CAPITULO 27
—Hace un par de días, entré a casa y un tipo llamado Miller me esperaba junto con un sujeto corpulento llamado Chuck; —narró Johnny los acontecimientos— ambos hablaban sobre una mercancía que les robaste. Les dije la verdad para que no me hicieran daño. Fue un intentó frustrante, ya que no me creyeron.
»Chuck me golpeó. Miller entonces...—suspiró— no sólo me amenazó a mí, sino que amenazó con acercarse a Alice si yo no le pagaba por lo que robaste, Edward.
Su hermano, se sintió molesto consigo mismo. Tampoco espero que la banda de Miller estuviera en esta ciudad, por eso en su cuenta se había limitado a ser reservado ya que podían buscarlo.
Fueron unos idiotas al no buscarme por mi nombre en Facebook. De todas formas, la ciudad que puse es otra, así morderían el anzuelo.
—Me había tomado una foto con Alice tiempo atrás y pienso que así fue como consiguieron saber dónde estaba.
—Alice está en problemas...—dijo Edward y resistió el impulso de darle un puñetazo. — ¡Si ella no está segura estando sola! —Vociferó— Ve y tráela de inmediato. —Hizo una pausa. — Ahora tendrá que saber la verdad.
Johnny salió de casa conduciendo el coche yéndose en busca de Alice. Teresa y Edward se quedaron a solas.
— ¿Algo más que deba enterarme? —preguntó Edward a su mejor amiga.
Ella pensó algo y dijo:
—Perdí la virginidad con un sujeto llamado Leonard.
***
Alice salía del departamento. Bajaba las escaleras con rapidez; Edward, le dijo que era una emergencia y que tenía que salir pronto.
El tiempo era crucial y cada segundo que corría hacia más densa la situación para Johnny. Sentía en su corazón como todo se desplomaba.
¿Por qué no le dije la verdad desde el principio?
Ahora era demasiado tarde para arrepentirse, ya que todas sus acciones se volvieron contra él. Alice apareció en la entrada y caminó con brío al coche; una reluciente sonrisa destacaba en su rostro.
Ella lo saludó con la mano y Johnny apenas pudo hacerlo; sabía que todo acabaría muy pronto.
—Edward, te ves algo pálido...—Johnny giró un poco el cuerpo y ella pudo ver el moratón en la mejilla. — ¡Santo cielo! ¿Qué te hicieron?
—Entra al coche, Alice. —Le pidió Johnny con la voz gastada.
—Dime qué es lo que te hicieron.
—Por favor, sólo entra. —Tragó saliva.
Alice rodeó el coche y pasó a ocupar el asiento del copiloto. Alice se inclinó y besó a Johnny; los labios de él estaban secos como el desierto. Estuvo a punto de llorar.
¿Sería el último beso que tendré? Pensó él.
— ¿A dónde iremos? —Preguntó ella.
—A mi casa. —Contestó Johnny con aspereza.
Alice tuvo un atisbo de miedo momentáneo, y luego pensó que debía estar bien y tranquila, ya que sería la primera vez que va a la casa de él.
— ¿Por qué ahora? —preguntó ella.
—Ya hablaremos de eso cuando estemos allá.
Johnny encendió el coche y reanudo el viaje de vuelta a casa. Mientras conducía, no quería hablar de nada, las preguntas que Alice le hacía a él, sólo eran respondidas como: sí, ajá, no, tal vez, quizá. Apenas podía articular una oración.
Ella empezó a sentirse afligida y triste.
¿Por qué habla de esta manera?
Tuvo el presentimiento de que en aquella semana en la que no le había enviado un mensaje, había ocurrido algo muy grave a él. Pero no sabía que, aparte de que lo habían golpeado, pensó que algo tenía que ver con eso.
En una mirada de reojo que Alice hizo a él, le pareció haber visto los ojos de Edward al borde de brotar lágrimas; la boca la presionaba con fuerza y se mordía la mejilla desde el interior.
Alice quiso preguntar qué le pasaba, pero de seguro le iba a decir: Cuando lleguemos, te lo explicaré.
Como lo hizo varias veces mientras viajaba; lo único que tenía que hacer, era esperar.
***
Estaba anocheciendo.
En la casa, Teresa le dijo a Edward que esperara en uno de los cuartos hasta que lo llamaran. Ella pudo ver por la venta mientras apartaba las cortinas que, un auto estaba ingresando en el garaje.
Ya era hora.
Un minuto después el motor del coche dejó de rugir y alguien abrió la puerta.
—Te tardaste—masculló Teresa y vio a Johnny entrar con una mujer de bellas facciones que casi la hizo tener envidia.
Johnny ingresó al interior de la casa arrastrando los pies con melancolía.
Alice recorría con la mirada la sala y al otro lado una pequeña cocina. Vio a Teresa y frunció el ceño, con curiosidad.
— ¿Quién es ella? —Profirió Alice en un grito. — ¿Me estabas siendo infiel?
—Alice, no se trata de eso. —Quiso calmarla Johnny— Es algo, por lo cual tenías que enterarte, tarde o temprano.
— ¿Qué?, ¿de qué hablas? ¿Qué ocurre?
—Es mejor que vengas. —Dijo Teresa haciendo una señal, pero no a ellos.
Alice volvió la mirada a un hombre que salió de una de las habitaciones que conducía por un pequeño y estrecho pasillo. Un hombre con cabello negro y ojos cafés. Ella se tambaleó hacia atrás al verlo.
El hombre siguió caminando hasta ponerse al lado de su hermano.
Alice intercambió la mirada entre los dos hombres, confundida, exasperada y a la vez, decepcionada.
—Hola, Alice.
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