El Séptimo Hokage
-Buenos días, mamá-
Girando, Sakura observó a ambos pequeños tomar asiento en la mesa, mientras les sonreía.
-Hoy es un gran día, así que desayunen bien- comentó la pelirosa.
Aunque mirando la cara de sus hijos, estos aún continuaban batallando para no caer dormidos nuevamente.
Y llegando a la mesa, la Uzumaki sirvió el desayuno que había preparado aunque, bufando, habló.
-No puedo creer que siga sin despertar, hoy es su gran día y sigue dormido- comentó, algo que hizo reír ligeramente a Hana y Shina.
Suspirando, la pelirosa miró hacía la oficina que tenían.
-Lo despertaré yo, después de como llegó anoche dudo que pueda levantarse por su cuenta- dijo.
Observando a la pelirosa yendo a despertar al rubio, Hana miró a su hermano.
-Veinte ryos a que lo despierta gritándole- comentó.
Observandola, el Uzumaki entrecerró un poco sus ojos... para después hablar.
-Pienso que esta vez lo despertará de manera agradable... veinte ryos para mí si eso pasa- respondió.
Con una sonrisa desafiante, la pequeña pelirosa extendió su mano por encima de la mesa, mientras el rubio la tomaba.
-Una apuesta es, entonces- dijo.
...
Al abrir la puerta, por alguna razón pensó en mirarlo dormir de una manera "normal", pero al observarlo, lo único que pudo ver fue a Naruto casi cayéndose al suelo, y con un poco de saliva en una de sus mejillas.
Suspirando, la pelirosa se acercó hasta él, y al inclinarse para estar en la misma altura que su oreja, habló.
-Cariño, despierta- se escuchaba a Sakura.
Aunque sin recibir respuesta alguna, intentó una vez más.
-Naruto, hoy es tu gran día... despierta- decía, acariciando también su mejilla sin saliva.
Pero lo único que pudo recibir en respuesta fue un ronquido muy ruidoso.
-Sisi yo... yo después te doy para tu ramen favorito si- dijo el rubio, aún profundamente dormido.
Aquello no hizo más que resaltar una vena en la frente de Sakura quien, aclarando su garganta y posicionándose nuevamente en la oreja de su esposo...
-¡Que ya despiertes, vas a echar a perder tu nombramiento como Hokage!- gritó.
Saltando desde el lugar donde se encontraba acostado, asustado, el rubio miró a Sakura.
-En situaciones normales te habría despertado de la manera más cariñosa posible, pero perdiste esa oportunidad por llegar de la forma en que lo hiciste anoche- mencionó la pelirosa.
Y limpiando su saliva, Naruto trató de recordar...
-Cuidado con los pies, Lee, los pies- se escuchaba a Shikamaru.
Y era que la imagen que se podía observar de Naruto era una bastante... lamentable en sí. Habían hecho una pequeña reunión de chicos, en la cual, claramente, el rubio se había pasado un poco.
-Creo que nos excedimos un poco con el festejo- comentó Chōji.
Riendo, Kiba habló.
-Vamos, al menos no estará tan consciente para cuando Sakura lo vea de esta manera- comentó.
Aunque tras escuchar eso, todos se miraron entre sí.
-Quiero ver eso- dijeron.
Estando por fin en la puerta de la casa del rubio, Shikamaru se adelantó, tocando así el timbre.
-No pensaba que Naruto-kun pesara tanto- decía Lee.
Mirando con incredulidad, Neji habló.
-Entrenas de manera exagerada y también te matas entrenando... ¿y Naruto pesa?- dijo.
Afortunadamente para Lee, tras esas palabras, la puerta de los Uzumaki se abrió, dejando ver a la pelirosa, quien mirando por encima de Shikamaru, observó a los demás... observando, también, a Naruto.
-Lo que faltaba- pensó.
-Lamentamos haber llegado hasta estas horas, Sakura- decía el Nara.
-Si, Sakura-san, creímos que Naruto-kun necesitaría de un poco de ayuda para llegar- comentó Lee.
Y así, tanto él como Kiba, como pudieron, ingresaron al rubio.
Apoyado ya en el suelo, la pelirosa miró a su esposo, y con sus brazos cruzados, observó a los demás... quienes solamente se quedaron estáticos ante esa mirada que brindaba la Uzumaki.
-Un poco de ayuda... claro- pensaba, aún mirando a los chicos. -Gracias por traerlo, aunque me hubiese encantado, no, es más, me hubiese fascinado que no en este estado- dijo.
Y así, la única respuesta que pudo recibir por parte de los demás fueron unas sonrisas que demostraban vergüenza.
Agachándose hasta el rubio, la pelirosa lo acarició un poco, para después aclarar su garganta...
