Capítulo 12: ❝Escape de Auradon❞ [Parte 2]

♛♛♛

  Finalmente, las AKs habían llegado a la frontera, en donde Jane soltó las maletas de Audrey que había cargado durante todo el camino; agotada ya que las mismas eran muy pesadas.

—Ok, primero tenemos que cambiar de atuendo. —Habló la pequeña hada, sacando su varita de su chaqueta.

— ¡Me veré genial usando cuero! —Exclamó la hija de Mulán, dejando las valijas en el suelo, emocionada.

—Chicas... —Las llamó la rubia, captando su atención. —No sé qué me pasa pero de repente me han dado ganas de volver a Auradon. —Murmuró, arrugando la nariz.

— ¿Estas loca? ¡No podemos hacer eso! —Se opuso la descendiente del hada madrina, negando con la cabeza. —Regresar no es una opción.

—Tenemos que irnos para estar a salvo, Audrey, tú lo dijiste. —Dijo Lonnie, intentando hacerla entrar en razón.

—Yo... ¡No sé qué hacer! —Gritó la princesa de Auroria, volteándose para ver el camino que las llevaba hacia Auradon. —Yo siento que me acabo de quedar completamente vacía. —Dijo, frunciendo el ceño.

— ¿Comiste algo hoy? —La interrogó la joven guerrera. —Tal vez tienes hambre.

—No, no es mi estómago. —Aclaró la descendiente de Aurora, ignorando que un helicóptero se acercaba hacia la frontera. —Creo que es alguna sensación horrible, no lo sé, pero es muy extraño... —Prosiguió, haciendo una mueca.

—Uhm, eso es raro, pero no hay tiempo que perder. —Murmuró Jane. —Ya no queremos usar ni un solo vestido, ropa de cuero es lo único que te pido. —Recitó aquel hechizo y sus prendas se transformaron en atuendos de cuero.

— ¡Nos vemos sensacionales! —Habló la hija de Mulán, mientras que su novia dirigía su varita mágica hacia la barrera que cubría la Isla de los Perdidos. La pequeña hada sonrió, sintiéndose orgullosa de sí misma. — ¡Gracias, cariño!

Noble corcel, fuerte y capaz, a cualquier lad... —Jane comenzó a conjurar el hechizo pero de repente sus ojos brillaron cuando un dolor de cabeza la invadió, tuvo una visión horrenda sobre su propia familia y sintió un dolor insoportable en su pecho que la hizo caer al suelo de rodillas. — ¡No, no, no, no! —Dijo, angustiada.

— ¡Amor! —Alzó la voz Lonnie, preocupada, quien se arrodilló para estar a la altura de su pareja. — ¿Qué pasa?

— ¿Qué es esta opresión en el pecho? —Preguntó la rubia, quien seguía mirando el camino hacia Auradon, sin haberse percatado de la situación de su amiga.

— ¡Audrey! —Le gruñó la joven guerrera, logrando que la princesa de Auroria se volteara hacia ellas. La primera volvió a ver a la menor de las AKs, quien ahora estaba llorando. — ¡Cariño, tranquila, estoy aquí! —Dijo, acariciando su cabello.

—N-no.... N-no... M-mamá... —Sollozó la pequeña hada, angustiada. —E-esto solo m-me pasa cuando un h-hada muere.... —Tartamudeó, nerviosa.

— ¡Jane! —Masculló la rubia, agachándose a su lado. —Calma, preciosa, estoy aquí contigo y vas a estar bien... —Aseguró ella, sosteniéndole las manos, aunque aún sentía ese vacío en su pecho; que indicaba que tenía un mal presentimiento.

—No puede ser, n-no. —Susurró la descendiente de Mulán, rodeando a su novia con sus brazos para reconfortarla. —Tenemos que irnos, debes abrir la barrera. —Suplicó, mirándola a los ojos.

—N-no puedo... s-seguir. —Se opuso la pequeña hada, negando con la cabeza, sus ojos volvieron a brillar intensamente. —M-mamá está muerta. —Sollozó, aferrándose a la joven guerrera, mientras que sus manos temblaban.

—No lo creo, bonita. —Exclamó Lonnie, intentando calmarla, pero ella también tenía un mal presentimiento.

— ¡Lo siento en mi corazón, idiota! —Alzó la voz la menor de las AKs, dolida.

