor no es en el estómago, es en todo el cuerpo y necesitas hacerle parar. Jungkook entiende como se sintió Jimin cuando le atacó aquella noche estando borracho, porque solo quería que el ardor se detuviese, y cuando era así, no se pensaba correctamente en las acciones.
No era hambre, era dolor. Y solo la sangre podía detenerlo.
—Sí —fue todo lo que respondió, su brazo izquierdo aun apoyado sobre los hombros del mayor.
Tenía tantas preguntas ¿Qué ocurrió en Paris? ¿Dónde estaban? ¿Quiénes eran?, pero estas murieron en su garganta cuando las escaleras terminaron y Jimin empujo la pesada muerta de madera oscura, dando paso al brillante y enorme salón al otro lado.
Jungkook siseó mientras entrecerraba los ojos, se había acostumbrado a la casi completa oscuridad dentro de aquel calabozo, que cuando vio los candelabros y las lámparas barrocas instaladas en las paredes tapizadas de un marrón oscuro, tuvo que llevarse una mano a la cara para tapar el exceso de luz. Pero no eran tan fuerte como el sol, ni de lejos, los ventanales que debía ser enormes, estaban cubiertos por altas cortinas de un rojo tan oscuro, que por un instante las percibió como negras.
Estaba en una película barroca, porque toda la decoración del gigantesco salón se lo mostraba así. El piso marmolado en una decoración intrincada y mareante, como pinceladas accidentales sobre un lienzo plano que nunca fueron limpiadas y los muebles, de madera perfectamente tallada en espirales y dobleces elegantes, conteniendo mullidos espaldares y cojines esponjosamente anticuados.
¿Así se veía un castillo por dentro?
En todo el centro, separando dos espacios amplios y hexagonales, se erguía una escalera, de mármol blanco y barandillas metálicas, con hermosos grabados en cada línea doblada hasta llegar a dos altas columnas. Los escalones cubiertos por una alfombra roja se perdían en el segundo piso, donde alcanzaba a ver que los pasillos de doblaban en círculos.
También había un par de puerta como por donde salieron, y unas dobles, altas amplias de un color oscuro, que reconoció como la entrada
Una risa lo alertó, tensando su cuerpo bajo el agarre de Jimin, su brazo ya no estaba sobre los hombros de su pareja, pero le seguía sujetando la mano y no planeaba soltarla. Al otro lado del salón, algo lejos, pudo ver unas cuantas personas hablando, un par de ellas paradas y otras más acomodadas en los sillones y sofás, vestían de forma casual, algo que no pegaba con toda la arquitectura. Solo cuando se dirigían hacia las escaleras, es cuando notó que eran inmortales, iguales a él y a Jimin. Algunos lucían mucho mayores que otros, pero ninguno parecía sobrepasar los 30.
—No los mires —le advirtió Jimin cuando comenzaron a subir al segundo piso—. Mientras menos caras veas, más fácil nos será salir de aquí.
No lo entendió inmediatamente ¿Por qué sería un problema ver sus caras?
—Jimin —una voz que Jungkook reconoce los hizo parar en la mitad de las escaleras y es el ahora azabache quien dio atención—. Reunión en 10 minutos, no te demores, no viniste a jugar.
Jungkook vio como su mandíbula se tensó y luego escucha a los otros desconocidos nombrar a Jimin y reírse por lo bajo. Entendió un "ha regresado" y otro "que patético", al igual que un "han pasado siglos".
No. El problema no era que Jungkook viese sus caras, sino que viesen la suya.
Jimin solo asintió y a paso rápido guio al menor al final de las escaleras y mucho más arriba, tal vez otro piso más, recorriendo pasillos largos y confusos. Comprendió que seguía estando en el calabozo, uno mucho más limpio y decente, pero igual de encerrado.
Terminaron en una gran habitación, Jimin sentando a Jungkook en la cama mientras sacaba de una pequeña hielera un par de bolsas, literalmente lo suficiente para resistir una semana en condiciones normales—. ¿Qué está ocurriendo? —la pregunto le había estado picando la lengua desde que salieron de aquel calabozo.
Le vio suspirar—. Come primero, no lo has hecho en días —ignoró su interrogante descaradamente, dejando el par de bolsa en sus manos y buscando acariciarle la mejilla, pero Jungkook se apartó molesto—. Responderé todo, pero por favor come.
—¿Cuánto tiempo ha pasado?
Lo vio tensarse antes de responder—. Nueve días.
