capitulo 60
«Auch, mi cabeza duele demasiado es como si hubiera bebido alcohol hasta perder el conocimiento» Pensó mientras sostenía su cabeza.
—Víctor, traerme un vaso de agua...—No es momento para eso, ¿Que pasó? Me descontrole después de escuchar los agonizantes lamentos de Alen.
Dariel se levantó de la cama, salió del lugar donde se encontraba, pero cuando vino a darse cuenta que no era su lujoso lugar Garden royal, ya era tarde. En la pequeña sala estaba reunida una familia de tres personas. Sus ojos se abrieron en asombro cuando vio a la mujer.
Piel pálida con una mirada dulce color azul, cabello rizado negro. Su rasgos fáciles habían envejecidos de la manera más elegante y atractiva posible. Era así, como se hubiese visto Lucero, a la edad de 57 años.
—¿Que demonios te sucede hermano?—Pregunta el joven con los rasgos fáciles similares a la de esa mujer y un poco del hombre a su lado, de el solo sacó los ojos violeta—Te vez desorientado, ¿Tomates en tus horribles condiciones?
¿Dónde estoy? ¿Por qué esa mujer y ese mocoso se parecen tanto a mi madre? ¿Es otro de mis delirios? Ahora sí enloquecí por completo.
—Rayan, ya tienes 28 años. Podrías cuidarte un poco más, solo a pasado un mes y medio desde la operación tu cuerpo siempre fue y será débil entiendo que estés molesto porque no puedes hacer muchas cosas como las demás personas—Habla la hermosa mujer.
—No he tomado.
Por el momento fingiré ser está persona, tengo que conseguir información pero, ahora mismo no es momento para estar aquí, necesito saber cómo está Alen.
—Volvere a mi habitación—Dio media vuelta, su familia no siguió hablando porque sabían el genio que se cargaba su hijo.
Dariel corrió a verse en el espejo, su rostro es atractivo pero no se parecían en nada al su yo real. Cabello corto dorado y unos hermosos ojos violetas. Su cuerpo fornido se había esfumado por un esbelto.
—Este no soy yo....¡Tome posesión de un cuerpo desconocido! ¿Cómo? No importa no es momento para hacerme esas preguntas. Lo importante aquí es, saber si estoy en el mismo lugar dónde vive Alen.
Dariel empezó a desordenar toda la habitación hasta que logro encontrar el dichoso celular, busco la dirección donde Alen vivía. Sabía todo gracias a la voz de su amado.
—¡SII!—Grito emocionado.
Dariel busco el nombre del hospital cuando lo encontró sus ojos brillaron al ver que, solo está a veinte minutos en autos de dónde está ahora mismo. Tomo las llaves, cartera, abrigo.
—Espera un poco más amor mío—Nuevamente salió de la habitación, esta vez listó para salir de la casa.
—¿A dónde vas?—La voz de su padre es grave—Son las nueve y medía de la noche—Ve fijamente a Dariel.
—Que te...Es el último día del año—Por poco y saca su lado dominante de señor millonario—Quiero visitar un lugar al que siempre he querido ir—No era mentía.
—¿Dónde?—No lo estaba convencido.
—Papá—No me hacía sentí bien llamarlo asi, solo tengo un padre y el ya murió—Un hombre debe de tener sus propios secretos.
—¿Llevas tu celular?—Asiente—Regresa antes que sean las doce—Volvio su mirada a la pantalla plana.
—Si—Salio por la puerta, subió al auto.
Sus adrenalina y los nervios se desbordan por sus puros no puede respirar tranquilo hasta que, sepa el estado de Alen. Quería ir más rápido pero no podía violar las leyes de tránsito o la familia del cuerpo que posee sospechara de el.
Estacione el auto, salió corriendo hacia el ascensor que lleva a recepción. En su rostro solo podías ver desesperación, ni bien se abrieron las puertas cuando bajo rápido del ascensor.
—¡Señorita, ¿Esta aquí el joven Alen Grand?—Estoy seguro que uso el apellido de su madre.
—¿Es su familia? Si no es su familia o algo que lo identifique como un conocido, no puedo darle esa información.
—Por favor—Suplico—El es la persona que amo—La vio con una mirada cristalizada—Ahora mismo puede que esté sufriendo creyendo que está solo, sin nadie a su lado—Ahora mismo desea tener poder para entrar sin siquiera suplicar.
Puedo ver en su rostro cuan desperado está, debe de amarlo demasiado para tener el coraje de confesarlo sin importar ser juzgado por mí.
—Habitación 104 en el segundo piso—Espero no ser despedida por esto o que está persona sea un acosador. Solo que mirada es muy sincera—Ojala que se encuentre bien—Enserio espero no sea una persona mala.