—El hada madrina falleció... —Murmuró Audrey, una idea se hizo presente en su mente y fijó la mirada en el piso mientras las lágrimas descendían por sus mejillas. —No... No puede ser... Eso es imposible... Eso no es posible...

—No te pongas así, tenemos que ser fuertes por Jane. —Trató de consolarla la descendiente de Mulán, pero no era estúpida, si su suegra estaba muerta... posiblemente todos los demás también lo estaban. —No creerás que... —Dijo, pero no se atrevió a terminar la frase.

 Los héroes no podían estar muertos.

  De repente, oyeron un silbido que provenía desde el cielo y las tres levantaron la mirada para percatarse de que encima de ellas estaba un enorme helicóptero con la puerta abierta, desde donde una morocha les estaba haciendo señas para captar su atención.

 ¡Hey, chicas! —Gritó Carter, arrojando una escalera y descendiendo por la misma hasta saltar al suelo y acercarse hacia ellas. —No pueden quedarse en Auradon, suban al helicóptero y les explicaré por qué. —Dijo, pero suspiró hondo al darse cuenta de que la única que le estaba prestando atención era la joven guerrera, pues las otras dos estaban demasiado shockeadas.

—Lo diré de otra manera. —Habló la descendiente del mayor Mason, sacando su insignia del PPP para mostrárselas. —Agente Carter Mason, miembro del Programa de Protección a Princesas. Mi deber es cuidar a las princesas de todo el mundo así que ustedes van a venir conmigo. —Ordenó, por lo tanto Lonnie asintió con la cabeza y tomó las manos de su novia para ayudarla a incorporarse del suelo.

—Ven preciosa, hay que subir la escalera, vamos juntas. —Le indicó la hija de Mulán, con un tono dulce, la pequeña hada subió las escaleras y su pareja la siguió hasta que ambas estuvieron dentro del vehículo. Jane subió las maletas con su magia.

—Audrey... —La llamó la prima de Alex Russo, acercándose hacia la princesa de Auroria, quien sollozaba y temblaba.

— ¿Dón-dónde está mi ma-mamá? —Cuestionó la rubia, por su mente solo pasaba una respuesta horrible, mientras que la morocha la observaba con pena y tomaba sus manos.

 Carter no tuvo el valor para decirle que Cinder había revisado –a través de su celular– las cámaras que ellas mismas habían instalado y había confirmado que, en efecto, todos los miembros del Consejo Real habían fallecido... de una manera bastante horrenda.

—Te lo diré cuando subas al helicóptero, ¿si? —Exclamó la mejor amiga de Rosie, siendo tan paciente como comprensiva, pues todas habían vivido un infierno durante ese día. —Por favor hazlo, tenemos que irnos, estamos en peligro. —Habló con calma, vio como la hija de Aurora pestañeaba varias veces, comenzando a reaccionar.

—Yo... Yo su-subiré... —Accedió Audrey, mientras aún seguía llorando, pero hizo lo que la morocha le había pedido.

—Eso es, eres una buena chica y una excelente princesa. —La felicitó Carter, yendo tras ella y subiendo al helicóptero, guardó la escalera y cerró la puerta. — ¡Muy bien, vámonos de Auradon de una vez por todas! —Dijo lo suficientemente alto como para que el piloto la oyera.

—M-mamá... —Susurró Jane, quien temblaba en el medio del pasillo del transporte aéreo.

—Tranquila, vamos a sentarnos. —Murmuró la prima de Alex Russo, tomándola de la mano y guiándola hacia uno de los asientos, en donde la hizo sentarse y le colocó el cinturón de seguridad; Lonnie las siguió e imitó sus acciones. —Audrey, ven. —Pidió, dándose cuenta de que la rubia miraba fijamente por una de las ventanillas hacia su hogar mientras no dejaba de llorar y la ignoraba, así que la agente del PPP le hizo un gesto con la cabeza a Scarlett para que la ayudara.

—Princesa Audrey, por favor. —Suplicó la pelirroja, tomándola del brazo con suavidad y sentándola junto a sus amigas, le colocó el cinturón de seguridad mientras que la princesa de Auroria aún seguía mirando por la ventana. —Mierda, no creo que esto sea fácil. —Dijo, mirando a su compañera de misión.

