Capítulo 12: Cazador cazado
Jeremías había dado la vuelta a la manzana, y observaba escondido tras una esquina al sujeto que estaba frente a la casa de Rafaela. No tuvo que esperar mucho tiempo hasta que otro hombre llegó andando por la calle hacia el primero. Hubo un discreto intercambio de palabras y el que había llegado reemplazó al que estaba allí, que se fue andando por la calle.
Jeremías no lo dudó ni un momento y se dispuso a seguirlo; vio la calle por la que giraba, y luego, como si fuese un descuidado caminante de otra calle, fue hacia allí. Pronto lo volvió a localizar, y manteniéndose a distancia y con paso regular lo siguió por donde iba. Parecía tener un rumbo claro, recorriendo calles sin titubear, y Jeremías se preguntó dónde terminarían.
Pronto fueron por una parte de la ciudad que le era menos conocida. El hombre se paró en la calle y giró levemente la cabeza, con lo que estuvo a punto de descubrir al que lo seguía. Jeremías se paró en seco junto a la pared, observando qué haría aquél. Pero por suerte pareció no percatarse de nada y prosiguió su rumbo, con Jeremías a unos metros de distancia.
Había una casa de aspecto viejo. Era un muro liso de hormigón, con algún que otro pintarrajo, y una puerta cerrada. El sujeto se paró allí, y de la puerta salió otro hombre. Intercambiaron unas palabras en voz baja, y el hombre al que Jeremías venía siguiendo entró en la casa, mientras que el otro quedó fuera. Al poco, echó a andar.
Jeremías había mirado atentamente la casa, memorizando su localización. Quizás aquel sería un cuartel de la Organización, en el que se movían sus hombres. Cuando vio al segundo hombre salir, se le planteó una duda. ¿Debía seguirlo o quedarse a vigilar la casa? Si se quedaba a vigilar no descubriría mucho, salvo tal vez más idas y venidas de agentes. Ya que sabía dónde estaba el sitio, pensó que siguiendo a uno de los hombres a lo mejor lo llevaría hasta otro sitio, y así conseguiría más información.
Tenía razón. Siguiendo a aquel hombre no pasó mucho tiempo hasta que llegaron a un sitio nuevo. Aquellos eran los barrios periféricos, que iban de mal en peor. Lo cogió totalmente desprevenido encontrarse de frente al hombre al girar una esquina.
«Mierda», fue lo único que pudo pensar.
El sujeto se quedó ahí plantado, enfrentándolo. Jeremías hizo lo mismo, quedándose de pie donde estaba, manteniendo la misma mirada hosca y calculadora. No era más alto que él, incluso podía ser unos centímetros más bajo, pero por la cara que tenía nadie querría enfrentarse con aquel individuo. Era de tez blanca y ojos pardos, llevaba una especie de jersey fino a pesar de ser verano, y por el cuello le asomaba un tatuaje. Sostuvo unos instantes la mirada de su adversario. Jeremías exteriorizaba un aspecto de no dejarse intimidar, mirándolo fríamente.
—¿Para quién trabajas? —dijo, al fin, el otro. Para sorpresa de Jeremías tenía un ligero acento que delataba que no era de aquel lugar.
—Para nadie —desafió Jeremías, haciendo que su voz sonara inflexible.
—¿Así que juego sucio? —Esbozó una especie de sonrisa maquiavélica—. Toma juego sucio.
Y sin vérselo venir, Jeremías recibió un puñetazo en toda la cara. Dio un paso atrás, desequilibrado, mientras sentía un fuerte dolor en el lado izquierdo de la mandíbula. Rápidamente asimiló que no estaba en buena situación, y que aquel individuo venía con todas las intenciones de no dejarle escapar. Intentó rehacerse, mirando con odio a su adversario. Otro puñetazo en la cara, y seguidamente otro en todo el estómago. Se dobló de dolor, casi sin poder respirar ni pensar, pero sabiendo que tenía que abrir los ojos y sobreponerse.
Ya estaba preparado, así que el siguiente golpe lo esquivó. Tiró a su vez, dándole en medio de la cara a su oponente. La nariz de éste empezó a sangrar. Las cosas comenzaban a ir demasiado deprisa. Con renovada energía el hombre se lanzó a por él, y apenas pudo esquivarlo. Recibió en el brazo un golpe que iba destinado a la cabeza, y se dió la vuelta para tirarle otro puñetazo a la cara, que lo alcanzó completamente. Pero cuando intentó darle una patada en el estómago con toda su fuerza, su oponente lo esquivó, haciéndole perder el equilibrio y tirándolo al suelo.
