Capítulo 18: ❝Estrategias & regresos❞ [Parte 2]
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Una vez que llegaron al territorio de Auroria, Dizzy y Audrey bajaron del helicóptero con sus pertenencias, admirando el hermoso castillo que le pertenecía a la familia real; mientras que el helicóptero se alejaba cada vez más.
— ¡No puedo creer que estemos aquí finalmente! —Chilló la pelirroja, emocionada, observando todo el lugar con fascinación hasta que recordó que estaba acompañada de la realeza y se obligó a calmarse. Caminó hacia la puerta principal y la abrió, entonces el gato saltó de su bolso y entró al palacio. —Después de usted, Su Majestad. —Dijo haciendo una reverencia, recordando todos los consejos que su abuela le había dado en caso de que alguna vez tuviera que estar acompañada de la realeza.
—La reina lle... —Empezó a hablar Audrey pero se quedó callada al recordar que Aurora –la persona que ella más amaba– no estaría allí para recibirla como siempre lo hacía cuando iba de visita. —... Llegó. —Concluyó y trago saliva con dificultad, sabiendo que en aquel momento sí era la reina.
La rubia suspiró hondo antes de entrar a su castillo –que estaba tan hermoso como siempre–, siendo seguida por la VK quien cerró la puerta, Audrey camino hasta el hermoso trono en donde antes solía sentarse su madre.
Audrey se sentía vacía, y Dizzy podía percibir que ella no se sentía cómoda en su propio hogar.
— ¿Audrey? —La llamó la pelirroja con timidez. — ¿Puedo conocer tu habitación? No te estoy pidiendo quedarme a dormir ahí contigo, me conformo con un sótano como en el que descansaba Cenicienta o tal vez en el clóset. —Dijo y se mordió el labio inferior.
—Está bien, puedes dormir conmigo... Aunque a mi abuela no le hará gracia que tenga aquí a la nieta de Lady Tremaine. —Accedió la adolescente, quien frunció el ceño al pensar en el escándalo que Leah le armaría por esto, pero volteó a ver a la pequeña niña que ahora era su responsabilidad. —Pero no te preocupes, la reina soy yo. —Le sonrió mientras se dirigía hacia las escaleras y empezaba a subirlas.
—No tienes que decirle quién soy si sabes que eso te traerá problemas. Odiaría provocar más discusiones familiares. —Exclamó Dizzy, e hizo una mueca mientras el gato también las seguía. —En mi opinión, eres una gran reina. Y no lo digo simplemente porque fuiste tú la que me rescataste, lo digo porque es verdad. —Dijo con sinceridad.
—Mi madre siempre me decía lo mismo, sin embargo para mí... —La rubia se quedó callada cuando los recuerdos la invadieron de repente. —...ella siempre será mejor reina que yo, pase lo que pase.
—Concuerdo con ella. —Habló la hija de Drizella, mirando todo a su alrededor cuando ambas llegaron al segundo piso del palacio. —Tu madre siempre estará en tu corazón, y si te sientes sola... me tienes a mí. —Dijo con una sonrisa, la dueña del castillo suspiró hondo.
—Siéntete llena de orgullo, serás la amiga y compañera de una reina fabulosa, Dizzy. —Bromeó la hija de Aurora, fingiendo arrogancia, luego le sonrió. —No pongas esa cara de admiración o no podré comportarme como mi abuela me enseñó.
—Estar aquí ya es un gran honor para mí, Audrey. —Admitió la niña, observándola de reojo para entonces soltar una carcajada. —Perdón, es que siempre soñé con estar en un castillo, pero nunca pensé que tendría la oportunidad de visitar uno. —Dijo, sin poder creer que esto estaba pasando.
—Bueno pues ahora estas en un castillo, y te enseñaré cada cuarto que tiene así como te daré muchos vestidos, pero... —Sentenció la rubia, apuntándola con un dedo. —...me debes un corte en las puntas de mi cabello. —Puntualizó.
