único-único-único-único.

Y estaban ahí, los dos, sobre el futón. Aoi acostada de lado, mirando a Inosuke, quien estaba apoyado sobre su costado, apoyando su mejilla en su mano, mirándola; aunque para ella, era evidente el sueño que tenía y a pesar de haberle dicho que podía dormir, que ella y el bebé estaban bien, él se fruncía notoriamente el ceño y negaba casi en un gruñido.

Sin llegar a los gritos, pues, eso era un momento en familia, donde podían estar en paz.

- No es necesario que te esfuerces en quedarte despierto, Inosuke. – trató nuevamente de convencerlo, con voz calma. Otra vez el ceño de Hashibira se frunció.

- No.

- ¿Por qué?

- Debo cuidarlos.

- Estamos bien, Inosuke. – alcanzó su mano, acariciándola. – No nos pasará nada.

En medio de ambos, se encontraba su primogénito, del cual se enorgullecían, quien dormí plácidamente y sin preocupación alguna.

- Aun así...

- Si algo pasara, sé que nos protegerías sin duda alguna, pero también es importante que duermas. – ella se acomodó mejor, peinando unos mechones rebeldes de su hijo. – Inoichi necesita que papá esté descansado. – sonrió, sabiendo perfectamente la debilidad de su esposo por su hijo.

Inosuke la miró con los ojos entrecerrados y luego a la habitación, cerciorándose de que todo estuviera en orden, para luego acomodarse, refunfuñando, haciéndola reír un poco. Él realmente amaba a su hijo.

- Sólo lo hago por Inoichi, no porque me lo pidieras.

- Sí, sí. – extendió su mano, acariciando su mejilla con cariño. – Buenas noches.

- ... Buenas noches.

Y finalmente durmieron.

-Traumada Taisho

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