Cuando uno cae al suelo y no se levanta, ha perdido la guerra. Esto lo sabían ambos hombres, pues su agresor no le dejó tiempo de rehacerse. Le lanzó una patada a la cara, otra al cuerpo. Se ensañó a patearlo sin darle respiro. Jeremías apenas podía ver nada, intentando desesperadamente levantarse, pero le era imposible. El dolor se hacía cada vez más fuerte, recibiendo golpes por todo el cuerpo. Su mente no podía pensar, solo repetía una y otra vez: «Joder, joder». En un momento en el que el otro hizo una pausa, pensando que Jeremías estaba molido, éste aprovechó para girar y tratar de ponerse en pie a la desesperada. Sabía que enfrentarse de nuevo sería inútil, así que echó a correr como alma que lleva el diablo. Consiguió poner en movimiento las piernas, avanzando casi ciego y sin respiración.
Pero a los pocos metros Jeremías volvió a ser alcanzado, y cayó al suelo de otro golpe.
***
Rafaela había preparado una manzanilla para ella y otra para Nora.
—Me pregunto qué estará haciendo ahora Jeremías —dijo, como distraída.
—Yo también —respondió Nora—. Podría haberme ido con él, pero de todas formas tiene razón, es mejor que me quede.
—A veces todo esto me parece una locura.
—Normal —dijo Nora, y sorprendentemente se echó a reír. Tenía una risa suave.
—La verdad.
Rafaela se había relajado un poco, soltándose con Nora. No iba a ser plan quedarse sola con la chica agente y no hablar con ella. Pero aunque estaba más relajada y en compañía, mientras hablaban, no dejaba de sentir cierta inquietud, sensación que le era familiar desde que esta aventura había comenzado. Lo cual era realmente fundado, y eso no ayudaba a calmar los nervios.
«¿Por qué te preocupas tanto?», se preguntó a sí misma. Repasó el lío en el que se había metido, desde la noche en la que descubrió a Jeremías y luego en su casa le contó todo, las misteriosas señales de que iban a por ella, los hombres de la mansión del señor Gorrender, el peligro cada vez más inminente y Jeremías incansable tratando de esquivarlo. Jeremías. ¿Dónde estaba ahora? Esta vez el hombre que la espiaba era del bando contrario, era un peligro que la acechaba, y mientras tanto Jeremías estaría quién sabe dónde.
—¿En qué piensas? —preguntó Nora, después de observarla durante un rato completamente inmersa en sus pensamientos.
—Ahm... en nada. Repasaba todo este embrollo.
—Te noto tensa.
—Estoy tensa —admitió, percatándose de ello.
—Relájate, todo irá bien.
Rafaela medio sonrió, en parte de forma irónica, pero también agradeciendo que la tranquilizara.
—¿Tú estás relajada?
—Qué va. —Nora volvió a reír, y luego añadió—: Durante una misión no puedes relajarte, tienes que estar siempre alerta. Pero esto no es nada con otras cosas. Están los momentos de espera, de tensión, de nervios y expectación, esperando un movimiento o una señal, y luego están los momentos de acción. De lanzarte a hacer algo y saber que no puedes fallar, o estar en pleno campo enemigo, a riesgo de que te descubran, pero los nervios no pueden delatarte.
—Joder la leche. No sabía que podía haber trabajos así.
—Pues aquí nos tienes a Jeremías y a mí. Y eso que la Agencia Punto Azul no es muy grande, empezó siendo algo más bien cutre.
—Y en esos momentos que dices... ¿tienes miedo?
—Alguna vez. Pero tienes que acostumbrarte a dominarlo. Para esas cosas Jeremías es mejor que yo. ¿Tú tienes miedo?
—Creo que sí. Todo esto me supera, y si es verdad que el peligro cada vez está más cerca no sé qué vamos a hacer.
—Una cosa que le he oído decir a Jeremías, y que también digo yo: Si esto puede irse a la mierda, pues ahí que nos vamos. Pero siempre pega un frenazo antes de darse contra la pared.
Rafaela esperaba que esa pared no estuviese tan cerca, y que pudieran parar antes de estamparse. Aunque lo que parecía era que empezaban a acelerar cada vez más.
AY DIOS Y LA VIRGEN DE TODAS LAS CALAMIDADES, ALERTA ROJA, QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ.
Mi chico, mi Kere, que me lo matan ;-;
Voy a entrar en el Club de las escritoras que hacen sufrir a los personajes que aman para sufrir con ellos JAJAJAJAJAJ... aja....
No me matéis todavía, ¿vale? ... esperad al capítulo que viene, y entonces sí :3. Bueno, no.
Vale, soy bipolar, porque mientras escribía este capítulo era como #cry #suffering y ahora como #risapsicópata.
Tenía que pasar y lo sabéis; no sufrais, bombones, que esto no es nada, ya os daré más JAJAJAJAJAJ. (Cuando uso el JAJAJAJA en vez de el ASJAJJASJAS vosotros preocupaos, pero haced como que no pasa nada).
Y ahora; ✨ la conversación entre Rafaela y Nora ✨ nbgvbhvg. En fin.
Creo que no tengo más que decir, solo: PERDÓN por el retraso, debería haberlo subido ayer UnU.
Y pues eso, gracias por leer, acompañarme, apoyar mis desastres y por vuestros comentarios que son oro. Lov uuuuuuuu
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top