Ahí vienen las Stone

1 hora antes del evento infortunado, maldito, desastroso...

Me veo con ojo hipercrítico en el enorme espejo de mi habitación y pese a mi renuencia y miedos la verdad es que me veo bien, me he hecho un ahumado intenso en los ojos, recogido el cabello en alto y puesto unos pendientes que hacen ver más largo mi cuello. Increíblemente lleno el vestido y eso es gracias al regalo que recibí de Enaí hace escasa media hora, un paquete con una nota burlona que decía "ni parecerá que eres plana, lo juro".

Me veo bien, pero me asaltan las inseguridades ¿Dónde estaban que nunca antes me habían atacado así? ¿Qué me pasa? Tomo el pequeño bolso plateado y meto lo básico, un labial, mi móvil, llaves y una tarjeta de crédito. A punto de salir vuelvo como loca a mi habitación a buscar la invitación para entrar, la meto en mi bolso y salgo otra vez decidida a pasármelo bien e ignorar que probablemente esa noche sea una odisea donde tengo que evitar que mi madre me vea, mis hermanas se burlen a morir y él descubra quien soy.

Hora del evento infortunado, maldito, desastroso y pasteloso.

El lugar elegido era majestuoso, lo conocía muy bien, la entrada parecía sacada de un antiguo palacio francés y se accedía al salón principal por medio de una escalinata doble, había toda una procesión de mujeres bellamente ataviadas y ellos con sus caros y elegantes trajes de etiqueta. En cuanto empecé a subir por un lado de la escalinata sentí la mirada de varias personas, reconocí a algunas e hice breves gestos de saludo que fueron inmediatamente correspondidos, al llegar al final del tramo me sentía a punto de estallar, era una idiota, por supuesto que muchos sabrían quien era y llamaba la atención precisamente por que la hija menor de los Stone raramente asistía a esos eventos de alta sociedad. Tontamente había creído que con controlar a Madre bastaría.

Empecé a sudar frio, sentí que me faltaba el aire y en una impulsiva decisión regresé por donde había venido ¿cobarde? Sí, mil veces sí. Pero justo cuando emprendía la huida, vi entrar a dos visiones en color azul una y la otra en rojo pasión, Nata y Enaí de lo más lindas entraban, atrayendo miradas e ignorándolas con total naturalidad, de mi madre ni sus luces, sabia que habían controlado que llegara por lo menos un poco tarde, como si hubieran presentido que yo estaba allí y estaba huyendo ambas me miraron sonrieron con complicidad y Enaí me hizo gestos de victoria con las manos, Nata me guiñó el ojo y eso fue todo lo que necesité para volver, sonreí trémulamente estoy segura y caminé como pude. Recordé todas las películas donde la protagonista hacia su espectacular entrada, en un espectacular vestido, disfrutando del momento y de las miradas ¿Cómo rayos podía caminar yo con los nervios que me atenazaban no solo el estomago sino, al parecer las piernas también? Seguro caería redonda por las escaleras. Y la verdad, no quería que me viera nadie, no soy de llamar la atención, no a propósito al menos.

Me paré justo en la entrada del salón, recorrí la estancia con tranquilidad como si buscara a alguien pero dando la apariencia que sabia donde ir sin ningún problema, más recuerdos de las palabras de mi madre para este mundo de etiquetas. Sonreí sin quererlo y de pronto lo vi, ¡Dios! Se veía tan... tan... no sé si decir guapo, se veía espectacular. Caminaba hacia mí sin detenerse y el mundo se detuvo, supe por que la protagonista estilo cenicienta podía controlar las piernas de gelatina, por que al ver al hombre de los sueños de una, nada más importa.

Viene hacia mí ¿verdad? Eso parece sin dudas por la manera en como me ve, como si no existiera nada más. De pronto soy empujada hacia adelante por un esbelto cuerpo femenino que ha pasado corriendo como una posesa, no caigo de milagro. Una belleza, por que aunque por poco me hace caer de bruces, tengo que admitir que parece ser una belleza morena corre, ¿Por qué? Ni idea, pero los ricos tienen sus extravagancias y si quiere correr, pues que lo haga. Quedo paralizada al ver como se avienta con los brazos extendidos hacia Ethan y él que parecía estarla esperando la toma en brazos enseguida.