Sus labios se volvieron una línea antes de llevarlos al vial de la bolsa. ¿Por qué había tardado tanto tiempo en sacarlo?
Confiaba en Jimin, lo había cuidado y guiado en esa incomoda adaptación de humano a inmortal, pero verlo ahí, con el cabello oscuro, pálido y ocultándole toda la información valiosa, lo sacaba de sus casillas, porque actuaba igual que él cuando era dominado por Hansoo.
Bebió en silencio, solo, bajo la mirada expectante del mayor.
Jimin acercó la mano hasta su cuello, acariciando con cuidado una zona que no se alcanzaba a ver, pero podía notar la preocupación en sus ojos y sentir el toque tembloroso. Agarró su muñeca antes de que se apartara, apretando solo lo suficiente como para que le prestase total atención—. Estas temblando.
—Estoy bien —Oh claro que no lo estaba y Jungkook no era un estúpido.
—¿Es el hambre? Guardaste esto para mí, pero ¿Y tú?
—Estoy bien, lo resolveré, puedo aguantar un tiempo más, tú en cambio no.
—Jimin —su voz fue suave cuando le llamó, dejando las bolsas vacías sobre la cama y parándose en frente, tan cerca que podía oler la esencia masculina de su cuello—. Estas asustado.
Entonces sus ojos oscuros se posaron en los del menor, intranquilos y húmedos, las cerdas frondosas de sus pestañas cubriendo algo que quería que siguiese oculto; incertidumbre e impotencia. La misma mirada que tenía cuando Taehyung fue asesinado.
Jimin se escurrió de su agarre, levantando las manos como si tuviese alguna bomba a punto de explotar delante de él. Y Jungkook tal vez lo fuese, pero no iba a explotar, porque no había dinamita dentro de él que fuese capaz de encenderse contra su pareja.
—Tengo que resolver algo —dijo cuando pareció devolver la calma a su cuerpo—. Necesito que te quedes aquí hasta que regrese.
—¿Y eso cuándo será? ¿Otros nueve días? —se arrepintió de sus palabras de inmediato.
Jimin se mordió el labio es un intento de contener la grieta de emociones que amenazaban con inundarlo, tenía que verse fuerte e impetuoso frente a todos y no demostrar lo mucho que le afectaba volver a estar entre esos "monstruos", pero Jungkook era la excepción, porque por más que intentara mantener esa fachada ante él, una simple mirada lo derrumbaba completamente y se sentía terriblemente vulnerable.
—Prometo no tardar demasiado —su voz estuvo a punto de quebrarse, pero aguantó y se encaminó hacia la puerta. Su mano agarró el pomo, pero no lo giró, ya que Jungkook lo abrazó por la espalda antes de que pudiese salir—. Lo siento —soltó, junto a un doloroso suspiro.
—Esperaré a que regreses y escucharé todo lo que tengas que decir, pero por favor... —rogó—. No me apartes.
Jimin sonrió nervioso, apoyando la sien en la mejilla del menor y apretándole la mano—. Eso no pasará.
—Tarde —es lo primero que Yoongi le dijo al abrir la puerta. Jimin sintió las groserías picar su garganta como nunca, pero se abstuvo de empeorar el ambiente que de por sí se notaba pesado. Después de una mirada rápida le permitió entrar; era una oficina y, oh, por supuesto que Jimin la recordaba. Solo con poner un pie dentro pudo sentir los fantasmas del pasado echarse sobre él. Recuerdos de cuando apenas tenía meses de conversión; desesperado, furibundo y desconsolado, corriendo de un lado al otro y escondiéndose en donde creía que Yoongi no lo encontraría, pero siempre lo terminaba haciendo. Arrastraba al menor por los largos pasillo mientras Jimin rasguñaba las paredes y destrozaba las alfombras y tapices, lo dejaba encerrado en esa misma oficina por horas y horas junto a él, soportándole, a veces golpeándole y en otras, dominándole sin dulzura, lo que hiciese falta para que cerrase la boca y se quedase quieto en un rincón.
Jimin no veía el más mínimo rastro de luz, ni directa —obviamente por su propio bien— ni indirectamente, porque Yoongi amaba verle perder poco a poco la cordura y solo lo dejaba salir cuando el hambre era lo suficientemente fuerte y agonizante para hacer que gruñese como bestia. Entonces solo se sentaba cómodamente sobre algún tejado y deleitaba su vista del caos y terror que causaba el novicio sobre alguna aldea. Para cuando solo quedaba una hora de noche, Jimin se alzaba sobre montañas de cadáveres, con los hombros caídos, la ropa ensangrentada y la mirada perdida. Construcciones hechas pedazos, animales escondidos en huecos y un silencio que solo era interrumpido por el crepitar de viviendas incendiadas. Nunca quedaba ni una sola alma, de eso siempre se encargaba Yoongi.