— ¿Y si dejamos que se los diga mi padre cuando lleguemos al centro de operaciones del PPP? —Propuso la morocha, arrugando la nariz y acercándose a su oído para continuar hablando—: Porque esta chica es capaz de explotar el helicóptero.

—No sé si eso sea lo mejor, pero ella ya lo siente, Carter. —Exclamó Scarlett, mirando a la princesa de reojo. —Está así porque se percató de alguna manera. —Le hizo saber, captando la atención de la rubia, quien volteó a mirarla.

— ¿Qué es lo que yo sé? —Dudó la hija de Aurora, cuya expresión era indescifrable.

—Audrey... —Empezó a hablar la pelirroja, pero no podía romperle el corazón de esa manera tan cruel y despiadada. —No sé cómo decirlo.

—Jane también lo sabe. —Susurró Lonnie, intentando no llorar. —Ella lo sintió. —Añadió.

—Siguen shockeadas, tal vez sea mejor dejarlas descansar. —Exclamó Carter, incómoda.

—Mamá se fue... Quiero que vuelva. —Sollozó la pequeña hada, entonces la descendiente del mayor Mason la abrazó, pues le recordaba como ella se había sentido cuando había perdido a su madre. —T-tenemos algo que es tuyo. —Murmuró, sacando el diario del bolsillo de su chaqueta y entregándoselo.

—Gracias, bonita. —Exclamó la prima de Alex Russo, forzando una sonrisa para luego besar su frente, pues ella también estaba destruida pero no podía demostrarlo ahora. Las AKs la necesitaban, tenía que ser fuerte por ellas.

—Car, sinceramente me alegra que no haya tenido que usar mis métodos para recuperar ese libro. —Habló Scarlett, sonriendo, pero luego vio que Audrey se había cubierto el rostro con sus manos para que nadie la viera llorar. —Calma, por favor, princesa...

—Cállate. —Demandó la rubia, sin dejar de sollozar. —No quiero escucharte, ni a ti ni a nadie. —Aclaró entre el llanto.

—Sí, a mí también me alegra, Scar. —Concordó Carter, quien abrazó su diario con fuerza pues lo había extrañado mucho y no podía creer que finalmente lo había recuperado después de todo lo que había tenido que soportar. —Dejémoslas descansar, ellas lo necesitan. Se enteraran cuando lleguen. —Exclamó antes de incorporarse para dirigirse hacia otro asiento, lejos de las AKs, pero Cinder se acercó a ella.

—Ok, ahora que estamos fuera de peligro, seré la piloto. Shang debe estar muy cansado por haber venido hasta aquí. —Habló la rubia, no esperó respuesta y se dirigió hacia la cabina, en donde se acercó hacia el tablero de mando y presionó un botón que activaba el piloto automático; luego tomó asiento en el lugar que le correspondía al copiloto, al lado del hermano de Lonnie. —Hey Shang, vine para que me dejes conducir, tienes que descansar un poco... Y también tengo noticias recientes de Auradon. —Exclamó, entonces lo vio quitarse el casco y dirigir su atención hacia ella.

— ¿Noticias? —Repitió él, preocupado. — ¿Qué ocurrió? —Cuestionó, tragando saliva con dificultad, pues tenía un mal presentimiento.

—Resulta que... revisé las cámaras que pusimos en el castillo y... tus padres no sobrevivieron a la emboscada de los VKs, lo siento mucho. —Explicó Cinder, quien tenía lágrimas acumuladas en sus ojos, el joven no tardó en reaccionar de la misma manera mientras que se pasaba ambas manos por el cabello. —Pero... tu hermana está aquí, no sabe lo que pasó aún porque nosotras no pudimos decírselo, creo que tú eres el indicado para contárselo... Ella te necesita.

—No... No puede ser. —Murmuró el primogénito de Mulán, cerrando los ojos mientras un gran dolor se apoderaba de su pecho, las lágrimas no tardaron en comenzar a descender por sus mejillas.

—Lo siento, no hubo sobrevivientes en el juicio, excepto Rosie. —Dijo la rubia, haciendo una mueca antes de rodearlo con sus brazos. —Entiendo tu dolor, te juro que lo hago, pero tienes que ser fuerte por Lonnie. ¿Hace cuánto tiempo no la ves? —Lo interrogó, pues ambos sabían que los padres de Cinder también habían muerto hace mucho tiempo atrás.

