Capítulo 7: Acuerdo de conveniencia


Al final, llegaron a un acuerdo. Tras toda una conversación al respecto, Rafaela quedó convencida, se avino a lo que le proponía Jeremías e hicieron un trato. Ella iría a aquella lujosa velada del distinguido señor Gorrender, Jeremías la acompañaría discretamente y cada uno se ocuparía de cumplir su papel.

Jeremías sacó de su bolsa un portátil, con el punto azul rodeado de un halo blanco que era el logo de la Agencia. Sus dedos se movieron rápidamente por las teclas, desbloqueando el sistema y dándole acceso a lo que le interesaba. Mientras tanto Rafaela seguía dando vueltas por la sala.

—¿Y qué voy a hacer?

—Nada. Ir, ser simpática y educada y todo eso, y cumplir sus expectativas —respondió él sin mirarla—. ¿Tienes ropa?

Rafaela se le quedó mirando.

—¿Cómo que si tengo ropa? Claro que tengo ropa, estoy vestida.

—No vas a ir a una cena a la mansión de un rico con esa camiseta y esos pantalones, ¿o sí?

Ahora Rafaela se dio mentalmente una palmada en la frente, tenía la cabeza tan ida que no asimilaba las cosas. ¿A qué otra cosa iba a referirse con lo de la ropa?

—Ah, sí, sí, claro... Mmm... creo que no tengo nada para una ocasión así. —Mentalmente repasó su armario, lleno de prendas informales como camisetas de algodón, blusas, pantalones vaqueros o de tela fina, y todas sus zapatillas gastadas. De entre algún vestido ligero que tendría por ahí, ninguno era para ir arreglada.

—Habrá que comprarte algo —Jeremías hizo una mueca. Rafaela soltó una especie de soplido, pero él siguió con lo que estaba—. ¡Lo tengo!

—¿Qué tienes?

—Elías Gorrender, nuestro tipo rico y distinguido, fundador de la AMAP: Asociación de Mascotas y Animales Peculiares. Se junta con un grupo de tipos que como él tienen afición a montarse zoológicos extraños privados, con animales de toda clase. No hay mucho más que saber acerca de él, no tiene ni una mancha negra en su historial, es una persona importante y de alto copete, organiza fiestas, tiene muchos contactos... bla, bla... Hmmm, a ver... Bien, nada más. Es socio de muchas asociaciones, hace donaciones y todo eso, y al parecer se ha puesto en contacto con una sociedad en la que tú estabas o algo así y por eso te quiere invitar. Nada raro...

Rafaela seguía mirándolo y escuchando, mientras el espía proseguía en su búsqueda de información.

—Lamentablemente no encuentro nada más, ni hay nada raro o información en alguno de los atajos que tengo. Todo limpio.

—Hmmm.

—Bien, sigamos con los preparativos —dictaminó Jeremías después, cerrando el portátil.

—¡Pues no sé qué hay que hacer, tú me dirás! —dijo Rafaela.

—Tenemos más de una semana, tu parte es fácil, y mientras tanto yo me prepararé y organizaré algunas cosas.

—De acuerdo. Entonces solo necesito un vestido, ir allí y mezclarme en el ambiente, actuar normal y tener los ojos abiertos.

—Exactamente —asintió Kere—. Y mientras tanto yo andaré por ahí, pasaré desapercibido y estaré vigilando por si pasa algo, encuentro cualquier cosa sospechosa o... en fin, todo eso.

—Suena perfectamente sencillo y estúpido —soltó ella—. La cosa es si lo será.

—Exacto. Pero así probaremos tus dotes como agente...

Rafaela ignoró el asomo de diversión en la frase del chico, yendo a la cocina.

—Tengo hambre. ¿Tú no?

—Puede que sí.

—Pensar me da hambre.

Y mientras decía eso se puso a preparar una comida tardía, pues con la llegada de Jeremías se le había olvidado la hora que era.

Cada uno en una punta de la mesa, de madera vieja, se sentaron a dar cuenta de los macarrones con tomate preparados por Rafaela. Comían en silencio, y apenas se escuchaba el sonido de los tenedores contra los platos de cristal y el bajo cloqueo que emitía Fabi, la gallina clueca sobre el frigorífico. 

 —¿Te importa que venga más veces? —preguntó entonces Jeremías, llevándose un tenedor de macarrones a la boca y apartándose el pelo de la frente.

—¿Eh? ¿Que vengas a mi casa? Ah... supongo que no, claro.

—Ya que soy como tu guardaespaldas y hemos hecho un trato, de todas formas tendré que estar por aquí.

—Claro —asintió ella.

—Aunque tengo que cuidar que no me descubran —añadió Jeremías.

—Siempre puedes entrar por el tejado o el patio trasero —dijo Rafaela, medio en broma.

—Tienes razón —dijo Jeremías pensándolo, para sorpresa de Rafaela que no esperaba que lo tomara en serio.

Como vio que él seguía sumido en sus pensamientos, se levantó y recogió los platos de la mesa.

—¿Hay forma de acceder a la casa desde arriba? ¿Ventanas? —preguntó entonces el agente.

—Sí, arriba tengo una buhardilla y tiene una ventana en el techo, aparte de las que dan a los laterales de la casa. ¿Por qué?

—Por nada. 

Rafaela iba a decir algo, pero decidió estarse callada y seguir a lo suyo. Jeremías se levantó y fue al sofá, donde tenía su bolsa, a revisar algo.

—De acuerdo —dijo al fin—. Será mejor que me vaya.

Ahm... vale —dijo Rafaela, volviéndose hacia el salón.

—Recuerda todo lo que te he dicho. Nos veremos.

Y tras decir esto, colgándose su bolsa al hombro, salió por la puerta. Rafaela lo vio marchar por la calle, a pasos ágiles con sus deportivas, erguido, con el pelo fino y castaño que apenas se le despeinaba por la brisa. Pensó que en otras circunstancias no habría dicho que parecía un agente secreto. Soltó un fuerte suspiro al sentarse en uno de los sillones, clamando por la que le había caído encima. Y todo por el toro. 


Al final, los días pasaron y la cena del viernes se fue acercando. Era el jueves y Jeremías estaba en casa de Rafaela, a la que no había vuelto desde la última vez. Ya lo tenían todo listo, el agente había organizado algunas cosas y estaban preparados. 

—Bien, ya tengo el vestido, sé más o menos qué hay que hacer y todo eso —concluyó Rafaela, que estaba en el sofá e iba deshaciendo un caramelo de limón en la boca. Jeremías había notado que le encantaba cualquier cosa sabor limón. 

—Exacto, y de mí no te preocupas —sentenció Jeremías. 

—Como si no te conociera.

—Más o menos. Ahora a ver si ocurre algo o no.


Para nada se me pasó la semana sin que me diera cuenta, ni me olvidé de esta historia, qué va. Últimamente se me pasa el tiempo y no hago nada, help, tengo que seguir escribiendo o_o.

Tengo ganas de publicar ya los siguientes capítulos, pero a la vez no porque tendría que haber escrito más xD.

¿Qué os ha parecidooo? Rafaela y Kere se nos han hecho aliados... ¿Lo llevarán bien? ¿Ocurrirá algo en "la cena"?

Nos veremos en la mansión del señor Gorrender... MUAJAJAJAJAJAJJA
*desaparece modo épico*

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