La mirada del ahora pelinegro cayó sobre uno de los pocos muebles que no habían sido reemplazados; era de mullidos cojines color vino, con una excelente madera pulidas y dos figurillas de leones bajo los brazos. Una sensación fría y punzante se clavó en su vientre.
—¿Lo recuerdas?
Jimin apretó la mandíbula antes de responder—. Como si pudiera olvidar las putas cosas que me hiciste.
—Oh, creí que lo disfrutabas —dijo con sorna, apoyándose en el borde del viejo escritorio, otra reliquia de la que tampoco de desharía—. Nunca te quejaste.
—¿En serio? Tal vez fue porque apretabas mi cuello demasiado algunas veces, o porque me enterrabas la cara entre las almohadas —le miró con ojos calientes por el rencor—. Pero creo que escucharme llorar por días enteros debió de darte alguna pista.
Yoongi giró los ojos sin dejar de sonreír—. Olvide lo rencoroso que eres, supongo que debe ser por la crianza de Jin.
—Corta el rollo, Yoongi ¿Por qué carajos estoy aquí?
—Están aquí, por dos simples razones y creo que una ya la sabes de antemano, pero la otra es complicada, nos llevará tiempo —el antiguo hizo un gesto con la mano para que tomara asiento, pero Jimin negó sin apartarle la mirada—. Como gustes.
—Debe ser algo importante para secuestrar deliberadamente a mi- —se detuvo a tiempo, por mucho que quisiera decirle a Yoongi sobre su relación con Jungkook, no podía hacerlo, sería prácticamente a echarse al agua y de por si ya se estaba hundiendo—. Mi protegido —completó rápidamente—. Y hacerme perseguirte hasta aquí.
—No habrías aceptado venir por las buenas, tenía que traerte de una forma u otra.
Apretó los dientes en un gesto impotente. Iba a ir aunque no lo quisiese incluso sin Jungkook tomado como rehén, pero Yoongi amaba los juegos, así que robarle el queso a un ratón para que fue a buscarlo, le resultaba muy divertido—. Decirme las razones primero habría sido bueno.
El inmortal suspiró exasperado, había olvidado lo insultante que podía ser la presencia de Jimin, por eso y otros motivos se deshizo de él luego de 10 meses juntos.
—Da igual, me das dolor de cabeza.
—El sentimiento es mutuo.
Jimin reprimió el escalofrío que le causó la mirada de Yoongi. Este siempre había tenido la cualidad de enfurecer y asustar al pelinegro en igual medida, esa forma de caminar que denotaba poder y como en segundos podía volverte el ser más despreciable del mundo.
—Comienza ya.
—Solo debes darme tu protección para una lucha que se avecina —el menor no pudo evitar que su rostro evidenciara su desconcierto, ¿Una lucha? ¿En contra de Yoongi? Eso era tan improbable como ver vacas volar hacía el espacio con jetpacks en la espalda.
Min Yoongi se había regido como el pico de la jerarquía inmortal por milenios, logrando quedar como el único de su línea que aún seguía con vida. Era sanguinario y despiadado, un déspota sin remordimiento, sin importarle incluso el haber asesinado a su esposa cuando no quedaba nadie más de su edad además de ella. Siempre hambriento de poder, no dejaría que nadie se alzara por sobre él nunca, así que Jimin supo de inmediato de que si no era una broma —porque por supuesto, Yoongi no bromeaba en cuanto a su posición se trataba— entonces había algo muy serio ocurriendo.
—No haré eso.
El antiguo soltó una risa forzada y sin gracia—. No te pregunté si querías, es tu deber como mi ilota. Yo te convertí, Jimin, me debes tu miserable vida a mí y puedo hacer con ella lo que me de la gana.
—Ya no tengo 20 años, Min y tampoco soy el asqueroso esclavo que tenías en esos días.
—Oh, por favor —dijo cansado, había tenido la misma conversación con tantos inmortales iguales que Jimin—. No tienes opciones Jimin, no a menos de que quieras que tu pequeño juguete siga con vida.