-¡¿Cómo te atreves a presentarte así a estas horas y, además, un día antes de tu nombramiento!?- se escuchaba.
Esa era una escena de terror para aquellos que tenían una esposa, y si eran sinceros, esperaban nunca llegar de esa manera a sus hogares... no querían sufrir el mismo destino que Naruto.
-Y-ya recuerdo- dijo el Uzumaki
Suspirando, la pelirosa lo miró.
-Solo no vuelvas a llegar de esa manera a casa- decía, para después sonreírle. -Hice el desayuno, los niños ya están comiendo, y tú debes hacer lo mismo... es tu gran día- le dijo.
-No volverá a pasar, lo prometo- dijo el rubio, sonriendo de manera amplia.
Aunque observando el cambio repentino en el semblante de su esposa, el Uzumaki no hizo más que sudar frío.
-Creeme, cariño, sé que no volverá a pasar- dijo Sakura.
El rubio, ante eso, solo pudo asentir.
No volvería a pasar.
...
Lo que era la resaca, combinado también con el cansancio, le estaban pasando factura al rubio. Algo que parecía hacerle gracia al pequeño de los Uzumaki.
Con Hanami preparándose para acompañar a su mamá, esta última le acercó una bebida a Naruto.
-Bebe eso, en unos minutos te comenzarás a sentir mejor- le dijo.
Oliendo, el Uzumaki casi se vomita encima.
-Sakura-chan... ¿en serio esto me va a ayudar?- preguntó.
Intuyendo el por qué de esa pregunta, la pelirosa, a espaldas de Naruto, sonrió en una especie de burla.
-Bueno, no todo lo que te ayude sabrá de maravilla- dijo.
Tras aquellas palabras, Naruto tragó saliva, y suspirando profundamente, tomó en sus manos el vaso con aquel líquido que la pelirosa le había preparado... para después beberlo, vomitando casi en el acto, pero resistiendo como debía.
Mirando a su mamá, Shina solo miró el gesto de silencio que le hizo, entendiendolo todo. Esa bebida le ayudaría, sí, pero no era necesario prepararla así de fuerte.
Bueno, esperaba que su papá haya aprendido la lección.
-¡Ya estoy lista, mamá!- se escuchó a Hanami bajando por las escaleras.
Sonriendo, Sakura se acercó para besar una mejilla del rubio quien, casi moribundo, sonrió de igual manera.
-Yo me adelantaré con Hana para traer tu manto de Hokage, esa señora se puso muy quisquillosa con el hecho de que quiso hacer la tuya también ya que, según, ella ha hecho los mantos desde que el primero aún seguía con vida- dijo.
-Incluso esa señora le entregó tarde el manto a Kakashi-sensei... espero que el mío si lo haya terminado- pensó, mirando a Sakura. -Nosotros las alcanzaremos allá entonces y, Sakura-chan... gracias por pasar a traerlo- dijo.
Sonriendo, la pelirosa tomó de la mano a su hija.
-Sabes que siempre te ayudaré en lo que pueda, no tarden mucho, los amo- dijo.
-¡Y nosotros a tí!- dijeron al unisono ambos rubios, para después observar a ambas pelirosas salir de casa.
...
Habiendo salido de casa, la verdad es que llevaban tiempo para poder llegar a la ceremonia, y afortunadamente por las calles no había mucha gente ya que la mayoría se estaba reuniendo frente a la torre del Hokage para el nombramiento del séptimo.
-¿Siempre fue tu sueño ser un Hokage, papá?- preguntó Shina.
Naruto, mirando a su hijo, habló.
-Así es, desde muy pequeño siempre quise convertirme en uno- respondió.
-¿Pero por qué? sinceramente, las veces que he visto al tío Kakashi trabajando, parece algo sumamente aburrido- comentó.
Ante aquel comentario, una sonrisa se marcó en los labios de Naruto, algo que el pequeño Uzumaki notó.
-¿Por qué sonríes?- preguntó.
Esta vez mirando a su hijo, el rubio iba a hablar... hasta que ambos escucharon los gritos de ayuda provenientes de una anciana algunos metros delante de ellos, corriendo para socorrerla.
-¿Se encuentra bien, señora?- preguntó Naruto.
La anciana miró al joven de cabello rubio, y acomodando sus lentes, habló.
-Se trata de mi gato, íbamos de camino a la torre del Hokage y el tonto se subio hasta la cima de ese árbol persiguiendo una ardilla y ahora no puede bajar- comentaba.
Asintiendo, el rubio miró hacía arriba, no era un árbol tan alto como tal pero había muchas hojas por en medio, al igual que ramas... pero agudizando su visión, logró ver al gato.
Sonriendo, el Uzumaki habló.
