CAPITULO 30
Todo era oscuro para Alice ya que la habían vendado los ojos, estaba amordazada y también atada en una silla con cuerdas muy gruesas por todas partes. Apenas podía llorar. No podía gritar o esas personas le harían daño.
Alice mientras estaba siendo atada, trato de decir la verdad que se le había revelado momentos atrás, como método para que la soltarán. Aunque no creyó que funcionaría ya que esos dos criminales seguían creyendo que había un solo Edward.
Chuck y Miller no sabían nada de la vida de Edward, aparte de los antecedentes que tuvo antes... pero de su familia no se interesaron. No les importaba.
—Señor Miller, ¿cree que Edward venga?
—Ya le he dicho lo que haré y no tengo miedo de hacerlo. —Contestó Miller.
En el pequeño hotel que los matones reservaron, hicieron que Alice se callara y así no fueran delatados mientras subían al departamento. Allí ya había tenido todo preparado.
—No lo sé... señor Miller, —masculló Chuck— pero creo que algo me dice que todo va a ir mal.
Su jefe se volvió a él.
— ¿Vas a ponerte en ese plan, Chuck? Debes estar tranquilo, ya hemos hecho esto antes. Y las veces anteriores, en cada vez que nos deben dinero, nos pagan.
—Sólo pensaba que esto no saldría como las anteriores veces.
Miller apretó la mandíbula y suspiró lentamente. Él ya había tratado de sacar algo de información a la mujer, pero no consiguió nada.
***
Los tres estaban en el departamento de policía de la ciudad, necesitaban hablar de inmediato con uno de los policías que tenían el rango más alto.
— ¿Han dicho Robert Miller? —Inquirió el detective Shaw un señor de mediana estatura y de unos treinta años por lo menos. Estaban hablando en la oficina de aquel detective.
—Sí, es un mafioso. —Afirmó Edward.
—No hemos podido identificar nada en los registros...
—Se debe a que es de otra ciudad— añadió Johnny.
El detective Shaw sabía que si el criminal salía de los límites de la ciudad, ellos mismos podrían hacerse cargo para arrestarlos.
—Hummm entonces no hay tiempo que perder—dijo el detective poniéndose de pie—. ¿Saben dónde está?
—En el hotel Garden's—respondió Teresa. Ella aún seguía con el motivo de decir la verdad de Johnny, pero en este instante necesitaban cooperar.
—Pero espere, detective—pidió Edward—. Todo debe ser muy bien planeado. Y tengo la idea para que lo puedan arrestar.
— ¿Cómo? —preguntó Shaw convenciéndose de que quizá funcionaría.
—Necesitamos un portafolio y billetes falsos.
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