El pelinegro camino solo dos rápidos pasos antes de quedar nariz con nariz. Las hebras oscuras de su cabello danzaron en el aire antes de caer despreocupadamente en la línea de su frente y cienes. Tenía unas enormes ganas de enterrarle las garras en la cara,
—Oh ¿Enojado?
—Ni se te ocurra, Yoongi.
—Sabes que puedo y haré cualquier cosa para ganar esta mierda, Jimin, tu estúpido juguete de 2 metros no esta dentro de la jerarquía, es solo una basura de la que me puedo deshacer fácilmente como tantas otras.
Jimin inhaló profundo, tranquilizando su desbocado corazón y comando distancia del mayor. Tenía razón, si por Yoongi fuera, habría destruido a Jungkook en el preciso instante en el que irrumpió dentro del apartamento en parís. Él debía de tener un muy buen motivo para intentar convencerle de unirse a él contra algo o alguien, porque el menor pertenecía a ese grupo reducido que no saldaba cuentas con ningún antiguo, muchos menos Yoongi. Vivir sin acercarse a la jerarquía era lo suyo, bueno, todo un poco a costa de Jin quien si que tenía que verlos cada cierto tiempo solo para que no los cazasen a ambos.
—Jungkook no esta dentro de esta discusión.
—¿En serio te crees tus mentiras? —meneó la cabeza con diversión—. Jimin, Jimin, mi querido Jimin.
—No me-
—Nunca dejas de ser tan sentimental ¿Verdad? Tendrás que empezar a pensar en tus palabras de despedida —un frio punzante golpeó el pecho de Jimin.
Desde que había entrado a la mansión ya suponía lo que iba a suceder, pero estaba dispuesto a pelear para evitar algo que tarde o temprano llegaría. Lo había hablado con Jin varias veces, llorando con el teléfono en la oreja mientras veía a Jungkook dormir, deseando que, si el momento llegaba, conseguiría salvar por lo menos al menor.
—Ahora es un inmortal, no puedes hacerlo.
—Pareciese que no me conocieses.
—Yoongi —habló despacio, intentando no desesperarse y poder librarlos a ambos—. He rotó las reglas, la culpa es mía, no de Jungkook.
El antiguo rio sin sonido, pasándose la mano por la frente antes de levantarse del escritorio.
—Odio las reglas como todos, pero las respeto solo para evitar volver este mundo un completo infierno. Ese muchacho fue convertido por ti, no va a seguir las ordenes de nadie más que de ti —se acercó lento, disfrutando de ver como el pelinegro caía poco a poco en el nerviosismo. Sí Jin lo había educado bien, entonces estaba seguro de que pensaría con la cabeza fría y no se resistiría a él—. Me han informado de tu numerito en Seúl, creí que mantenerte al margen era lo tuyo —jugó, pasando las yemas de los dedos por su mandíbula—. Eres una de mis más exquisitas creaciones —susurró—. Hermoso, inteligente, apasionado... una lástima que todo eso se desperdicie en trabajo mundano. Sinceramente no se que le vez a intentar ser un humano.
—Porque tienen algo que tu no —dijo claro, más alto de lo que hubiese querido—. Corazón.
Las mejillas del mayor de inflaron cuando intentó contenes la carcajada que terminó explotando en su boca, dio un paso atrás mientras colocaba las manos sobre sus propios muslos y retomaba el aire—. Amo tus chistes.
Jimin respiró profundo para no caer antes sus provocaciones.
—Te extrañé tanto.
—Estas mintiendo.
Yoongi sonrió encogiendo los hombros—. Puede ser —luego suspiró, sacudiéndose el impoluto pantalón—. Entonces, antes de que sellemos el pacto ¿Estas conmigo?
—No me has dicho contra quien estas.
—Detalles sin importancia, te lo contaré cuando aceptes.
—No he dicho que lo voy a hacer, queda un asunto por aclarar.
—Si ese asunto por aclarar en sobre tu juguete, no te preocupes, puedes disfrutar un par de días mas con él antes de volverlo ceniza.
—Entonces no aceptaré estar de tu lado.
Lo vio. Claro que sí, ese brillo peligroso en su mirada que iba más allá del valor. Jimin no se iba a rendir y eso intrigaba bastante al antiguo inmortal. Era poderoso, si quisiera podría simplemente pasar de Jimin y su inútil novicio, tenía a cientos de inmortales más a su lado, pero ninguno poseía lo que buscaba en Jimin y tanto detestaba; humanidad. El enemigo contra el que se enfrentaba superaba todo lo que Yoongi conocía, algo que no esperó descubrir ni siquiera milenios atrás, cuando de la noche a la mañana su cuerpo y el de su familia había cambiado. No era secreto para nadie que Yoongi era de los inmortales originales, los primeros que aparecieron en el mundo, aún así, ni con todas las investigaciones existentes se pudo encontrar la razón para sus cambios.
