Pecadora.
Si las caricias y roces dejan un andar gélido y tembloroso allá por donde van, calmando el fuego y a la vez avivándole más.
Y a mi, a quien proclamaron reina del hielo, me estoy quemando, ardo por dentro, me derrito sin mérito.
Sin duda alguna la curiosidad mató al gato y el dejarse llevar por esta melodía imprevista de caricias, besos y arañazos, es un sucio y vil pecado...
Si es así, pecadora seré, mas pecadora en tus brazos.
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