—Hace 2 años... Desde que cumplí 18 y me enviaron al PPP. —Murmuró él, correspondiendo al abrazo con fuerza, lleno de dolor.

—Entonces esta es tu oportunidad de ser un buen hermano mayor y estar presente cuando Lonnie más lo necesita, sé que tus padres estarán orgullosos de la persona en la que te convertiste. —Intentó hacerlo razonar Cinder, mientras frotaba su espalda para reconfortarlo.

—Tienes razón. Iré por ella. —Murmuró el joven, quien se separó de ella y se limpió las lágrimas antes de levantarse para ir hacia la parte trasera del helicóptero, en donde estaban las chicas. Se encontró con la imagen de su pariente, en posición fetal, con la vista perdida. Se quedó contemplándola durante unos segundos, pues hace mucho tiempo no la veía. —Lonnie... —La llamó, vio como su hermana reaccionó al oír su nombre y dirigió la vista hacia él.

—Shang... —Susurró ella, shockeada, se desabrochó el cinturón de seguridad con la intención de incorporarse para darle un abrazo pero entonces pensó en que eso no podía estar pasando, su hermano mayor no podía estar a metros de ella. —...no puede ser, esto debe ser un maldito sueño. —Exclamó, negando con la cabeza.

—No lo es. —Se opuso el primogénito de Mulán, mientras la observaba con dolor por todo lo que había pasado. —Soy yo, Lo. Soy Shang. —Afirmó, entonces la joven guerrera lo miró a los ojos al oír aquello y se levantó de su asiento para correr a abrazarlo, gesto que él correspondió.

—No puedo creer que seas tú... Cuando te fuiste de casa sin dar explicaciones... creí que no volvería a verte. —Dijo la chica, quien buscó refugio en los brazos de su hermano durante unos segundos, luego se apartó para inspeccionarlo de arriba hacia abajo. Notó que llevaba un uniforme bastante particular: el de la misma organización a la que pertenecían las chicas que las habían salvado de un destino incierto pero cruel. — ¿Qué significa esto? —Lo interrogó, sintiéndose traicionada por él, de nuevo.

 Sin embargo, su pariente no estaba mentalmente preparado para contarle la verdad, así que la tomó de la mano para guiarla hacia los asientos, en donde la joven se volvió a colocar el cinturón de seguridad.

—Ahora no puedo hablar de esto. —Él evadió el tema, mientras sus ojos volvían a llenarse de lágrimas. —Hay algo mucho más importante que debo contarte...

— ¿Cómo que no puedes? Hace 2 años no te veo y te portas distante conmigo desde hace 4 años, ¿cómo es que no puedes darme explicaciones ahora? —Le recriminó su hermanita, dolida. — ¿Qué sucede ahora? —Dudó, preocupada.

—Lonnie... —Murmuró Shang, quien comenzó a llorar inmediatamente, sintiendo mucho dolor por haberlo perdido todo. —...Yo no sé como decirlo... —Masculló mientras las lágrimas descendían por sus mejillas.

—Hermano... —Susurró la joven guerrera, tan conmovida como preocupada pues eran pocas las veces en las que lo había visto llorar. — ¿Qué te pasa? Por favor habla ya, me estás asustando mucho. —Pidió antes de abrazarlo con la intención de tranquilizarlo, aunque ahora ella tenía un mal presentimiento, él la rodeó con sus brazos con fuerza sin dejar de llorar para luego separarse y tomar sus manos; mientras que su pariente la miraba con temor.

—Mamá y papá están muertos. —Confesó él antes de volver a abrazar a la chica, guardando todo su dolor en su corazón, pues ahora tenía que ser capaz de soportar el de ella.

—No... Ellos no pueden... No, por favor, no. —Balbuceó Lonnie antes de desplomarse en los brazos de su hermano. —No, tiene que ser una pesadilla, no podemos perderlos... No cuando acabo de recuperarte. —Sollozó, destrozada.

—Me acabo de enterar. —Explicó Shang, aferrándose a ella con más fuerza, sabiendo que aquel era el momento más duro de sus vidas.

—No merecían eso... —Se lamentó la joven guerrera. —Yo realmente creí que íbamos a volver a ser una familia unida luego de cuatro años, y ahora... eso no va a pasar porque se fueron para siempre. —Murmuró, sin soltar a su hermano, sintiendo como su mundo entero se desmoronaba frente a ella.

