• Parte 2

A la noche cuando Felicity se durmió y ellos se quedaron charlando en el porche trasero de la finca, la joven le comentó lo que había pasado hoy antes de que fueran de compras.

—¿Qué me aconsejas hacer? ¿Le digo su nombre o es mejor que se olvide de ella?

—No sé, no podría darte un consejo porque nunca estuve en una situación así, pero quizás, si le dices su nombre, se quedará tranquila. Cuando a un niño le niegas algo, con más razón lo hace o intenta saber eso que le prohibiste.

—Eso es cierto, se lo diré y de paso hablaré con ella para que se saque más dudas que puede que tenga. Por eso quería un móvil, ¿no?

—Sí, me sorprendió que lo pidiera teniendo diez años, sin contar con que ella es más de los libros y estar al aire libre o hacer otra cosa para entretenerse, pero es más inteligente de lo que tú y yo creemos.

—No tiene ni una pizca de lo cínica que es su madre.

—Y con eso debes estar orgulloso, Nate, has criado a una hermosa niña y yo estoy feliz de estar con ustedes dos —le confesó abrazándolo por el brazo y recargando la cabeza también.

—Vayamos a dormir, es tarde y mañana nos espera Ofelia en su casa para almorzar y a la noche tenemos cena con mis padres.

—Estamos teniendo unas vacaciones muy productivas, te agradezco mucho la ropa que has querido que me comprara yo también, ¿te mostró la ropa que se compró nuestra hija?

—Sí, apenas me vio, trajo las bolsas al despacho y fue mostrándome todo. Y sobre lo tuyo, no es nada, sé que el colegio te da el sueldo estando de vacaciones también, pero es un regalo de mi parte, quiero hacerte feliz.

—Y lo estás haciendo, Nathaniel, mucho —le dijo dándole un corto beso en los labios—, yo tengo un regalo para ti que me compré hoy —comentó y se lo susurró al oído.

—Vayamos enseguida al dormitorio —se puso de pie y la tironeó de la mano para levantarla también.

Ella se rio por lo bajo y caminaron abrazados hacia el dormitorio luego de cerrar y apagar las luces.

Dos horas más tarde aun continuaban despiertos y abrazados dentro de la cama.

—Les dije a mis padres la idea que tuve en que buscáramos los dos una casa para ellos aquí, o construirles algo pequeño para que cada vez que vengan a visitarnos se queden en su casa, como no quieren mudarse, les dije sobre esa posibilidad para que cuando quieran se queden todo lo que quieran, como una casa de fin de semana.

—No es una mala idea y mis padres podrán invitarlos a donde quieran también o almorzar o cenar juntos.

—Eso también lo pensé, si construimos una casa, yo pondré también del sueldo que me dan, y si conseguimos una casita para rentar, pondré el pago que me da el colegio para ellos sin que tú tengas que poner la mitad porque no te corresponde eso, Nathaniel.

—Lo quiero hacer también, Orquídea, ayudé a mis padres cuando lo necesitaban y quiero hacerlo con los tuyos de igual forma, aunque me insistas en que no es mi deber, pero son mis suegros y son muy cariñosos con Felicity, y son amables con mis padres y conmigo también, así que, el asunto está arreglado.

—Lo sé, pero no quiero ponerte en más gastos de los que ya tienes.

—Afortunadamente entra mucho más de lo que se gasta, así que, por eso no tengo ningún problema —le expresó y la besó de nuevo.

El hombre continuó besándola con más ansias que antes solo para dejarle saber que la conversación se había terminado y seguiría el amarse una vez más para luego dormir abrazados.

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