—Eso me encantaría, gracias por ser tan atenta y amable conmigo, mi mamá decía que las princesas de Auradon eran tan estúpidas y desagradecidas como Cenicienta pero ahora veo que ella se equivocó. —Murmuró Dizzy, sintiéndose ilusionada cuando escuchó que recibiría tanta atención por parte de la reina de Auroria. —Oh, puedo hacerte el corte cuando nos acomodemos en tu habitación si así lo deseas, traje todo lo que necesito.
—Ya casi llegamos a mi cuarto. —Le informó la dueña del palacio, guiñándole el ojo de manera cómplice. —Solo espero que esta vez mi abuela no haya entrado para revisar mis cosas. —Masculló mientras caminaban por el largo pasillo.
—Genial. —Exclamó la chica de la Isla, emocionada. — ¿Por qué crees que ella revisaría tu habitación? Quiero decir, es tuya y tienes derecho a que ella respete tu privacidad. —Cuestionó, intrigada.
—Mi abuela es muy controladora, no pudo controlar la vida de mi madre y ahora se dedica a controlar la mía... A veces es muy molesta. —Criticó Audrey, entonces se detuvo delante de una enorme puerta de madera preciosa y colocó ambas manos en las manijas de la misma. —Voy a abrir, ¿lista?
—Pues no deberías dejar que lo haga, es tu vida y tú decides como vivirla. —Le aconsejó la pequeña, deteniéndose cuando llegaron a la puerta de su habitación. —Sí, estoy completamente lista. —Dijo con una enorme sonrisa.
Audrey abrió la puerta y permitió que la niña entrara primero para ir tras ella, pero se detuvo cuando vio una escena horrible delante de sus ojos: los cadáveres quemados de sus abuelos estaban en el suelo, junto a la corona que le había pertenecido a su madre.
La enorme sonrisa de la pelirroja desapareció y sus ojos se llenaron de lágrimas, sin embargo dirigió su atención hacia la chica que vivía allí.
— ¿Audrey? —Murmuró la pequeña, asustada, notando como su respiración se aceleraba y ella pestañeaba varias veces y cerraba los ojos de repente. — ¿Crees que estaremos seguras aquí?
—Honestamente no estoy segura de eso, pero nadie del PPP debe saber que esto sucedió. Ahora, Dizzy, sal de mi vista inmediatamente y... —Demandó la hija de Aurora, quien no tardó en comenzar a llorar. —...V-ve abajo y busca a los sirvientes... Diles q-que vengan y que e-es una or-orden de la r-r-reina. —Balbuceó, shockeada.
—Pero no quiero dejarte sola cuando estas así, yo... —Replicó la hija de Drizella, pero entonces recordó con quién estaba hablando. —... lo haré inmediatamente, Su Majestad. Con su permiso. —Añadió antes de hacer una reverencia y retirarse de la habitación, bajó las escaleras corriendo junto a su gato y se metió en la cocina para llamar a los sirvientes, quienes subieron para encargarse de la situación y le aconsejaron quedarse en la planta baja por unos minutos.
Auradon realmente puede ser peor que la Isla, pensó Dizzy.
Mientras los empleados limpiaban a su alrededor, Audrey permaneció allí hasta que ellos se fueron, tomó la diadema de Aurora en sus manos y la dejó en su mesa de luz para finalmente se dejarse caer en la cama mientras lloraba sin consuelo alguno.
—Soy una estúpida. —Gritó la rubia, eufórica y destrozada. Sabía quién era la culpable de su miseria. — ¡Ella me destruyó! ¡La odio! ¡La odio desde lo más profundo de mí ser!
Al oír los gritos, Dizzy corrió a su habitación y se subió a la cama para entonces rodearla con sus brazos.
—Desahógate todo lo que quieras, luego te hago un cambio de look si así lo deseas, lamento que tengas que pasar por esto. —Murmuró la pelirroja, mientras que la dueña del castillo se aferraba a ella sin dejar de sollozar.