No se me abre la boca por la sorpresa de puro milagro. Siento que me acaban de dar un puñetazo en el estomago.

Nunca me había sentido tan idiota, patética y humillada en mi vida ¿Por qué rayos me invitó? Veo que la abraza y el majestuoso cabello moreno de la chica le cubre el rostro, me doy la vuelta de inmediato y prácticamente corro hacia la escalinata que me llevara a la calle. Me topo a mis hermanas que están aún en la entrada charlando y al verlas veo que al igual que hace unos momentos harán como si no me conocieran pero al ver mi cara, me preguntan con la mirada y simplemente hago un gesto de negación y sigo en mi carrera hacia la salida. Dos brazos de distintos cuerpos me detienen.

- ¿Qué ha pasado? – Me dicen ambas al unísono más que preocupadas.

- ¡Me voy! – Intento zafarme de su agarre, temo ponerme a sollozar como una condenada adolescente que le han roto el corazón por vez primera.

- No sin antes decirnos que ha pasado, hemos logrado detener a madre por lo menos una hora, no tienes idea de lo que hicimos para que no fuera a tu casa a verte y traerte en persona, mil y un cosas pero lo logramos hasta ahora, ella anda por allí pero estamos al pendiente...

- No es eso Nata... por favor- e intento irme de nuevo. Me llevan a una zona alejada de la mirada de los demás. Incapaz de poder detener el interrogatorio, cuento la historia – Pensé que iba caminando hacia mí y luego... pues resulta que no, una morena se le ha aventado a los brazos y él la recibió de mil amores.

- ¿Estás segura? – pregunta Nata preocupada.

- ¿Qué más seguridad quieres? Estaba frente a ellos. Me fui y ni enterado, seguía aferrándola apasionadamente si quieres detalles ¡me siento tan estúpida!

- No te irás. – Dice Enaí con un ceño en su rostro.

- No me quedaré por nada del mundo yo...

- Si te vas, será peor. Le darás a entender que te ha afectado.

- Es que me ha afectado Enaí.

- Lo sé, pero no tiene por qué saberlo. Que crea que has venido para darte a conocer como una Stone y nada más, tu invitación te ha pillado de paso y solo. No venias exactamente por él, sí eso le dirás.

- Pero, creo me vio.

- Dile que saliste a reunirte con nosotras, tus hermanas.

- No sé si pueda.

- ¡Podrás! Lo haremos juntas, vamos. – Nata me lo dice y me anima a caminar. – Recuerda todas esas lecciones de madre.

- ¡Madre! Me querrá presentar a todo el mundo- Gruño y me doy la vuelta, ambas me detienen de nuevo.

- Eso, concéntrate en otras cosas y todo fluirá.

- Nata, con Madre nada fluye todo se espesa.

- Las tres Stone en una fiesta por vez primera desde... - Enaí trata de recordar.

- Desde que somos niñas. –Bufo nada elegantemente.

Lo que sigue a eso no lo tengo claro, en cuanto entramos escucho más que veo flashes, ¿Dónde estaban esos fotógrafos cuando yo entre sola? Seguro ni sabían quién rayos era.

Pero al entrar con mis hermanas que son más que conocidas, todo mundo parece voltear a vernos, los flashes se disparan y muchas personas salen a nuestro encuentro todo caras curiosas y sonrisas.

Es tu hermana la menor ¿verdad? – Sí, esa soy yo. Podrían preguntarme a mí directamente, pero parece que soy muuuy pequeña para contestar.

¿Es la pequeña Jade? – De pequeña nada, bien que estoy en la treintena.

Pero que bella es Jade, igual que ustedes – Díganselo al idiota de Ethan por favor.

¿Dónde estaba metida? – Ahora mismo Timbuctú suena genial, ¿existe ese lugar?