—No sabía que estabas tan encariñado de tu mascota.
—No es una mascota, Yoongi —apretó los puños con impotencia—. Basta, detén esto porque no voy a desistir, sabes lo que quiero y si esperas mi apoyo en tu estúpida guerra secreta, lo consideraras.
—No es tan fácil, he matado a los novicios de tantos inmortales ¿Por qué debería de dejar al tuyo con vida?
Jimin bajó la cabeza un largo minuto antes de contestar, un temblor rápido sacudió sus hombros y luego se esfumó. Se iba a arrepentir de eso en el futuro y probablemente se ganaría el odio de Jungkook, pero no iba a permitir que Yoongi le pusiese un dedo encima.
—Será tu aliado, obedecerá tus órdenes y tendrás sobre él el mismo poder que tienes sobre cualquier otro.
—Interesante ¿Me pides vincularlo?
—¡No! —el grito fue casi instintivo—. Digo, no eso, más bien, una prueba, como en los viejos tiempos.
Yoongi no pudo evitarlo más y se sentó en el escritorio, riéndose escandalosamente antes de acomodarse y responder—. Quieres que vea su potencial ¿Verdad? Así sabre si vale la pena romper mi propia regla y dejar que tu perro siga respirando.
—Sí.
—¿Y no lo has vinculado tú, por casualidad?
—No.
Jimin aguardó eternos minutos a que el juicio mental del mayor terminase, empuñando tan fuerte las manos que los nudillos estaban pálidos como la nieve. No dejaría que Jungkook muriese. Sí, había sido un completo error convertirlo, pero si no dejó que se desangrara en aquel almacén, tampoco dejaría que lo hicieran polvo contra el inminente sol. Si Yoongi declinaba entonces intentaría con otra cosa, si tampoco funcionaba... entonces le declararía una guerra. Tendría un par de días para esconder a Jungkook antes de que lo encontrasen y despedazasen. Dejar al mejor bajo la protección de Jin no sería problema, pero tendrían que vivir constantemente huyendo de ellos y aún así llegaría el momento en el que los encontrarían.
—Bien —habló por fin el antiguo—. Serán dos pruebas, como en 1300 —explicó, divertido de ver a Jimin más atento que nunca—. Las reglas son simples, no puedes intervenir y el debe de pasarlas ambas. Si lo logra, entonces podrás quedarte con él, a menos claro... que estes interesado en regresar conmigo, extraño un poco tu redondo culo y lo lindo que se veía tu-
—No, gracias —la cortesía sobraba, pero a final de cuentas había logrado algo que tenía poco porcentaje de que pasase.
—Te lo pierdes.
Jimin sintió sus pies picar por marcharse, quería estar lo más lejos de esa horrible oficina.
—Es de día, cuando la noche este en lo alto, ya sabes a donde ir.
—Aún no me has dicho todo.
—Oh sobre esos detalles hablaremos luego, sigo esperando a alguien importante.
—Jin no peleará.
Yoongi bufó—. Lo sé, se lo pedí personalmente en esa apestosa choza en medio de la selva donde andaba jugando, curioso ver a un humano junto a él, me sorprende que un Kim siguiese vivo después de lo que pasó en 1946, pero las cucarachas siempre consiguen sobrevivir —negó con la cabeza—. Pero esta bien, es Seokjin después de todo, no espero mucho de él.
Jimin intentó no verse afectado por el comentario a su hyung. Tomó aire y luego camino solo dos pasos más hacía el antiguo—. Yoongi —le cuesta hablar con la presión en su garganta—. Gracias
Pensó que el mayor diría algún comentario ingenioso o se burlaría por la clara desventaja que ahora poseía el pelinegro, sin embargo, ni un solo poro en su rostro se movió, parecía estar perdido en sus pensamientos.
Levantó la mano y le dijo que se fuera. Habían acabado su negociación y aunque aún faltaba mucho por lo que discutir, ya no quería seguir en ese momento.
