Capítulo 7: Rivalidad

–¡Más rápido!–

Como podía, el joven Uzumaki atacaba a su mamá, poniendo a prueba y también implementando la velocidad que había adquirido durante un año de entrenamiento.

–Así nunca me darás un golpe, cometes el mismo error... eres predecible– se escuchó a la pelirosa.

Y al detener con suma precisión un puñetazo de su hijo, con suma rapidez, Sakura hizo un barrido a los pies del rubio, derribandolo.

–Tienes una buena precisión en tus movimientos, pero tus golpes siguen siendo lineales, eso genera que pueda saber cuál será tu siguiente movimiento y me anticipe a eso– dijo.

Jadeando, el Uzumaki golpeó el suelo, al menos eso le había ayudado en sacar un poco su frustración.

Mirando aquello, la pelirosa solamente suspiró.

–Descansemos– decía. –Algo que puedo observar es que tus golpes son cada vez más precisos, pero piensas de más, eso hace que pierdas coordinación con tu cuerpo y te vuelve predecible– dijo.

Suspirando, Shina se levantó del suelo.

–Lo entiendo– dijo.

Al mirarlo caminar para tomar asiento y descansar un poco, la mente de la pelirosa fue invadida por observaciones, y eran que verdaderamente estaba sorprendida por el avance que el pequeño había tenido en un año. Era joven, eso estaba claro, pero entendía más que bien las bases del ninjutsu y taijutsu, y si seguía por ese camino, además de haber nacido con dos afinidades de chakra... bueno, si no se confiaba y entrenaba mucho, sabía que Shina sería casi imparable.

...

–¿Cómo te ha ido en la academia? he estado ocupada en el hospital y entrenando contigo, que no te había preguntado– mencionó la pelirosa.

–Bueno, me va bien, en la teoría no se me complica para nada, y ahora me siento más confiado desde que me entrenas, mamá– decía, generando una sonrisa en Sakura. –Pero... estoy emocionado– dijo.

Intrigada, la pelirosa habló.

–¿Emocionado? ¿por qué?– preguntaba.

Mirando hacía la pacífico vista del campo de entrenamiento, el Uzumaki sonrió.

–Porque mañana tendré la oportunidad de poder medirme contra Anzu– respondió.

Eso definitivamente sorprendió a Sakura.

–¿Pero por qué pelearan? ¿algo salió mal?– preguntaba.

–No, no, nada de eso– se apresuró a explicar. –Es que, como método de enseñanza, el sensei nos propuso una práctica de combates– decía. –Si alguno de los dos peleadores da un golpe al otro, el combate se termina, y solamente cuatro alzaron sus manos... así que cuando miré a Anzu alzar la suya, no lo dude, y alcé la mía también– dijo.

Analizando aquellas palabras, Sakura lo miró.

–Entonces te quieres probar contra ella para así superarla ¿no?– decía.

Y observando al rubio asintiendo en respuesta, solo suspiró, además de que pudo recordar a Naruto y Sasuke, y aquella rivalidad que tenían en sus años de academia. En sí, y pensándolo mejor ahorita, le parecía tonto.

–Escucha, eres muy joven aún y probablemente esto te entrará por un oído y te saldrá por el otro... pero no pienso que hacer las cosas para superar a otra persona sea lo correcto– dijo.

Ganándose una mirada de su hijo, este habló.

–¿A qué te refieres? muchas personas serán mejores que yo, y si quiero ser mejor que ellos, debo superarlas– dijo.

–Eso tiene algo de verdad– decía, sonriendo. –Pero, como tal, la meta siempre será superarse a uno mismo, tanto como persona y como shinobi, y así, en el camino, superarás a los demás– mencionó.

El Uzumaki solo quedó sin habla.

–De igual forma, tú esfuérzate mañana y da todo de tí– dijo la pelirosa.

Sonriendo, Shina miró a su mamá.

–Así será– dijo.

Aunque lo próximo que pudo observar fue a su mamá levantar ambas cejas.

–Entonces... ¿Anzu-chan te parece atractiva?– preguntó.

Sonrojado, el rubio habló.

–¡Ma-mamá, apenas tenemos nueve años!– decía.