—Lo... Sé que todo esto es increíble y que parece una pesadilla... Pero yo estoy aquí... No estás sola... —Habló el primogénito de Mulán, acariciándole la espalda mientras la abrazaba con más fuerza. —Respira hondo, por favor... Me destruye verte así.

— ¿Y qué me garantiza que no te vas a volver a ir? —Dudó ella, separándose del joven mientras lo miraba con dolor y abrazándose a sí misma. —No quiero ni respirar si no están ellos en mi vida... —Confesó, negando con la cabeza.

—No me volveré a ir... Volví para quedarme, Lonnie... Vamos a seguir adelante a pesar de este dolor... —Dijo Shang, volviendo a rodearla con sus brazos. —Y por favor... no le digas a Jane ni a Audrey que... sus padres también murieron. —Admitió entonces.

—Eso dijiste hace cuatro años pero sí te fuiste... ¿Cómo se supone que sigamos adelante? Estamos solos. —Masculló la joven guerrera. —Y no tengo que decirles nada, Jane ya lo sabe, su... conexión de hada logró que ella se enterara. Y Audrey lo sospecha, ellas merecen saberlo tanto como yo. —Replicó.

—No me iré... Te doy mi palabra. No te dejaré sola... Nunca más. —Prometió su hermano mayor antes de besar su mejilla. —Es mejor que se los digamos cuando lleguemos al PPP. —Susurró.

—Bien. —Accedió la chica, suspiró hondo y se acurrucó en los brazos del joven a quien no había visto hace mucho tiempo. —Eres lo único que me queda, no puedes dejarme sola de nuevo, prométemelo. —Murmuró, desesperada.

—Te lo juro, Lonnie. —Afirmó en su oído antes de volver a besar su mejilla. —Te juro que no te volveré a dejar sola... Nunca más.

—No sabes cuánto te necesité durante muchísimos años, pero... me alegra que estés aquí ahora. —Dijo ella con sinceridad.

—Y lo estaré siempre. —Murmuró Shang, mirándola a los ojos, entonces depositó un beso en su frente como solía hacerlo cuando ambos eran pequeños y ella tenía horribles pesadillas que no la dejaban dormir. —Es un juramento por la muralla. —Añadió.

—Sí. —Concordó la joven guerrera, observándolo con atención. —Es un juramento por la muralla.

  A pesar de todo el caos que había llegado a sus vidas, aún se tenían el uno al otro.

♛♛

 Evie caminaba de un lado a otro por la habitación que solía pertenecerle a Ben –hasta ese mismo día, pues había intentado distraerse modificando todo el cuarto con magia para que fuera más acogedor para ella y su mejor amiga, pues de ahora en adelante ambas compartirían esa habitación porque era la más grande que el palacio tenía–, mientras que la chica de cabello morado descansaba en su cama.

—Vamos, M, no me abandones. Por favor, M, no te vayas. —Pidió la hija de Regina, angustiada al no recibir respuesta alguna, se acercó a ella y pudo notar que apenas respiraba con esfuerzo; sin moverse. —No te atrevas a dejarme, Igna.

  La chica de cabello azul estaba muy asustada, pues aún estaba sola en ese enorme castillo con ella, ya que los chicos habían ido a cazar AKs y todavía no habían regresado.

 La respiración de Mal se hacía más débil a medida que los segundos pasaban, pues poco a poco su existencia se iba desvaneciendo.

—Jamás debimos hacer todo esto, no si hubiésemos sabido que esto podría pasarte, M. Por favor vuelve conmigo. Te necesito. —Suplicó Evie, tocando la muñeca de su mejor amiga para buscar su pulso, mientras la observaba. —Creí que solo estabas cansada, pero supongo que me equivoqué, M. Y no sé quién demonios puede saber qué te sucede. —Se lamentó mientras las lágrimas caían por sus mejillas, pensando en quien podría conocer qué estaba pasando con la ojiverde, pues debía recurrir a alguien.

  Maléfica puede saberlo, pero no va a colaborar, pensó la villana, tal vez Hades conozca algo sobre esto... no, Mal jamás me perdonaría si lo contacto.

 Y, en ese preciso instante, el corazón de la Princesa del Inframundo se detuvo.