—Gracias—Subi las escaleras de la manera más rápida y sobrehumana que pueda existir olvidado que esté cuerpo no es mío y puede sufrir alguna herida, me disculpare despues. Ahora mismo eso es lo de menos.
Dariel busca la habitación de manera ansiosa cuando vio los números en la puerta, su cuerpo se congelo. No sabía cómo le explicaría quien era el, o del porque lo conoce. Sus inseguridades lo retienen a fuera de la puerta.
—¿Eres familia o amigo de Alen Graham?—Pregunta el anciano.
Dariel se tensó por la repentina voz que llamaba su atención, no quería responder por miedo a que lo saquen del hospital.
—No tengo ninguno de esos títulos—Ve los ojos casi transparentes de ese anciano—Pero lo amo, ¿Eso le basta para darme la información de su estado?—Sonrio con dolor, muy desgarrador de ver.
—No juzgo los gustos de las personas—Revisa el expediente de Alen—Debes de estar preparado para escuchar lo que diré acontinuación—Suspiro—Su cuerpo tiene un desorden alimenticio, a eso le agregamos gastritis erosiva que debió ser tratada cuando sintió los síntomas.
Con cada palabra la expresión de Dariel se iba volviendo cada vez más fea, los temores se arraigan en su cerebro.
—Su cuerpo a soportado todo eso durante todo esté tiempo, causado un daño irreversible....Eso solo a ligero los síntomas del cáncer de estómago que aparecieron hace tres años. Esta en la segunda etapa.
Sucedió lo que Dariel tanto había querido evitar, eso fue como ver todo su mundo colapsar en pequeños pedazos que serían difíciles volver a construir. Alen es su mundo entero.
Aquellas palabras dejadas en el diario de su madre, penetraron su cerebro, ya no podía contener más sus lágrimas, solo las dejo salir con el insoportable dolor que a cuchilla su corazón.
—Se esta deteriorado de la manera más dolorosa que pueda existir, tenemos que empezar a realizar quimioterapias si quiere vivir unos años más.
El médico pone sus manos en los temblorosos hombros de, Dariel. En este momento su figura se veía tan pequeña y vulnerable
—Pero eso no garantiza que pueda vencer el cáncer....Lo siento—Es lamentable, es tan joven—Tienes que ser su apoyo, no te demores. En estos momentos está sedado porque tuvo un ataque de pánico al ver la sangre, despertara hasta el día de mañana.
No podía hablar, de por sí el nudo en mi garganta me está asfixiando. Es como ahogarme en un gran río, el agua está entrado en mis pulmones, intentó salir a la superficie pero no puedo moverme, en mi tobillo hay una cadena que me jala al fondo cada vez que intento nadar.
Con sus manos temblorosas giro la perilla de la puerta, sostuvo su pecho, sintió que su corazón está por caer a sus manos. Ver acostado al joven que tanto anheló ver, es una emoción indescriptible, pero no es así como quería verlo.
—H-Hola—Tartamudeo entre lágrimas—Al fin te conozco, no estoy loco—Se arrodillada en el piso, le tomo tres minutos poder sostener esa pálida y delgada mano porque el temblor en su cuerpo no le permitía tener fuerzas.
Las lágrimas se desbordan cuál cascada en pleno invierno, recorren sus mejillas hasta que se pierden en el frío piso donde está arrodillado.
—Eres tan hermoso como te imaginé...Tu voz casi me vuelve loco—Puso la mano de Alen, en su frente—Lamento llegar tarde—Solloza con ese dolor que te hace hervir la sangre por la impotencia, frustración—Soy un inútil...debí poner más de mi parte para poder encontrar una solución. Alen....
Dariel se sobresalto un poco al sentir el movimiento proviniente de la mano que sostenía, sonrió un poco creyendo que podía escucharlo sin importar qué lo olvidé cuando despierte.
—¿Puedes escucharme?—Dariel se emocionó al sentir como su mano es sostenía con más fuerza, su agitado corazón comenzó a latir mucho más rápido—Estoy aquí—Sonrie entre lágrimas—Estoy aquí, contigo...no estás solo—Besa la muñeca de Alen—Estoy aquí, no estas solo—Repite una y otra vez hasta que su garganta se volvió reseca.
Dejo de estar arrodillado en el piso, pidió permiso para poder sentarse en la camilla. Observa detenidamente el durmiente y pálido rostro del joven.
Dariel comenzó contarle de la manera más desgarradora el como le a tocado vivir sabiendo que no podía estar con junto a el por más que lo quisiera.
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