Jimin soltó un suspiró tembloroso cuando las puertas se cerraron detrás de el y el pasillo le recibió. Lo consiguió, una parte de su cometido estaba hecha, pero aún quedaban muchas cosas por hacer. Yoongi era engañoso, podía retractarse o jugar sucio cuando quisiese y si quería evitar baches en el camino, tendría que volver a estar a disposición de él. lo que fuese con tal de que Jungkook escapase del hueco en el que lo había metido.
—Lo siento —susurró, como si desde tal distancia el menor pudiese escucharle—. Nos sacaré de esta, ya lo veras.
Jimin le dijo que no tardaría mucho, pero incluso cuando el viejo reloj de pared frente a la cama marcaba 28 minutos, Jungkook sintió que había sido una eternidad. Tenía los sentidos flotando en su piel, había podido escuchar a un par de personas hablando en los pasillos, también un golpe en el piso superior y el tik tak del reloj se había convertido en su nuevo pulso.
Dio vueltas por la habitación, no había mucho que ver, una cama doble, un viejo armario de 4 puertas, un tocador vintage, una enorme alfombra de la edad de Jesucristo, una pintura renacentista que no supo si era falsa o verdadera, el desesperante reloj y las cortinas negras que tapaban el demandante sol al otro lado de la ventana cerrada. Estaba preocupado por Jimin, algo ocultaba y eso le dolía. Habían tenido una fuerte confianza desde que empezaron a estar juntos, siendo totalmente sinceros incluso si eso significase incomodar al otro de a momentos. ¿Acaso todo era demasiado rápido?
Jungkook sabía perfectamente que el tiempo que llevaba de conocer a Jimin no superaba el año y medio ¿Era por lo que empezaba a sentirse inseguro? Aún existían cosas que no le había contado a Jimin, al igual que no sabía absolutamente todo de él. Se enfrascó en vivir en el presente en vez de cuestionar su pasado ¿Y su familia? ¿Tenía más amigos aparte de Jin y Namjoon? ¿De dónde era realmente? ¿Siquiera Jimin era su nombre verdadero?
Conocía cosas superficiales de él, lo suficiente como para vivir pacíficamente a su lado, pero si Jimin llegaba a desaparecer un día, no sabría en donde empezar a buscar.
Terminó tirado boca arriba sobre la cama, lanzando la bolsa de transfusión vacía solo para gastar sus energías en algo más. Intentó no prestarle atención al sonido de pisadas en el pasillo, pero fue inevitable ponerse a la defensiva cuando la puerta fue abierta. Las garras estaban listas para atacar, uñas picando por enterrarse en la piel de alguien, pero sus colmillos se escondieron cuando vio el rostro de Jimin aparecer en la entrada.
Por supuesto para el mayor no pasó desapercibida la reacción—. ¿Estas bien? ¿Qué pasó?
Jungkook tragó saliva—. Creí que eras alguien más —dijo avergonzado.
—¿Alguien entró aquí?
—No, solo... —se bajó de la cama en un gesto torpe—. Escuché personas en el pasillo y han sido un poco escandalosos en otros pisos.
Jimin suspiró aliviado, llevando una mano a su pecho.
—Me asustaste.
Jungkook se sentó en el borde de la cama, viendo como cerraba la puerta y se acercaba a él.
—¿Cómo te fue? —Jimin se detuvo enfrente de él, sus ojos cayendo rápidamente al suelo.
—Excelente.
Era una mentira.
—Jimin.
—Bien.
—Ji-
—Está bien —suspiró, tomando asiento a su lado—. Fui a ver a Yoongi, el inmortal que estaba conmigo cuando te saqué de esos horribles calabozos —Jungkook lo recordaba, no es como si su mente se hubiese reseteado en menos de una hora—. ¿Recuerdas que te hablé de la jerarquía de inmortales? —recibió un asentimiento—. ¿Y que un tal Gus era el que estaba en la cima de todos?
Jungkook frunció el ceño ¿Por qué le estaba anticipando tanto?
—Bueno, él es Yoongi, Augustus es su nombre real, oh bueno, el que tenía hace milenios. Es el dueño de este lugar y también quien mueve los hilos de los inmortales más viejos.
—También el que nos atacó en París ¿Verdad? —Jimin asintió—. Y quien me encerró en esa pocilga —otro asentimiento. ¿Por qué razón alguien se esmeraría tanto en armar un alboroto para pedir hablar con Jimin? A menos de que fuera algo importante—. Entonces ¿Para qué te solicitaba su majestad?
