• Parte 4

Nathaniel le pidió permiso para abrazarla por los hombros y ella lo miró para responderle algo.

—El día que me abrazaste no me pediste permiso.

—Esa fue una excepción porque te vi angustiada.

—Puedes abrazarme, no me pidas permiso para lo que quieras hacerme, si tú mismo me has dicho que tenía que pensar en mí o en intentar una relación entre nosotros, vas a tener que omitir la pregunta cada vez que quieras abrazarme o lo que sea.

—Haz lo mismo tú también, si quieres tocarme, lo puedes hacer.

—Esta conversación parece de dos personas de menos de veinte años.

Nate no esperó más minutos porque sabía que la charla iba a ser un sinsentido de permisos que siendo dos personas que se querían conocer mejor, no encajaba en esos momentos.

El hombre le acarició la mejilla y se acercó de a poco a ella para besarla. Orquídea ubicó la cabeza en el brazo y dejó que la besara como quisiera. La joven se abrazó al cuello y Nate aprovechó para besarla mejor. La chica sintió nervios en la boca de su estómago y le agradó la manera en que tenía al besarla, Nathaniel se sintió reconfortado cuando supo que no lo había rechazado.

—Me cambiaste la vida, Orquídea, a mi hija y a mí, llegaste sin esperar algo y yo tampoco, y, sin embargo, aquí estás gracias a un error en tu camino al quedarte dormida.

—Es cierto, llegué aquí por error, pero no fue malo, conocí personas maravillosas y me está gustando lo que estamos intentando tener.

—Creo que el beso confirma que somos pareja, ¿no te parece? Como dijo mi hija, un beso de cuento.

—Ya veo, me ha estado insistiendo en que le relate el mismo cuento todas las noches.

—¿Cuál?

—La bella durmiente, es su cuento favorito —le respondió y Nate se rio.

—No lo sabía.

—Debes pasar más tiempo con ella, sé que lo estás haciendo ahora, pero tienes que hacerlo más.

—Lo sé, estas semanas han sido un ir y venir de un lado al otro.

—Lo he visto, incluso escucho la puerta de tu habitación cada madrugada que te despiertas.

—No llego a hacer todo en un mismo día y tengo que levantarme muy temprano para terminar las cosas que dejé pendientes.

—La vida de campo es dura, pero lo compensa la tranquilidad.

—Coincido en eso.

Nathaniel volvió a besarla, quería pasar más tiempo con ella a solas y besarla mil veces más.

—No has dejado a nadie extrañándote en donde vivías, ¿no? —Se separó unos centímetros para mirarla a los ojos.

—Es un poco tarde para preguntarme eso, sin contar que te lo hubiera dicho porque no soy una chica que juegue con los sentimientos de los demás.

—Lo supuse, pero quería saberlo de tu boca y sé que no eres así, eres tan íntegra y buena que no pareces real.

—Tú lo eres también con algo de malhumor, pero se te puede domesticar —rio por lo bajo.

Nate se rio también y la abrazó para tenerla más cerca, y poder oler el perfume que desprendía su piel.

—Hueles muy bien.

—Gracias. Es el jabón que uso, lo conseguí en la tienda de Lydia, aroma a orquídeas, pero dudo mucho que la flor tenga perfume.

—Sería cuestión de conseguirla para saber su aroma.

—¿No son de otro país?

—Se pueden encontrar aquí también.

—Si salen muy caras, no te pongas en gastos.

—No te preocupes por eso, Orquídea, si las consigo, compraré una para saber cómo es y si tengo la posibilidad de cultivarla, lo haré.

—No son flores baratas, Nathaniel, no compres para cultivarlas.

—No he dicho que lo haría ya, primero deberé preguntar e investigar dónde se puede comprar y si todo me parece correcto, las cultivaré.

—De acuerdo —asintió con la cabeza también.

—¿Quieres volver o nos quedamos un rato más?

—Como quieras, no estaría mal, mañana quisiera llamar a Cheryl y si está libre ir mañana mismo, así me acomodo con las cosas que tenga que hacer.

—Me parece bien —le dijo y luego le cambió de tema—, Orquídea, tengo intenciones de pagarte este mes, por lo menos déjame hacerlo y el siguiente ya tendrías el sueldo que te dará el colegio.

—No tienes que pagarme, menos ahora.

—Lo quiero hacer, por favor.

—Está bien, te lo agradezco desde ya.

Ambos se pusieron de pie y Nate tomó de la mano a la joven para regresar a la camioneta y luego volver a la casa. En el camino se encontraron a varias personas que los saludaron.

Al llegar a la finca, cada uno fue a su dormitorio luego de desearse las buenas noches.

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