— ¿M? —Exclamó la princesa malvada cuando dejó de sentir su pulso, tocó su cuello pero tampoco encontró signos vitales. —M, no... no, esto no puede estar pasando, no puedes estar muerta. —Sollozó, destrozada.

  Su mejor amiga estaba muerta. Y era su culpa. Era su culpa por no haber podido actuar a tiempo. Era su culpa.

 Fue entonces cuando, en medio de todo su dolor, vio como el humo púrpura comenzó a salir del cuerpo de la hija de Maléfica; siendo rodeada también por unas llamas verdes.

— ¿Qué manzanas envenenadas está pasando? —Dijo la chica de cabello azul, retrocediendo asustada, mientras un escalofrío le recorría la espalda. Tal vez sí debió haber buscado a Hades.

  Mal volvió a respirar en ese instante. Sus ojos se abrieron de repente y se impulsó para quedar sentada en la cama, respirando agitadamente, mientras el humo y las llamas desaparecían inmediatamente.

— ¿M-Mal? —Tartamudeó la descendiente de Regina, con temor, pero no dudó en acercarse hacia ella para tomar su mano. — ¿Mal? ¿Cómo te sientes?

—Hasta que al fin... —Habló la chica de cabello morado, inspeccionando su mano libre y abriéndola y cerrándola. —...estoy de vuelta. —Dijo, así que su mejor amiga soltó su mano, mirándola; extrañada.

— ¿Qué mierda te acaba de pasar, Mal? Porque eso no es normal. —La interrogó la chica de cabello azul, captando la atención de su compañera de habitación. —Estaba a punto de traer a tu padre de la Isla para que te ayudara. —Añadió, nerviosa pues probablemente se enfrentaría a la furia de la chica de cabello morado por nombrar a Hades, ya que sabía que lo despreciaba con toda su alma.

—Oh, hola Evie, ¿me extrañaste? —La saludó la Princesa del Inframundo, sonriéndole con malicia y observándola con sus ojos verdes que estaban más oscuros de lo normal, claro que la otra VK sí se dio cuenta de eso. Vio como su amiga se bajó de la cama y arrugó la nariz mientras observaba el cuarto.— ¿Qué relámpagos endemoniados es esta habitación?

 Evie podía sentir que algo andaba mal, pues Mal siempre le había recriminado por nombrar a Hades hasta que ella había dejado de hacerlo, y ahora... parecía que aquel tema ni siquiera le importaba.

—Hola de nuevo, M. Claro que te extrañé, ¡casi te mueres, imbécil! —Respondió la princesa malvada, elevando un poco el tono de su voz, ladeó la cabeza cuando escuchó las expresiones que ahora usaba su mejor amiga. —Esta es nuestra nueva habitación. Solía ser de Ben, pero ya que prescindimos de él, creí que te gustaría que la compartamos porque es la más grande del castillo. —Explicó entonces.

—No me llames imbécil. —Demandó la hija de Maléfica, quien ahora tenía una expresión indescifrable en su rostro, entonces comenzó a caminar por el cuarto hasta que se detuvo delante de una de las ventanas. —Debería salir a volar durante un rato para aprovechar mi hermosa libertad. —Sugirió.

—Lo siento. —Murmuró la descendiente de Regina, bajando la mirada, pero la volvió a subir cuando escuchó sus palabras y rápidamente la siguió para tomarla del brazo con delicadeza; deteniéndola antes de que hiciera algo que pudiera ponerla en peligro... de nuevo. — ¿Volar? No, claro que no. Tú no vas a volver a convertirte en dragón, no después de lo que sucedió hoy, que ni siquiera sé qué fue. Tú vas a descansar mientras esperamos a que los chicos regresen de cazar a los AKs. —Sentenció con firmeza, logrando que su mejor amiga la observara con la boca abierta para luego sonreírle de manera perversa.

  Al ver esa sonrisa, la chica de cabello azul retrocedió unos pasos, estando tan incómoda como asustada.

— ¿Me estas diciendo qué es lo que debo o no debo hacer? —Preguntó Mal, arqueando una ceja. —No me parece buena idea, Evie Grimhilde Mills.

—Te estoy cuidando, M. Auradon es nuestro, pero eso no significa que podamos arriesgarnos a hacer lo que queramos. —Se defendió la princesa malvada, cruzándose de brazos mientras la observaba seriamente. —Finalmente somos libres de nuestros padres y de cualquiera que desee controlarnos, Mal. —Dijo, refiriéndose a los villanos y a las agentes secretas del PPP.