Su vida se había derrumbado, así que lloró hasta que sus ojos comenzaron a arder, se vio forzada a dejar de sollozar.
—Audrey, las mejores reinas son las que toman su dolor y lo transforman en poder. —Susurró Dizzy, secando las lágrimas de la adolescente, quien aún se aferraba a ella. —No mereces todo esto, cuanto lo siento, se ve que los VKs ya perdieron la cordura.
—Tú tienes razón, ellos ya no pueden seguir teniendo el control de Auradon, si eso pasa el reino sucumbirá muy pronto. —Habló la pelirroja en voz baja y acarició su mejilla, pero la rubia se apartó para tomar la tiara de su madre.
— ¿Ves esta corona? —Dudó Audrey, extendiendo el objeto hacia la niña, mientras la observaba con admiración y deseo. —La usaré, pero antes... la mereceré.
—Sí, es muy hermosa. —Afirmó la chica de la Isla, acomodándose mejor en la cama mientras le prestaba atención. — ¿Qué quieres decir con que la merecerás? ¿Qué harás para merecerla? —La interrogó, curiosa, la vio levantarse de la cama.
—Si ellos quieren ser malos... —Dijo la reina de Auroria, colocándose frente a Dizzy y agachándose para quedar a su altura. —...Yo seré aún peor. —Afirmó, colocándole la corona en la cabeza a la pequeña para luego sonreír.
— ¿Sabes que decimos en la Isla de los Perdidos? Es bueno ser mala. —Dizzy le guiñó el ojo de manera cómplice, mirándola con atención. La rubia ladeó la cabeza y sonrió al escuchar eso. —Y si vas a ser la peor, vas a necesitar un nuevo look. —Sugirió, alzando una ceja.
—A sus órdenes, Majestad. —Dijo Audrey, levantándose del suelo y haciendo una reverencia ante la menor para luego mirar la corona en su cabeza, finalmente observó a la pelirroja a los ojos. —Aunque no lo creas, te queda hermosa la corona de mi madre.
—Esto es realmente nuevo, pero me gusta. Y me alegra que pienses eso. —Admitió Dizzy, bajándose de la cama de un salto y sonriendo halagada, luego tomó su bolso y comenzó a sacar varios accesorios que había hecho; como pulseras, collares, aretes y demás cosas. —Creo que estos complementarán muy bien tu nuevo look, pero dime, ¿cuánto puedo trabajar? Porque amo tu look actual, pero si quieres ser la peor... Dile adiós a los colores pasteles. Despídete de la princesa que destruyeron, porque ella ya se ha ido.
—Uh-uh, ya no quiero ser una chica buena y rota, se acabó. —Exclamó la hija de Aurora, observando su cabello rubio, miró todos los accesorios que había en la cama; sin poder decidir cuál usar porque todos eran preciosos y muy bellos. —Haz lo que quieras conmigo. —Dijo.
—Bien, vas a quedar bellísima. —Aseguró la descendiente de Drizella, se quitó la corona de Aurora y la dejó en la mesa de luz para que no se ensuciara, luego tomó a la dueña del cuarto de la mano para guiarla hacia su baño, en donde comenzó a oscurecer los mechones de su cabello que solían ser celestes y rosados para reemplazarlos por el color negro. —Insecure in her skin, like a puppet, a girl on a string... —Tarareó mientras hacía el trabajo que más le gustaba, no tardó demasiado así que unos minutos después le colocó una toalla en la espalda para evitar que su ropa se mojara y comenzó a secarle el cabello. Cuando finalizó, la llevó hacia su tocador y la hizo tomar asiento frente al mismo, eligiendo dos colores de esmalte para pintarle las uñas.
—Broke away... —Prosiguió la pelirroja, logrando que Audrey rodara los ojos, mientras la pequeña le pintaba las uñas de color negro y rosa. —...Learned to fly, if you want her back, gotta let it shine. —Exclamó, la hija de Aurora sonrió, mientras que la VK le pintaba la otra mano y luego soplaba sus uñas para que no tardaran mucho en secarse.