—¿Eh? —Jungkook sonrió—. Ah, cierto, bueno... —su risa nerviosa pareció muy forzada—. Quiere iniciar una guerra contra alguien y me pidió estar de su lado.
El menor estuvo apunto de burlarse de lo monótono que sonaba la confesión cuando en realidad era algo serio. Pensó que tal vez era algo de inmortales que aún no conocía, así que bromeó—. Vale ¿Nos darán uniformes? ¿Nos dispararemos con pistolas de agua? Hay que estar muy aburrido para querer jugar con personas que están muy lejos —sus palabras se detuvieron cuando los labios de su pareja se volvieron una fina línea—. No es un juego.
—No, Jungkook, no lo es.
—¡Pero que mierda! ¿Es una guerra de verdad?
—Bueno, no somos tan indiscretos como para pelear a la vista de todos, los humanos se volverían locos y-
—Espera —se levantó tan veloz que los largos cabellos se movieron despacio en el tiempo—. Espera, espera —su cabeza empezaba a hacer cortocircuito—. ¿Ustedes? Jimin, tienes que ser más claro.
Vio al mayor tragar saliva ¿Cómo se habían torcido las cosas de esta forma?
—Escucha, Yoongi no es alguien que quiera iniciar un conflicto de la nada y por cosas simples, cuando nos marchamos de Corea, Jin habló con él sobre el desastre en el almacén y como todo posible cabo suelto había sido eliminado, y con eso me refiero a que nadie quedó vivo para poder revelar lo que soy... lo que somos.
—No entiendo que tiene que ver eso.
—Que lo que sea que él este haciendo es algo importante, n-no me refiero a que estén bien sus planes, es un malnacido hijo de perra, pero es el más fuerte de todos nosotros y... —calló de repente ¿Pero que estaba diciendo?
—Sigue sin ser claro para mí.
—Acepté participar —declaró por fin, ante el ceño fruncido del más alto.
Jungkook no se fue con rodeos, apenas y entendía porqué estaban precisamente en la mansión.
—No lo harás —fue claro—. ¿Estas loco?
—¡No! —se levantó, dando solo un paso hacia él—. ¡Pero no tengo opción, Jungkook!
—¡Claro que la tienes, decir que no y ya!
—No es tan fácil como eso, puede hacerte daño, incluso si dijese que no, él... —sus labios se separaron en un gesto de preocupación—. Jungkook, no te expliqué esto antes porque creí que no sería necesario, Jin le había mentido a Yoongi sobre tu existencia y yo te estaba ocultando bien, manteniéndote lejos de cualquier otro inmortal. Tu no haces parte de la jerarquía, ni siquiera estas en el peldaño más bajo.
—Eso que tiene que ver.
—Para ellos... —empezaba a sentir que el aire le fallaba—. Para los antiguos no eres nada más que un estorbo. Sino les perteneces entonces no tienes utilidad. Te matarán, Jungkook.
El silencio reinó en la alcoba, nada más que el sonido desbocado de sus corazones y lo pesada que se volvió la respiración de Jungkook. Su mente viajó al montón de clases tontas sobre reglas e historias de la inmortalidad, buscando algún sentido a lo que Jimin le decía.
—¿Lo sabías? —Jimin no respondió—. Dime ¿Sabías eso cuando me convertiste?
¿Estaba enojado? No, estaba confundido, asustado, desconcertado. Hace tan solo 9 días estaban felizmente bailando en la sala de su apartamento y ahora uno de ellos iba a morir.
—Sí —la palabra salió como un quejido ahogado—. P-pero hice lo que pude para evitar que ellos se enteraran de ti, Jin ocultó todo lo relacionado a ti, Namjoon prácticamente se borró de corea, se supone que no existes... ellos no sabrían de ti.
—Bueno, fue en vano.
—Lo sé... ¡Joder, lo sé!
Ninguno de los dos sabía que decir. Estaba claro para Jimin que Jungkook no se tomaría las cosas de buena manera, nadie en su sano juicio lo haría.
Pasaron varios minutos pesados antes de que alguno hablara.
—¿Entonces me siento a esperar mi ejecución mientras tu te vas a luchar contra alguien?
—No lo harán.
—¡¿Entonces!? ¡Joder! ¡Jimin, no te entiendo!
—¡No lo harás porque tú también estas de lado de Yoongi!
—Eso si suena a un mal chiste.
Jimin apretó los puños—. Hice un trato con Yoongi. Tomaras dos pruebas para que te permitan estar dentro de la jerarquía, de esa forma no buscara tu cabeza... pero a cambio tendrás que tomar su bando.