Oh, te pareces a tu madre – Me atraganto con la copa de champagne que alguien puso en mi mano. Sonrío a la fuerza.

- Parece que estás mostrando los colmillos y vas a morder a alguien. – Me susurra Nata que está a punto de echarse a reír.

- Estaba sonriendo- Contesto igual susurrando aunque furiosamente.

- Sí, claro. Si eso era una sonrisa, yo soy el hada del bosque.

- Son hermosas como yo, lo sé. Lo sé. – Oh, oh, es la voz de nuestra madre, las tres damos un leve respingo y volteamos en cámara lenta o lo más parecido. –Jade querida, que delicia verte al lado de tus hermanas. – Esa es mi madre, hablando estilo snob antiguo.

- Hola Madre – digo y pongo la mejilla la cual ni siquiera es tocada, recibo un beso al aire igual que mis hermanas.

- ¿Verdad que son lindas mis niñas? – dice al grupo que nos rodea y todos asienten con rapidez. Mis hermanas se abochornan igual que yo pero lo disimulan mucho mejor, recuerdo una novela ambientada en la regencia inglesa, me siento como una doncella virginal tratando de ser la chica de la temporada para satisfacer a su madre. ¿Habrá leído mi madre esa novela? Creo que esa y muchas, parece una matrona inglesa ansiosa por casar a sus hijas. Vagamente recuerdo que alguien me había pedido un baile, la orquesta a diferencia de otros eventos donde suele tocar después de la cena, ha empezado ya. Busco a quien me lo ha preguntado, es de rasgos asiáticos y por eso no le he olvidado, quizás sea el indicado para mí, aunque sea para este baile. Todo el rato he intentado no buscar a Ethan con la mirada.

- ¿Aun quieres que bailemos? –Le sonrío y enseguida me lleva a la pista. Lo que sea para alejarme un poco de todo. Voy caminando a la pista y mi hermana Nata me alcanza.

- Ethan no te ha quitado ojo de encima. – Me dice disimuladamente y enfilando hacia su mesa.

Se llama Steve y es de ascendencia japonesa-americana. Es alto y guapo, tiene lo mejor de dos mundos.

Baila divinamente y es más que agradable, es gracioso y carismático. Me ha hecho reír mientras me daba vueltas por la pista. Es algo menor que yo, puedo verlo. Es idóneo aun así, pero noto que no siento ninguna condenada mariposa en el estómago, no siento las piernas de gelatina y no me pone nerviosa. Vaya que somos masoquistas las mujeres ¿verdad? La música acaba y Steve me hace prometer que seguiremos bailando, le digo que sí y súbitamente me despido con un beso en su mejilla porque me ha ayudado a soportar la noche, él sonríe complacido y busco la mesa de mi familia, preparándome para pasarla con Madre e intentando ignorar un cierto y raro cosquilleo en mi nuca, alguien me ve, bueno, lo cierto es que muchos por curiosidad me observan. Veo a mi Jefa y voy enseguida a saludarla.

- Jade, has salido del anonimato por lo que veo.

- Usted sabía quién soy- Le digo confiada.

- Así es. – Sonríe con complicidad y se acerca a mí. – No me digas que esto significa que perderé una valiosa secretaria.

- No lo sé. – Digo triste.

- Quizás no te perderé querida. – Me dice con mirada astuta. Nos despedimos para ir a nuestras mesas. Sirven la cena que me sabe a nada, empiezan los discursos y asombrada veo a Steve subir al podio y hablar apasionadamente por la causa de la noche, me entusiasma su aguerrido y sincero discurso a favor de los niños de la guerra, hay imágenes y un video enternecedor, me encuentro limpiándome discretamente una lágrima. Los discursos acaban, los agradecimientos también y la música vuelve a hacer su presencia, complacida veo que he logrado no buscar a Ethan y Steve viene a la mesa con paso decidido, esa decisión que me hubiera gustado tuviera por mí el gusano traidor que me ha dejado plantada.


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