—So it looks like the joke's on you, 'cause the girl that you thought you knew, she's so gone. —Dijo la niña, sonriendo orgullosa cuando terminó con aquel cambio drástico pero necesario, dio vuelta la silla giratoria en la que la chica de Auradon estaba sentada para que admirara su nuevo aspecto frente al espejo. —That's so over now, she's so gone, you won't find her around. —Añadió, Audrey le sonrió y la menor corrió hacia el enorme armario de la AK para abrirlo, tenía que haber algo que fuera de cuero.
Audrey aún admiraba su reflejo en el espejo cuando la VK regresó junto a ella, sosteniendo una prenda en sus manos.
—Ponte esto, ¿si? —Le pidió la niña, entregándole una chaqueta, la rubia solo asintió con la cabeza.
—You can look but you won't see the girl I used to be. —Cantó Audrey, colocándose la chaqueta rosada de cuero que tenía escrito su nombre detrás. —'Cause she, she's so gone.
Su cambio de look la favorecía demasiado, le gustaba muchísimo.
La hacía sentir especial, diferente, sensacional, radiante y muy fabulosa.
Y casi la hizo olvidar que, a partir de ese día, algo se rompió dentro de ella.
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Mientras tanto, cuando los piratas y los descendientes de Mulán y Shang llegaron a Northern Wei, Lonnie abrió la puerta de su palacio e ingresó al mismo; siendo seguida por su hermano.
— ¡Bienvenidos! —Anunció ella, sonriendo con nostalgia, mientras recordaba un montón de momentos familiares.
—Esa es mí frase, nena, consíguete la tuya. —Le advirtió el chico de abrigo rojo, acercándole el garfio al rostro.
— ¿Qué te dije en el helicóptero sobre esa cosa? —Masculló la hija de Mulán, sin sentirse intimidada.
— ¡Que me lo podía meter en el cu...! —Empezó a decir el rubio, emocionado.
— ¡Eso no fue lo que dije! —Intervino Lonnie, haciéndole una señal con la cabeza para que los piratas entraran, ellos lo hicieron.
—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve aquí. —Dijo Shang, quien suspiró.
—Digo lo mismo. —Concordó su hermana, observando al primogénito de Mulán.
— ¡Degenerados! —Les gruñó Uma a sus mejores amigos. — ¡Cállense o los mataré a los dos por desubicados! —Los amenazó y miró el enorme castillo al que acababan de ingresar.
— ¡No me matarás porque me necesitas! —Replicó el primer oficial.
— ¡Yo no te necesito, Hook! —Alzó la voz la hija de Úrsula, para luego darle una patada en el trasero, mientras observaba a su alrededor; impresionada. —Es un lugar gigante, no sabía que existía algo tan extremadamente grande.
—Sí, mamá luchó muy duro para conseguir todo esto. Es uno de los palacios más grandes que hay en todos los reinos de Auradon. Es prácticamente impenetrable así que estaremos completamente seguros. —Respondió la joven guerrera, mirando a la pirata.
— ¡Mierda, Uma! —Se quejó el chico del garfio, adolorido. —Me las vas a pagar. —Le advirtió, señalándola con su garfio.
—Es enorme. —Susurró Gil, fascinado.
— ¿Les parece bien si les mostramos sus habitaciones? —Sugirió la novia de Jane, observando de reojo a su pariente, acercándose a él.
—Estoy de acuerdo. —Dijo Shang al no recibir alguna respuesta por parte de los chicos de la Isla pues dos estaban muy ocupados peleando y golpeándose mientras que el hijo de Gastón aún observaba todo a su alrededor. —Deberíamos apresurarnos antes de que se maten. —Murmuró lo suficientemente bajo como para que solo su hermana lo escuchara.
—Me pregunto cómo es que no se mataron en la Isla. —Cuestionó la hija de Mulán, entonces Gil alzó la mano.