—Soy libre. —Exclamó la Princesa del Inframundo, cerrando sus ojos y abriéndolos, ahora tenía las pupilas dilatadas y el color verde ya casi no se notaba en ellos. —Sí... Soy libre.

— ¿Mal? ¿Estás segura de que estas bien? —La interrogó la chica de cabello azul, viendo atentamente sus ojos. —Porque yo creo que necesitas descansar un poco más... después de lo que les hiciste a los héroes. —Sugirió.

— ¡Oh, esos héroes! —Habló la hija de Maléfica, fue entonces cuando el escaso verde que había en sus pupilas se oscureció. —Fue la mejor masacre que tuve el placer de llevar a cabo, E... Disfruté muchísimo esa escena... —Afirmó, orgullosa.

— ¿Estás segura de eso, M? —Inquirió Evie, alzando una ceja. —Porque no pudiste encargarte de las demás... ¿Quieres explicarme por qué? —Pidió, refiriéndose a lo que había sucedido con el helicóptero, al recordar eso los ojos de Mal perdieron aquella oscuridad y volvieron a ser verdes brillantes.

—No quería lastimar a Carter. —Explicó la ojiverde, bajando la mirada, por lo tanto su mejor amiga tomó sus manos para guiarla hacia la cama.

—M, ven aquí. —Pidió la princesa malvada, haciéndola sentarse en la cama. —Ellas escaparon y no sabemos dónde están, si tenemos suerte Carlos y Jay las habrán atrapado antes de que salieran de Auradon. —Confesó, entonces los ojos de Mal volvieron a ser de un tono verde oscuro y miró a su compañera de habitación con odio.

— ¡Tú los dejaste ir por ellas! —Gritó la Princesa del Inframundo, acercándose a ella y tomándola del cuello. — ¡Si le pasa algo a Carter te voy a matar, Evie!

— ¡Mal, suéltame o haré que me sueltes! —Le advirtió su mejor amiga, seria. — ¡No les encargué ir por ellas! ¡Los chicos fueron a cazar AKs, y si las encuentran no las dañarán, así que no tienes motivos para alterarte! —Se explicó, aún así Mal apretó su cuello bruscamente mientras que sus ojos brillaban con intensidad.

—Tú pediste al dragón, Evie. —Masculló la chica de cabello morado. —Tú tienes al dragón ahora. —Aseguró.

—M-Mal, d-déjame... —Suplicó la princesa malvada, aterrada por su comportamiento, sabiendo con certeza que algo muy malo estaba sucediendo. —...yo no pedí al dragón, M, sé cuánto has luchado para no dejarlo salir y no sé qué fue diferente esta vez. —Dijo, entonces la otra VK la soltó, dejándola completamente confundida.

—Yo seré peor que cualquier ser que haya existido en el mundo. Nada ni nadie podrá detenerme. —Afirmó Mal, caminando hacia la ventana para observar su antiguo hogar en medio del mar, mientras que Evie la seguía con la mirada y se tocaba el cuello; un poco adolorida. —Que lástima que mi madre no pueda verme ahora.

—Si abrimos la barrera, nuestros padres nos matarán por haberlos abandonado, Mal. —Le recordó la chica de cabello azul, ocasionando que la otra VK volteara para verla, frunciendo el ceño.

—Ni Maléfica, ni Hades, ni Regina; ni Jafar, ni Cruella, ni nadie puede vencerme ahora, Evie. Soy superior que todos esos estúpidos. —Habló la ojiverde, avanzando hacia ella y agachándose delante de la otra villana, que aún seguía sentada en la cama. —Debo agradecerte, cariño. Gracias por dejar que Mal me sacara, princesa. —Dijo para luego besar su mejilla y levantarse, girando sobre sus talones para dirigirse hacia la salida del cuarto.

— ¡M! —La llamó su mejor amiga, estando shockeada. — ¿¡Qué fue lo que te hice!? —La interrogó, asustada.

— ¿Qué? —La chica de cabello morado se volteó para mirarla cuando llegó delante de la puerta, mientras sus ojos brillaban intensamente. —No creerás que éste es el fin de la historia, ¿verdad?

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