• Parte 4

Salió de su oficina cerrando la puerta detrás de ella y se encaminó a la sala de estar nuevamente, pero creyó que estaba perdida. La niña volvió a salir de su habitación y le siguió los pasos.

―¿Buscas algo?

―Eso creo, estoy perdida, tu padre me dijo que encuentre a Ofelia.

―Sí, ven, es por aquí.

La niña sin que se lo pidiera la tomó de la mano y la condujo hacia la cocina.

―¿Tiene hambre, señorita? ―le preguntó Ofelia.

―Un poco.

―Siéntese y coma algo, la niña no ha merendado todavía, así que, si gusta la puede acompañar ―le sugirió.

―Sí, no tengo problema en que la niña me acompañe.

―Una vez que coma algo, le mostraré su habitación y podrá acomodarse como le plazca.

―Muchas gracias.

Ofelia le sirvió una taza llena de leche con un poco de café para la joven y otra taza de leche con chocolate para la niña, y dispuso sobre la mesa varias galletas dulces caseras y varias porciones de tarta. Las dos merendaron y Orquídea se percató que el padre, en ningún momento transcurrida la merienda se dignó a verla. 

Después de la merienda, la señora que atendía la cocina, la guio hacia su nuevo cuarto.

―Espero que sea de tu agrado, es uno de los cuartos más bonitos de la casa.

―Es realmente muy bello, muchas gracias.

―Cualquier cosa que necesites, solo avísame.

―Gracias, lo haré ―le respondió con una sonrisa.

Una vez que la dejó tranquila para instalarse, cerró la puerta y la niña se quedó con la joven dentro.

Se sentó encima de la cama de dos plazas y Felicity le dio conversación.

«Y su padre decía que era reacia a los extraños. Yo creo que a él lo ve como un extraño por no prestarle la atención que necesita su hija» ―pensó Orquídea.

―¿Sabes? Dentro de poco voy a cumplir diez años.

―¿Sí? ¿Cuándo? ―le preguntó ella.

―Dentro de... ―le dijo y comenzó a contar con sus dedos―, mmm... dentro de diez días.

―¿Y quieres celebrar tu cumpleaños?

―Sí, pero papá no quiere.

―¿Por qué no? ―Quiso saber.

―No lo sé ―le respondió levantando los hombros.

―¿Hay en el pueblo niños de tu misma edad?

―Sí, montones ―le dijo con una sonrisa.

―¿Y en la ciudad?

—También.

—¿E interactúas con ellos?

―¿Qué es interactuar? ―inquirió queriendo saber el significado de la palabra mientras tenía sus cejas fruncidas.

―Interactuar es cuando hablas o juegas con ellos.

―Papá casi nunca me lleva con él, por lo que no, no juego con ellos. Tú podrías llevarme hasta allí.

―No creo que a tu padre le agrade que te lleve al pueblo y a la ciudad, Felicity.

―Por favor, pregúntaselo.

―Está bien, se lo preguntaré un día de estos, no puedo preguntárselo ahora mismo porque acabo de llegar.

―¡Qué más da! ―gritó con entusiasmo y se arrodilló sobre la cama―. Puedes hablar con él ahora, me encantaría salir a pasear.

―De acuerdo, Felicity. Pero primero necesito darme una ducha.

―Yo me quedaré aquí a esperarte ―le dijo con una encantadora sonrisa, la cual, la joven se la correspondió también.

―¿Segura? ¿No quieres ir a jugar?

―No, no te preocupes.

―Bueno. En unos minutos regreso.

La muchacha se preparó con parsimonia el baño y pronto se sumergió en la tina de agua caliente y espuma. El baño relajante solo duró muy pocos minutos.

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