— ¡Oh, eso es gracias a mí, yo lo evité siempre! —Mencionó el rubio, con mucho orgullo. —Valió la pena recibir cada golpe. —Afirmó, Lonnie hizo pucheros y le acarició la mejilla al descendiente de Gastón.
—Pobrecito. —Susurró ella, sintiendo pena, luego se dirigió hacia las escaleras junto a su hermano y silbó para captar la atención de los tres forasteros. —Síganme.
—Después de usted, capitana. —Habló Harry, haciendo una reverencia ante su mejor amiga, quien lo miró entrecerrando los ojos para luego tomarlo por los cabellos y comenzar a arrastrarlo hacia su nuevo destino.
—A mi no me engañas, Hook. —Murmuró Uma, riéndose a carcajadas mientras lo obligaba a seguirla.
— ¡Oye! ¡Esto no es justo! —Protestó el chico de abrigo rojo, dejándose arrastrar por la villana, mientras él intentaba contener la risa que le producía la situación.
—Nadie puede saber como es que no se destruyeron los unos a los otros, porque ni ellos mismos lo saben. —Exclamó Shang, soltando una carcajada al igual que su hermana para luego mirar hacia atrás, viendo como Harry era arrastrado y Gil iba detrás de ambos piratas. —Aunque, si te soy sincero, parecen bastante felices. —Dijo mientras subían las escaleras hasta que llegaron al segundo piso.
—Sí y eso es bueno. —Le dio la razón la joven guerrera, quien continuó caminando hasta que llegaron a su habitación, su hermano le abrió la puerta y ella entró para luego dejar las maletas en su cama. Había otra cama en el cuarto pues allí era en donde Audrey –ya que Jane descansaba en la cama de Lonnie junto a ella– solía dormir cuando venía a visitarla. —Aquí dormiremos Uma y yo, si te parece bien. —Dijo, mirando a la susodicha, quien soltó a Harry cuando entraron al cuarto.
—Sí, me parece bien, pero quiero seguridad en la puerta para que Hook no entre en medio de la noche o cuando me estoy vistiendo. —Habló la pirata, soltando una carcajada, mirando a su mejor amigo de reojo. El primogénito de Mulán también se rio.
— ¡Uma, no seas tan dramática! —Pidió Harry, luego se mordió el labio inferior. —Ya no estamos en la Isla, no necesitas que vigile la puerta de tu habitación.
—Oh calla, Harry, si sabes que Uma es la reina del drama. —Le recriminó el hijo de Gastón, dándole un golpe en el brazo al susodicho.
— ¿Son así siempre? —Cuestionó Shang, captando la atención del chico de abrigo rojo, quien lo miró. —Porque debe ser difícil lidiar con ellos.
—Sí, somos muy caóticos siempre, pero ¡así es la vida de un pirata! ¿¡Quién podría pedir más!? —Alzó la voz el descendiente de James Hook, feliz de ser libre.
— ¡Uma, ven, prueba lo cómoda que es tu cama! —Sugirió Lonnie, sintiéndose emocionada, la villana caminó hacia allí y se lanzó en la cama; hundiéndose en ella y sonriendo, feliz.
—Uhm... ¿Cómo alguien con esta cama puede ser infeliz? —Exclamó la chica de cabello turquesa, sintiéndose realmente feliz por un momento, se olvidó de su alrededor por unos instantes. La hija de Mulán sonrió al verla así.
—Algo me dice que dormirás mucho en esa cama. —Dijo la novia de Jane, sonriendo.
—Si ustedes dos dormirán aquí, ¿qué hay de nosotros? —La interrogó Gil, frunciendo su ceño.
—Oh, los dos dormirán en la habitación de mí hermano. —Contestó la dueña del cuarto.
—Eso es... interesante. —Masculló el chico del abrigo rojo, soltando una risita para luego pasarle el garfio por el cabello al primogénito de Mulán. —Dime, guerrero bonito, ¿te gustan los tríos?