Aquella reacción no hizo más que causarle una gracia enorme a la pelirosa, riéndose de su hijo.

–Lo sé, lo sé... pero no estaría mal en el futuro ¿no lo crees?– preguntaba.

Eso solo hizo aumentar aún más el sonrojo del Uzumaki.

–¡Mamá!– decía.

Adoraba esa reacción de vergüenza en Shina, le hacía reír bastante.

...

Por la mañana, en el hospital...

Tomándose un momento para descansar, la pelirosa había pasado a visitar a Karin.

Al mirarla entrar, la pelirroja solamente sonrió.

–Estaba pensando en desayunar algo, salí rápido de casa y me olvide por completo– decía. –¿Ya desayunaste? podríamos comer juntas– mencionó.

Mirando hacía el reloj en la pared, la pelirroja pensó, para después mirar a Sakura.

–Acepto la oferta, andando– dijo, sonriendo.

...

Habiendo pasado ya varios minutos de charla y comida, los temas principales era la familia en sí.

El cómo había estado Naruto, Hana, Shina. Mientras que por el lado de la pelirroja, el cómo ha estado Anzu...

–¿Y Sasuke? supe que vino hace un año ¿no ha vuelto a venir?– preguntó la pelirosa.

Suspirando, Karin habló.

–No ha vuelto desde entonces... pero casi siempre sé de él por las cartas que me envía– decía. –Es fuerte, pero me preocupo aún así– dijo.

–Estoy segura de que pronto volverá, aunque me alegra que se mantengan en contacto– dijo.

Al escuchar aquellas palabras, la pelirroja solamente sonrió en respuesta. Si era sincera, extrañaba mucho a Sasuke, y ya no era solo por ella, sino por Anzu también.

Aunque para la pelirosa, sus pensamientos se llenaron con ma conversación que había tenido con su hijo.

–Espero que ambos den el máximo– comentó.

Sabiendo a qué se refería con esas palabras, Karin sonrió de una manera un tanto orgullosa.

–También espero lo mismo, sé que Shina es muy talentoso, pero lamento si Anzu se pasa un poquito– comentó.

Sonriente, la pelirosa habló.

–Dudo de eso, en sí, porque Shina y yo hemos entrenado para situaciones como estas– dijo.

La amistad entre ambas, a lo largo de todos estos años se había incrementado de buena manera. Desde que Karin llegó a Konoha, la pelirosa la cobijó como si fuera alguien que haya conocido de hace años, eso había plantado la semilla de su amistad. Además de que años después, junto a Sasuke, lograron traer el mineral desde Redaku, salvando así la vida de Naruto y, también, ayudando en el avance médico de la villa.

Pero ahora sus hijos se enfrentarían en un combate amistoso, por como la pelirroja hablaba, se notaba que Anzu también le contaba sobre Shina y sobre su pequeña "rivalidad"

–Lo siento, Sakura... mi hija ganará– respondió Karin.

–No, no, yo lo siento, Karin... mi hijo ganará– decía la pelirosa.

Y así continuaron. Ambas sabían que se trataba de algo que no era dañino, pero ambas también sabían y querían que sus hijos no se contuvieran y dieran lo mejor de sí, aún si se trataba de un combate amistoso.

...

–Como expliqué ayer, las reglas son simples, el primero de ustedes que logré conectar un golpe al cuerpo o el rostro, gana– decía su sensei.

Anzu y Shinachiku, ambos, con un par de dedos alzados, se encontraban al expectante inicio de su combate amistoso, y mirándose fijamente, la pequeña Uchiha le sonrió... no de una manera amigable, sino, más bien, de manera provocadora.

–Y... ¡comiencen!–

Sin tiempo que perder, ambos se lanzaron contra el otro, chocando sus antebrazos, algo que sorprendió incluso al propio sensei de la clase, ya que los dos habían chocado con tal fuerza, que incluso habían hecho una diminuta ráfaga de aire.

Anzu, aprovechando aquello, trató de hacer un barrido hacía los pies del Uzumaki, tratando de desestabilizarlo o derribarlo en el mejor de los casos... pero previendo ese movimiento, Shina estabilizó lo más que pudo sus pies utilizando chakra, haciendo que el barrido fuera inútil, forzando a la Uchiha a cubrirse con ambos antebrazos para protegerse del golpe del rubio, haciéndola caer en el suelo.