-Bueno, lo bajaré yo- decía, mientras observaba el árbol. -Shina, tu cuida de la señora- le dijo al pequeño.
Y así, Naruto dió un saltó hacía las primeras ramas del árbol.
Sería fácil.
...
-¿Crees que papá y Shina ya se encuentren ahí?- preguntó Hana.
Con el manto en una de sus manos, la pelirosa miró a su hija.
-Esperemos que sí... aunque algo me dice que ese no será el caso, no sé por qué tengo ese presentimiento- dijo Sakura.
...
Afortunadamente las ramas en donde había puesto sus pies estaban aguantando muy bien el peso de Naruto.
-¿Ya lo tienes, papá?- pudo escuchar a Shina.
-¡Ya... casi!- respondió Naruto.
Y era que, un poco más arriba, el gato se encontraba bastante aferrado a una de las ramas para no caerse... y llegando hasta él, el rubio extendió su mano.
-Vamos, gatito, ven... te voy a bajar de aquí- decía.
Aunque siempre que acercaba más su mano, el gato se alejaba de ella.
-Gatito, vamos, voy a llegar tarde a mi presentación como Hokage- decía el rubio, haciendo que el gato le tirase un zarpazo. -Bola de pelos malagradecida, uno aquí perdiendo su tiempo intentando ayudarte y no cooperas en lo absoluto- dijo.
Y como si fuera algo personal para el felino, este se erizó, lanzándose en contra de la cara del rubio.
-¡He-hey, suéltame, quítate!- se escuchaba en la cima del árbol.
Algo que alerto un poco al pequeño Uzumaki.
-¡¿Papá!?- preguntaba.
Pero fijando su atención en las ramas y hojas, Shina pudo observar como estas comenzaron a moverse de manera rápida, como si algo estuviera... cayendo.
Sin más, lo próximo que el rubio de ojos verdes miró fue a su papá con un gato sujeto a su cara.
-¡Suéltame!- se quejó Naruto.
Y dándose cuenta que estaba a salvo, el gato abandonó el rostro de Naruto, dirigiéndose a su dueña, tan tranquilo y sereno como si nada hubiese ocurrido.
-¿Estás bien, papá?- preguntó Shina.
Con ojos llorosos, el Uzumaki lo miró.
-S-si... no fue nada en realidad- respondió.
Aunque fijando su mirada en la anciana, esta se encontraba abrazando y mimando a su mascota.
-¡Por fin estás a salvo mi querido Hiro!- mencionaba. -¡Muchas gracias por haber bajado a mi gato jovencito, eres muy amable!- dijo, dirigiéndose a Naruto.
El rubio, sonriente y con algunas hojas y un par de ramas en su cabeza, le sonrió.
-Fue un placer, señora- decía, para después mirar al gato. -Y en cuanto a tí, de nada también... gato tonto- dijo, casi como un susurro.
Aunque, al parecer, el gato había escuchado eso a la perfección, erizandose nuevamente.
Ante eso, Shina sostuvo a su papá, sería muy raro verlo pelear con un gato.
-Creo que ya debemos irnos, vamos atrasados- mencionó, con algo de vergüenza.
Y así, ambos comenzaron su camino a toda prisa hasta la torre del Hokage, habían perdido mucho tiempo... y por parte de Naruto, un poco de su dignidad también.
...
-¿Por qué tardan tanto?- pensaba la pelirosa.
Acercándose, el sexto habló con Shikamaru.
-La ceremonia ya se retraso mucho, debemos comenzarla de una forma u otra- comentó Kakashi.
Suspirando, el Nara solamente pensó.
-Esta es la única forma que se me ocurrió de "tener" a Naruto aquí a tiempo- decía Shikamaru, mirando al sexto, para después mirar a una persona en particular. -Oye, Konohamaru... creo que te vas a tener que transformar- mencionó.
-¡¿Qué!?- preguntaba el joven Sarutobi.
Esos sorprendió a todos los presentes, aún más a la pelirosa, quien los observó.
-Kakashi-sensei, extienda un poco más el tiempo, me encargaré de ir a buscarlo- dijo.
Suspirando, el sexto negó con su cabeza.
-Por mí te daría todo el tiempo que puedo, Sakura, pero la ceremonia ya va muy retrasada... lo siento- dijo.
Ante aquellas palabras, a la Uzumaki no le quedó más remedio que asentir, mientras entregaba el manto de Hokage a Shikamaru.
Tragando un poco de saliva, el joven Sarutobi suspiró.
-Lamento esto, Naruto- pensaba Konohamaru antes de hacer el jutsu de transformación.
Aunque unos segundos antes de que eso ocurriera...
-¡Hokage-sama!- se escuchó.
Y girando para ver de quien se trataba, todos lograron observar a un shinobi, el cual se encontraba jadeando.