—Jimin ¿Te estas escuchando? —cuestionó.
—Sé que todo suena muy surreal, pero entiende que estoy entre la espada y la pared, tuve que aceptar. Además de que no puedo ir en su contra... y-yo le pertenezco.
El menor sentía que se le iría la respiración en cualquier momento.
—Así que me dejan vivir si gano lo que sea que planean hacer —no esperó una respuesta de Jimin—. ¿Y si pierdo?
—No lo sé.
—¡¿Cómo que no lo sabes?!
—¡No lo sé, joder! —sus manos temblaron cuando cubrieron su rostro, no quería que le viera llorar, estaba rompiéndose por dentro, odiaba la situación, se odiaba a si mismo. Si tan solo no lo hubiese convertido, si tan solo... no, era Jungkook, no podría dejarlo morir cuando la bala de su padre atravesó su cuerpo. Detestaba todo lo que estaba ocurriendo, la estúpida guerra, la pelea, el estar en esa mansión de infierno, reviviendo recuerdos en cada pasillo. No lo soportaba, lo ponía enfermo, tenía ganas de vomitar.
"Voy a vomitar" pensó. El dolor del hambre haciéndose cada vez más fuerte junto al dolor de cabeza y los escalofríos.
Si tan solo fuese más fuerte. Si tan solo pudiese defender correctamente a su pareja. Si tan solo la situación se lo hubiese comido vivo. Si tan solo no estuviese tan aterrado de Yoongi.
—Lo siento —el balbuceo se deslizó de su boca tan pesadamente, era doloroso. Alcanzó a dar un paso más antes de que sus rodillas se precipitasen al suelo y sus brazos se enredaran en su pecho. Pegó la frente en los pies fríos de Jungkook, sus colmillos clavándose en sus propios labios temblorosos—. Lo siento tanto —sollozó—. Perdón, perdón, perdón, es mi culpa. Lo sé, lo he jodido, todo es mi culpa. No debí hacerte esto... —las lágrimas ardían al salir de sus ojos quemaban su piel como fuego vivo.
El corazón de Jungkook se sacudió. ¿Cómo habían llegado a aquello?
Cualquier pizca de enojo o exasperación resbaló de su ser. A quien tenía arrodillado era Jimin. Su Jimin. El Jimin que amaba y por el que daría todo. ¿Por qué siquiera estaba ofuscado?
Por supuesto el tener que esta en medio de una guerra de criaturas inmortales no era algo que hubiese querido nunca, menos después de haber vivido años enteros bajo el mandato de su padre.
—Jimin —su voz fue suave cuando se acuclilló frente a él, colocando una mano en su cabello e intentando levantar su rostro del suelo—. Amor, para.
—Lo siento —murmuró.
—Está bien, está bien —arrulló, apoyando las rodillas para atraerlo hacía si mismo. Jimin no pudo evitarlo más y rompió en llanto. ¿Estaría mal mostrarse vulnerable frente a quien quería que lo viese como su protector? Tenía miedo. Ambos tenían miedo—. Confío en ti, te amo, por favor, no llores.
Resbaló hacia la alfombra, sus piernas a cada lado del abdomen del mayor y este aun prensado a su enterrado en su pecho. No se dejó llevar por la posición incómoda, solo besó su cuello y espero a que se calmara.
—Te amo, te amo, ya no llore más, lamento haberte gritado —susurró contra su oreja, regando besos de vez en cuando.
Para cuando el silencio volvió a la habitación, Jungkook se giró hacía el rostro ligeramente teñido de rojo y lo besó sin anticipo, la saliva mezclándose con las lagrimas saladas sobre sus labios.
—Nos sacaré de esta —su voz se escuchaba ahogada y gastada cuando murmuró.
—Lo sé.
—No permitiré que te hagan algo.
—Lo sé, lo sé, —otro beso.
—Perdóname, y-yo-
—No digas nada más y solo bésame. Confío en ti, sé que lo que sea que pase estarás ahí.
Los ojos se Jimin se apretaron en un gesto de arrepentimiento.
—Te amo, Kook, te amo —una mano tomo su mejilla. Quería que el amargo sentimiento fuese reemplazado por el sabor dulce de su novio.
Los delgados labios recorriendo los suyos, luego su mandíbula y cayeron por su cuello. Toda incomodidad yéndose de su cuerpo y el calor abriéndose paso por su pecho. Que locura amar a alguien tanto.
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