—Tengo otros gustos, Harry. —Replicó él, sereno. —Pero si quieres hacer algo privado en mi habitación, me salgo. —Añadió, sonriéndole.
—Que aguafiestas, algún día me follaré a alguien de Auradon. —Protestó el pirata, indignado, alejando su garfio de él.
— ¿Lo escuchaste, Harry? ¡Él no tiene ningún problema en que me hagas un oral en su habitación! —Exclamó Gil, sacándole la lengua, divertido y feliz.
—Pero por favor, no lo hagan en mi presencia. —Suplicó el hermano de Lonnie, sonriéndoles con amabilidad.
— ¿Alguna vez dejan de hablar de sexo? —Cuestionó la joven guerrera, sentándose en su cama, dirigiéndose a la capitana del Lost Revenge.
—Si ellos no hablan de sexo es porque no son ellos, el día en el que piensen que son impostores los pueden hacer hablar de sexo y si Gil empieza a pelear porque Harry nunca le mete el garfio es porque son ellos. —Dijo Uma, sin dejar de sonreír. —Es que nosotros venimos de un lugar muy lejano en donde todos somos homosexuales. Y, ahora que lo pienso, ¿por qué no se llama Isla de los Homosexuales en vez de Isla de los Perdidos? Porque lo único que todos perdimos ahí es nuestra heterosexualidad.
—Deberíamos ir a enseñarles el cuarto a los chicos, aunque Uma está tan cómoda que no parece querer moverse de ahí. —Propuso Shang, mirando a su hermana.
—Es bueno saber cómo reconocerlos. —Dijo Lonnie, quien soltó una risita cuando escuchó aquel comentario, debía admitir que tenía razón, pues las palabras de la pirata tenían sentido. —Tengo una idea mejor, ¿por qué no vas tú solo a enseñarle tu cuarto a los chicos? Yo cuidaré de la hija de Úrsula, está en buenas manos. —Aseguró antes de relamerse los labios.
—Sí, ¿por qué no le hacemos caso a tu hermana? —Habló Harry, sonriéndole al muchacho de Auradon, mientras jugaba con su garfio.
—La verdad es que esa idea sí me agrada. —Confesó el hijo de Gastón, guiñándole el ojo a los chicos.
—Ni se les ocurra tocar a mi hermano o los mato, ¿me entendieron? —Les advirtió la hija de Mulán, cruzándose de brazos y observándolos con seriedad.
—Tranquila Lo, no me harán nada. —La calmó Shang, apoyando con fuerza sus manos en los hombros del chico de abrigo rojo. — ¿Verdad, Hook? —Dudó, ejerciendo fuerza sobre sus hombros, mientras sonreía victorioso.
— ¡Claro que...! —Comenzó a hablar el pirata, quien esbozó una sonrisa completamente falsa cuando inesperadamente el agente del PPP comenzó a ejercer fuerza sobre sus hombros. — ¡No! ¡Yo sería incapaz, lo juro por mí honor! —Añadió.
— ¡Si te pone un dedo encima, lo mato, la única persona con la que Harry puede estar además de Uma soy yo! —Gritó Gil.
— ¡Que bueno que te llevas a Algagil y a Niñerry de aquí, guerrerito bonito! —Exclamó la capitana del Lost Revenge, acomodándose mejor en aquel colchón tan cómodo. Estaba disfrutando de su buena vida. — ¡Así puedo disfrutar la cama en paz!
Los piratas abandonaron la habitación y Shang caminó hacia la salida, pero el último volteó a ver a su hermana.
—Sé que puedes cuidarte solo. —Dijo Lonnie, le guiñó el ojo y se rió para luego ver como él se quitaba la camisa y cerraba la puerta, escuchó sus pasos marchándose por el pasillo. —Yo creo que necesitamos descansar. —Le dijo a su nueva compañera de cuarto.
Sería mejor que disfrutaran esos momentos de felicidad, porque... muy pronto dejarían de tenerlos.
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