-¿Qué ocurre?- preguntó el sexto.
Como podía, y tratando de recomponer su respiración, el shinobi habló.
-Naruto ya viene en camino, lo vieron junto a su hijo- respondió.
Sonriendo, ambas pelirosas se miraron.
...
Entre la multitud se podía observar a casi toda la gente que habitaba la villa, el nombramiento del próximo lider siempre era algo de suma importancia para todos los habitantes puesto que, como tal, sería el rostro principal ante la alianza en los años que venían por delante.
Ino, al igual que su familia, estaban teniendo un momento muy agradable al lado de Chōji y los suyos, además de haberse reunido con todo el equipo Gai y el equipo Kurenai, incluso contando con la presencia de Karin y la pequeña Anzu quien, con un brillo peculiar en sus ojos, tenía puesta su mirada en el monte de los Hokages.
-¡Tsunade-sama, Iruka-sensei, por aquí!- se escuchaba la voz de Ino.
Llegando hasta ahí, la quinta miró hasta la cima de la torre, suspirando.
-Ya se retraso de más la ceremonia ¿qué rayos pasará con Naruto?- preguntó.
Mirándose entre sí, ninguno tenía la respuesta, como tal, era Naruto. Por más que los años pasaran, había ocasiones en que simplemente no se le daban las cosas.
Pero mirando a su alrededor, Iruka logró percatarse de dos personas corriendo entre la multitud, ambas con una cabellera rubia, aunque una de esas personas iba un poco sucia.
Algo que hizo sonreír a Iruka, además de negar con la cabeza.
-Nunca cambia...- pensó.
...
-¡Llegamos!-
Al girar, todos los presentes lograron observar al par de rubios, quienes se acercaron rápidamente a Sakura y Hanami.
-Lamentamos haber llegado tarde- dijo Naruto.
Aunque con un rostro de incredulidad, Kakashi y Shikamaru miraron a Naruto puesto que se veía algo... desordenado.
-Al parecer tuviste un contratiempo- mencionó el sexto.
Algo que el rubio solo pudo responder con una sonrisa que delataba vergüenza, mientras era limpiado por Sakura.
Suspirando, Kakashi sonrió por debajo de su máscara.
-Bueno, me adelantaré, prepárate- dijo, a lo que el rubio solo asintió.
Y mientras la pirotecnia comenzó, el sexto se dirigió a los habitantes de Konoha.
-¡Ahora comenzaremos con la ceremonia de ascensión para el séptimo Hokage, la cual será precedida por mí, el sexto Hokage; Hatake Kakashi... muchas gracias a todos por venir!- se escuchaba.
Y girando para mirar a Naruto, este ya se había colocado finalmente su manto...
-Te ves muy guapo, séptimo- le dijo Sakura, mientras acomodaba unos detalles en la ropa del rubio.
El Uzumaki solo se sonrojó, sonriendo ampliamente para ella.
-¡Ahora dejemos que él haga su aparición...¡- decía el sexto.
La pelirosa, quien le dió un rápido beso, habló.
-Ve, ve, ya es tu momento, debes presentarte- decía, apurandolo.
Sin más, Naruto suspiró, mientras comenzaba su camino...
Pero, en ese instante, al mirar su espalda y mirarlo con su manto de Hokage ya puesto, una serie de pensamientos llegaron a la cabeza de Sakura, recordando todo el camino que habían recorrido.
Recordó aquella ocasión en el exámen escrito de los exámenes chunin cuando pensó que Naruto se rendiría, recordó sus combates contra Kiba y Neji... aunque el recuerdo de enterarse de que fue él quien la salvó de Gaara y no Sasuke también llegó a su mente.
Cuando salvó a Konoha de Pain.
Incluso cuando estuvo a punto de morir en la guerra
Todos esos momentos hicieron aparición en ese preciso instante, y como si el tiempo se detuviera, junto a sus ojos comenzando a cristalizarse, ella lo observó.
Era todo un hombre ya. Un padre, un esposo. Una persona maravillosa y un shinobi sin igual.
-¡Estoy seguro de que todos conocen al hombre que será el séptimo Hokage!- decía el sexto.
Al observar el rostro de su madre, Hanami golpeó ligeramente el hombro de su hermano quien, mirando también, habló.
-¿Por qué lloras, mamá?- preguntó.
Manteniendo su mirada fija en la espalda del rubio, Sakura solamente sonrió.
-Porque me siento orgullosa... y muy felíz por su papá- dijo finalmente.
-¡Damas y caballeros... Uzumaki Naruto!-
Tras ello, mientras Naruto saludaba a la gente de Konoha, la aprobación de las personas fuera de la torre no se hizo esperar.
Un sueño de toda la vida se había cumplido.
Comenzando así el legado del séptimo.
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