Aunque, a punto de atacar a la pequeña de cabello oscuro, el Uzumaki, atónito, observó el cambio en los ojos de Anzu.

¿Ese es...?– pensaba, solo para verla esquivar con facilidad aquel puñetazo.

En la multitud, Inojin y Shikadai se miraron.

–¿No estarán exagerando?– preguntó el joven Yamanaka.

–Lo están– respondió el pequeño de los Nara. –Pero, siendo sincero, Anzu se lo buscó a pulso, sobretodo cuando le dijo a Shina que era un debilucho– comentó.

Su velocidad ha aumentado– pensaba Anzu, levantándose lo más rápido que podía. –Definitivamente no es el mismo debilucho de siempre– pensó.

Aunque ahora con el sharingan de un aspa de su lado, los movimientos del rubio eran más que visibles para ser esquivados. Había aumentado su velocidad, eso era verdad, pero el sharingan era lo que era, y aún teniendo nueve años, la ventaja que este brindaba en un combate de taijutsu era muy visible... aún más teniendo en cuenta de que la pequeña se notaba que entrenaba ese aspecto.

Sin más tiempo que perder, la joven pelinegra cargó en contra del Uzumaki, y esquivando con suma precisión los golpes que el rubio trataba de conectar, Anzu logró dar un golpe cruzado, totalmente certero, en el rostro del rubio, derribandolo.

–¡Se acabó, Uchiha Anzu gana!– se escuchó por parte de su sensei.

Sobando su pómulo, el Uzumaki observó una mano, y alzando su mirada, observó a la pequeña de los Uchiha.

–Fue un buen combate– se escuchó.

Aceptando el gesto, Shina tomó su mano, levantándose.

–Muy bien, ahora crucen sus dedos, de esa forma se da por terminado un combate– mencionó su sensei.

Haciéndo aquel gesto, el Uzumaki sonrió, captando la atención de la pelinegra.

–Opino lo mismo, fue un buen combate– respondió.

Con un ligero sonrojo en sus mejillas, la Uchiha sonrió de una manera leve.

Verdaderamente había sido bueno.

...

Por la tarde, una bella puesta de sol acompañaba a Konoha, aunque, junto a ello, un torbellino rosado también le acompañaba.

Entrando de manera apurada a su hogar, Naruto y la pequeña Hanami la miraron, ambos extrañados. Veían a la pelirosa agitada, parecía que había apurado su paso para llegar lo más rápido que podía.

Aunque saliendo de la sala principal, Sakura observó a Shina... observando también aquel ligero moreton en uno de sus pómulos.

–Lo siento, mamá– se escuchó por parte del rubio. –Aún dando mi máximo, no pude ganarle– dijo.

Aquellas palabras solo hicieron sonreír a la pelirosa quien, acercándose hasta el Uzumaki, le abrazo.

–Sé que diste el máximo, eso me hace sentir orgullosa– decía, para después separarse un poco. –¡La próxima vez no perderás!– dijo.

Al pequeño Uzumaki, la sonrisa de su mamá le ocasionó una en él, y alzando su puño, habló.

–¡Así será!–

Aquella escena fue observada por Naruto y su hija, quienes se miraron, mientras Naruto le daba algunos ryo.

–Fue un placer hacer negocios contigo, papá– se escuchó a la pequeña pelirosa.

Con incredulidad, Naruto bajó su mirada.

¿¡Cómo pude perder una apuesta contra mi propia hija!?– pensaba.

Pero sintiendo una clase de peligro frente a él, levantó su vista... solo para encontrarse con una mirada fulminante por parte de su esposa.

–Sa-Sakura-chan, eso fue, eh, fue solo una apuesta sencilla– se escudaba.

Y así, lo próximo que pudieron observar ambos, hermano y hermana, fue a su mamá zangoloteando a su padre mientras le reclamaba por apostar con su hija sobre algo como eso, haciendo que ambos se echaran a reír.

Aunque pensando en el combate que había tenido con Anzu, Shina sonrió.

Entrenaría duro, muy duro.

La próxima vez no iba a perder.






































































Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top